Hoy lo hago sobre otro escritor francés, Louis Ferdinand Céline, fallecido hace cincuenta años. Dos escritores llamados malditos, cada uno a su manera y por distintas razones, pero dos brillantes estilistas que redimieron sus demonios a golpe de palabras y de finura lingüística.
Céline nació en Courbevóie el 27 de mayo de 1894 y murió en Meudon el 1 de julio de 1961. En el cincuentenario de su muerte medios de prensa, televisión, políticos y diplomáticos, están escribiendo sobre él.
Unos lo elevan hasta la cumbre de la literatura francesa, otros lo rebajan hasta llamarle escoria de la política.
Participó en la primera guerra mundial, que tuvo lugar entre 1914 y 1918. Fue herido y Francia le concedió la Medalla Militar. En 1932 escribió su primera novela, VIAJE AL FIN DE LA NOCHE. El protagonista es Ferdinand Bardamu. En un momento de estupidez se enrola voluntario en el ejército francés. Asqueado decide desertar haciéndose pasar por loco. La novela pinta el absurdo y la brutalidad de la guerra. En uno de sus párrafos, avisa: “os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón”.
La maldición que pesa sobre Céline está relacionada con su militancia política. Partidario del régimen del mariscal Petain fue acusado de colaborar con la Alemania nazi.Entre 1936 y 1942 publicó una serie de pequeños volúmenes condenando los regímenes democráticos y multiplicando sus acusaciones contra judíos y bolcheviques, a quienes acusa de la decadencia que tenía postrada a Francia. Viaja a Dinamarca, donde es detenido y encarcelado por su defensa de los nazis. Francia concede una amnistía a los antiguos combatientes heridos de guerra y esto le permite volver a París, donde prosigue su carrera literaria. Emprende la redacción de una trilogía, de la que sólo llega a publicar dos volúmenes: DE UN CASTILLO A OTRO y NORTE. Cuando trabajaba en el tercer volumen muere de una hemorragia cerebral.
Céline escribió 19 libros, entre novelas y narrativas. Sus obras consideradas más antisemitas son BAGATELAS PARA UNA MASACRE (1938). MEA CULPA (1936) y LA ESCUELA DE LOS CADÁVERES (1938).
Aún cuando su nihilismo, antisemitismo y colaboracionismo le convirtieron en un escritor polémico, extraordinariamente controvertido, está considerado después de Marcel Proust como el autor más popular y traducido de la literatura francesa del siglo XX. Su producción literaria, caracterizada por la maestría verbal, abarca varios géneros. Cierto que escribe con un estilo crudo, pero original y popular. María del Mar García, en su ensayo sobre Céline, dice que “las turbulencias de un mundo caótico que el escritor transmite al lector, perturbándolo, molestándolo en ocasiones, constituyen una denuncia sobre la explotación de la clase obrera, las condiciones de vida miserables e insolubles del proletariado que se hacina en los barrios periféricos”.
Francia ha estado estos días en el centro de una polémica –una más- en torno al genial escritor.Céline formaba parte de la Selección de Celebraciones Nacionales 2011, una lista de eventos y personalidades elaborada por una comisión de expertos para ser homenajeados este año por la República Francesa. El académico Henri Godard, uno de los mayores especialistas del escritor, fue encargado de redactar el texto para el reconocimiento que se le iba a tributar. A última hora el actual ministro de Cultura dio marcha atrás. El abogado judío Serge Klarsfeld, conocido cazador de nazis y presidente de la asociación de hijos de deportados judíos, presentó una denuncia contra el acto que se preparaba, recordando el antisemitismo de Céline. El ministro aceptó la denuncia y quitó a Céline de la lista de personalidades que serán honradas en el curso de este año. En la escuela de Bellas Artes de París el ministro explicó el pasado mes de enero que “tras una profunda reflexión, y sin dejarme llevar por la emoción del momento, he decidido que no figure Céline en las celebraciones nacionales. Subrayó la contribución de Céline a la historia de la literatura, “pero el hecho de haber puesto su pluma a disposición del antisemitismo, no se inscribe en el principio de las celebraciones nacionales”, añadió el ministro de la República, Frédéric Mitterrand. El escritor y académico Godard, quien había redactado el ensayo que en principio el Ministerio de Cultura iba a dedicar a Céline, declaró a los medios: “Estoy un poco indignado, creía que este tema estaba solucionado”. El filósofo judío Bernard-Henri Lévy se pronunció a favor del reconocimiento a Céline, aunque la conmemoración sirviese para acabar con el problema que data de más de medio siglo. Solo por esto, añadió, “habría sido no solo legítima, sino útil y necesaria”.
A propósito de este incidente Mario Vargas Llosa escribió un penetrante e imparcial artículo que fue publicado por el diario EL PAÍS el pasado 30 de enero.Decía el reciente Premio Nobel de Literatura que “la decisión del Gobierno francés envía a la opinión pública un mensaje peligrosamente equivocado sobre la literatura y sienta un pésimo antecedente… Sólo en el
rubro del antisemitismo- añadía Vargas Llosa- la lista es tan larga que habría que excluir del reconocimiento público a una multitud de grandes poetas, dramaturgos y narradores, entre los que figuran Shakespeare, Quevedo, Balzac, Pío Baroja, T.S. Eliot, Claudel, Ezra Pound, Cioran y muchísimos más.
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