En un video de Youtube,
John Piper dice que si él tuviera dos minutos para hablar con el Papa, le preguntaría: ¿Cuál es su punto de vista sobre la justificación? Esta pregunta representaría todo para él y quizás también para muchos evangélicos.
Pero no es así para
Peter Seewald, el periodista alemán que ha publicado en forma de libro una entrevista a Benedicto XVI. Seewald habló seis horas con el Papa pero el tema de la justificación no surgió en ningún momento. Esto revela que las prioridades de las personas pueden ser muy diferentes cuando se trata de la más alta autoridad de la ICR (Iglesia católico-romana). A pesar de todo, la entrevista fue una conversación interesante que merece nuestra atención.
El libro se titula
“Light of the World: The Pope, the Church, and the Signs of the Times” (
La luz del mundo: El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos) y ha sido publicado en inglés por Ignatius Press.
Seewald no es nuevo en la labor de entrevistar a Ratzinger. Ya lo había hecho dos veces cuando este último era Prefecto de la Congregación Vaticana para la Doctrina de la Fe:
Salt of the Earth (La Sal de la Tierra) (1996; edición inglesa 1997) y
God and the World (Dios y el Mundo) (2000; edición inglesa 2002). Muchos comentaristas han subrayado los fragmentos de la entrevista en los cuales Benedicto XVI habla de los temas polémicos sobre la sexualidad humana y los recientes escándalos sexuales dentro de la ICR.
A pesar de los rumores y de los títulos fantásticos, no hay nada nuevo en la aproximación del Vaticano a estos temas y a muchos otros. En la perspectiva del Vaticano una entrevista es una herramienta con vistas a consolidar algo que ya forma parte de la ética de
la Iglesia, tal vez empleando en el diálogo un tono cálido y personal. Así que
Light of the World (La luz del Mundo) no dice nada nuevo en cuestiones morales o doctrinales. Benedicto XVI confirma su postura confiada, sapiencial y positiva cuando defiende la estabilidad dinámica del magisterio de Roma, así como también su inquieto análisis de las tendencias culturales occidentales que están tan lejos de los antiguos acuerdos entre la iglesia y la sociedad. La confusión del mundo de hoy en día, aunque sea desconcertante y molesta, se ve dentro del contexto prometedor de la misión de la Iglesia a largo plazo que finalmente dará resultado.
El Papa habla de muchos asuntos importantes, pero los tres siguientes son, quizás, los que merecen más la atención de los evangélicos.
El primero tiene que ver con la vida personal de oración de Benedicto. Al esclarecerse sus disciplinas espirituales diarias, el Papa dice que ora a Dios y que también invoca a un selecto grupo de santos. Su lista especial refleja su programa teológico: Agustín, Buenaventura y Tomás de Aquino. A ellos clama en busca de ayuda así como también a la Madre de Dios.
En otra sección, Seewald se hace eco de comentarios generalizados, incluso en círculos evangélicos, que dicen que Ratzinger es más Cristocéntrico que mariano. Sin embargo, Benedicto XVI dice al entrevistador que se siente muy cerca de Nuestra Señora de Fátima (que cree sus presuntas revelaciones) y que está profundamente involucrado en la hiper-veneración a María. Esta es su forma de vivir la
communio sanctorum. O sea que, tener a Cristo en el centro significa tener un inclusivo y amplio centro que acoge a María y a los santos. ¿Entendemos realmente lo que la centralidad de Jesucristo significa para la espiritualidad y la doctrina de la RC, incluso en sus formas más aparentemente Cristocéntricas?
El segundo comentario afecta a la percepción que tiene el Papa del evangelicalismo como actor en la esfera del cristianismo. Ciertamente, el libro no es un tratado académico sobre teología ecuménica y no debe leerse demasiado finamente entre líneas. Sin embargo, emerge de hecho una imagen distinta. A este respecto
Benedicto XVI distingue en el protestantismo las “confesiones clásicas” y el “nuevo protestantismo”. El último está progresando y representa un ”signo de los tiempos”.
