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Protestante Digital

 
 

Para el mundo al que servimos

Una llamada a la acción. Un documento final del encuentro Lausana3 en Ciudad del Cabo (Capetown 2010).
LAUSANA 3 AUTOR CT España 27 DE AGOSTO DE 2011 22:00 h

Puede descargar aquí en pdf el documento Para el mundo al que servimos, Llamada a la acción de Ciudad del Cabo 2010 que les exponemos íntegramente a continuación.

Introducción

Nuestro pacto con Dios une el amor con la obediencia. Dios se regocija al ver nuestra “obra promovida por la fe” y nuestro “trabajo inducido por el amor”, [56] porque “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”. [57]

Como miembros de la Iglesia mundial de Jesucristo, hemos buscado escuchar la voz de Dios a través del Espíritu Santo. Hemos escuchado su voz, que ha venido a nosotros por medio de su Palabra escrita en la exposición de Efesios, y a través de las voces de su pueblo procedentes de todo el mundo. Nuestros seis temas principales del Congreso proporcionan un marco para discernir los retos que afronta la Iglesia mundial de Cristo, así como nuestras prioridades para el futuro. Sin embargo, no queremos dar a entender que estos compromisos sean los únicos que la Iglesia deba considerar o que las prioridades sean las mismas en todas partes.

I. Ser testigo de la verdad de Cristo en un mundo plural y globalizado


1. La verdad y la persona de Cristo

Jesucristo es la verdad del universo. A causa de que Jesús es la verdad, la verdad en Cristo es (i) personal y también proposicional; (ii) universal y también contextual (iii) definitiva y también actual.

A) Como discípulos de Cristo somos llamados a ser el pueblo de la verdad.

1. Debemos vivir en la verdad. Vivir en la verdad es ser el rostro de Jesús, a través del cual la gloria del evangelio es revelada a las mentes ofuscadas. El pueblo verá la verdad en los semblantes de aquellos que viven para Jesús, en fidelidad y amor.
2. Debemos proclamar la verdad. La proclamación hablada de la verdad del evangelio es primordial en nuestra misión. No puede separarse de vivir en la verdad. Las obras y las palabras deben ir juntas.

B) Recomendamos encarecidamente a los líderes de las iglesias, a los pastores y a los evangelistas que prediquen y enseñen la plenitud del evangelio bíblico, tal como lo hizo Pablo, en todo su alcance cósmico y en la verdad. Tenemos que presentar el evangelio, no ofreciendo meramente la salvación individual o una solución mejor a las necesidades que pueden proporcionar otros dioses, sino como el plan de Dios para todo el universo en Cristo. La gente, a veces, viene a Cristo para encontrar una necesidad personal, pero permanecen con Cristo cuando hallan que El es la verdad.


2. La verdad y el desafío del pluralismo

La pluralidad cultural y religiosa es un hecho y los cristianos de Asia, por ejemplo, la viven desde hace siglos. Cada una de las diferentes religiones afirma que la suya es el camino a la verdad. Muchos buscan respetar las afirmaciones contrapuestas de la verdad de otras religiones y vivir junto a ellas.Sin embargo, el pluralismo relativista postmoderno es diferente. Su ideología permite no defender la verdad universal o absoluta. Mientras, por una parte tolera las afirmaciones verdaderas, por otra parte, no se las considera más que como conceptos culturales. (Esta posición, lógicamente es autodestructiva, puesto que sostiene como única verdad absoluta que no hay ninguna verdad absoluta). Tal pluralismo asevera que “la tolerancia” es el valor definitivo, pero ésta puede tomar formas opresivas en países donde el laicismo o el ateismo agresivo gobiernan el espacio público.

A) Deseamos ardientemente que haya más compromiso para llevar a cabo el duro trabajo de una sólida apologética. Esto debe hacerse a dos niveles.

1. Necesitamos identificar a aquellos que puedan dedicarse, al más alto nivel público e intelectual, a defender y argumentar a favor de la verdad bíblica en la esfera pública, proporcionarles equipo y orar por ellos.
2. Alentamos a los líderes y pastores de las iglesias a equipar a todos los creyentes con el valor y las herramientas necesarios para contar la verdad con relevancia profética en las conversaciones de cada día y, de esta forma, comprometerlos en todos los aspectos de la cultura en la que vivimos.


3. La verdad en el lugar de trabajo

La Biblianos muestra la verdad de Dios sobre el trabajo humano como parte del propósito de Dios en la creación. La Biblia coloca el conjunto de nuestra vida laboral dentro de la esfera del ministerio, puesto que servimos a Dios en diferentes llamados. En cambio, la falsedad de una “división sagrada-laica” ha impregnado el pensamiento y la acción de la Iglesia. Esta división considera que solo la actividad religiosa pertenece a Dios pero no las demás actividades. La mayoría de los cristianos pasan la mayor parte de su tiempo en trabajos que ellos creen que tienen poco valor espiritual (los llamados trabajos seculares). Pero Dios es el Señor de todo lo relacionado con la vida. “Cualquier cosa que hagas, hazla con todo tu corazón, como trabajando para el Señor, no para los hombres”, [58] dijo Pablo a los esclavos en el lugar de trabajo pagano.

A pesar de la enorme oportunidad evangelística y transformadora del lugar de trabajo, donde los cristianos adultos tienen la mayoría de relaciones con los no-cristianos, pocas iglesias tienen la visión de equipar a su pueblo para aprovecharlo. No hemos logrado considerar el trabajo en sí mismo como bíblica e intrínsicamente significativo, como tampoco hemos conseguido poner la totalidad de la vida bajo el Señorío de Cristo.

A) Consideramos esta división secular-sagrada como un gran obstáculo para la movilización de todo el pueblo de Dios en la misión de Dios, y llamamos a los cristianos de todo el mundo a rechazar las asunciones no bíblicas y oponerse a sus perjudiciales efectos. Ponemos en tela de juicio la tendencia a ver el ministerio y la misión (local e intercultural) como si fuera esencialmente el trabajo de los ministros y misioneros remunerados de la iglesia, cuando éstos son un pequeño porcentaje de todo el cuerpo de Cristo.

B) Animamos a todos los creyentes a aceptar y afirmar su propio ministerio y misión diarios en cualquier parte que Dios les haya llamado a trabajar. Desafiamos a los pastores y a los líderes de las iglesias a apoyar a la gente en este ministerio, tanto en la comunidad como en el lugar de trabajo, y “equipar a los santos para labores de servicio (ministerio)”, en todos los aspectos de sus vidas.

C) Necesitamos esfuerzos intensivos para preparar al pueblo de Dios para un discipulado de la vida completa, lo cual significa vivir, pensar, trabajar y hablar a partir de una cosmovisión bíblica y con eficacia misionera en todos los lugares o circunstancias de la vida y el trabajo diarios.

Muchos cristianos que trabajan en diferentes oficios, negocios y profesiones, a menudo van a sitios donde los pioneros y los evangelistas no pueden ir. Lo que estos “fabricantes de tiendas” y gente de negocios hacen en el lugar de trabajo debe valorarse como un aspecto del ministerio de las iglesias locales.

D) Animamos a los líderes de las iglesias a comprender el impacto estratégico del ministerio en el lugar de trabajo y movilizar, equipar y enviar a los miembros de su iglesia como misioneros al lugar de trabajo, tanto en sus comunidades locales como en los países que están cerrados a las formas tradicionales de dar testimonio del evangelio.

E) Animamos a los líderes de las misiones a integrar completamente a los “fabricantes de tiendas” en la estrategia misionera global.


4. La verdad y los medios de comunicación globalizados

Nos comprometemos a una crítica renovada y a una dedicación creativa con los medios de comunicación y la tecnología como parte de asumir el caso de la verdad de Cristo en nuestra cultura de los medios de comunicación. Debemos hacerlo así como embajadores de Dios de la verdad, la gracia, el amor, la paz y la justicia.

Relacionamos a continuación las principales necesidades:

A)Conciencia ante los medios: Ayudar a la gente a desarrollar una conciencia más crítica del mensaje que reciben y de la cosmovisión que hay detrás de él. Los medios de comunicación pueden ser neutrales y algunas veces amistosos con el evangelio. Pero también utilizan la pornografía, la violencia y la ambición. Alentamos a los pastores y a las iglesias a afrontar estos temas abiertamente y a proporcionar enseñanza y guía a los creyentes para resistir tales presiones y tentaciones.

B) Presencia en los medios: Desarrollar modelos a seguir cristianos auténticos y creíbles y también comunicadores para los medios de comunicación en general y para los de entretenimiento, y recomendar estas carreras como medios de influencia dignos de Cristo.

C) Ministerios en los medios: Desarrollar un uso interactivo, combinado y creativo de los medios “tradicionales”, “antiguos” y “nuevos” para comunicar el evangelio de Cristo en el contexto de una cosmovisión bíblica global.


5. La verdad y las artes en la misión

Poseemos el don de la creatividad porque reflejamos la imagen de Dios. El arte, en sus variadas formas, es una parte integrante de lo que hacemos como humanos y puede expresar algo de la belleza y la verdad de Dios. Los artistas, en su mejor momento, son cronistas de la verdad y por ello las artes constituyen una forma importante para proclamar la verdad del evangelio. La tragedia, la danza, los cuentos, la música y las imágenes visuales constituyen expresiones tanto de la realidad como de nuestra trasgresión, y de la esperanza en la que está centrado el evangelio de que todas las cosas serán hechas nuevas.

En el mundo de la misión, las artes son un recurso sin explotar. Alentamos a los cristianos a una mayor implicación en las artes.

A) Anhelamos ver a la Iglesia en todas las culturas dedicada activamente a las artes como un contexto de misión para:

1. Retornar las artes a la vida de la comunidad de fe como un componente válido y valioso de nuestro llamado al discipulado.
2. Ayudar a los que tienen dones artísticos, principalmente a las hermanas y hermanos en Cristo, a fin de que puedan progresar en su trabajo.
3. Permitir que las artes sirvan para crear un ambiente acogedor en el que podamos considerar y, por tanto, llegar a conocer al vecino y al extranjero.
4. Respetar las diferencias culturales y celebrar la expresión artística indígena.


6. La verdad y las tecnologías emergentes

Este siglo es ampliamente conocido como “el siglo Bio-tech”, con avances en todas las tecnologías emergentes (bio, info/digital, nano, realidad virtual, inteligencia artificial y robótica). Esto tiene profundas implicaciones para la Iglesia y para la misión, especialmente en relación con la verdad bíblica y su significado para el ser humano. Necesitamos fomentar respuestas auténticamente cristianas y acciones prácticas en el espacio de la política, para asegurarnos que la tecnología no se utiliza para manipular, distorsionar y destruir, sino para preservar y realizar mejor nuestra humanidad, como aquellos a quienes Dios ha creado a su propia imagen. Llamamos a:

A) Los líderes de las iglesias locales a (i) animar, ayudar y preguntar a los miembros de la iglesia que se dedican profesionalmente a la ciencia, la tecnología, la sanidad y la política, y (ii) exponer a los estudiantes teológicamente serios la necesidad que tienen los cristianos de entrar en estas esferas.

B) Los seminarios a dedicarse a estos temas en sus planes de estudio, a fin de que los líderes de iglesia y los educadores teológicos desarrollen una crítica cristiana versada en las nuevas tecnologías.

C) Los teólogos y los cristianos en el gobierno, los negocios, el mundo académico y las áreas de la técnica a formar “think tanks” (grupos de reflexión) nacionales o regionales o asociaciones que se dediquen a las nuevas tecnologías y a hablar en la formación de políticos con una voz que sea bíblica y relevante.

