¿
Por qué tomó esa decisión el Sr. Zapatero? Puede ser que no tuviese garantizados los apoyos para los próximos presupuestos (para PNV y CC la imagen de sostenedores de un gobierno con fecha de caducidad no era nada deseable); se ha sugerido también que el repunte del Sr. Rubalcaba en las encuestas del CIS ha sido determinante.
El presidente español ha dicho que la razón ha sido el interés general: terminar con las especulaciones sobre las elecciones y centrarse en la recuperación económica, con un gobierno en marcha desde el 1 de enero.
En este momento, la estabilidad financiera está en el centro de ese interés general, y el Sr. Zapatero ha venido repitiendo hasta hace muy poco que para garantizar esa estabilidad lo mejor era agotar la legislatura; y de repente nos anuncia que lo que la asegura es el adelanto de las elecciones.
En esta ocasión, además, se hace manifiesta una evidente transgresión de la verdad cuando confiesa que ya hace bastante tiempo que tenía madurada la decisión; con esa decisión ya tomada, nos ha venido asegurando que no, que agotaría la legislatura.
La contradicción ha pasado casi desapercibida porque mentir sale barato en este país, porque se considera un recurso político inevitable e incluso provechoso cuando se usa con inteligencia. Pero para estas situaciones, para evitar mentir y al mismo tiempo no comprometer la estategia política, los protestantes británicos diseñaron hace tiempo el elegante recurso del “
no coment”. Si el Sr. Zapatero lo hubiese usado en su día ante las preguntas sobre el adelanto de las elecciones, le habría aportado ahora más credibilidad.
Nos anuncia el presidente que antes se finalizará la tramitación de diversas leyes; si nos preguntasen cuáles meteríamos en ese paquete de cierre, los protestantes incluiríamos la interrumpida reforma de la Ley de Libertad Religiosa, que nunca sabremos por qué se quedó colgada y será difícil convencernos de que nada tuvo que ver la visita del papa.
En cualquier caso, adelantar unas elecciones es siempre una decisión arriesgada y el Sr. Zapatero la ha tomado; hemos de aplaudir su valentía y esperamos que sirva, en efecto, para dar estabilidad y empezar a revertir las dramáticas tasas de paro.
La inmediata rueda de prensa del jefe de la oposición ha mostrado la imagen de un Sr. Rajoy presidente in pectore, o al menos de eso se muestra convencido.
De sus propuestas nos atrae especialmente su compromiso de transparencia, algo que los evangélicos siempre echamos de menos en política; el problema es que su partido arrastra sombras recientes de sonados casos de corrupción, la mayor amenaza a la transparencia; siempre hemos creído que la transparencia democrática exige que los casos de corrupción sean atajados por el propio partido antes de que acaben en la prensa y en los juzgados, pero con demasiada frecuencia los partidos se han empecinado en defender al transgresor sólo por ser compañero de filas.
Esperamos que la saludable transparencia propuesta por el candidato del PP empiece por casa y se mantenga además en la exposición de sus compromisos electorales y en su ulterior cumplimiento.
Si el Sr. Rajoy gana las elecciones, todos dan por descontado que aplicará recortes duros, pero aún no le escuchamos a él decir esto; ha planteado compromisos de equilibrio presupuestario y techos de gasto, pero de algún lado habrá que reducir gastos; sólo ha mentado los gastos corrientes, pero parece difícil que no se vean afectados los gastos sociales; no sé si esto es inevitable, pero si es así pedimos que se nos diga ya con claridad en dónde es inaplazable meter la tijera; quizás se pierdan votos con esto, pero se gana en credibilidad, y la experiencia reciente demuestra que la credibilidad –incluso ante ese “amoral” agente que es el mercado– es el mejor sustento de un gobierno. La campaña electoral es el momento oportuno para plantear con transparencia estas medidas de recorte.
Nos parece muy interesante la propuesta del Sr. Rajoy de abrir su programa electoral a las aportaciones de fuera del partido, de la sociedad civil. Animamos a los demás partidos a que hagan lo mismo; los evangélicos siempre hemos estado dispuestos a ofrecer nuestra visión de la sociedad y de los objetivos de justicia, libertad y progreso, y lo hacemos desde la plena independencia ante las distintas opciones partidarias; a todas queremos escuchar y queremos que todas nos escuchen.
Finalmente, bueno será que, como dice el Sr. Rubalcaba, la campaña sea limpia y se discuta abierta e inteligiblemente sobre propuestas de programa.
Si me permiten
un deseo muy personal, tampoco será malo si se evita una mayoría absoluta; recuerden que cuando PSOE y PP gozaron de ella, quedó poco lugar para el consenso, y este país necesita imperiosamente el consenso, incluso para algo tan vulgar como tranquilizar a los mercados.
Y dejo una pregunta que reclama un compromiso: el próximo presidente de España ¿recibirá a los protestantes? La pregunta, vaya, clama al cielo.
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