Especialmente con la proclamación del nuevo mandamiento (Jn. 13, 34), en el que nuevamente somos instados al amor como seña de identidad de los discípulos de Jesús.
Sin embargo, salvo algunas figuras particulares que se han encargado de recordárnoslo, como Francisco de Asís o, más recientemente, el teólogo, músico y misionero protestante Albert Schweitzer, apenas nos hemos ocupado de nuestra relación con los animales[1]. Somos una vida que desea vivir en medio de otras vidas que también desean vivir, declaraba Scheweitzer. Y, asimismo:
Mientras el amor y la compasión de los hombres no abarque a todas las criaturas, el hombre no encontrará la paz consigo mismo.
Considerados por las culturas occidentales como objeto de diversión o trabajo, a los animales no les hemos prestado la atención adecuada, dándose incluso la paradoja de que algunas confesiones religiosas incluyen en sus celebraciones fiestas en las que se los maltrata. Hoy, que a causa de la degradación del medio ambiente, hemos aumentado nuestra sensibilidad hacia la naturaleza, conviene que los cristianos nos situemos de una manera decidida en la protección y defensa de nuestros “hermanos menores”, formados también de las manos del Creador, cuya obra vio que
era buena en gran manera (Gn. 1, 31) y en donde al ser humano se le dio la obligación de señorearla (Gn. 1,28).
Los animales están presentes delante de Dios y así lo revela frecuentemente la Escritura. Los salvó en el Arca, junto a Noé y su familia (Gn. 6, 19-21):
Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo, macho y hembra serán. De las aves según su especie y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida. Y toma contigo de todo alimento que se come y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos.
Estableciendo también un Pacto con ellos (Gn. 9, 9-10):
Y (establezco mi pacto) con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Estableceré mi pacto con vosotros y no exterminaré ya toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra
Es para los animales también el día del descanso (Dt. 5, 14):
Mas el séptimo día es reposo a Jehová tu Dios; ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que descanse tu siervo y tu sierva como tú.
Les envía mensajes de esperanza, hay un futuro también para ellos (Jl. 2, 22):
Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos.
Y mensajes de misericordia (Jon. 4, 11):
¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?
Esperan también la liberación final, estando su destino muy cerca del nuestro (Ro. 8, 21-23):
Porque también la creación misma será liberada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
La Bibliacanta la Creación del Señor a través de los Salmos, especialmente el Salmo 104, en el que vemos cómo Dios cuida de todas sus criaturas, enviando sus arroyos para darles de beber, dándoles alimento y facilitándoles refugio, además de haber creado también para ellos los ciclos diarios y las estaciones. Todos esperan en el Señor y Dios los tiene en su presencia (Mt. 6, 26):
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en granero; y vuestro Padre celestial las alimenta…
Por tanto, y puesto que nuestro deber no puede ser otro que amar lo que Dios ama y aborrecer lo que Él aborrece, como cristianos tenemos el deber de proteger y cuidar de la Creación, para lo que no es suficiente una mirada romántica y de admiración sobre nuestro entorno, sino el compromiso activo para la conservación y el cuidado. Para lo cual ofrecemos estos puntos de reflexión:
· No debe dañarse innecesariamente ninguna forma de vida. Piensa que cualquiera de ellas, sea cual sea su tamaño, tiene derecho a la vida pues es obra del Creador. Y para ellas éste es también su único planeta.
· No debe considerarse a los animales únicamente como objeto de diversióny entretenimiento. No siempre, en ferias, circos o zoológicos, se encuentran en buenas condiciones, y en este caso es preferible asistir y apoyar aquellos espectáculos en los que los animales no se vean obligados a participar. Es importante, también, ir educando a nuestros hijos en el respeto y la protección de la vida.