D) Todas las comunidades cristianas locales a demostrar respeto por la única dignidad y santidad de la vida humana mediante el cuidado práctico y total que integre los aspectos físicos, emocionales, relacionales y espirituales de nuestra humanidad creada.


7. La verdad en la esfera pública

El engranaje que forman el gobierno, el mundo de los negocios y el mundo académico tienen una gran influencia en los valores de cada nación y, en términos humanos, definen la libertad de la Iglesia.

A) Animamos a los seguidores de Cristo a involucrarse activamente en estas esferas, tanto en el servicio público como en la empresa privada, a fin de formar los valores sociales e influenciar en el debate público. Animamos a ayudar a las escuelas Cristocéntricas y a las universidades que están comprometidas con la excelencia académica y con la verdad bíblica.

B) La Biblia condena la corrupción. Esta socava el desarrollo económico, distorsiona la toma de decisiones correcta y destruye la cohesión social. Ninguna nación está libre de la corrupción. Invitamos a los cristianos, especialmente a los jóvenes empresarios, que en el lugar de trabajo piensen creativamente acerca de la mejor forma de luchar contra este flagelo.

C) Animamos a los académicos cristianos jóvenes a que tengan en cuenta una carrera a largo plazo en la universidad secular, para (i) enseñar y (ii) desarrollar su disciplina a partir de una cosmovisión bíblica, a fin de influenciar en su campo de acción. No nos atrevamos a descuidar el mundo universitario. [59]


II. Construir la paz de Cristo en nuestro mundo roto y dividido


1. La paz que hizo Cristo

La reconciliación con Dios es inseparable de la reconciliación de los unos con los otros. Cristo, que es nuestra paz, hizo la paz mediante la cruz, y predicó la paz al dividido mundo de los judíos y los gentiles. La unidad del pueblo de Dios es, por una parte, un hecho (“El hizo de los dos uno”), y por otra parte, un mandamiento (“haced todos los esfuerzos necesarios para preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”). El plan de Dios para la integración de toda la creación en Cristo está modelada en la reconciliación étnica de la nueva humanidad de Dios. Tal es el poder del evangelio como le fue prometido a Abraham. [60]

Afirmamos que mientras que el pueblo judío no era extraño a los pactos y a las promesas de Dios, en la forma en que Pablo lo relata a los gentiles, todavía tienen necesidad de reconciliación con Dios a través de Jesús el Mesías. No hay diferencia, dijo Pablo, entre los judíos y los gentiles en el pecado; tampoco la hay en la salvación. Unicamente en y mediante la cruz pueden ambos tener acceso a Dios el Padre a través de un mismo Espíritu. [61]

A) Continuamos, por consiguiente, afirmando enérgicamente la necesidad que tiene toda la Iglesia de compartir las buenas nuevas de Jesús como Mesías, Señor y Salvador con el pueblo judío. Y, en el espíritu de Romanos 14 – 15, instamos a los creyentes gentiles a aceptar, animar y orar por los creyentes judíos mesiánicos en su testimonio entre su propio pueblo.

La reconciliación con Dios y de los unos con los otros es también la base y la motivación para buscar la justicia que Dios exige, sin la cual, dice Dios, no puede haber paz. La verdad y la reconciliación duradera requieren el reconocimiento del pecado pasado y presente, el arrepentimiento delante de Dios, la confesión al ofendido, y la búsqueda y la recepción del perdón. También incluye el compromiso por parte de la Iglesia de buscar la justicia o la reparación, cuando sea adecuado, para los que han sido lesionados por la violencia y la opresión.

B) Anhelamos ver a la Iglesia mundial de Cristo, a aquellos que han sido reconciliados con Dios, vivir la reconciliación y comprometerse en la tarea y la lucha de contribuir a la paz bíblica en el nombre de Cristo.


2. La paz de Cristo en el conflicto étnico

La diversidad étnica es el don y el plan de Dios para la creación. [62] Ha sido estropeada por el pecado humano y el orgullo, dando como resultado la confusión, las disensiones, la violencia y las guerras entre las naciones. No obstante, la diversidad étnica será preservada en la nueva creación, cuando los pueblos de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas se reúnan como el pueblo de Dios redimido. [63] Confesamos que, con frecuencia, no tomamos la identidad étnica seriamente y no la valoramos como lo hace la Biblia, en la creación y en la redención. No respetamos la identidad étnica de los demás e ignoramos las profundas heridas que, a la larga, causa esta falta de respeto.

A) Alentamos a los pastores y a los líderes de las iglesias a enseñar la verdad bíblica sobre la diversidad étnica. Se debe afirmar de manera positiva la identidad étnica de todos los miembros de la iglesia. Se debe también mostrar que nuestras lealtades étnicas son defectuosas por el pecado y enseñar a los creyentes que todas nuestras identidades étnicas están subordinadas a nuestra identidad redimida como la nueva humanidad en Cristo mediante la cruz.

Reconocemos con dolor y vergüenza la complicidad de los cristianos en algunos de los contextos más destructivos de la violencia étnica y la opresión, y el lamentable silencio de gran parte de la Iglesia cuando estos conflictos tienen lugar. Tales contextos incluyen la historia y el legado del racismo y la esclavitud de los negros; el holocausto contra los judíos; el “apartheid”; la “limpieza étnica”; la violencia sectaria entre cristianos; la práctica destrucción de poblaciones indígenas; la violencia étnica y política entre religiones; el sufrimiento de los palestinos; la opresión de casta; y el genocidio tribal. Los cristianos que, por su acción o inacción, aumentan el quebrantamiento del mundo, socavan gravemente nuestro testimonio del evangelio de paz.

Por consiguiente:

B) Por el bien del evangelio, lamentamos y hacemos un llamado al arrepentimiento allí donde los cristianos han participado en la violencia étnica, la injusticia u la opresión. También llamamos al arrepentimiento por las muchas veces que los cristianos han sido cómplices en tales perversidades por silencio, apatía o presunta neutralidad, o por facilitar justificación teológica defectuosa para aquellas.

Si el evangelio no está profundamente arraigado en el contexto, desafiando y transformando la cosmovisión subyacente y los sistemas de injusticia, cuando el tiempo de la maldad viene, la fidelidad de los cristianos se desecha como una prenda superflua y la gente vuelve a las lealtades y las acciones como antes de ser regenerados. La evangelización sin el discipulado, o un reavivamiento sin una obediencia radical a los mandamientos de Cristo, no son solamente deficientes, sino que además son peligrosos.

Anhelamos que llegue el día en que la Iglesia sea el modelo visible más brillante del mundo de la reconciliación étnica y su defensora más activa en la resolución de conflictos.

Esta aspiración, radicada en el evangelio, nos llama a:

C) Abarcar la plenitud del poder de reconciliación del evangelio y enseñarlo en consecuencia. Esto incluye una comprensión bíblica completa de la expiación: que Jesús no sólo cargó con nuestro pecado en la cruz para reconciliarnos con Dios, sino que destruyó nuestra enemistad, para reconciliarnos unos con otros.

D) Adoptar el estilo de vida de la reconciliación. En términos prácticos esto se demuestra cuando los cristianos:

1. Perdonan a sus perseguidores y tienen el valor de desafiar la injusticia a favor de los demás.
2. Prestan ayuda y ofrecen hospitalidad a los semejantes “del otro lado” de un conflicto, tomando iniciativas que traspasen barreras para buscar la reconciliación.
3. Continúan dando testimonio de Cristo en contextos violentos; y están dispuestos a sufrir e incluso a morir, más que a tomar parte en acciones de destrucción y venganza.
4. Se dedican a la curación de las heridas a largo plazo después de un conflicto, haciendo de la Iglesia un lugar seguro de refugio y curación para todos, incluidos los antiguos enemigos.

E) Sed un faro y un portador de esperanza. Llevamos el testimonio de Dios que estaba en Cristo reconciliando al mundo a sí mismo. Es únicamente en el nombre de Cristo y en el de su victoria en la cruz y su resurrección que tenemos autoridad para enfrentarnos al demoníaco poder del mal que agrava los conflictos humanos, y tenemos poder para ministrar su amor y paz reconciliadores.


3. La Paz de Cristo para los pobres y los oprimidos

El fundamente bíblico de nuestro compromiso para buscar la justicia y “shalom” para los oprimidos y los pobres, está resumido en la sección 7(c) de “The Cape Town Confessión” (Confesión de Ciudad del Cabo). A partir de esta base, deseamos ardientemente una acción más eficaz de los cristianos en:

La esclavitud y el tráfico humano

En todo el mundo hay más gente en esclavitud hoy en día (aproximadamente 27 millones) que hace 200 años, cuando Wilberforce luchaba para abolir el comercio de esclavos trasatlántico. Sólo en la India hay aproximadamente 15 millones de niños que viven en condiciones de servidumbre. El sistema de castas oprime a los grupos de castas bajas y excluye los intocables. Pero, tristemente, la Iglesia Cristiana también está infectada, en muchos lugares, de las mismas formas de discriminación. La voz conjunta de la Iglesia global debe levantarse en protesta contra lo que es, en efecto, uno de los más antiguos sistemas de esclavitud del mundo. Pero si esta defensa global es auténtica, la Iglesia debe rechazar cualquier desigualdad y discriminación dentro de ella misma.

Las migraciones, en una escala sin precedentes en el mundo de hoy, por varias razones, ha llevado el tráfico humano por todos los continentes, a la extendida esclavitud de mujeres y niños en el comercio sexual y al abuso de niños por medio de trabajos forzados o el servicio militar obligatorio.

Levantémonos como la Iglesia mundial para luchar contra la maldad del tráfico humano, hablar y actuar proféticamente “liberar a los prisioneros”. Esto debe incluir dirigirse a los factores políticos, económicos y sociales que alimentan el comercio. Los esclavos del mundo claman a la Iglesia global de Cristo: “Liberad a nuestros niños. Liberad a nuestras mujeres. Sed nuestra voz. Mostradnos la nueva sociedad que Jesús prometió”.

La pobreza

Abrazamos el testimonio de la Biblia completa, tal como nos muestra el deseo de Dios, tanto para la justicia en el sistema económico como para la compasión, el respeto y la generosidad personales hacia los pobres y los necesitados. Nos alegramos de que esta extensiva enseñanza bíblica haya llegado a estar más integrada en nuestra estrategia y nuestra práctica misionera, como lo fue para la Iglesia primitiva y para el Apóstol Pablo. [64]

En consecuencia:

B) Reconozcamos la gran oportunidad que los Objetivos de Desarrollo del Milenio han presentado a la Iglesia global y local. Llamamos a las iglesias a defenderlos ante los gobiernos y a participar en los esfuerzos para conseguirlos, como en el desafío de Miqueas.

C) Tengamos el valor de declarar que el mundo no puede abordar, y mucho menos resolver, el problema de la pobreza sin desafiar también la riqueza excesiva y la codicia. El evangelio reta la idolatría del consumismo desenfrenado. Somos llamados, como los que sirven a Dios y no a mamón, a reconocer que la codicia perpetúa la pobreza, y a renunciar a ella. Al mismo tiempo, nos alegramos de que el evangelio incluya a los ricos en su llamada al arrepentimiento y los invite a unirse a la comunidad de los que han sido transformados por la gracia del perdón.


4. La paz de Cristo para las personas con discapacidad

Las personas con discapacidad forman uno de los grupos minoritarios más grandes del mundo, cuya cantidad se estima que excede de 600 millones. La mayoría de ellos viven en los países menos desarrollados y se encuentran entre los más pobres de los pobres. Aunque el deterioro físico o mental es una parte de la experiencia diaria de la gente minusválida, muchos de ellos están también discapacitados por actitudes sociales, injusticias y falta de acceso a los recursos. Servir a las personas discapacitadas no termina con los cuidados médicos o los suministros sociales; también implica luchar junto a ellos, sus cuidadores y sus familiares, para la inclusión y la igualdad, tanto en la sociedad como en la Iglesia. Dios nos llama a la amistad mutua, al respeto, al amor y a la justicia.

