La temeridad del joven burgalés le expuso a las hogueras de Roma y la muerte. Su hermano Francisco de Enzinas nos narró este trágico episodio de una manera magistral en sus memorias.
Pocos testimonios nos han quedado sobre los últimos meses de la vida de Diego de Enzinas. Entre algunos de los datos con los que contamos, está la carta enviada por él a Cassader, desde Brujas, en el año 1541. En ella habla de su traslado de Lovaina a París a instancias de sus padres, ante el temor de que las ideas evangélicas pudieran convencerlo.
En otras cartas Diego comenta lo poco acogedora que es la universidad de la ciudad y su deseo de volver a los Países Bajos. La persecución de los evangélicos en París le disgusta. Al parecer, como ya hemos referido anteriormente, estuvo presente en el martirio de Claude le Peintre, que fue pasado por el potro cinco veces, se le cortó la lengua y después fue quemado. Después de estos hechos Diego sale para Lovaina. Poco tiempo después abandona esta ciudad para dirigirse a Amberes. Llega a la populosa ciudad en Enero de 1541. Su intención no es otra que editar un catecismo cristiano. Su deseo de dar a conocer la doctrina cristiana, nos trae a la memoria la tenacidad de su hermano Francisco.
No sabemos si sus deseos llegaron a cumplirse, ya que no ha quedado documento ni ningún ejemplar que lo atestigüe.
Sabemos que volvió a Lovaina, para partir más tarde a Italia.
¿Qué llevó a Diego a Italia?¿No era esté país uno de los más peligrosos para un evangélico? Ciertamente a primera vista puede parecernos la aventura algo arriesgada, pero hasta el momento no se había producido persecución sistemática en Italia, de hecho Juan de Valdés había encontrado un seguro asiento en Nápoles, donde vivía tranquilamente. Mientras que en España ya se cernía un grave peligro para los heterodoxos, en Italia, incluso en Roma, se podía estar seguro si se conocía a la gente adecuada. Pero lo que más pesa en la decisión de Diego es sin duda la petición de sus padres.
Desde Roma, Diego escribe a sus amigos Jorge Cassander y Cornelio Gualtherus. Diego les habla de los rumores que existen sobre un cercano concilio, que vive con un amigo abogado y se siente seguro con él, pero lo que más desea es salir de Roma y de Italia, aunque no quiere contrariar a sus padres. Les comunica su preocupación por su hermano Francisco, que aunque él no lo sabe, lleva más de un año preso por la Inquisición.
Diego va a ser traicionado por un compatriota al que le comparte su fe. Al parecer el pequeño de los Encinas pensaba dejar Roma para ir al encuentro de su hermano en Alemania, pero poco tiempo antes de su partida es apresado.
Se le conmina a retractarse, mas en medio de sus acusadores y de una gran multitud se niega hacerlo.
En un escrito oficial dirigido a Carlos V sobre el caso de Diego de Enzinas se puede leer: “Después de que se abrió el concilio, y algunos días atrás, ponen aquí diligencia en inquirir los que son luteranos, en que no ponían ningún cuidado de antes, y así han preso un español que se dice Enzinas, y otros cinco o seis italianos, que les hallaron libros y cartas de Philipp Melanchthon y de Martín Lutero, y pienso que el español, que es, a la verdad, el más culpado, le quemarán”.
Francisco recibe la noticia de su muerte en Basilea (1.544).
Diego murió lejos de su casa y de su familia. Apenas unas breves líneas en unas cartas son lo que nos queda de su memoria.
Continuará
Si quieres comentar o