· No deben apoyarse fiestas en las que se dañe y maltrate a los animales, incluidas las corridas de toros. El sufrimiento y la muerte que se inflige a estos animales no puede justificarse por tradición, “arte” o “cultura”, sino por los intereses económicos que mueve. Los cristianos debemos promover y participar en fiestas sanas en las que ninguna forma de vida resulte dañada.
· Los animales de compañía deben adquirirse responsablemente, sabiendo todas las obligaciones que su cuidado conlleva. Es preferible adquirirlos en las sociedades protectoras y nunca deben abandonarse.
· Educar a los hijos en la responsabilidad y
respeto a los seres vivos y no en comportamientos caprichosos, no permitiéndoles que tengan mascotas de las que no sean capaces de responsabilizarse en cuanto a su alimentación y cuidado.
· La caza “deportiva” es un hábito deplorable. ¿Por qué disfrutar quitándole la vida a otro ser que no ha hecho daño a nadie? Es mejor disfrutar dejando vivir y gozar de la diversidad de especies que comparten su vida con la nuestra.
· Promover la vida en libertad. Contemplando a los animales en su medio y observándolos sin apropiárselos. Tenerlos en jaulas o coleccionarlos es una práctica cruel. Para verlos en detalle pueden adquirirse libros o vídeos en donde se encuentran espléndidas imágenes.
· Asegurarse que
los productos de cosmética o higiene personal no han sido probados con animales, pues se les someten a prácticas crueles innecesariamente. Ante la duda, existen tiendas especializadas en las que se garantiza que sus productos no han sido testados en animales
· En cuanto a los abrigos de pieles, si bien es verdad que actualmente proceden de animales de granja,
¿hay necesidad de matarlos para elaborar unas prendas que en regiones templadas, como donde vivimos,
no son imprescindibles?
· Aunque, en algunos casos, la experimentación con animales puede ser útil para combatir enfermedades humanas, en otras, no. Científicos y empresas deberían limitar estas prácticas a las estrictamente necesarias, sustituyéndolas por técnicas
in vitro, e introducir un código ético que
reduzca al mínimo el sufrimiento animal.
· En cuanto a nuestra alimentación,
deberíamos reducir el consumo de carne. Nuestra salud será la primera en agradecerlo (el exceso de grasas saturadas en la dieta está detrás de la mayor parte de las enfermedades actuales), pero también el medio ambiente (por la cantidad de terreno empleado en la producción de proteína vegetal para engorde del ganado y del coste energético que conlleva).
· Las granjas intensivas (sean de aves, vacuno, porcino…) confinan a los animales y los reducen a máquinas, sin otro objetivo que comer y producir, generalmente en condiciones penosas (luz permanente, hacinamiento…). El transporte no suele ser mejor y los animales suelen amontonarse como si fueran cualquier mercancía.
Una dieta con bajo consumo de carne reduciría también estas prácticas crueles.
· La pérdida de biodiversidad es consecuencia de la presión de los seres humanos sobre el medio natural.
Reduciendo la contaminación, frenando el cambio climático, protegiendo, en definitiva, el entorno, estamos ayudando a mantener el hábitat de todas las especies.
· Comprométete y trabaja a favor de nuestros “hermanos menores”.
Proteger y cuidar de los animales es una de las tareas más hermosas, con la que todos saldremos beneficiados. Conservar el patrimonio natural hace más dignos a las personas y da gloria al Creador.
Señor, tu misericordia llega hasta el cielo,
y tu fidelidad alcanza hasta las nubes,
tu justicia hasta las altas cordilleras,
tus sentencias son como el océano inmenso,
Tú socorres a hombres y animales
¡Cuán preciosa, oh Dios es tu misericordia!
Salmo 36
El Señor es bueno con todos
Es cariñoso con todas sus criaturas
¡Que todas tus criaturas te den gracias, Señor!
Salmo 145
Autor: Federico Velázquez de Castroes Doctor en Química por la Universidad Complutense de Madrid, profesor de la Universidad de la Rioja y Director del Centro UNESCO de Andalucía.
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