La primera edición de este libro se publicó en Italia el año pasado. La versión española fue presentada al público el mes de abril último.
Nardone es psicoterapeuta, co-fundador del Centro de Terapia Estratégica de Arezzo, en la Toscana Italiana. Es autor de varios libros traducidos a distintos idiomas. Entre ellos LA MIRADA DEL CORAZÓN y MÁS ALLÁ DEL MIEDO.
En LOS ERRORES DE LAS MUJERES EN EL AMOR
Nardone analiza los comportamientos amorosos de diecisiete mujeres. Asegura que algunas conductas responden a casos reales, recogidos a partir de 15.000 pacientes que ha tratado en su consulta. Los diecisiete guiones que escribe el autor italiano analizan los errores amorosos de
la mujer hada, la que busca al príncipe azul, la bella durmiente, la besadora de sapos, la seductora, la amazona, la camaleónica, la bruja, la depredadora, la enfermera de guardia, la desbordante, la moralista, la ejecutiva, la timonel, la buque escuela, la que lame las heridas, la Penélope.
Advierte el autor que estos
no son “modelos patológicos” sino estrategias de actuación. El contenido de cada capítulo no es simplemente reflexivo, va seguido de una historia real, ejemplar en la identificación del personaje y sus vivencias.
¿Qué errores cometen las mujeres en el amor? No más errores que los hombres. Menos. Para una mujer todo es secundario cuando un hombre ocupa su corazón. El hombre suele ser, salvando las excepciones, más aventurero y voluble. En otro libro sobre lo mejor del mundo, el amor, la francesa Dominique Le Bourg dice que “para el amor, para derramar sobre el mundo alegría, ternura y vida, están hechas las mujeres, todas las mujeres del mundo” (EL ARTE DE SER AMADA, Ediciones Castilla).
El italiano Giorgio Nardone no está muy de acuerdo con la francesa.
Uno de los errores que las mujeres cometen en el amor, dice Nardone, es la transformación que manifiesta poco tiempo después del enamoramiento. Llega a convertirse en “bruja de los sentidos” en lugar de los “comportamientos”.Un ideal que sobrevive aún hoy en el imaginario femenino es la búsqueda del príncipe azul, lo que se convierte en un logro improbable. Ignoro si en el mundo femenino del autor abunda este tipo de mujer. Aquí, en España, creo que ni las adolescentes sueñan ya con este imposible. Además, no quedan príncipes, menos aún azules. Todos son de sangre roja y algunos de ellos de ojos tristes y miradas apagadas. A la mujer que busca el príncipe azul el autor une la que sigue en el sueño de la bella durmiente, suspirando por el caballero besador.
Nardone llama “besadora de sapos” a la mujer que se cree fuerte, decidida, capaz de transformar con amor a cualquier tipo de hombre. “La máxima aspiración de estas mujeres –dice- es la de transformar a un horripilante sapo en un príncipe del que poder fiarse”. Más duro es con la mujer seductora. Su error consiste en que aún no sabiéndose guapa, tiene muchas flechas en su arco: elegancia, malicia, capacidad de fascinar y una sonrisa inolvidable.
Para Nardone, la mujer amazona es la que más errores comete en el amor, la mujer dura, mandona. Este tipo de mujer –escribe- tiende a mantener al hombre en constante sumisión y, en caso de encontrar a uno capaz de hacerle frente, no descansará hasta que no consiga someterlo a una condición de inferioridad. A la que el autor llama mujer bruja le atribuye un poder de atracción hacia el hombre que lo gana fácilmente con sus trampas amorosas.
Hubo en Colombia un gran escritor que en sus libros demostraba profunda aversión hacia las mujeres. Se llamaba José María Vargas Vila. Nació en Bogotá en 1860 y murió en Barcelona (España) en 1933. Sus biógrafos lo describen como hombre feo, muy feo. Y se preguntan si esta tara no fuera la causa de sus embestidas literarias contra las mujeres, como hace en sus novelas FLOR DE FANGO, LIRIO ROJO, LIRIO NEGRO, LIRIO BLANCO y IBIS. Aquí dice que “la mujer cruza por la intemperie como pasa siempre por la existencia de los hombres: inconsciente y trágica. Flor de Lascivia y Desventura”. Y da estos brutales y salvajes consejos: “Ama a la mujer. No ames el amor. Ama a la mujer, diosa de la carne. Amala por su carne solamente”.
Si en la misa católica se suele pedir repetidamente piedad, mil veces hemos de solicitarla para semejante monstruo de los sentimientos.
No creo que Giorgio Nardone sea tan feo como lo era Vargas Vila. Tampoco creo que esté resentido por algún desengaño amoroso. Lo que sí creo, porque tengo su libro ante mí, es que al escribir sobre los errores de las mujeres en el amor
se muestra en ocasiones excesivamente cruel con el género femenino, como si no hubiera solución posible para su destino y condición sexual. No creo que los errores de las mujeres en el amor sean como él dice que son. La mujer no sabe separar el alma del cuerpo.
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