A) Debemos levantarnos como cristianos del mundo para refutar los estereotipos culturales de los minusválidos, ya que como el Apóstol Pablo comentó “de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según el punto de vista humano”. [65] Hechos a la imagen de Dios, todos tenemos dones que Dios puede usar a su servicio. Nos comprometemos, no sólo a ministrar a la gente discapacitada, sino a recibir el ministerio que las personas discapacitadas pueden dar.

B) Animamos a los líderes de la misión y de la iglesia a que piensen no sólo en la misión entre los discapacitados, sino también en reconocer, afirmar y facilitar la llamada misionera de los creyentes minusválidos como parte del Cuerpo de Cristo.

C) Nos entristece que a tantas personas discapacitadas se les diga que su deterioro se debe a un pecado personal, a falta de fe o a una renuencia a ser curado. Negamos que la Biblia enseñe esto como una verdad universal. [66] Esta enseñanza falsa es pastoralmente insensible y espiritualmente incapacitante; añade la carga de la culpa y las esperanzas frustradas a la carga de la discapacidad en sí misma.

D) Nos comprometemos a hacer que nuestras iglesias sean lugares de inclusión y de igualdad para la gente minusválida y permanecer junto a ellos para resistir los prejuicios y defenderlos en sus necesidades en la sociedad en general.


5. La paz de Cristo para su creación sufriente

Nuestro mandamiento bíblico en relación con la creación de Dios está previsto en “The Cape Town Confession of Faith” (La Confesión de Fe de Ciudad del Cabo), sección 7(a). Todos los seres humanos son administradores de la abundancia de la buena creación de Dios. Estamos autorizados a ejercer el piadoso dominio usando en beneficio del bienestar y las necesidades humanas, por ejemplo, la agricultura, la pesca, la minería, la generación de energía, la ingeniería, la construcción, el comercio, la medicina, etc. Al hacerlo así, se nos ha ordenado también cuidar la tierra y todas sus criaturas, porque la tierra pertenece a Dios, no a nosotros. Lo hacemos por el Señor Jesucristo que es el creador, el dueño, el sustentador, el redentor y el heredero de toda la creación.

Lamentamos el extenso abuso y destrucción que se hace de los recursos de la tierra, incluida su biodiversidad. Probablemente, el reto más grave y urgente que afronta el mundo físico hoy es la amenaza del cambio climático. Este afectará desproporcionadamente a los que viven en los países pobres, puesto que será allí donde el clima extremo será más grave y donde hay poca capacidad para adaptarse. La pobreza del mundo y el cambio climático tienen que abordarse juntos y con la misma urgencia.

Alentamos a los cristianos de todo el mundo a:

A) Adoptar estilos de vida en los que se renuncie a los hábitos de consumo que sean destructivos o contaminantes.

B) Ejercer medios legítimos para persuadir a los gobiernos que pongan los imperativos morales sobre la conveniencia política en los temas de la destrucción medioambiental y del potencial cambio climático.

C) Reconocer y animar los llamados misioneros tanto de (i) cristianos que se dediquen al uso adecuado de los recursos del planeta para el bienestar y las necesidades humanas mediante la agricultura, la industria y la medicina, como de (ii) cristianos que se dediquen a la protección y restauración de los hábitats y especies de la tierra a través de su conservación y su defensa. Ambos comparten el mismo objetivo puesto que ambos sirven al mismo Creador, Abastecedor y Redentor.


III. Vivir el amor de Cristo entre la gente de otras religiones


1. “Ama a tu prójimo como a ti mismo” incluye a las personas de otras religiones

A la vista de las afirmaciones hechas en la Confesiónde Fe de Ciudad del Cabo sección 7 (d), debemos responder a nuestra alta vocación como discípulos de Jesucristo y ver a la gente de otras religiones como nuestro prójimo en el sentido bíblico. Son seres humanos creados a la imagen de Dios, a quienes Dios ama y por cuyos pecados Cristo murió. Debemos esforzarnos para considerarlos no sólo como prójimo, sino obedecer las enseñanzas de Cristo siendo prójimo para ellos. Estamos llamados a ser amables, pero no ingenuos; a ser perspicaces y no crédulos; a estar alerta a cualquier amenaza a la que tengamos que enfrentarnos, pero no a dejarnos gobernar por el miedo.

Somos llamados a compartir las buenas nuevas en la evangelización, pero no a dedicarnos a un indigno proselitismo. La evangelización, que incluye argumentos racionales persuasivos, siguiendo el ejemplo del Apóstol Pablo, es “hacer una exposición abierta y honesta del evangelio, que deja enteramente libres a los que la oyen para tomar sus propias decisiones al respecto. Debemos ser sensibles con las personas de otras religiones y rechazamos cualquier enfoque que busque conversiones a la fuerza”. [67] El proselitismo, en cambio, es el intento de obligar a otros a convertirse en “uno de los nuestros”, a “aceptar nuestra religión”, o, en realidad, a “unirse a nuestra denominación”.

A) Nos comprometemos a ser escrupulosamente éticos en nuestra evangelización. Nuestro testimonio ha de ser marcado por “la cordialidad y el respeto, manteniendo la conciencia limpia”. [68] Por consiguiente, rechazamos cualquier forma de testimonio que sea coactiva, poco ética, engañosa o irrespetuosa.

B) En el nombre del Dios de amor, nos arrepentimos por no lograr una mayor amistad con musulmanes, hindúes, budistas y gente de otros ambientes religiosos. En el espíritu de Jesús, debemos tomar iniciativas para mostrarles amor, buena voluntad y hospitalidad.

C) En el nombre del Dios de la verdad, (i) rechazamos fomentar mentiras y caricaturas acerca de otras religiones, y (ii) denunciamos y nos oponemos al prejuicio racista, al odio y al miedo incitados en los medios de comunicación populares y en la retórica política.

D) En el nombre del Dios de la paz, rechazamos el camino de la violencia y la venganza en todos nuestros tratos con gente de otras religiones, incluso cuando seamos atacados violentamente.

E) Afirmamos que el lugar adecuado para el diálogo con personas de otras religiones es, igual que Pablo cuando participaba en el debate con los judíos y los gentiles en la sinagoga, el foro público. Como parte legítima de nuestra misión cristiana, tal diálogo combina la confianza en la singularidad de Cristo y en la verdad del evangelio con una escucha respetuosa de los otros.


2. El amor de Cristo nos llama a sufrir y a veces a morir por el evangelio

El sufrimiento puede ser necesario en nuestro compromiso misionero como testigos de Cristo, como lo fue para sus apóstoles y para los profetas del Antiguo Testamento. [69] Estar dispuesto a sufrir es una prueba decisiva para la autenticidad de nuestra misión. Dios puede utilizar el sufrimiento, la persecución y el martirio para hacer avanzar su misión. “El martirio es una forma de testimonio a la que Cristo ha prometido honrar especialmente”. [70] Muchos cristianos que viven con comodidad y prosperidad necesitan oír de nuevo el llamado de Cristo para estar dispuestos a sufrir por El. Otros creyentes viven en medio del sufrimiento como el costo de llevar el testimonio de Jesucristo a una cultura religiosa hostil. Puede que hayan visto a personas queridas martirizadas o que han soportado torturas o persecución a causa de su fiel obediencia y sin embargo, continúan amando a aquellos que les han hecho tanto daño.

A) Oímos y recordamos con lágrimas y plegarias el testimonio de los que sufren por el evangelio. Oramos, junto a ellos, para pedir la gracia y el valor para “amar a nuestros enemigos” como Cristo nos mandó. Oramos para que el evangelio pueda llevar su fruto a lugares que son tan hostiles para sus mensajeros. De la misma forma que nos afligimos por los que sufren, recordamos el dolor infinito que Dios siente por los que se resisten y rechazan su amor, su evangelio y sus servidores. Anhelamos que se arrepientan y sean perdonados para encontrar el gozo de estar reconciliados con Dios.


3. El amor en acción encarna y encomia el evangelio de la gracia

“Somos el aroma de Cristo”. [71] Nuestro llamado es para vivir y servir entre la gente de otras religiones de una forma que esté tan saturado con la fragancia de la gracia de Dios que ellos puedan sentir el olor de Cristo, que lleguen a probar y ver que Dios es bueno. Por medio de este amor personificado, haremos el evangelio atractivo en todos los marcos culturales y religiosos. Cuando los cristianos aman a las personas de otras religiones a través de vidas de amor y acciones de servicio, personifican la gracia transformadora de Dios.

En las culturas del “honor”, donde la vergüenza y la venganza son aliados del legalismo religioso, la “gracia” es un concepto ajeno. En estos contextos, el amor sacrificado y delicado de Dios no es algo que se tenga que debatir; se considera demasiado extraño e incluso repulsivo. Aquí, la gracia es un gozo adquirido, durante mucho tiempo, en pequeñas dosis, por aquellos que están lo suficientemente hambrientos para atreverse a probarlo. El aroma de Cristo impregna gradualmente a todos sus seguidores que entran en contacto con El.

A) Anhelamos que Dios levante a más hombres y mujeres de “la gracia” que tomen compromisos a largo plazo para vivir, amar y servir en lugares difíciles dominados por otras religiones, para llevar el gusto y el aroma de la gracia de Jesucristo a culturas donde hacer esto es mal acogido y peligroso. Se necesita paciencia y resistencia, a veces toda una vida, a veces hasta la muerte.


4. El amor respeta la diversidad del discipulado

Los llamados “movimientos de información privilegiada” se encuentran dentro de varias religiones. Son grupos de gente que ahora siguen a Jesús como su Dios y Salvador. Se reúnen en pequeños grupos para la comunión, la enseñanza, la alabanza y la oración centrados en Jesús y la Biblia mientras continúan viviendo social y culturalmente en sus comunidades de nacimiento, incluyendo algunos elementos de su observancia religiosa.
Este es un fenómeno complejo y no hay acuerdo acerca de la forma de responder a él. Algunos elogian tales movimientos. Otros advierten del peligro de sincretismo. El sincretismo, no obstante, se encuentra entre los cristianos de todas partes cuando expresamos nuestra fe dentro de nuestras propias culturas. Deberíamos evitar la tendencia, cuando vemos la labor de Dios de una manera inesperada o desconocida, tanto (i) de clasificarla precipitadamente y promover una nueva estrategia misionera como (ii) de condenarla a la ligera sin una escucha contextual sensible.

A) En el espíritu de Bernabé quien, al llegar a Antioquia, “vio la prueba de la gracia de Dios” y “se regocijó y animaba a todos para que permanecieran fieles al Señor”; [72] deberíamos requerir a todos los que estén interesados en esta cuestión a:

1. Tener como principio básico la práctica de los apóstoles: “No molestemos a los que de entre los gentiles se convierten a Dios”. [73]
2. Ejercitar la humildad, la paciencia y la gracia reconociendo la diversidad de puntos de vista y conducir las conversaciones sin estridencias ni mutuas condenas. [74]


5. El amor alcanza a los pueblos dispersos

La gente se traslada hoy en día como nunca antes lo había hecho. Las migraciones son una de las realidades globales más enormes de nuestra era. Se calcula que aproximadamente 200 millones de personas viven fuera de sus países de origen, voluntaria o involuntariamente. El término “diáspora” se utiliza aquí para indicar la gente que se ha reubicado desde sus tierras de nacimiento por cualquier razón. Un vasto número de personas procedentes de diversos orígenes religiosos, incluyendo cristianos, viven en condiciones de diáspora: emigrantes en busca de trabajo; pueblos desplazados dentro de su mismo país a causa de guerras o de desastres naturales; refugiados que buscan asilo político; víctimas de limpiezas étnicas; personas que huyen de la violencia religiosa y de la persecución; gente que sufre hambre, ya sea a causa de sequías, inundaciones o guerras; víctimas de la pobreza rural que se desplazan a las ciudades, etc. Estamos convencidos de que las migraciones contemporáneas están dentro del propósito misionero soberano de Dios, sin ignorar el mal y el sufrimiento que implica. [75]

A) Alentamos a los líderes de las misiones y de las iglesias a reconocer y a responder a las oportunidades misioneras que se presentan debido a las migraciones globales y a las comunidades en la diáspora, mediante planificaciones estratégicas centradas en la formación y en la dotación de recursos a los que son llamados a trabajar entre ellos.

