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La teología de Ratzinger en perspectiva evangélica

En la segunda mitad del siglo XX diferentes papas han liderado la Iglesia Católico Romana (ICR) a través y más allá del acontecimiento más significativo de la historia reciente, o sea, el Concilio Vaticano Segundo (1962-1965). Juan XXIII (1958-1963) fue conservador desde el punto de vista teológico, pero vigilante pastoralmente que vio la necesidad de terminar con la etapa introspectiva del Vaticano I y desarrollar una nueva fase en la v
DESDE ROMA AUTOR Leonardo de Chirico 30 DE JULIO DE 2011 22:00 h

El “reinado” de Juan Pablo I (1978) pasó inadvertido por su pura brevedad. Juan Pablo II (1978-2005) fue el genial intérprete del Vaticano II, conservador en la doctrina y la moral y progresista en los temas sociales y en el llamado mundial. Con él, la ICR recuperó centralidad en el mundo, relanzando la labor de una “nueva evangelización” y de la presencia católica. Cuando la Iglesia del pre-Vaticano II vivía un proceso de gradual decadencia se vio revitalizada por su activo papa y se revolvió para recuperar el centro del escenario en el mundo global. Filósofo tomista y líder carismático, Wojtyla incorporó a su pontificado el aggiornamento (la puesta al día) que alentaba el Vaticano II sin perder los vínculos orgánicos con la tradición.

Ahora, Benedicto XVI representa una interesante evolución en la misma línea, es decir, la recepción, la elaboración y la aplicación del Vaticano II con sus mensajes de la gaudium et spes (el gozo y la esperanza) para el mundo mediante la lumen gentium (luz de las naciones) que es el Cristo representado por la Iglesia.

1. LA CATOLICIDAD TEOLÓGICA DE RATZINGER
La imagen de Ratzinger ante la opinión pública es la de un teólogo conservador que se opone a la teología de la liberación, al relativismo cultural, a las tendencias litúrgicas modernas que minimizan el misterio de la misa y la solemnidad de los ritos y a la inter-comunión eucarística con otros cristianos.

La prensa ha representado a Ratzinger como un reformador envejecido que se ha desilusionado y sospecha de cualquier cambio. Sin embargo, la imagen del “ejecutor de la fe” es sólo la mitad de la verdad.[i]

El otro lado es probablemente menos conocido, pero también es importante. Por ejemplo, el teólogo reformado español Jorge Ruiz recuerda el papel de Ratzinger en la Comisión Bíblica Pontificia en los años ochenta, en la que apoyó oficialmente un delicado punto de vista de la Biblia con respecto a la comprensión liberal de la revelación bíblica. En lo que se refiere a la Biblia, Ratzinger representa “una opinión moderada dentro de la orientación liberal de la Iglesia Católico Romana del Vaticano II”.[ii] El documento de 1993 de la Comisión Bíblica Pontificia -en aquel tiempo dirigida por Ratzinger- “La Interpretación de la Biblia en la Iglesia” es un ejemplo de la acogida de las presuposiciones liberales en la tradición exegética general avalada por la Iglesia. Incluso el aclamado nuevo libro Jesus de Nazareth, al tiempo que critica las radicales aplicaciones de los métodos histórico-críticos, fomenta que se lleve a cabo la investigación dentro de sus límites de una forma más leve.[iii]

Las primeras reacciones evangélicas a su elección para el papado fueron aplaudir su teología “basada en la Biblia”.[iv] No obstante, su compromiso con la Biblia debe entenderse en el contexto de su liberalismo moderado en lo que concierne a la revelación bíblica. Además, su criterio de la Escritura procede del catolicismo tradicional que combina las Escrituras y la tradición de la ICR.Segúnel lenguaje del Vaticano II, “tiene que aceptarse y venerarse con el mismo sentimiento de devoción y reverencia” (DV9). En este sentido, es un conservador moderno dentro de los límites de un catolicismo romano renovado.

Ratzinger, en realidad, ha sido una de las figuras esenciales en la escena eclesiástica y teológica que ha seguido al Vaticano II. Como un joven y brillante teólogo, en el Concilio contribuyó significativamente a la ejecución de sus principales directrices, siempre y cuando éstas no negaran la actitud dogmática tradicional de la Iglesia. Ha sido considerado “progresista” por su compromiso teológico juvenil para la renovación de la Iglesia y después “conservador” por su largo servicio a su Iglesia como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

A Ratzinger se le ha descrito, con frecuencia, como si hubiera sido un teólogo del ala izquierda que se convirtió al ala derecha en sus años maduros. Estas etiquetas, por supuesto, no cuentan para la “catolicidad” de la teología de Ratzinger que es tanto tradicional como aggiornata (puesta al día). Cuando se evalúa la teología católico romana de Ratzinger, es aventurado contrastar el tradicionalismo con el progresismo como si fueran tendencias obstaculizadas y contradictorias de su obra. Puede que haya sido debido a diferentes prioridades y preocupaciones entre varias etapas de su carrera,[v] pero el mito de la conversión de teólogo radical a perro guardián de la ortodoxia es ingenuo.

¿Cómo explicamos entonces este cambio de actitud y propensión? Depende de la clase de paradigma que utilicemos para interpretar la corriente de una iglesia o de un teólogo. En su genialidad teológica, el catolicismo romano de hoy en día es “católico” en el sentido de que abraza tanto el más alto respeto por el patrimonio heredado de la Iglesia como el arduo intento de encontrar nuevos caminos de articularlo y vivirlo. El resultado es una síntesis dinámica que mantiene juntos los diferentes elementos dentro del sistema global. Ratzinger personifica muy bien esta clase de catolicidad, o sea, está fuertemente arraigado a la tradición de la ICR, pero también vigorosamente comprometido para cumplir su misión ante los desafíos del mundo moderno.

