La palabra griega utilizada para
cabeza es
kephale. Tan sólo un porcentaje residual de las Escrituras suele verter este término como
líder o
dirigente.
En la mayoría de los casos
kephale es traducida como
cabeza física,
fuente u
origen.
Los dos conceptos más comunes de
kephale (cabeza física u origen/fuente) coinciden con acepciones de
cabeza en nuestro castellano.
El erudito de Nuevo Testamento Gordon Fee se inclina por “fuente de vida” u “origen”[1]como la acepción que otorga un mayor sentido al término cabeza en este texto. Según Fee, esto es lo que habrían entendido los corintios y lo que encaja con el discurso desarrollado en los versículos 8 y 9.
La otra ocasión en la que Pablo menciona en este capítulo la palabra cabeza es para referirse a la cabeza física de la mujer (11, 10), indicando que ésta debe vestirse con modestia y decoro.
Que el apóstol mencione a Cristo como cabeza del varón conlleva un claro énfasis en el cuidado y responsabilidad dentro del matrimonio que para nosotros no debería derivar en la asunción teológica de restricciones de roles
. Menos aún cuando parece que el problema estaba en el sentido literal de la cabeza de las mujeres siendo éste el mismo énfasis de Efesios 5, 21-33
.
A la luz de otros escritos de Pablo o del relato de Adán y Eva podemos decantarnos aquí por la apelación al término cabeza como origen y no como una alusión a las limitaciones de funciones o capacidades. No se dice nada de esto.
Y el versículo se completa afirmando que el mismo Jesucristo, El Principio y el Fin (Apocalipsis 21, 3), “
Dios sobre todas las cosas” (Romanos 9, 5) tiene al Padre como
cabeza sin que esto le relegue a ningún papel limitado
en categorización alguna por estar sometido al Padre.
Es más, las prerrogativas de máxima autoridad que vemos en toda La Biblia y que Yavé expone sobre sí mismo en el Antiguo Testamento son las ejercidas por Cristo con todo poder y absoluta autoridad
[2].
Por tanto, apelar al varón como cabeza de la mujer no puede servir como argumento para coartar los talentos que el Espíritu Santo reparte “
como él quiere” (1ª Co. 12,11) “
a cada uno en particular” (12, 7) “
para la edificación de la iglesia” (14, 12).
En ningún lugar de Las Escrituras se habla de dones de mujeres y dones de hombres como categorías separadas y siempre se mencionan refiriéndose a todos los creyentes ¡Esto es una pasada para la mujer sabiendo que apenas era una “cosa” en su entorno social y legal!
Por esto, 1ª Corintios 11, 3 nos hace tomar conciencia del componente liberador que su mensaje conlleva al cotejarlo con la brutal marginación a la que estaba sometida la mujer del siglo primero.
La situación era tan repudiable que estas referencias paulinas a las esposas dentro de un marco de cobertura, responsabilidad o procedencia respecto a sus esposos en un sublime paralelismo con Cristo se convertía en la más grande noticia que cualquier mujer podía escuchar.
En la próxima entrega desarrollaremos un poco más esta cuestión de Pablo y el atavío de las mujeres en 1ª Corintios 11, 5-11.
[1] Gordon Fee.
Primera epístola a los Corintios. Nueva Creación. Buenos Aires. 1994. 569-572
[2] Por ejemplo: Comparando 2ª Cr.6, 30. Jer.17, 9-10 con Ap. 2, 23 vemos que tanto Yavé como Cristo se presentan como “el único” que conoce el corazón de los hombres y quien dará a cada uno conforme a sus obras. Ambos son también “el único” Creador del Universo (Is.44:24 . Is.45.7-8. Col.1:16-17). Tanto Yavé como Cristo son El Principio y el Fin, el Alfa y la Omega (Is.48:12. Apoc.1, 8; 22, 12-16). Los dos son el “Yo Soy” (Ex.3:13-14. Jn.8:24 y 28. Jn.18,4-8.Jn.8,55-59) y cada será quien “juzgará al mundo con justicia” (Sal.96:10 y 13. Juan 5, 22).Cristo es a menudo Yavé y máxima autoridad del Universo y la historia.
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