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Rubén Lugilde: Éfeso, una visión global de la Escritura

Una entrevista a Rubén Lugilde, licenciado en Historia por la Universidad de Salamanca, profesor de instituto y Anciano de la iglesia de Paseo de la Estación en Salamanca.
MUY PERSONAL AUTOR Jacqueline Alencar 30 DE JULIO DE 2011 22:00 h

También es presidente de la Asociación cultural evangélica Jorge Borrow y director del Proyecto Éfeso, un Centro de Formación Bíblica que acoge, en las instalaciones del Centro de Conferencias y Campamentos “Enrique Turrall”, en Toral de los Guzmanes (León), a hermanos provenientes de diferentes iglesias de Castilla y León, así como de zonas limítrofes. En torno a esta última faceta centramos las preguntas.

Pregunta.- ¿Cuáles los objetivos para los que ha sido creado el Proyecto Éfeso?
Respuesta.-Cuando hace diez años varios hermanos de diferentes iglesias empezamos a hablar sobre desarrollar un programa de formación bíblica, lo hicimos porque coincidíamos en detectar la necesidad de capacitación para hermanos y hermanas (permítaseme esta redundancia de género para aclarar la amplitud de destinatarios) que estaban sirviendo al Señor en sus iglesias con diferentes tipos de ministerios y responsabilidades, pero que por sus circunstancias personales no podían plantearse dedicar meses o años para formarse en algún tipo de seminario evangélico, o que en sus propias congregaciones locales no encontrasen los recursos necesarios para una formación intensiva.
La pregunta que nos hicimos era precisamente ésta: ¿cómo podemos suplir las necesidades de formación integral y sistemática de creyentes con responsabilidades laborales, familiares y eclesiales ineludibles? No queríamos duplicar herramientas existentes, sino complementar las posibilidades de formación y ofrecer algo que fuese útil para los creyentes y las iglesias. Por ello uno de nuestros primeros objetivos sigue siendo ofrecer un programa de formación bíblica, teológica y ministerial en colaboración con las iglesias locales.
Para ponerlo en práctica hemos diseñado un currículo que permita adquirir una visión global de toda la Escritura, repasar las doctrinas bíblicas fundamentales y adquirir herramientas para los diferentes aspectos del ministerio: liderazgo, evangelización, enseñanza, obra social, entre otros. Para desarrollar el programa, los alumnos, siempre con la recomendación y respaldo de sus iglesias locales, asisten durante tres cursos académicos a seis clases presenciales cada año, que se completan con lecturas y tareas supervisadas por un tutor personal.

P.- Veo que funciona en Toral de los Guzmanes, provincia de León. Qué bueno porque así se sigue la estela misionera de Eduardo Turrall…
R.- La verdad es que llevar a cabo el Proyecto Éfeso en un entorno como el Centro de Campamentos y Conferencias Eduardo Turrall significa un auténtico “valor añadido”. Y no sólo por saberse rodeado por el legado de las generaciones que nos precedieron, que ya es mucho, sino porque los hermanos vinculados a los ministerios de Toral siguen fielmente esa visión de alcanzar con el evangelio a nuestro país y son un respaldo e impulso de nuestro Proyecto. Cuando uno se acerca al despacho-museo de D. Eduardo y observa los libros, la correspondencia… puede dar gracias a Dios, porque el compromiso por conocer la Palabra y llevarla a los demás sigue vivo entre nosotros.

P.- ¿Cuántas promociones ya han egresado de este Proyecto? ¿Cuántos alumnos?
R.- En este mes de mayo hemos podido graduar a la cuarta promoción, y con ellos son ya casi cien alumnos de más de veinte iglesias diferentes los que han completado el programa.

P.- Sabemos que están programando viajes de fin de carrera para sus alumnos. ¿Puede comentarnos qué destinos y qué propósito tienen?
R.- Más que viajes de fin de carrera podríamos considerarlos como “asignatura práctica”, ya que en realidad se trata de impartir los contenidos de “Misiones” en un país de nuestro entorno en el cual haya españoles implicados en el trabajo misionero. Lo que fue una prueba experimental hace dos años se ha consolidado ya como parte de la programación del Proyecto. Evidentemente en un fin de semana no se puede conocer todo lo que implica la misión en el extranjero, pero permite una toma de contacto de primera mano y sobre todo comprometerse personalmente y en oración con las necesidades de los hermanos de estos países. Como los destinos no son lugares que destaquen por su libertad religiosa, nos vais a permitir que no demos más detalles, pero lo hacemos siempre en contacto con entidades españolas que desarrollan sus ministerios en dichos lugares.