El lema de la revista teológica Communio (Comunión), a la que pertenece desde 1972, resume claramente su visión teológica: “un programa de renovación a través del retorno a las fuentes de la auténtica tradición”. En otras palabras, aggiornamento (la puesta al día) se hace a través de ressourcement (o sea, la re-lectura de las fuentes patrísticas y bíblicas) puesto que las dos van de la mano. Parece que este es el perfil teológico del papa Benedicto XVI.

2. LA IGLESIA CATÓLICA Y SU SÓLIDA AUTOCOMPRENSIÓN
Una ligera mirada a la enorme bibliografía de Ratzinger indica la amplitud de su producción y el espectro de su experiencia.[vi] Mientras que es imposible quedarse sólo con un único tema teológico dominante, es, en todo caso, relativamente fácil comprender su foco principal. A lo largo de su carrera como profesor universitario y Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el interés teológico destacado de Ratzinger fue la doctrina de la Iglesia.

Siendo teólogo del Vaticano II y siendo el Consejo esencialmente eclesiológico, Ratzinger logró la acogida de la importancia eclesiológica para una eclesiología católico romana revitalizada. Por medio del prisma de la eclesiología es posible tener una rápida idea de la teología de Ratzinger, en términos de una sólida ortodoxia católico romana. Aunque este enfoque es selectivo, no es de ninguna manera una distorsión.

2.1 “EL PUEBLO DE DIOS”: EL PATRIMONIO AGUSTINO
El primer aspecto a subrayar para este estudio preliminar combina los elementos históricos y metodológicos. Como estudiante de doctorado, Ratzinger empezó su carrera teológica reflexionando sobre los orígenes patrísticos de la doctrina de la Iglesia. Su primera contribución significativa trata de la autocomprensión de la Iglesia Romana en la historia de la teología. Mucho antes del Vaticano II ya hizo hincapié en la imagen de la Iglesia como pueblo de Dios y a principios de los cincuenta Ratzinger escribió su tesis doctoral sobre la opinión de Agustín de la Iglesia como el pueblo y la casa de Dios.[vii] No sólo se anticipó al Concilio en cuanto a los temas eclesiológicos, sino que en su primera contribución académica también compartió y consolidó la tendencia del ressourcement que la Iglesia Romana ya estuvo experimentando entre las dos Guerras Mundiales. La temprana influencia de Agustín repercutió fuertemente en la obra sucesiva de Ratzinger hasta el punto que se le considera un “teólogo agustino”.[viii]

El estudio de Ratzinger de la eclesiología agustina es fascinante. Estudió en el contexto de los conceptos de la Iglesia de Tertuliano y Cipriano. Puso de relieve la importancia de la controversia donatista y el enfrentamiento con el paganismo en la conformación de la misma. Después investigó el significado dogmático del populus Dei (el pueblo de Dios) y concluyó estableciendo conexiones entre el punto de vista agustino y una eclesiología del pueblo de Dios. Prosiguió con similares intereses en posteriores estudios acerca del nuevo pueblo de Dios y la relación entre Israel y la Iglesia.[ix] La autocomprensión de la Iglesia como pueblo de Dios está enunciada en términos cuasi-ontológicos, aunque la metáfora es bíblica. El perfil eclesiológico es muy alto y su misión salvífica y las estructuras jerárquicas son fuertemente defendidas.

Cuando se lee la obra de Ratzinger sobre Agustín se recuerda la interpretación que hizo B.B. Warfield del gran Padre Latino. Warfield argumenta que existen dos Agustinos en Agustín, o mejor dicho, que hay dos teologías esenciales agustinianas en el mismo Agustín. Por una parte, está el Agustín que aboga para que una iglesia centrípeta sea investida con el poder divino para aplicar la gracia de Dios. Por la otra parte, hay el Agustín que recalca la doctrina de la divina gracia gratuita a los pecadores extraviados que no la merecen. Según Warfield, la ambivalencia de Agustín se resuelve en la Reforma donde su eclesiología se contempla en el contexto de la doctrina de la gracia, mientras que la tradición católico romana da prioridad a la administración eclesiástica de la gracia.[x] El trato que da Ratzinger a Agustín está perfectamente en línea con la lectura que la Iglesia Católico Romana hace del mismo.

Timothy George señala acertadamente que la teología de Ratzinger es “Agustiniana en perspectiva”.[xi] Esto es cierto, pero hay que tener en cuenta que la clase de agustinianismo que adopta Ratzinger es el agustinianismo eclesiocéntrico que subraya enérgicamente la centralidad de la Iglesia, más que el paulino, que es un agustinianismo orientado a la gracia que fue defendido en la Reforma. El gran patrimonio agustino es doble. La interpretación de Ratzinger respalda al Agustín “católico” a expensas del “protestante”. Su agustinianismo recuerda la eclesiología que fue cuestionada por la Reforma y que todavía es una materia de división teológica.

2.2 “CATÓLICA”: IGLESIA, IGLESIAS Y COMUNIDADES ECLESIALES
Otra característica destacada de la eclesiología de Ratzinger es su interpretación de las notas de la ICR, especialmente las referentes a su catolicidad. De acuerdo con el Credo de los Apóstoles, la Iglesia es “católica” y el significado de esta señal de la Iglesia ha sido sujeto de intensos debates en la historia de la teología.[xii] A pesar de que conocemos sus varios significados, ampliamente aceptados (p.e. en todo el mundo, de acuerdo con el consejo de Dios, en comunión con toda la Iglesia), existe un importante matiz que se añade y que además califica esta nota ecclesiae.

