Licenciada en Filología Hispánica, estudió Teología en el Seminario Bautista de Alcobendas y en el Instituto Bíblico Europeo. Actualmente pastorea la iglesia Asamblea Cristiana de Madrid, y es miembro del Consejo de Redacción del diario Protestante Digital.
Pregunta.- ¿Cómo fue su primer encuentro con Jesús?
Respuesta.- Fue hace 32 años. Llevábamos casados medio año, cuando, en medio de una búsqueda constante en el mundo espiritual, una persona de la que menos me lo hubiera imaginado, me habló del verdadero evangelio, el evangelio de Jesucristo. Nunca había oído hablar así de Jesús, de Dios, y de la Biblia.
Aunque estudié en un colegio de monjas, jamás había entendido así el evangelio, ni me habían hablado de un Dios como Padre, cercano, real, lleno de amor y misericordia, pero también de justicia. Aunque había conseguido muchos objetivos en mi vida (mi carrera, mi pareja, trabajo…), no encontraba un sentido pleno a la vida, estaba insatisfecha, llena de angustia vital y de temores… Me acogí a aquel Dios real del que me hablaban y a su evangelio. A partir de ahí empecé a tener una relación personal con Él. No puedo decir qué día exactamente nací de nuevo, porque desde ese momento mi vida espiritual ha ido creciendo y madurando en un proceso continuo. Sí sé que a partir de ese día empecé a buscar al Dios verdadero que me habían presentado. Mi vida (nuestra vida, porque mi esposo también aceptó a Jesús) dio un giro radical.
P.- ¿Con cuál de las mujeres de la Biblia se siente más identificada? ¿Por qué?
R.- No puedo elegir una. Si se me permite elijo tres: Débora, por su llamamiento por Dios a liderar, su visión y capacidad para tomar decisiones y su valentía. Me gustaría ser como ella. Con la mujer prostituta que entró en casa de Simón el fariseo y lloró arrepentida a los pies de Jesús, porque yo me siento igual de pecadora y he llorado igual a sus pies y recibido su perdón y su amor. Con María Magdalena, que fue una mujer transformada por Jesús y discípula fiel. Me gustaría serle fiel hasta el último momento de mi vida.
P.- ¿Cómo compagina la vida familiar y pastoral, teniendo además que colaborar en este periódico? No será fácil alcanzar el equilibrio…
R.- No es fácil. El pastorado de una mujer es más complicado que el de un varón, porque el peso del hogar sigue recayendo sobre la mujer. Trabajamos dentro y fuera… Aunque tengo el apoyo absoluto de mi familia, su comprensión y paciencia, el pastorado, cuando realmente es vocacional y se vive intensamente, absorbe la energía de la persona. Tratamos vidas, vivimos sus problemas, hay conflictos, hay que darse continuamente… y todo eso, aunque no queramos, repercute en nuestras familias. La clave es saber vivir y disfrutar en ese equilibrio, y para eso es necesario ser sensible a las necesidades de casa y a las de la iglesia, para estar en el momento preciso en el sitio preciso.
P.- ¿Cuáles son los síntomas de la anorexia espiritual de una Iglesia?
R.- La anorexia es producida por una imagen distorsionada de uno mismo. Cuando la iglesia, el creyente, se empieza a ver a sí mismo rico, perfecto, sano, completo, sobrado… quiere decir que está teniendo una imagen distorsionada de él mismo. Dice Jesús que somos pobres, desventurados, ciegos… (Ap. 3:17). Dijo a los fariseos
“porque decís que veis… vuestro pecado permanece” (Jn.9:41). Si no nos sentimos pobres de espíritu no seremos del Reino de los cielos.
Teniendo esa imagen de uno mismo, dejamos de alimentarnos, de orar, de buscar, de leer la Palabra, de tener comunión… y llegamos a rechazarla. Los anoréxicos físicos llegan a rechazar y vomitar el alimento. El que no se alimenta espiritualmente no da frutos y termina secándose y muriendo (Jn.15).
P.- ¿Podría darnos su opinión sobre cuál debe ser la misión de la Iglesia para este nuevo siglo?
R.- Más que nunca ser luz y sal con nuestras vidas, nuestro testimonio, nuestros frutos. Es decir, ser una comunidad de credibilidad, como dirían los sociólogos. El mundo está desencantado y harto de discursos y palabras… Y por supuesto la misión profética: orientar (la gente está perdida y confusa), confrontar y ofrecer nuestra alternativa: el verdadero evangelio. Aunque siempre intentando contextualizar el mensaje para alcanzar y llegar mejor a la gente (como hizo Pablo de Tarso).