B) Alentamos a los cristianos de las naciones de acogida que tienen comunidades inmigrantes de otros orígenes religiosos a llevar el testimonio contra-cultural del amor de Cristo en hechos y palabras, obedeciendo los extensos mandamientos bíblicos de amar al forastero, defender la causa del extranjero, visitar al preso, practicar la hospitalidad, cimentar amistades, invitarlos a nuestro hogares y proporcionarles ayuda y servicios. [76]

C) Alentamos a los cristianos que forman parte de las comunidades en la diáspora a discernir la mano de Dios, incluso en circunstancias que ellos no han elegido y buscar cualquier oportunidad que Dios les proporcione para dar testimonio de Cristo en su comunidad de acogida y procurar su bienestar. [77] En los países de acogida que haya iglesias cristianas, animamos a los inmigrantes y a las iglesias autóctonas a escucharse y aprender mutuamente e iniciar esfuerzos cooperativos para alcanzar a todo el país con el evangelio.


6. Obras de amor para la libertad religiosa de todos los pueblos

Defender los derechos humanos apoyando la libertad de religión no es incompatible con seguir el camino de la cruz cuando nos enfrentamos con la persecución. No hay contradicción entre estar dispuesto personalmente a sufrir el abuso o la pérdida de nuestros propios derechos por amor a Cristo, y estar comprometidos a defender y hablar por aquellos que no tienen voz bajo la violación de sus derechos humanos. También debemos distinguir entre defender los derechos de las personas de otras religiones y aprobar la verdad de sus creencias. Podemos defender la libertad de otros a creer y practicar su religión sin aceptar a aquella religión como verdadera.

A) Luchemos para conseguir la libertad religiosa para todos los pueblos. Esto requiere su defensa ante los gobiernos en nombre de los cristianos y gente de otras religiones que son perseguidos.

Obedezcamos a conciencia la enseñanza bíblica de ser buenos ciudadanos, buscar el bienestar de la nación donde vivimos, honrar y orar por las autoridades, pagar los impuestos, hacer el bien y vivir pacífica y sencillamente. Los cristianos son llamados a someterse al estado, a menos que el estado ordene lo que Dios prohíbe o prohíba lo que Dios ordena. Si el estado nos obligara a elegir entre la lealtad al mismo y nuestra lealtad más elevada a Dios, debemos decir No al estado porque nosotros hemos dicho Sí a Jesucristo como Señor [78]

En medio de todos nuestros legítimos esfuerzos para la libertad religiosa de todos los pueblos, el más profundo anhelo de nuestros corazones debe ser que todos los pueblos lleguen a conocer al Señor Jesucristo, poner su fe en El libremente para ser salvos y entrar en el Reino de Dios.


IV. Discernir la voluntad de Cristo para la evangelización del mundo


1. Los pueblos no alcanzados y no comprometidos

El corazón de Dios anhela que todos los pueblos puedan tener acceso al conocimiento del amor de Dios y de su obra salvadora a través de Jesucristo. Reconocemos con pena y vergüenza que existen miles de grupos de personas en todo el mundo para quienes tal acceso todavía no está disponible mediante el testimonio cristiano. Son pueblos no alcanzados, en el sentido de que no hay creyentes conocidos ni iglesias entre ellos. Muchos de estos pueblos son también no comprometidos, en el sentido de que, normalmente, no conocen iglesias ni organismos que intenten compartir el evangelio con ellos. En realidad, sólo un pequeño porcentaje de los recursos de la Iglesia (humanos y materiales) se destinan a los pueblos menos alcanzados. Por definición, son gente que no nos invitarán a ir con las buenas nuevas, puesto que no saben nada acerca de eso. Sin embargo, su presencia entre nosotros, en nuestro mundo, 2000 años después de que Jesús nos ordenara hacer discípulos en todas las naciones, constituye no sólo una reprensión a nuestra desobediencia, no sólo una forma de injusticia espiritual, sino también el silencio a la “Llamada de Macedonia”.

Levantémonos como Iglesia mundial para enfrentarnos a este reto, y:

A) Arrepintámonos de nuestra ceguera ante la presencia continua de tantos pueblos no alcanzados en nuestro mundo y nuestra lentitud en compartir el evangelio con ellos.

B) Renovemos nuestro compromiso para ir a los que todavía no han oído el evangelio, participando profundamente de su lenguaje y su cultura, para vivir el evangelio entre ellos con un amor personificado y un servicio sacrificado, para comunicarles la luz y la verdad del Señor Jesucristo en palabras y hechos, despertándoles mediante el poder del Espíritu Santo a la sorprendente gracia de Dios.

C) Aspiremos a erradicar la escasez de ejemplares de la Biblia en el mundo, pues la Biblia es indispensable para evangelizar. Para esto debemos:

1. Acelerar las traducciones de la Biblia a los idiomas de los pueblos que no tienen todavía ninguna porción de la Palabra de Dios en su lengua materna.
2. Difundir ampliamente el mensaje de la Biblia por medio orales. (Ver culturas orales abajo).

D) Aspiremos a erradicar la ignorancia sobre la Biblia en la Iglesia, ya que la Biblia es indispensable para el discipulado de los creyentes en la semejanza a Cristo.

1. Anhelamos que haya un nuevo convencimiento, que cautive a toda la Iglesia de Dios, de la necesidad de la enseñanza de la Biblia para el crecimiento de la Iglesia en el ministerio, la unidad y la madurez. [79] Nos regocijamos en los dones de todos aquellos a quienes Cristo ha dado a la Iglesia como pastores y maestros. Debemos hacer todos los esfuerzos posibles para aceptarles, animarles, formarles y apoyarles en la predicación y la enseñanza de la Palabra de Dios. Al hacerlo, no obstante, debemos rechazar la clase de clericalismo que restringe el ministerio de la Palabra de Dios a unos pocos profesionales pagados, o a predicadores formales en el púlpito de la iglesia. Muchos hombres y mujeres, que están claramente dotados para pastorear y enseñar al pueblo de Dios, ejercen sus dones de manera informal o sin una estructura denominacional oficial, pero con la manifiesta bendición del Espíritu de Dios. Ellos también necesitan ser reconocidos, animados y preparados para poder manejar correctamente la Palabra de Dios.

2. Debemos fomentar el conocimiento práctico de la Biblia entre la generación que ahora se relaciona principalmente por comunicación digital más que por libros, persuadiéndoles para que estudien inductivamente las Escrituras mediante métodos digitales con la profundidad de investigación que en la actualidad requieren papel, plumas y lápices.

E) Mantengamos la evangelización en el centro del ámbito plenamente integrado de nuestra misión, en la medida en que el evangelio es la fuente, el contenido y la autoridad de toda la misión bíblicamente válida. Todo lo que hacemos debería ser tanto una realización como una declaración del amor y de la gracia de Dios y de su obra salvadora a través de Jesucristo.


2. Culturas orales

La mayoría de la población mundial está compuesta de comunicadores orales, que no pueden o no han aprendido a leer y escribir y más de la mitad de ellos están entre los no alcanzados, como indicamos arriba. Entre éstos, hay aproximadamente 350 millones de personas sin un simple versículo de las Escrituras en su lenguaje. Además de los “aprendices orales primarios” hay muchos “aprendices orales secundarios”, o sea, los que están técnicamente alfabetizados, pero prefieren comunicarse de forma oral debido al surgimiento del aprendizaje visual y la predominancia de las imágenes en la comunicación.

Al reconocer y tomar medidas sobre estas cuestiones de la comunicación oral, debemos:

A) Hacer un mayor uso de las metodologías orales en programas de discipulado, incluso entre los creyentes alfabetizados.

B) Tener disponibles, como asunto prioritario, historias de la Biblia en formatos orales en el principal lenguaje de los grupos de gente no alcanzados y no comprometidos.

C) Animar a los organismos de misión a desarrollar estrategias orales que incluyan: la grabación y distribución de historias de la Biblia orales para la evangelización, el discipulado y la formación de líderes, junto con la capacitación, para una expresión oral adecuada, de los evangelistas pioneros y los obreros de la iglesia; podrían utilizarse provechosos métodos de comunicación visual y oral para comunicar la completa historia bíblica de la salvación, incluyendo la narración de cuentos, danzas, artes, poesía, canciones y teatro.

D) Animar a las iglesias locales del Sur Global a dedicarse a los grupos de gente no alcanzados en su área, a través de métodos orales que sean adecuados a su cosmovisión.

E) Animar a los seminarios para que ofrezcan planes de estudio que formen a los pastores y misioneros en metodologías orales.


3. Los líderes Cristocéntricos

El rápido crecimiento de la Iglesia en tantos lugares, hace que éste sea superficial y vulnerable, en parte debido a la falta de líderes para el discipulado, y en parte a causa de que muchos usan su posición para tener más poder, un estatus arrogante o para su enriquecimiento personal. Como resultado, el pueblo de Dios sufre, se deshonra a Cristo y se socava la misión del evangelio. La “formación para el liderazgo” es la solución prioritaria más comúnmente propuesta. En realidad, los programas de todas clases de formación para el liderazgo se han multiplicado, pero el problema permanece, por dos razones probables.

Primero: formar a los líderes para que sean piadosos y semejantes a Cristo es recorrer el camino al revés. Bíblicamente, sólo aquellos cuyas vidas ya muestran las cualidades básicas de un discipulado maduro deberían ser nombrados, en primer lugar, para el liderazgo. [80] Si, actualmente, nos enfrentamos con muchas personas que ejercen el liderazgo que apenas han recibo el discipulado, no hay otra opción que incluir el discipulado básico en su desarrollo del liderazgo. Probablemente, en la escala del liderazgo mundial y “no semejante a Cristo” en la iglesia global de hoy en día, son evidentes las pruebas de generaciones con un evangelismo reduccionista, un discipulado negligente y un crecimiento superficial. La respuesta al fracaso del liderazgo no es precisamente más formación del liderazgo sino mejor formación del discipulado. Los líderes deben ser, en primer lugar, discípulos de Cristo por sí mismos.

Segundo: algunos programas de formación de líderes se enfocan en conocimientos envasados, técnicas y habilidades que sólo sirven para la desatención del carácter piadoso. Por el contrario, los auténticos líderes cristianos deben ser semejantes a Cristo teniendo un corazón servicial, humildad, integridad, pureza, falta de ambición, espíritu de oración, dependencia del Espíritu de Dios y un profundo amor por la gente. Además, algunos programas de formación de líderes carecen de la enseñanza concreta de una de las destrezas clave que Pablo incluye en su lista de calificaciones, o sea, la habilidad para enseñar la Palabra de Dios al pueblo de Dios. Sin embargo, la enseñanza de la Biblia es el medio primordial en el discipulado y es asimismo la deficiencia más grave que presentan los líderes de la Iglesia contemporáneos.