Según Ratzinger, la catolicidad de la Iglesia se entrelaza con la estructura episcopaliana de la misma.[xiii] La primera es una expresión de la última en dos formas. Primero, la presencia del obispo es esencial para definir a la propia Iglesia. No existe iglesia si no hay un obispo válido que la presida. La consecuencia es que, aquellos grupos cristianos que no reconocen a un obispo debidamente ordenado desde el punto de vista eclesiástico no pueden reclamar el estatus de iglesia, pero pueden definirse como “comunidades eclesiales”, es decir, pueden hacer reuniones de cristianos, disfrutando de la eclesialidad en cierta medida, pero carecen de la plenitud de las bendiciones que tendrían si fueran unaiglesia. Segundo, la catolicidad de la Iglesia representa la unión de todos los obispos cuya comunión es presidida por el obispo de Roma. Tener una estructura episcopaliana no es suficiente para una iglesia: debe estar en comunión con la Sede de Roma que ejerce la primacía. A menos que una iglesia esté en comunión con todos los demás obispos y con Roma, no puede ser plenamente reconocida como perteneciente a la Iglesia católica. La catolicidad, por tanto, se entiende en términos del episcopado romano.

Posteriormente, en tiempos más recientes, Ratzinger ha retornado a estos importantes temas eclesiológicos emitiendo la declaración Dominus Iesus (el Señor Jesús) [6 Agosto 2000],[xiv]cuando todavía era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Aunque el documento trata principalmente de las relaciones con otras religiones y de los retos del diálogo inter-religioso, también contiene secciones sobre el verdadero significado de las notas de la Iglesia (p.e. n. 17). De forma crítica frente a algunas prácticas y creencias en la Iglesia Católico Romana, Ratzinger recuerda lo que ya se ha indicado en los últimos párrafos. La iglesia está donde hay un obispo válido, pero hay también una calificación eclesiológica adicional. De acuerdo con Dominus Iesus, la Iglesia está donde el misterio de la Eucaristía es guardado en su integridad, o sea, donde es celebrada según la doctrina católico romana de la transubstanciación y la representación sacramental del sacrificio de la cruz.[xv]Además, en lo que concierne a la primacía del Papa, Ratzinger arguye que el cargo papal se da “objetivamente” y, por consiguiente, no puede cambiarse hasta el punto de perder su naturaleza objetiva. El papado tiene un estatus cuasi-ontológico que pertenece a la esfera de las cosas esenciales objetivas. Las consecuencias para los cristianos no católicos son evidentes. A decir verdad, los grupos cristianos que celebran la Cena del Señor de forma distinta y con una teología diferente no son considerados como iglesias bien definidas. En realidad son “comunidades eclesiales” y la condición para convertirse en parte de la Iglesia como iglesias concretas es llegar a una completa comunión con Roma. Solamente una iglesia en comunión con Roma es una iglesia católica. Esta es la interpretación que da Ratzinger de esta nota de la Iglesia.[xvi]

En los primeros discursos que hizo después de su elección, el papa Ratzinger dejó claro que quería comprometerse con la causa ecuménica, es decir, la plena restauración de la unidad de la Iglesia. Este deseo fue recibido en términos muy positivos por los no católicos e incluso por los evangélicos.[xvii]Sin embargo, existe un problema que tiene que ver con el significado que tiene Ratzinger de la unidad. Dada la autocomprensión cuasi-ontológica de la Iglesia Católico Romana y la “objetividad” de sus estructuras, ¿qué apertura se da a la reforma bíblica según el Evangelio? Si la eclesiología de Ratzinger refleja y presupone la “objetividad” de la Iglesia Católico Romana tal como se encuentra, la unidad significa adherirse a este modelo objetivo sometiéndose a él, pero este procedimiento no es la opción evangélica.

2.3 “SAL DEL MUNDO”: LA IGLESIA Y EL MUNDO
La relación entre la ICR y el mundo ha sido una materia de constante preocupación para Ratzinger, primero como teólogo, después como cardenal y más tarde como Prefecto.Su reflexión eclesiológica no va únicamente dirigida a reforzar la autocomprensión y las prácticas de la Iglesia Romana, sino también a abordar las cuestiones críticas relativas al lugar y a la misión de la Iglesia en un mundo global. Esta parte de sus intereses eclesiológicos ha sido desarrollada en una serie de entrevistas en las cuales Ratzinger ha ofrecido sus puntos de vista reflexivos en un estilo popular.[xviii]

El análisis de Ratzinger del mundo moderno es fascinante. Subraya sobre todo los desafíos de la progresiva erosión del patrimonio cristiano debido al proyecto de la modernidad. También advierte en contra de la dictadura del relativismo y del peligro de ideologías ajenas, tales como el marxismo y el liberalismo, el colectivismo y el individualismo radical, el ateísmo y un vago misticismo religioso, el agnosticismo y el sincretismo. En un diálogo crítico con filósofos post-seculares como Jürgen Habermas, llama a la Iglesia a no dejarse marginar por las tendencias seculares y a lanzar de nuevo una visión cristiana fuerte e iniciativas para un mundo en decadencia.[xix]Esto es especialmente cierto en lo que se refiere a Europa.[xx]

Un interesante caso de estudio de las convicciones de Ratzinger sobre estos temas tal vez sea el intento de evaluar el primer evento mundial en el que el Papa tomó parte después de su elección. Este enfoque puede decir más que la mayoría de ensayos que se han efectuado desde que el catolicismo romano es una religión altamente simbolizada y dramática, y también con una sofisticada teología. El pensamiento de Ratzinger puede valorarse mejor en términos de cosmovisión.