P.- Por lo que podemos apreciar, teoría y práctica van de la mano. Me consta que una de las asignaturas tiene mucho que ver con el campo de las Misiones.
R.- Sí, como acabamos de comentar la asignatura de misiones es realmente “de campo”, pero intentamos que todas las materias tengan una dimensión práctica, es decir, que se puedan aplicar en el crecimiento espiritual del alumno y en el desarrollo de sus ministerios. Pero hay algunas cuyo enfoque es esencialmente aplicado, y además planteando las tareas para que el alumno pueda ponerlas en práctica en la realidad de sus ministerios. Así por ejemplo, en la materia de “evangelización”, deben reflexionar sobre cómo están evangelizando y elaborar un proyecto verosímil que se pudiera poner en práctica en su entorno. ¡Y más de uno ha sido asumido y aplicado por sus iglesias locales!

P.- ¿Qué referencias tiene del impacto que generan vuestros egresados al regresar a sus iglesias de origen? ¿Hay un seguimiento por parte vuestra, una preocupación…?
R.- En realidad los alumnos no regresan a sus iglesias, ya que el propio diseño del programa implica que los alumnos siguen completamente integrados en la vida cotidiana de sus iglesias. Eso nos permite mantener una vinculación cercana entre lo que aprenden y lo que viven. Por nuestra parte intentamos mantener un contacto cercano con las iglesias locales, a través de los diferentes miembros de la Junta Directiva, los tutores y los propios responsables que a veces nos visitan para conocer “in situ” el desarrollo del Proyecto. Los actos de clausura, como el de este año, son momentos de encuentro fraternal con las familias, ancianos, antiguos alumnos, etc., fortaleciendo lazos de comunión y también proveyendo cauces para la colaboración entre creyentes e iglesias.

P.- ¿Estáis dando respuesta, a través de vuestros planes de estudio, a las necesidades reales de las iglesias y de vuestros estudiantes? Muchos misioneros llegan a su punto de labor y se enfrentan a situaciones para las que no han sido preparados.
R.- La realidad del ministerio y de las necesidades de las iglesias es muy amplia, y sería un error por nuestra parte pensar que podemos suplirlas nosotros. Pero sí creemos que el Señor está utilizando este ministerio como una herramienta más para ese fin. Algo que siempre nos anima y por lo que constantemente damos gracias al Señor es porque son las iglesias de antiguos alumnos, y los propios alumnos, los que animan a hermanos de sus iglesias para “apuntarse a Éfeso”. Por otro lado nos hemos encontrado que, más allá del programa académico, se han creado unos lazos de comunión y confianza entre todos que nos permiten mantener una comunión fraternal a lo largo del tiempo. Así no es extraño que, por citar un ejemplo, un anciano de una iglesia local contacte con otro anciano, ambos antiguos alumnos, para realizar alguna consulta, colaborar en algún proyecto o sencillamente compartir juntos las alegrías –y a veces las luchas- del ministerio.

P.- ¿Hay alguna asignatura que enseñe a ser un líder-siervo como Jesús?
R.- ¿Aparte de la vida misma? Si eso se pudiera aprender en un fin de semana, seguro que nos apuntábamos todos. Creo que toda formación bíblica que lo sea de verdad debe llevarnos a aprender de Jesús. Y cuando dedicamos una materia específica al “liderazgo” o las responsabilidades del ministerio, lo que queremos es descubrir los principios bíblicos de lo que eso significa, sin descuidar los diferentes recursos necesarios para llevar a cabo nuestros ministerios.

P.- He constatado que el profesorado procede de distintas partes de nuestra geografía. ¿Es frecuente esta muestra de solidaridad entre las iglesias?
R.- En mi experiencia personal como miembro de una iglesia creo que sí. Lógicamente el contacto más estrecho es con las personas más cercanas, pero me parece que en nuestro entorno hay un abundante intercambio tanto a nivel nacional como internacional.