A) Anhelamos ver grandemente intensificados los esfuerzos en el discipulado, mediante trabajos de enseñanza a largo plazo para la educación de los nuevos creyentes, a fin de que aquellos a los que Dios llama y da a la Iglesia como líderes estén cualificados de acuerdo con el criterio bíblico de madurez y servicio.

B) Renovamos nuestro compromiso de orar por nuestros líderes. Deseamos que Dios multiplique, proteja y anime a los líderes que son bíblicamente fieles y obedientes. Oramos para que Dios reprenda, retire o lleve a arrepentimiento a los líderes que deshonran su nombre y desacreditan el evangelio. Y también oramos para que Dios levante una nueva generación de siervos-líderes discipulados cuya pasión sea, por encima de todo, conocer a Cristo y ser como El.

C) Aquellos de nosotros que estemos en un liderazgo cristiano necesitamos reconocer nuestra vulnerabilidad y aceptar el don de la responsabilidad dentro del cuerpo de Cristo. Elogiamos la práctica de someterse a un grupo de revisión de cuentas.

D) Fomentamos enérgicamente que los seminarios y todos los que dirigen programas de formación de liderazgo, se centren más en la formación espiritual y del carácter, y que no impartan sólo conocimientos o clasificación de rendimientos. Nos alegramos, sinceramente, por los que ya lo han hecho como parte del amplio desarrollo del liderazgo que incluye a la “persona completa”.


4. Las ciudades

Las ciudades son una parte decisivamenteimportante para el futuro de la humanidad y para la misión mundial. En las ciudades es donde se encuentran las cuatro principales clases de gente: (i) la próxima generación de jóvenes; (ii) la mayor cantidad de personas no alcanzadas que han emigrado; (iii) los moldeadores de la cultura; (iv) los más pobres de entre los pobres.

A) Distinguimos la soberana mano de Dios en el aumento masivo de la urbanización en nuestro tiempo, y alentamos a la Iglesia y a los líderes misioneros de todo el mundo a responder a este hecho ofreciendo una atención estratégica urgente a la misión urbana. Debemos querer a nuestra ciudades como lo hizo Dios, con discernimiento santo y compasión como lo hizo Cristo, y obedecer su mandato de “buscar el bienestar de la ciudad”, dondequiera que esté. Intentaremos aprender métodos de misión flexibles y adecuados que respondan a la realidad urbana.


5. Los niños

Todos los niños están en peligro. Hay aproximadamente dos billones de niños en nuestro mundo y la mitad de ellos está en peligro de pobreza. Millones de ellos están en peligro de prosperidad. Los niños que viven en las naciones ricas y seguras lo tienen todo para vivir, pero no tienen nada por lo que vivir.

Los niños y los jóvenes son la Iglesia de hoy, no únicamente la de mañana. Los jóvenes tienen un gran potencial como agentes activos en la misión de Dios. Representan una enorme fuente de recursos infrautilizados, sensibles a la voz de Dios y con voluntad para responderle. Nos alegramos de los excelentes ministros que sirven entre los niños, y deseamos que este trabajo se multiplique puesto que la necesidad es tan grande. Como vemos en la Biblia, Dios usa a los niños y a los jóvenes -sus oraciones, sus puntos de vista, sus palabras, sus iniciativas- para cambiar los corazones. Ellos representan la “nueva energía” para transformar el mundo. Debemos escucharles y no sofocar su espiritualidad infantil con nuestros enfoques racionalistas de adultos.

Nos comprometemos a:

A) Tomar en serio a los niños mediante una nueva investigación bíblica y teológica que refleje el amor y el propósito de Dios para ellos y a través de ellos, redescubriendo el profundo significado para la teología y la misión la provocativa acción de Jesús colocando a “un niño en el medio”. [81]

B) Procurar formar a personas y proporcionar recursos para averiguar las necesidades de los niños de todo el mundo, siempre que sea posible trabajando con sus familias y sus comunidades, en la convicción de que el ministerio holístico dirigido a cada próxima generación de niños y jóvenes es un componente vital de la misión mundial.
C) Exponer, resistir y adoptar medidas contra toda clase de abusos a los niños, incluyendo la violencia, la explotación, la esclavitud, el tráfico, la prostitución, la discriminación étnica y de género, los objetivos publicitarios y el descuido voluntario.


6. La oración

En medio de todas estas prioridades, debemos comprometernos de nuevo a orar. La oración es una llamada, un mandamiento y un don. La oración es la base indispensable y el recurso para todos los elementos de nuestra misión.

A) Oremos con unidad, enfoque, persistencia, claridad y bíblicamente informados:

1. Para que Dios envíe obreros a cada rincón del mundo, con el poder de su Espíritu.
2. Para atraer hacia Dios por su Espíritu a los perdidos en cualquier pueblo o lugar, por medio de la declaración de la verdad del evangelio y la demostración del amor y del poder de Cristo.
3. Para que la gloria de Dios sea revelada y el nombre de Cristo sea conocido y alabado a causa del carácter, las acciones y las palabras de su pueblo. Clamaremos por nuestros hermanos y hermanas que sufren en nombre de Cristo.
4. Por la venida del reino de Dios, para que se haga la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo, para el establecimiento de la justicia, la administración y el cuidado de la creación y la bendición de la paz de Dios en nuestras comunidades.

B) Demos gracias continuamente cuando veamos la obra de Dios entre las naciones, esperando el día en que el reino de este mundo se convertirá en el reino de nuestro Dios y de su Cristo.


V. La llamada a la Iglesia de Cristo para que vuelva a la humildad, la integridad y la sencillez

Andar es la metáfora bíblica de nuestra forma de vida y nuestra conducta diaria. En Efesios, Pablo habla siete veces de cómo los cristianos deberían, o no deberían, andar.[82]


1. Andar distintivamente, como la nueva humanidad de Dios [83]

El pueblo de Dios anda en el camino del Señor o anda en los caminos de otros dioses. La Biblia muestra que el mayor problema de Dios no es precisamente con las naciones del mundo, sino con la gente que El ha creado y llamado a ser el medio de bendición de las naciones. Y el mayor obstáculo para cumplir esta misión es la idolatría entre el propio pueblo de Dios. Si hemos sido llamados a llevar las naciones a la adoración al único y verdadero Dios, fracasamos miserablemente si nosotros mismos corremos detrás de los falsos dioses de la gente que nos rodea.

Cuando no hay distinción en la conducta entre los cristianos y los no-cristianos -por ejemplo, en la práctica de la corrupción y la codicia, la promiscuidad sexual, la tasa de divorcios, la recaída en las prácticas religiosas pre-cristianas, las actitudes hacia la gente de otras razas, el consumismo, el estilo de vida o los prejuicios sociales- el mundo tiene razón al preguntarse si nuestro cristianismo marca alguna diferencia. Nuestro mensaje no lleva autenticidad a un mundo vigilante.

A) Nos desafiamos mutuamente, como pueblo de Dios en cada cultura, a afrontar en que medida, consciente o inconscientemente, estamos atrapados en las idolatrías de las culturas que nos rodean. Oramos para tener discernimiento profético para identificar y exponer los dioses falsos y su presencia dentro de la misma Iglesia, y para tener el valor de arrepentirnos y renunciar a ellos en el nombre y la autoridad de Jesús como Señor.

B) Comoquiera que no existe misión bíblica sin una forma de vida bíblica, debemos comprometernos de nuevo urgentemente, y retar a todos los que profesan el nombre de Cristo a vivir en radical distinción de las maneras del mundo, para “poner la nueva humanidad, creada para ser igual a Dios en la verdadera justicia y santidad”.


2. Andar en amor, rechazando la idolatría de la sexualidad desordenada [84]

El diseño de Dios para su creación establece que el matrimonio esté constituido por la relación fiel y comprometida entre un hombre y una mujer, en la que se convierten en una sola carne en una nueva unidad social que es distinta de la de sus familias de origen, y en la que las relaciones sexuales como la expresión de “una sola carne” es para disfrutar exclusivamente dentro del vínculo del matrimonio. Esta unión sexual amorosa, en la que “dos se convierten en uno”, refleja tanto la relación de Cristo con la Iglesia como la unidad de los judíos y los gentiles en la nueva humanidad. [85]

Pablo contrasta la pureza del amor de Dios con la fealdad del amor falsificado que se disfraza de sexualidad desordenada y todo lo que pasa con ella. La sexualidad desordenada de todas clases y cualquier práctica de intimidad sexual antes o fuera del matrimonio como se define bíblicamente, está fuera de la línea de la voluntad de Dios y de la bendición en la creación y en la redención. El abuso y la idolatría que rodean la sexualidad desordenada contribuyen a un amplio declive social, incluyendo la ruptura de matrimonios y familias y ocasionan un inmenso sufrimiento de soledad y explotación. Es una cuestión grave dentro de la misma Iglesia, y es una causa trágicamente común del fracaso en el liderazgo.

Reconocemos nuestra necesidad de profunda humildad y de tomar conciencia por nuestro fracaso en esta área. Anhelamos ver a los cristianos retando a nuestras culturas circundantes a vivir de acuerdo con los estándares a los que nos llama la Biblia.

A) Alentamos enérgicamente a todos los pastores a:

1. Facilitar conversaciones más abiertas sobre la sexualidad en nuestras iglesias, exponiendo positivamente las buenas nuevas del plan de Dios para las relaciones sanas y la vida de familia, pero dirigiendo también, con honestidad pastoral, las áreas donde los cristianos comparten las realidades rotas y disfuncionales de su cultura circundante.
2. Enseñar claramente las pautas de Dios, pero hacerlo con la compasión pastoral de Cristo por los pecadores, reconociendo lo vulnerables que somos todos a la tentación sexual y al pecado.
3. Esforzarse para establecer un ejemplo positivo para vivir los modelos bíblicos de fidelidad sexual.

B) Como miembros de la Iglesia nos comprometemos a:

1. Hacer todo lo que podamos en la Iglesia y en la sociedad para fortalecer la fidelidad en el matrimonio y una vida de familia saludable.
2. Reconocer la presencia y la contribución de las personas solteras, viudas o sin hijos, para asegurarse de que la iglesia es una familia en Cristo cordial y acogedora, que les permite ejercer sus dones en la gama completa de los ministerios de la iglesia.
3. Oponernos a las múltiples formas de sexualidad desordenada en las culturas próximas a nosotros, incluyendo la pornografía, el adulterio y la promiscuidad.
4. Tratar de comprender y abordar las cuestiones del núcleo profundo de la identidad y experiencia que atraen a algunas personas a la práctica homosexual; llegar a ellos con el amor, la compasión y la justicia de Cristo, y rechazar y condenar todas las formas de odio, abuso verbal o físico y persecución de las personas homosexuales.
5. Recordar que por la gracia redentora de Dios ninguna persona o situación está más allá de la posibilidad de cambio y rehabilitación.

La enfermedad del SIDA-VIH ha llevado una enorme crisis a muchas naciones. Millones de personas están infectadas con VIH, numerosos en nuestras iglesias, y millones de niños han quedado huérfanos a causa del SIDA. Dios nos llama a mostrar su profundo amor y compasión a todos los que están infectados y afectados y hacer todos los esfuerzos posibles para salvar sus vidas. Creemos que las enseñanzas y el ejemplo de Jesús, así como también el poder transformador de su cruz y su resurrección, son centrales en el evangelio integral para dar una respuesta al VIH-SIDA que nuestro mundo tan urgentemente necesita.