Más de un millón de jóvenes participaron en el “Día Mundial de la Juventud” en Colonia (6 al 21 Agosto 2005) con el papa Benedicto XVI. Fue una reunión impresionante con un programa altamente significativo. ¿Cuál era el mensaje principal? Era la ocasión para celebrar la catolicidad de la Iglesia de Roma. Todos los aspectos se organizaron sabiamente para acentuar la centralidad de la Iglesia, su proyecto y la importancia de pertenecer a ella. En el corazón de Europa, la Iglesia atraía la atención de todo el continente. Al Papa se le trató como se hacía con los antiguos emperadores,[xxi]llegando a bordo de un barco por el Rin con las multitudes aclamándole. La Iglesia desempeñó el papel de interlocutor privilegiado en el diálogo con el Islam, uno de los más preocupantes asuntos que tiene Occidente. Mientras otros organismos occidentales encuentran difícil ponerse de acuerdo con el Islam, para Roma aparentemente no es ningún problema.[xxii]Pensando en el futuro, se lanzó el mensaje de que Roma es el “hogar” de la juventud. Todos son acogidos en este gran hogar, donde pueden encontrar diversión, la eucaristía, música, amistades, la devoción a María, etc. La Iglesia lo proporciona todo. Los participantes pueden incluso beneficiarse de las indulgencias plenarias o parciales que fueron promulgadas por el Papa para la ocasión. Todos ellos tomaron parte en una Eucaristía al aire libre donde el sacrificio de la cruz estaba representado mediante el ofrecimiento de la Iglesia. La Iglesia combina las prácticas de la Edad Media con las costumbres post-modernas. Distintos discursos, homilías y charlas dan la impresión de que ponen a Cristo en el centro, pero una mirada más cercana, atestigua que es la Iglesia la que está en el centro del escenario.

Probablemente, no toda la juventud que estuvo allí vivirá su fe de una forma coherente, como fueron alentados a hacerlo. Muchos continuarán buscando donde pueden elegir su espiritualidad. Pero éste no es el punto principal. La gente joven volvería a casa con una sólida impresión del poder de la Iglesia de Roma, una iglesia que tiene un perfil juvenil y que ofrece un compromiso espiritual y una sensación de pertenencia. Seguramente su identidad cristiana no se vería reforzada, pero sí lo sería su identidad católica. Tal vez no se consideraran más cristianos, pero ciertamente más católicos.

La Iglesia Romanaaspira a dar un fuerte impulso a la imaginación europea. El mensaje se envió por medio de símbolos y palabras, por ejemplo: El futuro del Continente (o sea, la juventud) está en Roma. ¿Qué otra cosa puede ser un punto de referencia en este espantoso mundo? ¿Quién más puede consolarles, darles diversión e instrucción en un ambiente seguro? Además, ante los desafíos urgentes de nuestros días (p.e. el Islam, la paz y la justicia), Europa puede confiar en la Iglesia Romana, porque ésta puede actuar como representante de todos y efectuar la labor mejor que nadie. ¿Por qué no confiar en ella? Finalmente, con las destacadas personalidades que tuvieron los anteriores papas y el actual, Europa tiene un padre amante que es lo suficientemente juicioso para ser escuchado. Con todas las incertidumbres y los malos maestros que tenemos alrededor, ¿por qué no confiar en él? ¿No es el catolicismo romano la opción cristiana que más conviene al Continente? Esta es la pregunta que hizo en Colonia Benedicto XVI. ¿Entendieron los evangélicos la grandiosa visión teológica que había detrás del Día Mundial de la Juventud? ¿Es una buena noticia? ¿Es una promesa? ¿Es un desafío? ¿Es un problema?

3. “LA FE, LA RAZÓN Y LA UNIVERSIDAD”: EL CONFLICTO CON LA REFORMA
Existe todavía otra importante ventana en el pensamiento de Ratzinger que debe ser abierta en esta investigación introductoria. Tiene que ver con un tanto desafortunado discurso que hizo en la Universidad de Regensburg el 12 de setiembre de 2006 sobre el asunto de “la Fe, la Razón y la Universidad; Memorias y Reflexiones”[xxiii]. Esta conferencia produjo inquietud en algunos países donde los musulmanes se sintieron ofendidos por la referencia efectuada por el Papa al diálogo que tuvo lugar entre el Emperador Manuel II Paleólogo y un hombre culto persa en 1391 sobre el tema del Cristianismo y el Islam. Para muchos musulmanes, el Papa no se alejaba mucho de las palabras de Manuel respecto a la coercitiva y violenta naturaleza de la expansión islámica a expensas del uso de la razón. Los medios de comunicación internacionales inmediatamente lo convirtieron en un conflicto, con lo que la referencia de un ejemplo de la historia bizantina se transformó en un asunto diplomático y político. El Papa tuvo que reformular su discurso dando seguridades a los mahometanos de que no había ninguna intención ofensiva y organizar un acto oficial con embajadores de la mayoría de los países musulmanes, donde subrayó su aprecio por el Islam y el compromiso de alcanzar un diálogo inter-religioso.[xxiv]

Desafortunadamente, se prestó demasiada atención a un aspecto secundario de la conferencia con lo que se eclipsó y se tergiversó su contenido real. Lo que verdaderamente está en juego en la declaración de Ratzinger es su punto de vista respecto a la relación entre la fe y la razón según son apoyadas por la fe bíblica y la razón griega. Para Ratzinger, el cristianismo proviene de la “aproximación interior entre la fe bíblica y la investigación filosófica griega”. Esta “síntesis” ya se prevé en el “Yo soy” que se dice en el libro de Exodo, donde Dios se revela a sí mismo de una manera que vence a la mitología, y el prólogo de San Juan donde, asimismo, el logos es tanto palabra como razón.[xxv]

El ejemplo que indica Pablo del varón macedonio que se le aparece suplicándole que vayan juntos a Macedonia (Hechos 16-10) se considera un cuadro vívido de “intrínseca necesidad” de acercamiento. En el cristianismo medieval la “síntesis entre el espíritu griego y el espíritu cristiano” halla su culminación y es “un encuentro entre la genuina ilustración y la religión”. Para Ratzinger esta “convergencia” es primordial para el cristianismo, no sólo en términos de su pasado histórico sino también como un asunto de su perfil teológico global.