Esta expresión es un eslogan para el catolicismo romano actual. Juan XXIII la utilizó cuando inauguró el Concilio Vaticano II y desde entonces se ha empleado para referirse a algunos tipos de eventos providenciales.
Los evangélicos están modificando el panorama religioso del Tercer Mundo. El Papa sigue diciendo que este movimiento no es la iglesia, ni puede serlo bajo ningún pretexto puesto que carece de varias características que definen a la Iglesia (p.e. el sacramento del orden correctamente transmitido, la jerarquía episcopal bajo el papado, la Eucaristía administrada adecuadamente, etc.)
Según Ratzinger, la comprensión evangélica de la iglesia es un “nuevo concepto” según el cual la iglesia ya no es una institución sino una comunidad convocada por la Palabra. Según parece el Papa cree que en el evangelicalismo hay vida, pero que ésta es defectuosa y limitada puesto que queda fuera de la completa pertenencia a Roma.
Más tarde,
recordando su visita a Brasil, vuelve otra vez al tema del evangelicalismo y hace algunos comentarios muy reveladores. Asocia la palabra “evangélico” con “sectas” y, por consiguiente, sigue con el lenguaje despectivo y tampoco logra hacer una importante distinción entre la corriente predominante del evangelicalismo y algunos grupos periféricos que también son incómodos para los evangélicos.
El otro comentario se refiere a la “inestabilidad” interna del movimiento evangélico y al hecho de que éste no produce un “sentido de pertenencia de mucho arraigo”. El Papa mira a los evangélicos con una mezcla de curiosidad espiritual y de perplejidad romana. Comparado con la estabilidad de la institución de la ICR, el evangelicalismo parece una frágil nave flotando sin rumbo fijo. Comparado con el profundo sentido de pertenencia que la ICR es capaz de infundir en muchos de sus adeptos, el evangelicalismo parece producir accesos individuales de vida espiritual, pero distanciados de la conciencia comunitaria, cultural e histórica. La imagen que el evangelicalismo presenta de sí mismo al mundo que lo observa debería hacernos meditar a todos nosotros. Benedicto XVI parece creer que el evangelicalismo puede ser una espiritualidad inspiradora para nuestra era (un “signo de los tiempos”), pero carece de la estructura eclesial y de las señales de identidad para ser iglesia y sobrevivir largo tiempo.
El comentario final es en relación con situaciones globales. Seewald quiere saber lo que opina el Papa de su ministerio petrino que ocasiona muchas preocupaciones a los cristianos no católicos. Pues bien, Ratzinger dice que el acuerdo sobre el ministerio papal con las iglesias ortodoxas no tardará en llegar. Pero, también hay otra faceta. Cada vez más,
según dice él, los líderes religiosos se están dando cuenta de que en el mundo global se necesita una voz global que hable de la importancia de los “valores religiosos” y de las demandas preocupantes del secularismo. Ser la “única voz para los grandes temas” es la idea que se forma el Papa para su ministerio: para los católicos y los no-católicos por igual, así como también para los musulmanes, los hindúes, etc.
El Papa ofrece su ministerio para que sirva de portavoz a todas las gentes del mundo que tengan mentalidad religiosa. Este es el extenso desarrollo fronterizo del papado que abarca tanto el ecumenismo como el diálogo inter-religioso. Por supuesto que no es éste el alcance completo del conocimiento de la RC de la oficina papal, pero preparará el terreno para conseguirlo.
En resumen,
“Light of the World” (La Luz del Mundo) no contiene nada nuevo, pero subraya las permanentes demandas del Papa actual con algunos matices intrigantes. Lleno de admiración por la gran tradición de la Iglesia, Benedicto XVI está completamente persuadido de que la ICR conseguirá cumplir su misión, o sea, ser un signo y un instrumento para la unidad de la humanidad.
Traducción: Rosa Gubianas
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