C) Esperamos que todos los pastores fijen un ejemplo de castidad y fidelidad sexual, como Pablo ordenó, y enseñen clara y frecuentemente que el matrimonio es el lugar exclusivo para la unión sexual. Esto es necesario, no sólo porque es una clara enseñanza de la Biblia, sino debido también a que el predominio de múltiples parejas sexuales fuera del matrimonio es un importante factor en la rápida extensión del VIH-SIDA en los países más afectados.

D) Rechazamos y denunciamos toda clase de condena, hostilidad, estigma y discriminación contra las personas con VIH-SIDA. Tales comportamientos son un pecado y una desgracia dentro del cuerpo de Cristo. Todos nosotros hemos pecado y no hemos estado a la altura de la gloria de Dios; hemos sido salvados sólo por gracia, y deberíamos ser muy lentos en juzgar y muy rápidos en restaurar y perdonar. También reconocemos con dolor y compasión que mucha gente que ha contraído el VIH-SIDA ha sido por causas ajenas y con mucha frecuencia debido a los cuidados que han proporcionado a los demás.

E) Como Iglesia mundial, estemos a la altura de este desafío en el nombre de Cristo y con el poder del Espíritu Santo. Permanezcamos junto a nuestros hermanos y hermanas en las áreas más duramente golpeadas por el VIH-SIDA mediante la ayuda práctica, los cuidados compasivos (incluyendo la atención a las viudas y a los huérfanos), la defensa social y política, los programas de educación (especialmente los que dan autonomía a las mujeres) y una prevención efectiva con las estrategias adecuadas al contexto local. Nos comprometemos a estas acciones urgentes y proféticas como parte de la misión total de la Iglesia.


3. Andar en humildad, rehusando la idolatría del poder [86]

En nuestra caída y pecado, el poder se ejerce a menudo para explotar y abusar de los demás. Nos exaltamos a nosotros mismos, clamando nuestra superioridad de género, raza o estatus social. Pablo contrarresta todas estas marcas de la idolatría del orgullo y del poder con su requisito de que los que han sido llenos del Espíritu de Dios deberían someterse unos a otros por amor a Cristo. Esta mutua sumisión y amor recíproco debe expresarse en el matrimonio, la familia y las relaciones socio-económicas.

A) Anhelamos ver a todos los maridos y esposas, padres e hijos, patrones y trabajadores cristianos, viviendo según las enseñanzas de la Biblia respecto a “someterse unos a otros por temor de Cristo”.

B) Alentamos a los pastores a ayudar a los creyentes a comprender, debatir honestamente y practicar la sumisión mutua que Dios requiere de sus hijos, unos hacia otros. En un mundo de codicia, poder y abusos, Dios llama a su Iglesia a ser el lugar de apacible humildad y amor desinteresado entre sus miembros.

C) Hacemos un llamamiento en particular y de manera urgente a los maridos cristianos para que observen el equilibrio de responsabilidades según la enseñanza de Pablo acerca de los maridos y las esposas. La mutua sumisión significa que la sumisión que una esposa debe a su marido, la debe a un hombre cuyo amor y cuidado por ella es el modelo de amor sacrificado de Jesucristo por su Iglesia. Cualquier forma de abuso a la esposa, ya sea verbal, emocional o físico, es incompatible con el amor de Cristo, en todas las culturas. Negamos que cualquier costumbre cultural o interpretación bíblica distorsionada pueda justificar pegarle a la esposa. Nos aflige que esto se halle entre cristianos practicantes, incluyendo pastores y líderes. No tenemos ninguna duda en denunciarlo como un pecado, y llamar al arrepentimiento y a la renuncia de esta práctica.


4. Andar en integridad, rechazando la idolatría del éxito [87]

No podemos construir el reino del Dios de la verdad sobre fundamentos de deshonestidad. No obstante, en nuestra ansia de “éxito” y “resultados” somos tentados a sacrificar nuestra integridad con demandas exageradas o distorsionadas que nos llevan a acumular mentiras. Andar en la luz, sin embargo, “consiste en …justicia y verdad”. [88]

A) Pedimos a toda la iglesia y a los líderes de la misión que resistan la tentación y sean totalmente sinceros al presentar nuestro trabajo. Somos deshonestos cuando exageramos nuestros informes con estadísticas sin fundamento, o deformamos la verdad en aras de las ganancias. Oramos para que aparezca una ráfaga de honestidad y por el final de tales distorsiones, manipulaciones y exageraciones. Hacemos un llamamiento a todas las personas que financian obras espirituales de que no hagan demandas irreales y pidan resultados mensurables y visibles, más allá de la necesidad de una adecuada rendición de cuentas. Luchemos por una cultura de plena integridad y transparencia. Debemos elegir andar en la luz y la verdad de Dios, pues el Señor prueba el corazón y se deleita en la rectitud. [89]


5. Andar en sencillez, rechazando la idolatría de la codicia [90]

La predicación y la enseñanza, ampliamente extendidas por todo el mundo, del “evangelio de la prosperidad” plantean problemas significativos. Definimos el evangelio de la prosperidad como una cultura en la que los creyentes tienen el derecho a las bendiciones de la salud y la riqueza, y que pueden obtenerlas a través de confesiones positivas de fe y de “la siembra de semillas” mediante donativos materiales o financieros. La enseñanza de la prosperidad es un fenómeno que traspasa muchas denominaciones en todos los continentes. [91]

Afirmamos el poder y la gracia milagrosos de Dios y acogemos el crecimiento de las iglesias y los ministerios que conducen a la gente a ejercer la fe expectante en el Dios vivo y en su poder sobrenatural. Creemos en el poder del Espíritu Santo. No obstante, negamos que el poder milagroso de Dios pueda tratarse como algo automático, o a la disposición de las técnicas humanas, o manipularlo con palabras, acciones, regalos, objetos o rituales humanos.

Afirmamos que hay una visión bíblica de la prosperidad humana y que la Biblia incluye también el bienestar material (tanto la salud como la riqueza) dentro de sus enseñanzas sobre las bendiciones de Dios. Sin embargo, negamos como antibíblica la enseñanza de que el bienestar espiritual se pueda medir en términos de bienestar material, o que la riqueza es siempre un signo de la bendición de Dios. La Biblia demuestra que la riqueza puede obtenerse, a veces, mediante la opresión, el engaño o la corrupción. También negamos que la pobreza, la enfermedad o la muerte prematura sean siempre una señal de maldición por parte de Dios, o la prueba de falta de fe, o el resultado de maldiciones humanas, puesto que la Biblia rechaza las explicaciones tan simplistas.

Aceptamos que es bueno exaltar el poder y la victoria de Dios. Pero creemos que las enseñanzas de muchas personas que promueven enérgicamente el evangelio de la prosperidad distorsionan gravemente la Biblia; que sus prácticas y estilos de vida son, con frecuencia, poco éticos y apartados de Cristo; que normalmente reemplazan el evangelismo auténtico por la búsqueda del milagro, y que sustituyen la llamada al arrepentimiento por la llamada a dar dinero a la organización de predicadores. Nos entristece que el impacto de estas enseñanzas, en muchas Iglesias, sea pastoralmente perjudicial e insano desde el punto de vista espiritual. Apoyamos con fuerza y con mucho gusto cada iniciativa que en el nombre de Cristo busque llevar la curación a los enfermos, o una liberación duradera de la pobreza y el sufrimiento. El evangelio de la prosperidad no ofrece una solución perdurable a la pobreza y puede desviar a la gente del mensaje verdadero y de los medios para la salvación eterna. Por todas estas razones puede ser sobriamente descrito como un falso evangelio. Nosotros, por consiguiente, rechazamos el exceso de las enseñanzas de la prosperidad por ser incompatibles con un cristianismo bíblico equilibrado.

A) Alentamos a la iglesia y a los líderes de misión que, con urgencia, en los contextos donde el evangelio de la prosperidad es popular, comprueben sus enseñanzas con cuidadosa atención y las comparen con las enseñanzas y ejemplos de Jesucristo. De forma especial, todos necesitamos interpretar y enseñar aquellos textos bíblicos que son normalmente utilizados para apoyar el evangelio de la prosperidad en su pleno contexto bíblico y el equilibrio adecuado. Cuando la enseñanza de la prosperidad se da en el contexto de la pobreza, debemos contrarrestarlo con compasión genuina y actuar para llevar la justicia y una transformación perdurable a los pobres. Por encima de todo debemos sustituir el interés propio y la codicia por la enseñanza bíblica del autosacrificio y la donación generosa como las señales del verdadero discipulado de Cristo. Nos afirmamos en la histórica llamada de Lausana para llevar un estilo de vida más sencillo.


VI. Agrupación en el cuerpo de Cristo para la unidad en la misión

Pablo nos enseña que la unidad cristiana es la creación de Dios, basada en nuestra reconciliación con Dios y con los demás. Esta doble reconciliación se ha llevado a cabo por medio de la cruz. Cuando vivimos en unidad y trabajamos en compañía demostramos el poder contracultural y sobrenatural de la cruz. Pero cuando ponemos de manifiesto nuestra desunión a través del fracaso del trabajo conjunto, degradamos nuestra misión y nuestro mensaje, así como también negamos el poder de la cruz.


1. La unidad en la Iglesia

Una Iglesia dividida no tiene mensaje alguno para un mundo dividido. Nuestro fracaso en vivir en una unidad reconciliada es el mayor obstáculo para la autenticidad y la eficacia de la misión.

A) Lamentamos la división y la tendencia a dividirse de nuestras iglesias y organizaciones. Anhelamos profunda y urgentemente que los cristianos cultiven un espíritu de gracia y sean obedientes al mandamiento de Pablo: “esforzaos para mantener la unidad del Espíritu con los lazos de la paz”.

B) En tanto que reconocemos que nuestra unidad más profunda es espiritual, anhelamos un mayor reconocimiento del poder misionero en una unidad visible, práctica y terrenal. Así pues, instamos a las hermanas y hermanos de todo el mundo, por el bien de nuestro común testimonio y misión, a resistir la tentación de escindir el cuerpo de Cristo y a buscar los caminos de la reconciliación para poder restaurar la unidad siempre que sea posible.


2. El trabajo conjunto en la misión global

El trabajo asociado en la misión no consiste sólo en la eficiencia. Se trata también de la participación práctica y estratégica de nuestra sumisión compartida a Jesucristo como Señor. Con demasiada frecuencia nos hemos dedicado a la misión intentando preservar, ante todo, nuestras identidades (étnica, denominacional, teológica, etc.), y hemos fracasado en someter nuestras pasiones y preferencias a nuestro único Señor y Maestro. La supremacía y la centralidad de Cristo en nuestra misión debe ser más que una confesión de fe; debemos administrar también nuestra estrategia, práctica y unidad.

Nos regocijamos por el crecimiento y la fuerza de los movimientos emergentes de misión en muchas partes del mundo y del fin del viejo patrón “desde Occidente al Resto”. Pero no aceptamos la idea de que el testigo de la responsabilidad de la misión ha pasado de la Iglesia de una parte del mundo a otra. No tiene sentido alguno rechazar el pasado triunfalismo de Occidente para trasladar el mismo espíritu impío a Asia, Africa o América Latina. Ningún grupo étnico, nación o continente puede reclamar el privilegio exclusivo de ser los únicos que lleven a cabo la Gran Comisión. Sólo Dios es soberano.

A) Permanezcamos juntos como iglesia y líderes de misión en todas las partes del mundo, llamados a reconocernos y aceptarnos unos a otros en igualdad de oportunidades para contribuir juntos a la misión mundial. Dejemos de lado, en sumisión a Cristo, toda sospecha, rivalidad y orgullo y aprendamos de los que Dios usa, aunque no sean de nuestro continente, ni de nuestra teología particular, ni de nuestra organización, ni de nuestro círculo de amigos.