En el curso de la conferencia, Ratzinger mencionó las principales amenazas con que esta síntesis ha tropezado desde los tiempos medievales hasta la época moderna y siguientes. Ha habido varios intentos encaminados a “deshelenizar” el cristianismo, que el Papa los considera peligrosos y además, un error fatal. La primera amenaza está en el voluntarismo de Duns Scoto que separa la síntesis por medio de la cual la trascendencia de Dios se exalta hasta tal punto que llega a ser inasequible y oculta a la razón. La analogía del ser queda, por tanto, rota. Segunda, la Reforma del siglo XVI con el principio de la sola Escritura: en palabras de Ratzinger, de acuerdo con la Reforma “la fe ya no apareció más como la Palabra históricamente viva, sino como un elemento de un sistema filosófico sobrecargado”. El Papa cree que el cristianismo necesita este sistema para ser cristiandad. La sola Escritura es, por consiguiente, un peligroso recorte de la versión helenizada de la fe cristiana. La tercera amenaza surge de la teología liberal de los siglos XIX y XX. Harnack compendia otra faceta del “programa de deshelenización” por la cual el cristianismo desea volver simplemente al hombre Jesús y a su sencillo mensaje por debajo de las adiciones de la teología helenizada. El peligro final de la síntesis entre la fe y la razón es el “pluralismo cultural” que sostiene que la helenización del cristianismo fue una inculturación inicial que no es vinculante para otras culturas. Il va sans dire que Ratzinger rechaza todas estas amenazas a fin de salvaguardar el abrazo entre la Biblia y la filosofía griega.

Una crítica de los puntos de vista de Ratzinger acerca de la fe y la razón, tal como los presentó en esta conferencia, es imposible realizarla ahora puesto que requeriría mucho tiempo. Es suficiente con mencionar su consideración negativa del principio de la sola Escritura que no concuerda con sus profundas convicciones sobre la fe y la razón. Está en lo cierto cuando dice que la Reforma quiso discutir de nuevo la relación entre las presuposiciones bíblicas y filosóficas en lo referente a la fe cristiana. Y también tiene razón cuando ve la Reforma como una amenaza a este equilibrio. En este sentido, Ratzinger se acerca mucho a Cornelius Van Til, aunque desde la dirección opuesta. Para Van Til, el catolicismo romano es el resultado histórico de un proceso de asimilación, principalmente de productos del pensamiento aristotélico, que han conducido la fe cristiana a una transformación radical. En términos aritméticos, el catolicismo romano tradicional es “una síntesis de Aristóteles más Cristo”.[xxvi]Para ser justos con él, Van Til sostiene que “el romanismo tiene en sí mismo un gran elemento de verdadero cristianismo”. El problema es que la parte sana está “desequilibrada y modificada por la gran cantidad de material que ha sido tomado de la filosofía no cristiana”.[xxvii]

Lo que Ratzinger percibe como una parte inherente y esencial de la fe cristiana (es decir, la razón griega combinada con la fe bíblica), la fe Reformada lo considera el problema básico del catolicismo romano. Lo que Ratzinger observa como una peligrosa amenaza a la síntesis (es decir, la sola Escritura), la fe Reformada lo acepta como el principio vital para la fe cristiana. El cristianismo rechaza toda idolatría y descansa únicamente en la Palabra de Dios. Ratzinger tiene una visión en conjunto diferente de la de la Reforma.

4. LA FUERTE ORTODOXIA CATÓLICO ROMANA: ¿HA TERMINADO YA LA REFORMA?
Joseph Ratzinger representa la ortodoxia católico romana del concilio Vaticano II en su mejor forma. Ha recuperado la importancia de la revelación bíblica, así como las fuentes patrísticas. Ha replanteado su compromiso con la ortodoxia del credo y se ha mostrado abierto a las relaciones ecuménicas. Se trata de un diálogo crítico con la modernidad secular que nutre un fuerte cristianismo mundial en un mundo pluralista agitado. A la luz de estos acontecimientos el foco debería expandirse hacia aspectos más generales e importantes referentes al catolicismo romano como una globalidad. El asunto no es simplemente académico como si estuviéramos discutiendo la teología de Ratzinger de forma aislada del significado de la iglesia que ahora representa al más alto nivel. La pregunta sobre si la Reforma ya ha terminado ha sido formulada y parece que existen muchos evangélicos que la siguen haciendo, ya sea implícita o explícitamente.[xxviii]En otras palabras, ¿hay alguna razón para seguir oponiéndose, cuestionando o distanciándose del catolicismo romano dadas las cosas tan positivas que pueden verse hoy en Roma? Tomando prestado el título de Vittorio Subilia preguntamos: ¿Está resuelto el “problema” del catolicismo?[xxix]¿Está aquí todavía o no? En caso afirmativo, ¿en qué medida?

