Cuando pierda todas las partidas,
cuando duerma con la soledad,
cuando se me cierren las salidas
y la noche no me deje en paz
Cuando sienta miedo del silencio,
cuando cueste mantenerse en pie,
cuando se rebelen los recuerdos
y me pongan contra la pared…
Resistiré, erguido frente a todo.
Me volveré de hierro para endurecer la piel.
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte,
soy como el junco que se dobla
pero siempre sigue en pie.
Resistiré, para seguir viviendo.
Soportaré los golpes y jamás me rendiré.
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré…
Cuando el mundo pierda toda magia,
cuando mi enemigo sea yo.
Cuando me apuñale la nostalgia
y no reconozca ni mi voz.
Cuando me amenace la locura.
Cuando en mi moneda salga cruz.
Cuando el diablo pase la factura,
o si alguna vez me faltas tú.
Resistiré erguido frente a todo....
Ayer noche, por esas “locuras” de nuestras neuronas, o quizás por todo lo que me toca atravesar, vinieron a mi mente toda y cada una de las palabras de esta bonita canción: algo así
como la versión a la española del “I will survive”.
Puede que a algunos, ciertas frases, les parezcan prepotentes o poco espirituales, pero cuando uno se encuentra -directamente- con la pistola frente a los ojos sólo le quedan dos opciones:. cerrar la vista y dejarse caer o resistir erguido frente a frente, aunque después del disparo me caiga como un plomo. No sé qué clase de muerte prefieres tú, yo -sin ninguna duda- la segunda.
Todo el reciente proceso del gran susto que nos ha dado Timoteo, que- gracias a Dios y a vuestras oraciones ha quedado, no sé si la palabra correcta es simplemente en un stress a lo grande unido a una cardiopatía de fondo, que -por supuesto- requiere un rápido y radical cambio de enfoque en muchas cosas, me ha hecho parar, hacer un gran alto en mi camino y pensar, pensar mucho... Qué es lo que va a pasar??... Qué va a ser de nuestra vida a partir de ahora??... Qué es lo que el Señor me está pidiendo??... Qué es lo que realmente quiero??...
Estas y miles de preguntas más volaban y volaban y siguen volando sobre mi cabeza, no lo puedo evitar, es como si dijera... Bueno, ya no tienes dieciocho, para los más jóvenes te quedan tres telediarios, pero, la verdad, es que me siento fenomenal y si el Señor me mantiene como hasta aquí, creo que tengo mucho, pero que mucho que dar.
La siguiente pregunta es.... dónde estoy??... qué es lo que estoy haciendo??... estoy contenta con lo que hago??... siento que estoy dando todo lo que el Señor tiene para mi??... y luego de pensarlo muy despacio, yo misma me respondo: NO!!!!, no me siento realizada, no me siento satisfecha, me siento ahogada, restringida, desvalorizada, desaprovechada, en medio de un mundo retrógrado que me -casi diría- me anula, y quisiera subir al monte más alto de mi ciudad, que se llama el monte de San Pedro y es casi tan bonito como el monte Igueldo y con un gran altavoz gritar: Soy yo, me llamo Bea y quiero deciros a todos que Dios os ama y luego, si encontrara con quién doblar mis rodillas, adorar a Aquel que ha dado Su vida por mis heridas, una vida eterna y una vida para vivir aquí, para que la viva en abundancia.
No sé qué podéis pensar de todo esto, algunos diréis... Olé!!!, menos mal que hay alguien con valor para gritar la verdad y otros diréis, ya está aquí la de siempre para protestar, disentir, pelear, y sentirse el ombligo del mundo... Pues vale, a estas alturas de la película, poco me importa la opinión de los que la ven.
No sé lo que está haciendo el Señor en mi vida, o lo que quiere conseguir. Lo único de lo que estoy segura es que no me pienso doblegar, ni dejar que me amolden a la imagen antigua y retrógrada de la mujercita “recién laváaa y recién peináaa” y es por eso que me nace del alma gritar:
“Resistiré erguida frente a todo.
Me volveré de hierro para endurecer la piel.
Y aunque los vientos de la vida soplen fuertes,
soy como el junco que se dobla
pero siempre sigue en pie.
Resistiré, para seguir viviendo.
Soportaré los golpes y jamás me rendiré,
y aunque los sueños se me rompan en pedazos
RESISTIRÉ...
Y aquí estoy, sigo pensando, resistiendo, subiendo la cuesta arriba: pero -os aseguro que- cuando sepa lo que el Señor quiere de mi vida en estos momentos, me lanzaré a la piscina, me zambulliré, me mojaré, quizás pasaré algo de frío, pero podré decir como miles de veces en mi vida... “
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
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