Máximo García tiene una larga trayectoria como líder evangélico en la España de antes y en la de ahora, en la de las persecuciones y en la de la tolerancia. A lo largo de años, robándole tiempo al tiempo, ha logrado una formación que es envidia de muchos: Licenciado en Teología por la Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica. Licenciado en Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor en Teología por esta misma Universidad. Profesor de Sociología y Religiones Comparadas en el Seminario Teológico de la Unión Evangélica Bautista Española.
Además y sobre todo, pastor de almas. Predicador elocuente y bien fundamentado. Servidor de Iglesias en las que ha puesto el corazón, el alma, todo de él mismo.
Es hombre joven, con esa juventud que continúa soñando mientras la rueda gira, indiferente a los números macabros del Documento Nacional de Identidad. Conozco la literatura de Máximo desde hace, creo, unos 30 años.
Siempre lo he tenido por escritor de altura. Produce un tipo de literatura, en su caso religiosa, que unos paladean y otros devoran. Máximo sabe que los dos textos fundamentales de la literatura europea son la Biblia y la cultura secular. Ambos los domina con maestría. Para Dietrich Schwanitiz, “La figura más importante de nuestra cultura es el Dios de la Biblia. E incluso quien no cree en Él, extrae de Él su idea de Dios”.
No sé por qué se habla tanto del estilo en literatura. No sé para qué tantos libros de estilo. En literatura, el estilo lo marca la personalidad del escritor. Que existan unas determinadas reglas al escribir, de acuerdo. Pero el estilo es el “yo” del autor, la libertad individual de ser y de hacer.
El estilo de Máximo se funda en la verdad, en la honradez conceptual, en la lealtad a sí mismo. Su literatura está enraizada en el corazón de la sociedad, donde están los que mandan, como decía Alicia en el país de sus maravillas.
La de Máximo es literatura religiosa, desde luego, ya lo he dicho, pero desprovista de esa carga mística que la hace insufrible al paladar de algunos lectores.
Máximo García es autor de 20 libros. Los últimos cuatro son obras formidables: “Libertad religiosa. Un largo camino” (2006). “Recuperar la memoria. Espiritualidad protestante (2007). “Con los pies en la tierra. Reflexiones en tono menor” (2008) e “Historia de los bautistas en España” (2009).
En este último libro y en el que estoy comentando, el autor escribe sobre un tema que domina como el mar domina la tierra con la que coincidió en el nacimiento. Miembro de la Iglesia Bautista desde joven, ha ocupado cargos importantes en la denominación, entre ellos el de presidente.
Las 343 páginas de “Iglesia Bautista. Comunidad de creyentes”, se aglutinan en cinco capítulos y un apéndice. Los temas que tratan ya fueron parcialmente publicados en las dos ediciones de este libro en 1989, según constata el autor en el prólogo.
El primer capítulo lo considero de especial importancia. El fluir del tiempo constituye la historia de los hombres y de las cosas. Máximo traza aquí un recorrido histórico que arranca en el siglo XVI, con la Reforma protestante, y se detiene en la segunda mitad del siglo XX, con la constitución de la Federación de Iglesias Evangélicas Independientes de España (FIEIDE). Aunque Máximo da prioridad a la Iglesia Bautista, que constituye la razón de ser de esta obra, el capítulo I es también la historia del protestantismo español y su peregrinar por las alambradas de espinas que levantó el régimen nacionalcatólico, más católico que nacional. De esto tenía poco. De lo otro tenía mucho.
Los dos capítulos siguientes se ocupan de temas caseros, la teología bautista, que según el autor, “dentro de las diversas corrientes teológicas protestantes no admite otra fuente de conocimiento y autoridad que la revelación de Dios registrada en las Sagradas Escrituras”, y la Eclesiológica. Aquí afirma que “las iglesias bautistas se incluyen dentro del tipo congregacional, en la línea que marca el teólogo bautista Walter Rauschenbush”
Sesenta y ocho páginas bien escritas, bien argumentadas, radiantes de luz divina, tratan la acción pastoral y el culto de la Iglesia. El perfil del pastor bautista español que diseña en las páginas 281 y 287 es igualmente aplicable a los pastores de otras denominaciones evangélicas. En el último capítulo de la obra, titulado “Balance y Prospectiva”, Máximo extrae valiosas consideraciones de todo lo anteriormente escrito.
“Iglesia Bautista. Comunidad de creyentes”, se completa con un modelo de las encuestas realizadas en busca de otras opiniones de pastores, un largo índice de gráficos incluidos en el libro. La bibliografía utilizada incluye 17 páginas.
El cuadro histórico y presente que Máximo García dibuja en este su último libro nos pone en contacto con el hermoso ideal de las creencias bíblicas. Si el sentimiento religioso que impregna las páginas del Libro sagrado puede parecer a algunos locura, entonces locura es también el amor, el entusiasmo, el delirio, todo lo que de noble y de bueno tiene la naturaleza humana.
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