A fin de orientar el tema, el otro lado de la misma ortodoxia católico romana post-Vaticano II no debe descuidarse. Los dos se pertenecen mutuamente. De nuevo, la teología de Ratzinger la resume magníficamente. Por ejemplo, la Biblia se lee siempre a la luz del magisterio autoritativo. La Cristología Nicena está siempre entretejida como una eclesiología “objetiva” católico romana. El Credo Apostólico es confesado igual que los Cánones de Trento y del Vaticano I. La cruz de Cristo se relaciona siempre con la representación del sacrificio de la Eucaristía. El Espíritu se vincula siempre a la estructura jerárquica de la Iglesia. Cuando se piensa en el ecumenismo se hace siempre en términos de los otros cristianos que son incompletos y la Iglesia de Roma es la verdaderamente “católica”. La misión de la Iglesia persigue siempre tener en cuenta el proyecto católico para abarcar el mundo entero. La perspectiva eclesiástica de la Iglesia se combina inherentemente con su papel político. La lista puede alargarse fácilmente hasta poner de manifiesto la forma en que el sistema teológico católico romano se construye y funciona.

La cuestión es que la ortodoxia de Ratzinger es calificada por ser peculiarmente católico romana. Contrariamente a las poderosas tendencias en el pensamiento ecuménico moderno, “la simple ortodoxia” no existe en este mundo. Hay diferentes clases de ortodoxias. La de Ratzinger es precisamente una de ellas y además muy vigorosa. Si la ortodoxia evangélica pierde su mordacidad bíblica y se deja engullir por un tipo de pensamiento de “mera ortodoxia”, la teología de Ratzinger suena emocionante y atractiva. En este sentido, la Reforma puede darse por concluida. Si la ortodoxia evangélica mantiene los principios fundacionales de la Reforma y los Avivamientos, la Reforma no ha terminado, puesto que el programa de continua reforma bíblica es una labor que tenemos siempre todos delante, incluidos Ratzinger y la Iglesia Católico Romana.

Para terminar, puede ser apropiado citar un documento que fue emitido en 1999 por la Alianza Evangélica Italiana sobre la relación entre los evangélicos y los católicos. Tiene que ver con las corrientes generales dentro del catolicismo romano, pero lo que dice también puede aplicarse a las teologías de Juan Pablo II y Benedicto XVI puesto que existen sorprendentes similitudes. Por ejemplo: “El aluvión actual de actividad en el catolicismo contemporáneo (el retorno a la Biblia, la renovación litúrgica, la valoración del laicado, el movimiento carismático, etc.) no indica que haya esperanza de una reforma en la Iglesia Católica en el sentido evangélico. Unicamente ocurrirá cuando estos avances efectúen los cambios en los elementos estructurales subyacentes a la naturaleza del catolicismo romano, no expandiéndolo sino purificándolo a la luz de la Palabra de Dios, a fin de que puedan tener una verdadera función reformadora. En el escenario de hoy en día, estos movimientos, aunque son interesantes, parecen favorecer más el proyecto de la catolicidad que el de la reforma.[xxx]Una Ortodoxia Evangélica fuerte todavía es necesaria y los cristianos reformados tienen un vital y único papel que jugar para promoverla.