P.- ¿Piensa que en España contamos con entidades suficientes para fomentar la capacitación bíblico-teológica y pastoral, así como medios que aseguren su acceso a ellas?
R.- Creo que la capacitación bíblica, teológica y pastoral debería partir en primer lugar de cada iglesia local. Es lo que en un sentido implica el discipulado. Si esta base falla, da igual con cuántas instituciones contemos, ya que sólo estaríamos creando “expertos” para atender (o quizás entretener) a espectadores eclesiales, y creo que ese no es el modelo bíblico ni de liderazgo ni de iglesia. Me preocupa que veamos la formación bíblica como algo que otros deben hacer por nosotros, y por eso creo que las iglesias no deben esperar a que alguien elabore instituciones académicas evangélicas y entonces escoger la que se adapte más a su ideario, teología, énfasis, etc., sino que ellas mismas deben aunar esfuerzos para promoverlos. Desde algunos ámbitos denominacionales se hace así, y cuentan con sus propias entidades de formación. Aunque eso sea positivo tiene el peligro de crear entornos cerrados, en los cuales el futuro pastor de la iglesia A sólo serelaciona y estudia lo que cree la iglesia A. Me parece más enriquecedor unmodelo que sea a la vez comprometidamente evangélico pero no exclusivamente denominacional. Si fuera posible, en cada localidad grande o zona debería existir un programa de formación que respondiera a las necesidades peculiares de esa área. Además, se evitarían largos desplazamientos y permitiría reducir significativamente los costes. Por eso creo que deben ser entidades netamente evangélicas, respaldadas por las iglesias, las que avancen en esa dirección. Personalmente me atrae la idea del “trabajo en red”, con proyectos conjuntos que permitan compartir recursos humanos y materiales pero aplicándolos con flexibilidad en los diferentes contextos. Y la metodología de la formación mixta presencial y en línea abre unas posibilidades que sólo hemos empezado a explorar. Quizás todo ello sea un área en la que pueda ser de gran valor la experiencia, impulso y visión de la Alianza Evangélica.
Desde luego la existencia de facultades evangélicas de teología con titulación oficial puede ser una herramienta adecuada para ofrecer una formación de alto nivel académico que permita dotarnos de maestros cualificados y especializados, aunque nunca dando la espalda a las a iglesias locales. Me preocuparía que una institución administrativa centralizada se convirtiera en la definitoria de la enseñanza y acreditación de los futuros responsables de las iglesias evangélicas. El liderazgo espiritual no es primariamente una cuestión de titulación, sino de llamamiento, y aunque evidentemente defiendo la necesidad de una amplia y profunda formación bíblica, me parecería muy pernicioso, para él y para la iglesia, que alguien se creyese “pastor” por el mero hecho de poseer una titulación. El pastorado es más una vocación que una profesión.
Por otro lado, si las iglesias aúnan esfuerzos sería factible también proveer de los recursos necesarios como precios reducidos gracias al trabajo voluntario, becas, préstamos u otros procedimientos que, no obstante, deberían ser siempre complementarios al esfuerzo personal, la dependencia en fe de cada alumno y el apoyo directo de sus iglesias locales.

P.- ¿Cree que la creación de una universidad evangélica es una necesidad a mediato plazo?
R.- Sinceramente hasta que me has hecho esta pregunta nunca me lo había planteado. Si es difícil crear y mantener centros educativos para las etapas previas, deber serlo mucho más para crear una Universidad. En un Estado social y de derecho como el que vivimos en la España actual, en la cual el acceso a la enseñanza está garantizado para todos con unos niveles de calidad bastante razonables (sin entrar aquí a analizar las comparativas entre comunidades ni los informes internacionales tipo PISA), y además con un respeto claro de la libertad religiosa y de conciencia al menos en la enseñanza pública, cabe preguntarse sobre qué modelo educativo es más adecuado. En nuestro país conviven, no siempre armoniosamente, varios tipos de centros: los públicos, los totalmente privados y los privados “concertados”, sostenidos parcialmente con fondos públicos y mayoritariamente católicos. Las preguntas que me hago son: ¿tenemos como evangélicos un modelo educativo alternativo o solo seríamos una oferta más con algunas modificaciones menores? ¿Es preferible crear centros educativos evangélicos o estar presentes los evangélicos, como familias, alumnos y profesionales, en los centroseducativos públicos? Personalmente, sin rechazar la legitimidad y aspectos positivos de la primera, me inclino por la segunda opción. Mi respuesta sería diferente si la educación fuera una carencia social como en el pasado, o tuviéramos la necesidad de asegurar la formación de nuestros hijos por nuestros propios medios.
Volviendo al tema de la Universidad, veo más importante la implicación de los evangélicos en la Universidad, tanto a nivel profesional como a través de acuerdos institucionales de colaboración, que la creación de una Universidad Evangélica. El planteamiento es semejante al anterior: ¿realmente podemos ofrecer algo distintivamente evangélico que sea académicamente relevante o es mejor estar presentes con nuestros valores dentro del mundo universitario? Creo que, en el fondo, se trata de decidir si es mejor crear muchos saleros o estar fuera del salero. Tenemos magníficos profesionales que desde sus puestos en las universidades pueden realizar una aportación extraordinaria para la difusión de los valores bíblicos y fomentar la visibilidad del mundo evangélico. Y lo mismo ocurre con los miles de estudiantes evangélicos que acuden a sus aulas y comparten su visión de la vida con sus compañeros. En esta dirección es encomiable la labor que desde hace décadas realizan los Grupos Bíblicos Universitarios y de Graduados.