B) El trabajo conjunto es algo más que dinero. Una imprudente inyección de dinero frecuentemente corrompe y divide la Iglesia. Demostremos, definitivamente, que la Iglesia no opera bajo el principio que los que tienen más dinero tienen todo el poder de decisión. No impongamos más nuestros nombres preferidos, eslóganes, programas, sistemas y métodos en la Iglesia de otras partes. En su lugar, trabajemos por una comunidad verdadera entre el Norte y el Sur, Occidente y Oriente, con interdependencia, dando y recibiendo, por el respeto y la dignidad que caracterizan a los genuinos amigos y asociados verdaderos a la misión.


3. Los hombres y las mujeres en el trabajo conjunto

Las Escrituras afirman que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y les otorgó dominio sobre toda la tierra. El pecado entró en la vida humana y en la historia por medio del hombre y la mujer, actuando unidos en rebelión contra Dios. Mediante la cruz de Cristo, Dios trajo la salvación, la aceptación y la unidad a hombres y mujeres equitativamente. En Pentecostés Dios derramó su Espíritu de profecía sobre toda carne, a los hijos e hijas por igual. De este modo, los hombres y las mujeres son iguales en la creación, en el pecado, en la salvación y en el Espíritu. [92]

Todos nosotros, hombres y mujeres, casados y solteros, somos responsables del empleo que hagamos de los dones de Dios en beneficio de los demás, como administradores de la gracia de Dios y para alabanza y gloria de Cristo. Todos nosotros, por tanto, somos también responsables de facilitar a todo el pueblo de Dios el ejercicio de los dones que Dios ha dado en todas las áreas de servicio a las que Dios llama a la Iglesia. [93] Nosotros no debemos apagar el Espíritu menospreciando el ministerio de nadie. [94] Además, estamos determinados a reconocer el ministerio dentro del cuerpo de Cristo como un don y una responsabilidad en la que estamos llamados a servir y no como un rango y un derecho que podemos reclamar.

A) Defendemos la posición histórica de Lausana: “Afirmamos que los dones del Espíritu son distribuidos a todo el pueblo de Dios, mujeres y hombres, y que su compañerismo en la evangelización debe ser acogido para el bien común” [95] Reconocemos la enorme y sacrificada contribución que las mujeres han hecho en la misión mundial, ministrando tanto a hombres como a mujeres desde los tiempos bíblicos hasta hoy.

B) Reconocemos que existen diferentes puntos de vista que son sostenidos sinceramente por los que buscan ser fieles y obedientes a las Escrituras. Algunos interpretan la enseñanza apostólica en el sentido de que las mujeres no deberían enseñar ni predicar, o que pueden hacerlo pero no como única autoridad sobre los hombres. Otros interpretan la igualdad espiritual de las mujeres, el ejercicio del don de profecía de edificación por las mujeres en la iglesia del Nuevo Testamento y la acogida de iglesias en sus hogares, como dando a entender que los dones espirituales de liderazgo y enseñanza pueden ser recibidos y ejercidos en el ministerio tanto por las mujeres como por los hombres. [96] Hacemos un llamamiento a ambos lados para que tengan presente los siguientes argumentos:

1. Aceptaros unos a otros sin ejercer condenación alguna en relación con las materias en disputa, puesto que, aunque podamos discrepar no tenemos base para la división, la crítica destructiva o las hostilidades mutuas poco piadosas. [97]
2. Estudiad las Escrituras juntos cuidadosamente, con el debido respeto al contexto y a la cultura de los autores originales y de los lectores contemporáneos.
3. Reconoced que donde haya verdadero sufrimiento debemos mostrar compasión; donde haya injusticia y falta de integridad debemos posicionarnos en contra; y donde haya resistencia a la obra evidente del Espíritu Santo en determinada hermana o hermano debemos arrepentirnos.
4. Comprometeos a un modelo de ministerio, tanto los hombres como las mujeres, que refleje la servidumbre de Jesucristo, y no la lucha mundana por el poder y el estatus social.

C) Animamos a las iglesias a reconocer a las mujeres fieles que enseñan y reflejan el modelo de lo que es bueno, tal como Pablo mandó, [98] y abrir amplios portales de oportunidades para las mujeres en la educación, el servicio y el liderazgo, principalmente en contextos donde el evangelio lucha contra las tradiciones culturales injustas. Es nuestro anhelo que no se obstaculice a las mujeres en el ejercicio de los dones de Dios o siguiendo su llamada en sus vidas.


4. La educación teológica y la misión

El Nuevo Testamento muestra la íntima asociación entre la labor de la evangelización y de “plantar” de la iglesia (p.e. el Apóstol Pablo), y el trabajo de “regar” las iglesias (p.e. Timoteo y Apolos). Ambas tareas están incorporadas a la Gran Comisión, en la que Jesús describe hacer discípulos en términos de evangelización (antes de “bautizarlos”) y “enseñarles a obedecer todas las cosas que yo os he mandado a vosotros”. La educación teológica es parte de la misión más allá de la evangelización. [99]

La misión de la Iglesia sobre la tierra es servir a la misión de Dios y la misión de la enseñanza teológica es para fortalecer y acompañar a la misión de la Iglesia. La educación teológica sirve, en primer lugar, para formar a aquellos que dirigen la Iglesia como enseñantes-pastores, preparándoles para enseñar la verdad de la palabra de Dios con fidelidad, relevancia y claridad y, en segundo lugar, para preparar a todo el pueblo de Dios para la tarea misional y comunicar de forma relevante la verdad de Dios a cada contexto cultural. La educación teológica participa en una guerra espiritual a fin de que “derribemos argumentos y toda pretensión que se levante contra el conocimiento de Dios para cautivar cada pensamiento y hacerlo obediente a Cristo”. [100]

A) Aquellos de nosotros que lideramos iglesias y organismos misioneros necesitamos admitir que la educación teológica es intrínsicamente misionera. Aquellos de nosotros que impartimos educación misionera debemos estar seguros que la misma es intencionalmente misionera, ya que su lugar dentro del mundo académico no es un fin en sí mismo sino el de servir a la misión de la Iglesia en el mundo.

B) La educación teológica está asociada con todas las formas de dedicación misionera. Queremos animar y apoyar a todos los que proporcionan educación teológica fiel a la Biblia, formal y no formal, a nivel internacional, regional, nacional y local.

C) Recomendamos sobremanera que las instituciones y programas de educación teológica conduzcan a una “revisión misional” de sus planes de estudio, estructuras y ética, a fin de asegurarse que los mismos sirven verdaderamente a las necesidades y oportunidades a las que se enfrenta la Iglesia en sus diversas culturas.

D) Aspiramos a que todos los pioneros de iglesias y educadores teológicos pongan la Biblia en el centro de su trabajo conjunto, no precisamente en declaraciones doctrinales sino en la práctica. Los evangelistas deben usar la Biblia como la fuente suprema del contenido y la autoridad de su mensaje. Los educadores teológicos deben centrar de nuevo el estudio de la Biblia como la disciplina nuclear en la teología cristiana, incorporando e impregnando todas las demás áreas de estudio y aplicación. Por encima de todo, la educación teológica debe servir para equipar a los enseñantes-pastores para su principal responsabilidad de predicar y enseñar la Biblia. [101]


Conclusión


Dios estaba reconciliando en Cristo el mundo a sí mismo. El Espíritu de Dios estuvo en Ciudad del Cabo, llamando a la Iglesia de Cristo a ser embajadora del amor reconciliador de Dios para el mundo. Dios mantuvo la promesa de su Palabra cuando su pueblo se reunió en el nombre de Cristo, ya que el mismo Señor Jesucristo moró y caminó entre nosotros. [102]

Hemos buscado escuchar la voz del Señor Jesucristo. Y por su misericordia, por medio de su Santo Espíritu, Cristo ha hablado a su pueblo presto a escuchar. A través de las muchas voces de la exposición bíblica, los mensajes dirigidos a la audiencia plenaria y a los grupos de discusión, se escucharon principalmente dos temas:

· La necesidad de un discipulado obedientemente radical, destacando su madurez y creciendo en profundidad así como también en número.

· La necesidad de una reconciliación radical centrada en la cruz, dirigida a la unidad, creciendo en amor así como también en fe y esperanza.

El discipulado y la reconciliación son indispensables para nuestra misión. Lamentamos el escándalo de nuestra superficialidad y falta de discipulado y, asimismo, el escándalo de nuestra desunión y falta de amor, ya que ambos perjudican gravemente nuestro testimonio del evangelio.

Discernimos la voz del Señor Jesucristo en estos dos retos porque corresponden a las dos palabras más enérgicas de Cristo dirigidas a la Iglesia, tal como han quedado registradas en los evangelios. En el Evangelio según Mateo, Jesús nos dio nuestro principal mandamiento: “Haced discípulos entre todas las naciones”. En el Evangelio según Juan, Jesús nos dio nuestro principal método: “Amaos unos a otros para que el mundo sepa que somos discípulos de Jesús”. No debemos sorprendernos sino alegrarnos de oír la voz del Maestro, cuando Cristo dice las mismas cosas 2000 años más tarde a su pueblo reunido procedente de todas las partes del mundo. Haced discípulos. Amaos unos a otros.


Haced discípulos

La misión bíblica demanda de quienes invocan el nombre de Cristo que sean como El: tomar su cruz, negarse a sí mismos y seguirle en los senderos de la humildad, el amor, la integridad, la generosidad y el servicio. Si fallamos en el discipulado y en “hacer discípulos”, fallamos en el nivel más básico de nuestra misión. El llamamiento de Cristo a su Iglesia llega a nosotros de nuevo desde las páginas de los evangelios: “Ven y sígueme; “Id y haced discípulos”.


Amaos unos a otros

Por tres veces Jesús repitió: “Un nuevo mandamiento os doy, que os améis los unos a los otros. Así como yo os he amado, también vosotros debéis amaros unos a otros”. [103] Por tres veces Jesús oró: “que todos ellos sean uno, Padre”. [104] Tanto elmandamiento como la oración son misioneros. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros”. “Que ellos alcancen a completar la unidad de modo que el mundo pueda conocer que tu me has enviado”. Jesús no podía manifestar este punto más enérgicamente. La evangelización del mundo y el reconocimiento de la deidad de Cristo son ayudados o estorbados, tanto si en la práctica le obedecemos como si no. La llamada de Cristo y sus apóstoles se repite nuevamente: “Amaos unos a otros”; “Esforzaos en preservar la unidad del Espíritu por medio del vínculo de la paz”. [105]
Es por el bien de la misión de Dios que renovamos nuestro compromiso a obedecer este “mensaje que oímos desde el principio”. [106] Cuando los cristianos viven en la unidad reconciliada del amor por el poder del Espíritu Santo, el mundo conocerá a Jesús, cuyos discípulos somos nosotros y conocerá al Padre que le envió.

En el nombre de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y sobre el único fundamento de la fe en la infinita misericordia y la gracia salvadora de Dios, diligentemente anhelamos y oramos por la reforma del discipulado bíblico y por una revolución del amor cristiano.

Elevamos esta plegaria y asumimos este compromiso por el bien del Señor que amamos y por el bien del mundo al que servimos en su nombre.