Traducciòn: Rosa Gubianas


[i] Este es el título que le dio su biógrafo.John L. Allen, Cardinal Ratzinger: The Vatican’s Enforcer of the Faith (Londres – Neva York: Continuum 2000).
[ii] Jorge Ruiz, “El eslabón perdido entre Castelar, Zapatero y Benedicto XVI, Nueva Reforma 70 (Jul-Set 2005) p. 12.
[iii] Papa Benedicto XVI, Jesús de Nazareth (Nueva Cork: Doubleday 2007).
[iv] Timothy George, “La promesa de Benedicto XVI”, Christianity Today (Junio 2005) pp.49-52. Deberíamos volver de nuevo a este artículo porque indica la impresión positiva y poco crítica que parecen compartir varios círculos evangélicos.
[v] Por ejemplo, Ratzinger estuvo en la comisión editorial de Concilium, una revista internacional fundada en 1965 que quería promover el espíritu del Vaticano II. Insatisfecho con las tendencias liberales y radicales que había dentro de ésta, Ratzinger dimitió para defender la revista más tradicional Communio, fundada en 1972 por Hans Urs von Balthasar.
[vi] La bibliografía de Ratzinger es extensa (más de 60 libros y cientos de artículos) y el número de estudios sólidos sobre él es también impresionante. Para una investigación en las fuentes tanto primaria como secundaria, cfr. Aidan Nichols, The Theology of Joseph Ratzinger. An Introductory Study(Edinburgh: T&T Clark 1988) and Andrea Bellandi, Fede cristiana como stare e comprendere. La giustificazione dei fondamenti della Fede in Joseph Ratzinger (Roma: PUG 1996).
[vii] Volk und Haus Gottes in Augustins Lehre von der Kirche, Munich1954.
[viii] Algunos observadores han advertido el cambio entre el “tomista” Juan Pablo II y el “agustino” Benedicto XVI como una promesa de cambio en la orientación teológica de la Iglesia Romana. Estas evaluaciones, sin embargo, no tienen en cuenta que el catolicismo romano es una vasta síntesis de diferentes elementos que coexisten. Cualquier intérprete de la síntesis puede llevar su propio énfasis, pero no la alterará significativamente.
[ix] Das neue Volk Gottes,Dusseldorf 1969.
[x] Benjamín B. Warfield, Studies in Tertullian and Augustine (1930; Grand Rapids: Baker 1981). Por la interpretación de Agustín de Warfield, estoy en deuda con Luigi Dalla Pozza, “Warfield l’apologeta di Princeton”, Studia Patavina XLIX (2002/2).
[xi] T. George, cit.
[xii] p.e. Yves Congar, Sainte Église. Etudes et approches ecclésiologiques(Paris: Cerf 1963); Avery Dulles, The Catholicity of the Church (Oxford: Clarendon Press 1985).
[xiii] Esta conexión entre la catolicidad y el episcopado ya está argumentada en el libro de Ratzinger Introduction to Christianity (Londres: Burns & Oates 1969) que es un profundo comentario del Credo Apostólico.
[xv] Sobre la teología de la Eucaristía, ver God is Near Us. The Eucharist, the Heart of Life(San Francisco: Ignatius 2003). Otras reflexiones acerca de la liturgia están en The Spirit of the Liturgy (San Francisco: Ignatius 2000).
[xvi] Esta autocomprensión eclesiológica que se aplica a los temas ecuménicos fue recientemente reforzada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en “Respuestas a algunas preguntas referentes a ciertos aspectos de la doctrina de la Iglesia” (29 Junio 2007). Este documento ha provocado reacciones en caliente de diferentes cuerpos cristianos y está disponible en
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20070629_responsa-quaestiones_en.html. Por ejemplo, William Taylor en nombre de Alianza Evangélica Mundial, ha escrito “Reflexiones evangélicas sobre la afirmación del Papa Benedicto XVI en Junio 2007 de la primacía de la iglesia Católico Romana” (28 Agosto 2007. Este útil documento está disponible en http://www.worldevangelicals.org/news/view.htm?id=1355
[xvii] p.e. Michael S. Horton, ¿Qué pueden esperar los protestantes del Nuevo Papa? (21 Abril 2005)
www.modernreformation.org/popedoc.htm
[xviii] Existen al menos tres libros: The Ratzinger Report. An Exclusive Interview on the State of the Church(San Francisco: Ignatius 1985); Salt of the Earth. An Exclusive Interview on the State of the church at the End of the Millennium (San Francisco: Ignatius 1996) y el más reciente God and the World. Believing and Living in our Time (San Francisco: Ignatius 2002).
[xix] Los diálogos del 2004 se han publicado en inglés en el libro The Dialectics of Secularization. On Reason and Religión (San Francisco: Ignatius Press 2007).
[xx] Ver su reciente libro Europe. Today and Tomorrow (San Francisco: Ignatius Press 2007).
[xxi] Hay que tener en cuenta que, en sus extensos escritos sobre eclesiología, Ratzinger nunca cuestiona la ambigüedad institucional fundacional de la Iglesia Romana de ser una Iglesia y un estado (es decir el Vaticano) al mismo tiempo. Como papa, es el primado y el jefe de estado. A este respecto, es un monarca a quien se le puede pagar tributo como tal.
[xxii] Ratzinger trata de la teología del diálogo y sus retos en Truth and tolerance: Christian Belief And World Religions (San Francisco: Ignatius 2004).
[xxiv] En realidad, este acto de desagravio mostró la ambigüedad del Vaticano en lo que se refiere a la relación entre política y religión. Para presentar sus excusas, el Papa invitó a los representantes políticos de los estados, en lugar de hacerlo a los líderes religiosos musulmanes. La impresión errónea que dio es que las autoridades políticas (es decir, los embajadores) representan a los fieles de una religión y no a los ciudadanos de una nación, sea cual sea su religión.
[xxv] La factibilidad canónica y exegética de estas lecturas de material bíblico están fuera del alcance de este documento. Sin embargo, esta hermenéutica “metafísica” inclinándose hacia las categorías griegas ha sido y en realidad debe serlo, cuestionada seriamente.
[xxvi] C. Van Til, A Christian Theory of Knowledge (Filadelfia:Presbyterian and Reformed Publ. Co 1969) p. 175. En cuanto al moderno catolicismo, Van Til dice que “la antigua síntesis Aristóteles-Cristo y la antigua síntesis Kant-Cristo de han unido para formar la síntesis Aristóteles-Kant-Cristo” (ibidem, 185).
[xxvii] A Christian Theory of Knowledge, p. 168. En mi libro Evangelical Theological Perspectives on post-Vatican II Roman Catholicism (Frankfurt-Berna-Oxford: Peter Lang 2003) pp. 65-78 pueden encontrarse más detalles sobre la aproximación de Van Til al catolicismo romano.
[xxviii] Mark Noll y Carolyn Nystrom, Is the Reformation Over? An Evangelical Assessment of Contemporary Roman Catholicism (Gran Rapids: Baker 2005). Cfr. mi crítica en Themelios 32/1 (2006) pp. 103-104.
[xxix] Vittorio Subilia, The Problem of Catholicism (Londres: SCM 1964).
[xxx] El texto completo puede encontrarse en “An Evangelical Approach Towards Understanding Roman Catholicism”, Evangelicals Now (Dic. 2000) pp. 12-13 o European Journal of Theology X (2001/1 pp. 32-35.
 

 


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COMENTARIOS

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Alfonso Chíncaro (Perú)
06/08/2011
18:13 h
8
 
Benedicto XVI, o Joseph Ratzinger, como lo habrán de llamar cuando fallezca, según la costumbre, debe ser una persona brillante. Nadie llega a donde llegó jugando dados o perdiendo el tiempo. Su inteligencia y capacidad es reconocida por muchos, incluyendo esta columna, pero... El hecho es que nada cambia de los errores de la ICR y lo que bien sustenta, y documenta este artículo, es que Benedicto XVI también apoya y defiende esos errores. Saludos y bendiciones.
 
