En el sur de California las congregaciones son conformadas por personas de muy diversos transfondos étnicos. Cómo están respondiendo, y cómo deberían responder los liderazgos de las iglesias a esa realidad, es un tema que tiene distintas aristas.
Conversamos con Juan Francisco Martínez, director del Centro Latino del prestigiado Seminario Teológico Fuller. Su libro más reciente, en coautoría con
Mark Lau Branson, lleva por título
Churches, Cultures and Leadership. A Practical Theology of Congregations and Ethnicities(Inter Varsity Press, 2011). Pronto estará en circulación su nueva obra,
Los Protestantes: An Introduction to Latino Protestantism in the United States.
Cuando en las últimas décadas el mundo se les vino encima a las iglesias evangélicas, particularmente con la llegada de millones de personas procedentes del amplio espectro conformado por países de habla castellana, la reacción predominante fue, nos comparte Juan Martínez, rechazar y/o invisibilizar a esos inmigrantes llegados de países pobres.Las respuestas evidenciaban temor a la presencia masiva de los indeseables.
La tendencia de la población anglo sajona protestante/evangélica, frente a los intrusos, fue evadirles, huir de ellos, mudándose hacia los suburbios. Éstos son lugares a las orillas de las grandes ciudades, cuyos centros urbanos comenzaron a ser poblados por los latinos, o como acá les llaman “hispanos”, asiáticos y de otros grupos étnicos.
Algunas voces se levantaron para enfatizar que la presencia masiva de los inmigrantes no era un peligro, sino una gran oportunidad. Pero el main stream evangélico incurrió en posturas elusiva y hasta francamente racistas.
El constante flujo de inmigrantes latinoamericanos, muchos de ellos y ellas de fe evangélica, o conversos a ella en el país al que mayoritariamente llegaron de ilegales, fue ganando espacios eclesiásticos y su pujanza abrió lugares para celebrar cultos. En ocasiones las iglesias anglos les facilitaron sus instalaciones y, en bastantes casos, la iglesia anfitriona vio cómo la congregación huésped (la de habla castellana) crecía constantemente mientras la de habla inglesa decrecía.
Pronto, apunta Juan Francisco Martínez, las congregaciones latinas se mudaron a sus propios espacios y mantienen una vitalidad que ha llamado la atención de estudiosos en sociología de la religión.
Más o menos
la tendencia predominante, nos confía el presidente del Centro Latino de Fuller, ha sido de iglesias que albergan en su seno distintas congregaciones étnicas. Hay servicios y actividades para cada diverso grupo, en su propio idioma. La multiculturalidad se manifiesta, pero no hay integración, cada grupo idiomático/cultural tiene bien delimitadas sus fronteras y rara vez las traspasan para incursionar en los terrenos simbólicos de los otros.
Una respuesta más a la gran diversidad étnica va por el lado de tener congregaciones conformadas por una colorida gama étnica, pero normada por el imaginario anglo sajón.
Hay que decir, sostiene Juan Martínez, que por el lado de los que no son anglo sajones, existe también una orientación a tratar de asimilarse a la corriente cultural predominante, construyendo una nueva identidad que margina sus antecedentes histórico culturales.
Aunque minoritaria, es creciente la opción de trascender la multiculturalidad encerrada (es decir, la diversidad estática que no se integra ni busca integrar con y a los distintos).
Nuevas lecturas bíblicas dan luz sobre el propósito de la Iglesia como espacio multicultural/intercultural. En ésta óptica el etnocentrismo, cualquiera que sea su manifestación nacional, es una negación del reino de Dios. La diversidad y riqueza humana, también su ruindad, ha prohijado tanto obras maravillosas como perpetrado actos muy deleznables. Los afanes supremacistas, la recurrente idea y práctica de discriminar a los otros y tenerles como sub humanos es simple y llanamente un pecado.
Contra las inercias históricas estructurales y culturales,
la búsqueda de la interculturalidad en la que cada quien reconoce su identidad pero está abierto a reconstruirla con lo que le aporta a los otros, y con los que los otros le aportan a uno, es un desafío por desarrollar un ministerio encarnacional al estilo de Jesús. No es fácil llevarlo al cabo, pero las iglesias tienen que convencerse de que no se trata de una moda. Lo que está en juego es el corazón del Evangelio, cuyo mensaje es la construcción de la paz en todas las esferas personales, familiares, étnicas y sociales. Porque Jesús vino a predicar la paz (
Efesios 2:17).
Un caso del que nos habló Juan Martínez, y que es testimonio vivo de la reconciliación inter étnica que tiene lugar en comunidades de fe, es el de Elwood Carson, un pastor afro americano.Cuando en 1975, conduciendo su auto hacia una reunión de oración en su iglesia, Elwood escuchó por radio que en los siguientes diez años la ciudad de Compton, en California, estaría predominantemente habitada por gente de habla hispana, tomó una pequeña pero muy trascendente decisión: aprender castellano.
No tuvo una ocurrencia momentánea, sino que se esforzó por cumplir su decisión y estudio español en el colegio pre universitario, así como después en la Universidad del Sur de California. Su interés por comprender las peculiaridades de la población latinoamericana le llevó a ser profesor bilingüe en una escuela pública. Más tarde realizó viajes de inmersión lingüística y cultural a países como Costa Rica, Puerto Rico y México. Pero también se capacitó teológicamente en el Centro para el Estudio de la Iglesia y la Comunidad Hispanas en el Seminario Fuller. Ahí tomó el 80 por ciento de sus clases en español.
En el 2008 Compton ocupó el lugar 17 como la ciudad más violenta en los Estados Unidos. Alcanzó notoriedad por los sangrientos enfrentamientos entre pandillas de mexicanos y afro americanos. Ante tal realidad el pastor Elwood Carson tomó la decisión de edificar una congregación inter cultural, en la que afro americanos y latinos convivieran juntos en cada espacio de la vida eclesial. Fue así que inició servicios bilingües (inglés-español).
Actualmente la iglesia pentecostal que pastorea Carson, New Life in Christ, es una congregación integrada y ello se refleja en la composición del equipo pastoral. Uno de los primeros conversos latinos de Carson fue el pandillero y que pasó un tiempo en prisión Gary Nava. Tras un tiempo de discipulado y crecientes responsabilidades en la iglesia, Nava ocupó el puesto de pastor asociado. Los dos, Carson y Nava comparten el púlpito a la hora de exponer la Palabra. Ambos se dirigen a sus comunidades lingüísticas de origen, y junto con todos celebran en un culto integrado. Adicionalmente desarrollan proyectos de servicio en el barrio. Cada semana proveen de alimentos a 600 familias.
Al referirse a casos como de Elwood Carson y Gary Nava, nuestro entrevistado Juan Francisco Martínez, lo llama “The Black-Brown Dialogue”. El pastor afro americano es un asiduo participante a los diálogos con pastores latinos que tienen lugar en Los Ángeles. Predica y vive la reconciliación en un medio marcado por la violencia física y simbólica contra quienes no son de la propia tribu.
No es un asunto menor que los coautores del libro que citamos al inicio de este escrito, Churches, Cultures and Leadership. A Practical Theology of Congregations and Ethnicities, tengan familias interculturales.Mark Lau Branson, americano con transfondo escocés e irlandés, está casado con Nina Lau, china americana. Por su parte la esposa de
Juan Martínez, méxico americano, es cubana. Sus hijos nacieron en California pero crecieron en Guatemala, donde Juan dirigió por casi nueve años un Seminario Menonita.
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