P.- En otros puntos geográficos del mundo, los evangélicos se han dado cuenta de sus puntos débiles, por ejemplo en cuanto a la formación, y los están subsanando. Según su opinión personal, ¿cuáles son los puntos débiles en los diferentes ámbitos del evangelismo español que merecen ser replanteados?
R.- Si se me pide una simple opinión, que por lo tanto es muy personal y en absoluto representativa de nadie más que yo mismo, como evangélico y español me preocupan dos tendencias: la institucionalización y la indefinición. Por un lado, observo una tendencia creciente a crear instituciones representativas en las que se multiplica la territorialización, los comités y los presupuestos de gestión, a menudo a cargo del Estado. Y, quizás sin relación con lo anterior, cada vez parece menos claro lo que signifique ser evangélico hoy en nuestro país.

P.- En uno de sus libros, dice el teólogo brasileño Valdir Steuernagel “que la teología se hace en un estado de disponibilidad. Que la respuesta a la revelación de Dios es entrega de vida… La teología es cosa del discípulo en estado de espera y en posición de obediencia”. En este sentido, pregunto: ¿Es la teología asunto de unos pocos?
R.- Permíteme responder con la cita de otro teólogo, en este caso el norteamericano Charles Ryrie: “En realidad, toda persona es un teólogo –de una u otra clase. Y aquí está el problema. No hay nada malo con ser un teólogo aficionado o un teólogo profesional, pero sí es malo ser un teólogo ignorante o descuidado”. Y añade, “aun el ateo tiene una teología”. Desde un punto de vista bíblico un teólogo no es un teorizante sobre la divinidad, sino uno que busca conocer y relacionarse personalmente con Dios. Como gustaba decir uno de los grandes teólogos evangélicos de nuestro país, D. Francisco Lacueva, parafraseando a A.H. Strong, “El corazón- no la mente- es lo que hace al teólogo”. Y cuando se tiene el corazón lleno de Dios, el creyente no puede quedarse parado, sino que necesita adorarle y servirle con las “buenas obras” que Él le ponga por delante.

P.- Financiación de la Iglesia evangélicacon recursos del Estado: ¿Sí o no?
R.- Así, sin matices, diría un rotundo no a la percepción directa de dineros públicos para el sostenimiento de las iglesias o de sus estructuras denominacionales. Sí me parece legítimo el que existan vías de financiación para proyectos de interés social y cultural promovidos desde las iglesias o entidades evangélicas, pero la iglesia no debe depender del Estado para el cumplimiento de su misión.

P.- De cierto que hay satisfacciones y cargas para quienes son responsables de una iglesia. Coméntenos su experiencia personal.
R.- Hay una frase de Pablo que me resulta inspiradora, aunque fue escrita en unas circunstancias realmente duras: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas” (1 Co.12.15). Servir al Señor en su iglesia significa estar dispuesto a “gastar” mucho, pero en realidad es invertir los dones, recursos, tiempo en lo que da fruto para la eternidad. Y también es cierto que aunque se renuncia a cosas humanamente legítimas, es mucho más lo que se recibe aún en esta vida. Y es que no hay nada con mayor sentido que dedicar la vida a aquello a lo que el Señor te llama, a pesar de las dificultades y luchas por las que se tenga que pasar.

P.- Para finalizar, ¿Puede decirnos adónde deben dirigirse aquellos que deseen cursar estos estudios?
R.- En primer lugar tienen que dirigirse a Dios. Sí, porque el llamado tiene que venir de Él y no de una vaga sensación o un deseo más o menos impulsado desde fuera. En segundo lugar debe dirigirse a los responsables de su iglesia, y no porque su respaldo sea imprescindible para solicitar el ingreso, sino porque su orientación es clave. Son los propios ancianos o pastores los que pueden hacerte ver si tus deseos de formación son los más adecuados en tus circunstancias actuales y si el Proyecto Éfeso es el idóneo para suplirlos. Y ya, finalmente, puede dirigirse a nuestra oficina, donde se le informará de los detalles que precise: por teléfono en el 987172628, o por correo electrónico a [email protected]. Tan sólo añadir que la próxima promoción del Proyecto Éfeso no comenzará hasta septiembre de 2012, ya que en este curso 2011/2012 sólo se desarrollará el segundo curso de la promoción actual.


Gracias, Rubén, por informarnos ampliamente sobre este loable esfuerzo formativo a favor de las iglesias de Castilla y León y de otras regiones de España. Que el Señor bendiga esta siembra.
 

 


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