La autora murió el jueves 14 de septiembre de 2006, a los 77 años. Un maldito cáncer acabó con la vida de
Oriana Fallaci, la periodista más audaz, violenta y valiente del siglo XX, la mujer extraordinaria que durante años entrevistó a 30 personajes famosos, entre ellos Kissinger, el Sha de Persia, Willy Brandt, Yasser Arafat, Ali Bhutto, Indira Gandhi y Golda Meir. En 1991 se le diagnosticó un cáncer que ella atribuyó a Sadam Husein, pues creyó que contrajo la enfermedad al respirar la nube negra que se produjo tras la quema de los pozos de petróleo de Kuwait. Un año antes se había trasladado a Nueva York, donde guardó silencio durante 11 años.
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en la ciudad donde entonces vivía, se volcó de nuevo en la literatura y escribió LA RABIA Y EL ORGULLO, del que logró vender más de un millón de ejemplares en poco más de seis meses. “Hay momentos de la vida en que callar se convierte en una culpa. Hablar, en una obligación”, dice Oriana.
Con brutal sinceridad, con su famoso coraje, la periodista italiana arroja furiosas invectivas y lanza durísimas acusaciones contra un gran sector del mundo musulmán.
Cree que “con los hijos de Alá el conflicto será duro. Muy largo, muy difícil, muy duro. A menos que el resto de occidente, es decir, Europa, apague su miedo y razone un poco y eche una mano”.
Esta situación no es fácil de resolver porque,
para la Fallaci, el enfrentamiento entre Europa y el Islam no es militar: “Es cultural, intelectual, religioso, y nuestras victorias militares no solucionan la ofensiva de beligerancia islámica. Al contrario, la estimulan. La exacerban, la multiplican”.
La batalla entre cristianos y musulmanes se planea en el interior de las mezquitas: “Las mezquitas que en toda Europa florecen a la sombra de nuestro olvidado laicismo y de nuestro pacifismo hipócrita y desubicado están llenas de terroristas o futuros terroristas…..Detrás de cada terrorista islámico hay necesariamente un imán (equivalente al sacerdote católico o al pastor protestante). La mayoría de los imanes son Guías espirituales del terrorismo”.
Uniendo pasado y presente, Oriana Fallaci afirma que “Osama Bin Laden y los talibanes son sólo la más reciente manifestación de una realidad que existe desde hace mil cuatrocientos años y que en nuestra época se manifiesta desde hace por lo menos veinte años”.
Poco podrá hacer Europa ante esta amenaza: “Osama Bin Laden ha declarado muchas veces que toda la Tierra debe ser musulmana, que todos debemos convertirnos al Islam, que por las buenas o por las malas él nos convertirá, que con esa intención nos masacra y nos masacrará”.
En su denuncia de la fuerza del Islam en Europa y la pasividad de los pueblos que la componen, Oriana inventa una nueva palabra para referirse al viejo continente. Lo llama Euroarabia.
Tras la lectura de los párrafos citados,
¿puede acusarse a Oriana Fallaci de siniestra, catastrofista cargada de prejuicios, injusta con el Islam, un maremoto en las playas de Alá? Creo que no.
Lo contrario, sí. Fue una profetisa cuyos oráculos están teniendo exacto cumplimiento en nuestros días. Ahora mismo el occidente europeo está infiltrado por veinticinco millones de musulmanes. La mayoría tiene su residencia en naciones como Alemania, Francia, Inglaterra, Holanda, Bélgica, los países escandinavos en menor medida y también España.
Cuando Oriana Fallaci describió Europa como Euroarabia, no disparataba. Ni estaba loca. En un reciente libro titulado LA REVOLUCIÓN EUROPEA, que comentaré la semana próxima, Christopher Caldwell, considerado como “uno de los periodistas más influyentes del mundo”, da la razón a la italiana en este párrafo: “
Describir el Islam como la segunda religión de Europa en realidad es quedarse corto… El Islam no es la segunda religión de Europa, sino la primera. En algunos países de Europa occidental, las cifras absolutas de asistentes a iglesias y mezquitas son parecidas. En todos, las tasas de asistencia a las mezquitas son superiores. Los europeos no se equivocan al ponerse nerviosos por lo que no deja de ser, al fin y al cabo, una religión minoritaria. Quizá Europa no se convertirá en una avanzadilla del mundo árabe, como advirtió Bernard Lewis, pero sí tiene una “nación del Islam” dentro, pequeña pero en inexorable crecimiento”.
Esta avanzadilla la tenemos también en España.
En nuestro país viven ahora mismo un millón y medio de musulmanes. Las Fuerzas de Seguridad tienen contabilizadas en todo el territorio novecientas mezquitas, de las que más de cien divulgan el islamismo radical. Fuentes consultadas por el diario EL MUNDO concluyen que estas mezquitas “son una amenaza de desestabilización social y el concepto rigorista que tienen roza los límites constitucionales, si no es que los desborda”.
Como ocurrió el pasado mes de agosto con mezquitas en Nueva York y en Hamburgo, también en Lérida hubo problemas con la población musulmana. El alcalde se vio obligado a cerrar una mezquita por superar su capacidad de aforo. El Ayuntamiento de la ciudad regaló 1.800 metros cuadrados para la construcción de la misma, pero ahora sus dirigentes piden otro terreno que tenga entre 5.000 y 7.000 metros.
Potentados musulmanes han comprado el equipo de fútbol del Málaga por 36 millones de euros y planean fuertes inversiones en el sector turístico de la costa malagueña, donde sus negocios ya suman legión.
Dirigentes del Islam han constituido en España un partido político propio llamado
Partido Renacimiento y Unión de España (PRUNE), con vocación de implantarse en todo el país.
El multimillonario jeque saudí Abdel Aziz Al Fawzan, con muchos negocios en España, está ultimando la puesta a punto de
una potente emisora de Televisión que saldrá por satélite con el nombre de “Córdoba Internacional”. El jeque planea una plantilla de 100 empleados y desde España espera alcanzar una audiencia de setecientos millones de televidentes.
El nombre de la emisora ha inquietado a muchos, pero Al Fawzan responde: “Córdoba es un nombre árabe, no es propiedad de nadie”. Ante hechos tales, que podrían multiplicarse, ¿fue profeta o profetisa Oriana Fallaci o no lo fue?
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