Es la Palabra de Dios, inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra (
2 Timoteo 3.16-17). La Biblia nos guió por el Camino de la Vida cuando aún éramos niños y lo siguió haciendo hasta ahora, capacitándonos para endilgar a nuestros hijos por el mismo Camino, en el cual están todos hoy por hoy.
La Bibliaes la Palabra que cambia las vidas y que hace del hombre común un «hombre de Dios».
Se supone que el hombre común devenido en «el hombre de Dios» recibe discernimiento del Espíritu Santo para ver al mundo y las cosas que en él ocurren con los mismos ojos con que los ve Él. O con los que los vio Jesús.Esto significa que verá atropellos a la vida humana allí donde hay atropellos a la vida humana; que será consciente de la explotación indiscriminada de los recursos naturales y de los más débiles por las grandes compañías transnacionales y se opondrá a ello; que respaldará a quienes luchan contra las desigualdades sociales a pesar de lo dicho por Jesús cuando afirmó que a los pobres siempre los tendríamos con nosotros; que no se unirá a los que a lo malo le dicen bueno y a lo bueno le dicen malo; que tendrá la suficiente perspicacia para identificar y alejarse de aquellos que «se engordaron y se pusieron lustrosos, y sobrepasaron los hechos del malo; [que] no juzgaron la causa del huérfano; [que] con todo se hicieron prósperos, y la causa del pobre no juzgaron» (
Jeremías 5:28). Ni con aquellos acerca de quienes Dios dice (
vv 29-31): «¿No castigaré esto? ¿Y de tal gente no se vengará mi alma? Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra. Los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por mano de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?»
Un «hombre de Dios» ha venido difundiendo por el correo electrónico información que los grandes medios ignoran y que habla de los crímenes que se siguen cometiendo en Honduras. Y otro «hombre de Dios» dice que esos informes son solo mentiras y que en su país todo está en calma; que los comunistas aquí y los narcotraficantes allá. (Antes eran solo los comunistas, ahora comparten el anatema con los narcotraficantes; y claro, con los terroristas. A falta de comunistas, buenos son los ya citados.) Ambos son «hombres de Dios», hechos nuevos por la Palabra pero uno ve los crímenes y asesinatos que se cometen al amparo del gobierno y los poderosos y el otro los niega.
¿Serán, en realidad, ambos «hombres de Dios» enteramente instruidos para toda buena obra? ¿Cuál sí y cuál no?
Hoy día se vive, quizás como se ha vivido siempre, ignorando, como dice Illapu en su canción Ya quisieran por olvido, que el día del juicio justo está en camino y que de un momento a otro llegará; sin embargo, pareciera que hasta nosotros, los que decimos guiarnos por el consejo de la Palabra, hemos olvidado este anuncio de las Escrituras. Y vivimos como si nunca nadie hubiese hablado de ello.
Los que en el pasado, cierto/ jugaron con nuestra suerte/ no saldrán por inocentes/ el día del juicio justo./ Lo digo por el hambriento/ y también por el cesante/ por los que han andado errantes/ por los desaparecidos./ Que están condenados digo/ los regímenes de muerte.
Leo en El País de hoy, viernes 15 de julio de 2011 que «Los Franco veranearán solos en el Pazo» (p. 13). Que la Xunta de Galicia cerrará al público el emblemático castillo de Meirás durante el mes de agosto para que se instale allí la familia del dictador. ¡La familia del dictador! Hubo una época en el pasado ¿lejano? que la palabra dictador tenía una connotación negativa. Ser considerado dictador era sinónimo de torturas, de asesinatos, de violaciones, de hogares destruidos, de exilio forzoso, de desgracia, caos y dolor, de falta de trabajo, de despidos arbitrarios, de hambre y matanzas a granel. Hoy, a lo menos en España, pareciera que no. «La familia del dictador». Así, muy sueltos de cuerpo. Dice la nota de prensa que «las explicaciones de los guías en las visitas, pese a que son pagados por la Xunta, se hacen con un guión de los Franco. Ellos deciden la particular información que llega al público». ¡Qué tal! ¡Con razón al juez Baltasar Garzón lo quisieron meter preso por haberse declarado competente para investigar los crímenes y desapariciones durante la Guerra Civil española (1936-1939) y la posterior dictadura de Francisco Franco (1939-1975). Y se ganó el repudio de muchos «hombres y mujeres de Dios enteramente instruidos para toda buena obra» cuando el viernes 15 de octubre de 1978 ordenó la detención por parte de Scotland Yard en Londres del otro dictador, el tristemente famoso Pinochet conocido también en los bancos estadounidenses como Daniel López o Zorro Rojo nombres ficticios con los que pretendió encubrir las millonarias cuentas que mantuvo en bancos de EUA y de otros países engordadas hasta, según cálculos modestos, casi 30 millones de dólares mientras fue el Dictador Supremo de la nación. ¿Su familia? Como los Franco, bien gracias.