Traducción: Rosa Gubianas

Puede descargar aquí en pdf el documento Para el mundo al que servimos, Llamada a la acción de Ciudad del Cabo 2010


____________________
[1] Gálatas 5:6; Juan 14:21; 1 Juan 4:9,19

[2] Mateo 22:37-40; Romanos 13:8-10; Gálatas 5:22; 1 Pedro 1:22; 1 Juan 3:14; 4:7-21; Juan 13:34-35; Juan 1:18 & 1 Juan 4:12; 1 Tesalonicenses 1:3; 1 Corintios 13:8, 13

[3] Deuteronomio 7:7-9; Oseas 2:19-20; 11:1; Salmos 103; 145:9, 13, 17; Gálatas 2:20; Deuteronomio 10:12-19

[4] Deuteronomio 6:4-5; Mateo 22:37; Levítico 19:18, 34; Mateo 5:43-45; Juan 15:12; Efesios 4:32; Juan 3:16-17

[5] Romanos 5:5; 2 Corintios 5:14; Apocalipsis 2:4

[6] Deuteronomio 4:35, 39; Salmos 33:6-9; Jeremías 10:10-12; Deuteronomio 10:14; Isaías 40:22-24; Salmos 33:10-11, 13-15; Salmos 96:10-13; Salmos 36:6; Isaías 45:22

[7] Deuteronomio 4 y 6

[8] John Stott, El Mensaje de Romanos, La Biblia habla hoy (Leicester and Downers Grove: IVP, 1994) p53

[9] Salmos 138:2

[10] Juan 14:6; Romanos 8:14-15; Mateo 6:9; Juan 14:21-23

[11
] Deuteronomio 32:6, 18; 1:312; 8:5; Isaías 1:2; Malaquías 1:6; Jeremías 3:4, 19; 31:9 Oseas 11:2; Salmos 103:13; Isaías 63:16; 64:8-9

[12] Juan 3:16; 1 Juan 3:1; Romanos 8:32; Hebreos 9:14; Gálatas 2:20; Gálatas 1:4-5

[13] Mateo 5:9, 16, 43-48; 6:4, 6, 14-15, 18, 25-32; 7:21-23

[14] Juan 1:3; 1 Corintios 8:4-6; Hebreos 1:2; Colosenses 1:15-17; Salmos 110:1; Marcos 14:61-64; Efesios 1:20-23; Apocalipsis 1:5; 3:14; 5:9-10; Romanos 2:16; 2 Tesalonicenses 1:5-10; 2 Corintios 5:10; Romanos 14:9-12; Mateo 1:21; Lucas 2:30; Hechos 4:12; 15:11; Romanos 10:9; Tito 2:13; Hebreos 2:10; 5:9; 7:25; Apocalipsis 7:10

[15] Lucas 6:46; 1 Juan 2:3-6; Mateo 7:21-23

[16] Mateo 16:16; Juan 20:28; 1 Pedro 1:8; 1 Juan 3:1-3; Hechos 4:12

[17] Génesis 1:1-2; Salmos 104:27-30; Job 33:4; Exodo 35:30-36:1; Jueces 3:10; 6:34;13:25; Números 11:6-17, 29; Isaías 63:11-14; 2 Pedro 1:20-21; Miqueas 3:8; Nehemías 9:20, 30; Zacarías 7:7-12; Isaías 11:1-5; 42:1-7; 61:1-3; 32:15-18; Ezequiel 36:25-27; 37:1-14; Joel 2:28-32

[18] Hechos 2; Gálatas 5:22-23; 1 Pedro 1:2; Efesios 4:3-6; 11-12; Romanos 12:3-8; 1 Corintios 12:4-11; 1 Corintios 14:1; Juan 20:21-22; 14:16-17, 25-26; 16:12-15; Romanos 8:26-27; Efesios 6:10-18; Juan 4:23-24; 1 Corintios 12:3; 14:13-17; Mateo 10:17-20; Lucas 21:15

[19] Salmos 119:47, 97; 2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:21

[20] Deuteronomio 30:14; Mateo 7:21-27; Lucas 6:46; Santiago 1:22-24
[21] El Manifiesto de Manila Sección 7; Tito 2:9-10

[22] Salmos 145:9, 13, 17; Salmos 104:27-30; Salmos 50:6; Marcos 16:15; Colosenses 1:23; Mateo 28:17-20; Habacuc 2:14

[23] Salmos 24:1; Deuteronomio 10:14

[24] Colosenses 1:15-20; Hebreos 1:2-3

[25] Hechos 17:26; Deuteronomio 32:8; Génesis 10:31-32; 12:3; Apocalipsis 7:9-10; Apocalipsis 21:24-27

[26] Hechos 10:35; 14:17; 17:27

[27] Salmos 145:9, 13, 17; 147:7-9; Deuteronomio 10:17-18

[28] Génesis 18:19; Exodo 23:6-9; Deuteronomio 16:18-20; Job 29:7-17; Salmos 72:4, 12-14; 82; Proverbios 31:4-9; Jeremías 22:1-3; Daniel 4:27

[29] Exodo 22:21-27; Levítico 19:33-34; Deuteronomio 10:18-19; 15:7-11; Isaías 1:16-17; 58:6-9; Amos 5:11-15, 21-24; Salmos 112; Job 31:13-23; Proverbios 14:31; 19:17; 29:7; Mateo 25:31-46; Lucas 14:12-14; Gálatas 2:10; 2 Corintios 8 – 9; Romanos 15:25-27; 1 Timoteo 6:17-19; Santiago 1:27; 2:14-17; 1 Juan 3:16-18

[30] El Pacto de Lausana Párrafo 5

[31] Levítico 19:34; Mateo 5:43-4

[32] Mateo 5:38-39; Lucas 6:27-29; 23:34; Romanos 12:17-21; 1 Pedro 3:18-23; 4:12-16

[33] Romanos 13:4

[34] 1 Juan 2:15-17

[35] Génesis 3; 2 Tesalonicenses 1:9

[36] Marcos 1:1, 14-15; Romanos 1:1-4; Romanos 4; 1 Corintios 15:3-5; 1 Pedro 2:24; Colosenses 2:15; Hebreos 2:14-15; Efesios 2:14-18; Colosenses 1:20; 2Corintios 5:19

[37] Romanos 4; Filipenses 3:1-11; Romanos 5:1-2; 8:1-4; Efesios 1:7; Colosenses 1:13-14; 1 Pedro 1:3; Gálatas 3:26-4:7; Efesios 2:19-22; Juan 20:30-31; 1 Juan 5:12-13; Romanos 8:31-39

[38] Romanos 1:16

[39] Gálatas 5:6

[40] Efesios 2:10

[41] Santiago 2:17

[42] Tito 2:11-14

[43] Romanos 15:18-19; 16:19; 2 Corintios 9:13

[44] Romanos 1:5; 16:26

[45] Génesis 15:6; Gálatas 6:6-9; Hebreos 11:8; Génesis 22:15-18; Santiago 2:20-24

[46] Romanos 8:4

[47] Juan 14:21

[48] 1 Juan 2:3

[49] 2 Tesalonicenses 2:13-14; 1 Juan 4:11; Efesios 5:2; 1 Tesalonicenses 1:3; 4:9-10; Juan 13:35

[50] Juan 13:34-35; 17:21

[51] Hebreos 13:1-3; 1 Corintios 12:26; Apocalipsis 1:9

[52] Apocalipsis 3:17-20

[53] Efesios 1:9-10; Colosenses 1:20; Génesis 1 – 12; Apocalipsis 21 – 22

[54] El Pacto de Lausana, Párrafos 4 y 5

[55] La Declaraciónde Miqueas en la Misión Integral

[56] 1 Tesalonicenses 1:3

[57] Efesios 2:10

[58] Colosenses 3:23

[59] “Puesto que, la universidad es un punto de apoyo claro con el que se mueve al mundo, la Iglesia no puede prestarse mayor servicio a sí misma y a la causa del evangelio que intentando reconquistar las universidades para Cristo. Más poderosamente que por cualquier otro medio, si cambias la universidad cambiarás el mundo”. Charles Habib Malik, ex presidente de la Asamblea de la ONU, en sus Conferencias Pascal 1981, “A Christian Critique of the University” (Crítica Cristiana de la Universidad).

[60] Efesios 1:10; 2:1-16; 3:6 Gálatas 3:6-8. (Ver también la Sección VI sobre el tema de la unidad y el trabajo conjunto dentro de la Iglesia).

[61] Efesios 2:11-22; Romanos 3:23; Romanos 10:12-13; Efesios 2:18

[62] Deuteronomio 32:8; Hechos 17:26

[63] Apocalipsis 7:9; 21:3, donde el texto dice: “ellos serán sus pueblos“ (plural).

[64] Hechos 4:32-37; Gálatas 2:9-10; Romanos 15:23-29; 2 Corintios 8 – 9

[65] 2 Corintios 5:16

[66] Juan 9:1-3

[67] El Manifiesto de Manila, Sección 12

[68] 1 Pedro 3:15-16. Comparar con Hechos 19:37

[69] 2 Corintios 12:9-10; 4:7-10

[70] El Manifiesto de Manila, Sección 12

[71] 2 Corintios 2:15

[72] Hechos 11:20-24

[73] Hechos 15:19

[74] Romanos 14:1-3

[75] Génesis 50:20

[76] Levítico, 19:33-34; Deuteronomio 24:17; Ruth 2; Job 29:16; Mateo 25:35-36; Lucas 10:25-37; 14:12-14; Romanos 12:13; Hebreos 13:2-3; 1 Pedro 4:9

[77] Jeremías 29:7

[78] Jeremías 29:7; 1 Pedro 2:13-17; 1 Timoteo 2:1-2; Romanos 13:1-7; Exodo 1:15-21; Daniel 6; Hechos 3:19-20; 5:29

[79] Efesios 4:11-12

[80] 1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:6-9; 1 Pedro 5:1-3

[81] Marcos 9:33-37

[82] Aunque se hayan traducido de diferentes formas, los siguientes textos usan todos el verbo “andar”: Efesios 2:2; 2:10; 4:1; 4:17; 5:2; 5:8; 5:15

[83] Efesios 4:16-31

[84] Efesios 5:1-7

[85] Efesios 5:31; 2:15

[86] Efesios 5:15 – 6:4

[87] Efesios 5:8-9

[88] Efesios 5:10

[89] 1 Crónicas 29:17

[90] Efesios 5:15

[91] Ver también el texto completo de “The Akropong Statement: A critique of the Prosperity Gospel” (La Declaración de Akropong: Una crítica del Evangelio de la Prosperidad), producido por los teólogos africanos, convocados por el Lausanne Theology Working Group. Ver: www.lausanne.org/akropong

[92] Génesis 1:26-28; Génesis 3; Hechos 2:17-18; Gálatas 3:28; 1 Pedro 3:7

[93] Romanos 12:4-8; 1 Corintios 12:4-11; Efesios 4:7-16; 1 Pedro 4:10-11

[94] 1 Tesalonicenses 5:19-20; 1 Timoteo 4:11-14

[95] El Manifiesto de Manila, Afirmación 14

[96] 1 Timoteo 2:12; 1 Corintios 14:33-35; Tito 2:3-5; Hechos 18-26; 21:9; Romanos 16:1-5, 7; Filipenses 4:2-3; Colosenses 4:15; 1 Corintios 11:5; 14:3-5

[97] Romanos 14:1-13

[98] Tito 2:3-5

[99] Colosenses 1:28-29; Hechos 19:8-10; 20:20, 27; 1 Corintios 3:5-9

[100] 2 Corintios 10:4-5

[101] 2 Timoteo 2:2; 4:1-2; 1 Timoteo 3:2b; 4:11-14; Tito 1:9; 2:1

[102] Levítico 26:11-12; Mateo 18:20; 28:20

[103] Juan 13:34; 15:12; 17

[104] Juan 17:21-23

[105] Efesios 4:1-6; Colosenses 3:12-14; 1 Tesalonicenses 4:9-10; 1 Pedro 1:22; 1 Juan 3:11-14; 4:7-21

[106] 1 Juan 3:11
 

 


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