P.- ¿Podemos decir que en Europa se está dando una tendencia hacia la secularización? ¿Necesita Europa ser reevangelizada?
R.- Sí claramente. Hay que volver al verdadero evangelio, a la Palabra que transforma vidas. Si no hay transformación no hay poder y el evangelio es poder de Dios.
No “metamorfosis” sino “metanoia”. No cambios externos, de formas, sino cambio interno, de naturaleza. Si no hay nuevo nacimiento no hay nueva vida, nueva naturaleza. Sí, tenemos que predicar sobre la verdadera conversión a Cristo.
P.- Cuando hablamos de Misión, ¿podemos dejar de lado la contextualización?
R.- No, en absoluto. Jesús fue el primero que en su misión se hizo uno como nosotros, se identificó con nosotros en todo menos en el pecado… Pablo también contextualizó el evangelio (“
me he hecho judío al judío, griego al griego, a todos me he hecho de todo para ganar a muchos” (1Co. 9:19-22). Lo mismo debemos hacer si llevamos adelante la Gran Co-Misión.
P.- ¿Debería la Teología ser una cosa sencilla? ¿Bastan la biblioteca y el computador para hacerla?
R.- La Teología debe ser sencilla, que no simple. Y debe hacerse con la mente y con el corazón (la vida). Podría bastarle a alguien una buena biblioteca, y por supuesto la gran herramienta que tenemos hoy, internet. Hay buenos teólogos autodidactas… Pero también es bueno tener maestros y aprender en escuelas, pero siempre discernirlo todo, y retener lo bueno.
P.- ¿Qué papel juega la inmigración en el panorama evangélico actual?
R.- Indudablemente un papel importante, puesto que a veces más de un 50% de las iglesias son inmigrantes. Por lo tanto tenemos que saber “contextualizar” con ellos y ellos con nosotros. Ahora bien, entendiendo siempre que la contextualización tiene unos límites. Donde empieza el pecado acaba la contextualización. Hay costumbres de nuestras culturas que tienen que ser eliminadas porque son pecado.
P.- Acaba de celebrarse, en octubre de 2010, Lausana III, un relevante evento dentro de la evangelización. Ya tenemos las declaraciones finales y un balance. ¿Cree que el después de este evento generará un mayor compromiso en la difusión del Evangelio?
R.- Creo poco en la efectividad de los grandes eventos y de las grandes campañas para avanzar en el Reino de Dios. Creo más en la levadura, oculta e integrada en la masa, que opera desde dentro, sin percibirse al principio, pero que leuda toda la masa, o en la semilla de mostaza, casi invisible, pero que se convierte en un árbol inmenso.
No digo que no sea bueno celebrar y organizar eventos, pero que éstos repercutan en un mayor compromiso tengo mis dudas. En algunas personas y a nivel individual quizá haya mayor compromiso y esto repercutirá en algunos sectores… Lo que dudo también es hasta qué punto la inversión económica merece la pena…
P.- ¿Se puede comunicar a Jesús a través de la literatura?
R.- Por supuesto, y a través del arte en general. El verdadero creyente que además es escritor, poeta, cineasta… plasmará sus valores, su mundo interior, sus creencias… en sus obras, de una manera o de otra. Cuanto más artista, más creativo, más original y mejor lo hará.
El problema es que se sigue confundiendo a Jesús con religiosidad. Encerramos la verdadera espiritualidad en la cárcel de la religiosidad. Pretendemos encerrar a Cristo en un cristianismo de “aleluya y capillita”. El cristiano integral tiene que crear su arte, su literatura, su poesía peculiar, especial, diferente, pero no porque hable sólo de Dios, o de lo que se considera religioso, con un lenguaje dulzón, almibarado y contenido, que muchas veces el mundo no entiende. Lo que define la obra cristiana no es utilizar una jerga evangélica,
sino un mensaje espiritual tan integrado en su obra que no se puede descartar sin eliminar la obra misma.
Tenemos que salir de la burbuja religiosa, conectar con la sociedad, y tender puentes culturales, artísticos, literarios… que acerquen el mundo a nosotros y a través de nosotros a Jesús.
Finaliza la entrevista. Agradecemos a Asun Quintana por sus opiniones acerca de aspectos diversos de la realidad evangélica actual. Hemos podido constatar que es una persona que combina perfectamente reflexión teológica con dinamismo, un equilibrio nada fácil de alcanzar. Tomemos nota.
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