Los que en el pasado, cierto/ jugaron con nuestra suerte/ no saldrán por inocentes/ el día del juicio justo.
Ni ellos, ni sus cómplices ni muchos «hombres de Dios» que se identificaron con él, ignorando a los hambrientos, cesantes, errantes y desaparecidos saldrán por inocentes el día del juicio justo.
Pero no era de esto que quería escribir hoy; de ahí el título: Las biblias que superan a la Biblia.
Una vez en el pasado me gané un «amistoso tapaboca» de un hermano cristiano cuando le dije que era un mito que la Biblia es el libro más leído del mundo. Lo creía y lo sigo creyendo. Si le parece que estoy exagerando, pídale a su hermano, a su hermana o a un joven cualquiera de la iglesia que busque y lea, en 15 segundos,
Nehemías 8:8. Y si le resulta demasiado fácil, hágale la misma petición a su pastor. Si alguien lo encuentra y lee dentro del plazo que le digo, dejo de llamarme Juan.
Últimamente ha surgido una biblia que tiene vueltos locos a medio mundo. Se llama «la Biblia según Julián Assange». Más conocida como WikiLeaksnos dice hasta de qué va a morir el Papa. Esta biblia, como la Biblia nuestra, sabe de todo y para todo tiene la última palabra. Tiene sus peculiaridades, sin embargo y una de ellas es que –a lo menos en las citas que hace de ella la prensa internacional— solo acusa, condena y denuncia lo malo de ciertos países y determinados gobernantes. A los demás casi no los toca. Esta biblia se está llevando las palmas. Ahora es cuestión de ir a la WikiLeaks para saber lo que va a ocurrir con la economía mundial, quién va a ganar la Copa América y cuánto va a pagar, por fin el Barça por Alexis Sánchez si es que, al fin, decide quedarse con él.
La Bibliade hoy, pues, se llama WikiLeaks.
Y la otra biblia que hace rato le ha usurpado el primer lugar a la nuestra son los medios informativos. La prensa escrita, radial o televisiva (en menor grado, aún, la computarizada) es la formadora del modo de pensar de la gente.Es la prensa, y no la Biblia, la que toca la flauta y todos los millones de ratoncitos van tras ella. Lo que dice la prensa en sus noticieros que es verdad, es la verdad. Y lo que dice que es mentira, es mentira. Si la prensa ignora algo, ese algo nunca ocurrió, aunque haya sido la explosión de un volcán o un terremoto en Jaguay; si un avión se cayó en medio del mar matando a sus 254 pasajeros y tripulantes y la prensa lo ignora, nunca ocurrió tal accidente. Si la prensa dice que endeudarse es bueno; allá vamos todos a endeudarnos; que lo mejor que se ha inventado son las tarjetas de crédito, corremos a conseguir una… o más de una; si algún potentado se roba mil millones de dólares la prensa dice, «no es para tanto» y todo queda en nada; pero si un joven estudiante chileno protestando por las injusticias en el sistema educacional de su/mi país se cubre el rostro con un pañuelo para que no lo identifiquen las cámaras de la policía, la prensa lo llama delincuente o terrorista. Y obviamente, a partir de ahí el ladrón de los mil millones será un simpático ejecutivo que incluso merece un bono por su honradez y el estudiante será una alimaña digna de ser apaleada, esposada y echada a un calabozo.
La prensa es la biblia de la sociedad de hoy día. La que entra en su casa y en su mente a través de imágenes, de ondas radiales o de papel escrito, querido lector y lo hace pensar como piensa y actuar como actúa.
Ojalá fuera la Biblia. Pero no es la Biblia.Esla prensa. No nos engañemos. Si no me cree, pídale a su hermano, a su hermana o a un joven cualquiera de la iglesia que busque y lea, en 15 segundos, 2 Tesalonicenses 3:13. Y si le resulta demasiado fácil, hágale la misma petición a su pastor. Si alguien lo encuentra y lee dentro del plazo que le digo, dejo de llamarme Juan.
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