Respondiendo a Alfonso Chíncaro (Perú)

domingo caceres
02/08/2011
18:21 h
7
 
Benedicto XVI, un hombre sabio y admirable. Estaba a favor de la reforma de la Iglesia y como participe del Concilio Vaticano II impulsó ideas reformistas que se tradujeron en las concepciones renovadas de la relación entre la Iglesia y el Mundo y una nueva manera de exponer las verdades centrales del cristianismo católico, cosa que le valió dificultades con el ala más conservadora de la jerarquía y varios teólogos. En debate abierto, en dicho Concilio, defendió el Nostra Aetate, el documento que habla acerca del respeto hacia otras religiones, el ecumenismo y la declaración del derecho de libertad religiosa. Cabe destacar su obra 'Fe, verdad, tolerancia', en la cual expone la doctrina de
 
Respondiendo a domingo caceres

José Luis Medina Rosales
02/08/2011
09:13 h
6
 
Sin tanta teología originaria (Siglo IV) por los intereses políticos del momento ('De Civitate Dei' -Agustin-, 'Historia Eclesiástica'-Eusebio de Cesarea), podemos resumir la trayectoria histórica del romanismo como la antítesis, lo opuesto a la Iglesia Apostólica. Esta mastodóntica organización 'nicolaita' (Apocalipsis 2:6) se ha ido cristalizando en la sede de la Gran Ramera y madre de otras rameras (iglesias apóstatas). Decir que la ciudad de Roma es la Eterna es una falacia satánica. La Ciudad Eterna es Jerusalém , que es donde Jesús nació, vivió, muriò, resucitó y ascendió y a donde volverá en su segunda venida. Allí se estableció la verdadera Iglesia Apostólica y en esta ciudad el
 
Respondiendo a José Luis Medina Rosales

Lourdes Colomés Montserrat
01/08/2011
22:28 h
5
 
No puedo dejar de ver al Papa alejado del Evangelio. Solo la ICR es la verdadera segun Benedicto XVI, pero la idolatria se mantiene, la lectura de la Biblia ha de ser sometida a su interpretación, Cristo no es el centro, sinó el Vaticano y sus tradiciones ... todo respira autoridad y vanidad que en nada se parecen al Evangelio. La mirada y la expresión del Papa actual en esta fotografia, por ejemplo, no inspiran sencillez, bondad, generosidad, comprensión... nada. (aunque pueda ser muy sabio). ¡Que diferente seria Jesús de toda la parafernaria papal! Este es mi consuelo. Mi Jesús bondadoso pero fuerte, humilde pero sabio. Hijo de Dios y Salvador nuestro, amando al pobre, al enfermo, al pecad
 
Respondiendo a Lourdes Colomés Montserrat

José Macías Corredera
01/08/2011
22:30 h
4
 
CUIDADO CON LOS LOBOS VESTIDOS CON PIEL DE CORDEROS¡¡¡ NO LAMEIS PADRE A NADIE EN LA TIERRA, PORQUE UNO ES VUESTRO PADRE EL QUE ESTA EN LOS CIELOS.( DICHO POR EL SEÑOR JESUCRISTO. SE PUEDE LEER EN EVANGELIO DE MATEO 23: 9) GLORIA AL TODOPODEROSO MI SALVADOR JESUCRISTO¡¡¡ JESUCRISTO ES LA CABEZA DE LA IGLESIA ¡¡¡ JESUCRISTO ES EL PASTOR DE REBAÑO¡¡¡ JESUCRISTO ES LA CABEZA DEL ANGULO¡¡¡ HECHOS 4: 11-12. SE OFENDA QUIEN SE OFENDA¡¡¡ POR ALGO SE SIENTEN OFENDIDOS¡¡¡ BASTA YA DE SER LOS HNOS SEPARADOS¡¡¡ CONVERTIOS A CRISTO¡¡¡ Y NO ANDEIS CON MELINDRES QUE ENVIAN A CUANTOS MILLONES DE PERSONAS AL INFIERNO¡¡¡ UN SIERVO DE CRISTO, EL CRISTO QUE SALV
 
Respondiendo a José Macías Corredera

Rev. Dr. David Alberto Casana, Rector Seminario Bíblico de Fe
01/08/2011
20:28 h
3
 
Felicitaciones, !!! es un escrito responsable plural, histórico, fidedigno y sobre todo Cristocéntrico. Una vez la políticidad mezclada de evangelicales, para hacer el soporte a sistemas religiosos que socaban las estructuras del único evangelio del Reino y su justicis proclamada y vivida por nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El Evangelio es inclusivo e incluyente por lo que debemos de bregar por acercar las verdades bíblicas y de esa manera dejar que Dios hable y cuanto Dios habla el hombre debe de callar!!, hoy la trinidad en la manifestación del Espiritu Santo es la única autoridad infalible a la par de las Sagradas Escrituras, por lo que ningún hombre debe intentar ser mediador entr
 
Respondiendo a Rev. Dr. David Alberto Casana, Rector Seminario Bíblico de Fe

Católico, Apostólico y Romano
01/08/2011
15:23 h
2
 
Viva el Santo Padre, el Vicario de Cristo en la Tierra. Rezamos noche y día por el Sucesor de Pedro. Y también, como no, por los hermanos separados, Galo Nómez el primero.
 
Respondiendo a Católico, Apostólico y Romano

Galo Nómez
31/07/2011
20:54 h
1
 
No os unáis en yugo desigual con el león rugiente. Ratzinger es un conservador a ultranza y como prelado católico, tiene un lugar reservado para los evangélicos en el incinerador, junto a los homosexuales, los partidarios del aborto y los anti cristianos. Si en algún momento ha promovido el ecumenismo, es en el marco de la doctrina de 'la iglesia (católica) como signo y sacramento de salvación' que obliga a las demás confesiones a subordinarse a Roma, y que sólo es una modificación literal del antiguo 'extra ecclesiam nulla sallus'. Además, el catolicismo está forzado a dialogar con el resto del mundo, debido al desprestigio que ha enfrentado por los numerosos casos de pedofilia, que el prop
 



 
 
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