Chawkat Moucarry trabaja para World Vision International como Director de Relaciones Interconfesionales. Es un cristiano árabe proveniente de Siria y vive en Gran Bretaña. Ha escrito varios libros y artículos, entre los que se encuentran The Prophet & the Messiah. An Arab Christian´s Perspective on Islam & Christianity (IVP, 2001) [El Profeta y el Mesías. Una perspectiva cristiana árabe sobre el islam & el cristianismo]; The Search for Forgiveness. Pardon and Punishment in Islam and Christianity (IVP, 2004) [La búsqueda del perdón. El indulto y el castigo en el islam y el cristianismo]; y Two Prayers for Today. The Lord´s Prayer and The Fatiha (CSS Books, 2007) [Dos oraciones para hoy. El Padrenuestro y la Fatiha].
En realidad, nunca pude entender por qué algunas personas consideran al “diálogo” y a la “misión” como términos que se excluyen mutuamente. En particular, los cristianos evangélicos (cuya teología comparto), han demostrado tener sospechas injustificadas para con el diálogo, simplemente porque hay quienes lo han utilizado como un sustituto para la misión.
No solo estoy convencido de que ambas palabras son compatibles sino que también la una debe influir sobre la otra.
UN VIAJE DE TODA LA VIDA
Debido a que me crié en una sociedad de mayoría musulmana como un creyente en Dios y en Jesucristo, sabía que yo era diferente. Paulatinamente, comprendí que tengo algo muy precioso para compartir con mis amigos musulmanes.
En un principio tuve la oportunidad de hablar de religión con mis pares musulmanes en la escuela. Estaba sorprendido de que a muchos de mis compañeros musulmanes les interesara mucho conocer más acerca de la fe cristiana y los cristianos. Yo, por mi parte, también deseaba conocer mejor el islam. Una oportunidad extraordinaria se presentó cuando el maestro de educación religiosa islámica aceptó mi solicitud para asistir a su clase. Me pedía regularmente que diera mi punto de vista como cristiano sobre ciertos temas, y a menudo las charlas continuaban fuera del salón de clases.
Mientras me encontraba en Paris después de graduarme en teología cristiana, como cristiano árabe sentí la imperiosa necesidad de dar a conocer mi fe a los musulmanes. Esta necesidad se vio reforzada cuando trabajé para la IFES (
International Fellowship of Evangelical Students, la
Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos) entre estudiantes árabes y musulmanes, quienes me formulaban preguntas difíciles que yo no había analizado seriamente cuando estudiaba teología. Por lo tanto, no me resultó difícil hallar temas de investigación para mis disertaciones sobre estudios islámicos en la Universidad de la Sorbona. Estudiar el islam me hizo volver a considerar mis principales creencias cristianas, las cuales a menudo había dado por sentadas.
Durante doce años trabajé en el All Nations Christian College, en Inglaterra, una institución orientada a las misiones. Estaba a cargo de su curso de fe islámica, al cual cada año se invitaba a un orador islámico. Sus exposiciones proporcionaban claras oportunidades para una genuina y animada interacción entre los estudiantes, el orador y yo.
Desde hace tres años trabajo para
World Vision (
Visión Mundial) cuya declaración de misión recuerda las palabras de Jesús en la sinagoga de Nazaret (vea
Lucas 4:17-19).(1) Esta organización cristiana de socorro opera en veinte países de mayoría musulmana, y la mayor parte de su equipo de colaboradores está compuesta por musulmanes en países como Afganistán, Mauritania y Somalia. El proporcionar orientación sobre la fe cristiana y el islam a nuestro equipo de colaboradores ha sido una experiencia fascinante, mientras abordamos temas relacionados con la fe y aprendemos los unos de los otros acerca de nuestras respectivas creencias, ¡y a menudo sobre las propias! Sin ignorar las creencias distintivas de cada tradición, el terreno que tenemos en común potencia nuestra tarea para el beneficio de las comunidades a las cuales servimos.
¿QUÉ ES EL DIÁLOGO?
Para mí, el diálogo es el esfuerzo deliberado para conversar genuina y respetuosamente con otros; la voluntad para escuchar y entender; la disposición para aprender y sentirse desafiado; el deseo de relacionarse con otro y de comunicarse y ser comprendido por él. Los elementos centrales del diálogo cristiano-musulmán son la fe cristiana y la fe musulmana, y sus implicaciones para las personas y las comunidades en esta vida y en la venidera.
Durante muchos siglos, los cristianos occidentales han ignorado o enfrentado al mundo musulmán. Ignorar a los musulmanes ya no es una opción en nuestra “aldea global”, donde musulmanes y cristianos viven unos junto a otros. Algunos cristianos pretenden alcanzar a los musulmanes por medio de la confrontación, atacando al islam verbalmente. Esta actitud resulta contraproducente, ya que por lo general inspira a los musulmanes a volverse más radicales en sus creencias, y a menudo provoca también una reacción ofensiva (que los musulmanes ataquen a los cristianos con más vehemencia). Polemizar con el islam también es incompatible con el
“evangelio de la paz” (
Efesios 6:15), que tiene que ver con el amor, el perdón y la reconciliación.
El diálogo cristiano-musulmán a menudo adquiere una forma apologética, y esto por al menos dos razones. La primera es que tanto la fe cristiana como el islam afirman verdades acerca de la revelación de Dios que están en conflicto, revelación que para los cristianos alcanzó su clímax en Jesucristo y para los musulmanes en el Corán. La segunda es que el islam reconoce al cristianismo como una religión que proviene de Dios; sin embargo, al mismo tiempo rechaza el aspecto central del evangelio: la divinidad de Cristo, su crucifixión y resurrección.
La apologética cristiana consiste en presentar una “defensa” de la fe cristiana frente a quienes la atacan (vea
1 Pedro 3:15). Sin embargo, debe llevarse a cabo “con mansedumbre y reverencia”. Aun en un encendido debate, el apologista cristiano debe excluir la polémica, los ataques personales y los comentarios burlones sobre los musulmanes y su religión.
ALCANCE Y RESULTADOS DEL DIÁLOGO
El diálogo debe entenderse como mucho más que una contienda verbal. Se trata de una forma
de vida: una actitud abierta hacia otros que trata de alcanzar y hacer sentir bien a quienes son diferentes o aun antagonistas. Entendido de esta manera, el diálogo cristiano-musulmán es un encuentro en tres niveles, como el encuentro de Jesús con la mujer samaritana (vea
Juan 4:1-26).
En primer lugar, el encuentro entre cristianos y musulmanes es uno entre
seres humanos, con necesidades y aspiraciones, alegrías y tristezas, esperanzas y luchas, que son comunes a ambos.
Segundo, como
creyentes monoteístas, los cristianos y los musulmanes comparten muchas creencias y valores éticos, a pesar de que los entienden de maneras distintas.
Finalmente, los cristianos y los musulmanes afirman ser
testigos de Dios. Un aspecto esencial del diálogo es eliminar los enormes malentendidos que tenemos respecto de la fe de unos y otros.
Un diálogo fructífero se mide por sus resultados:
una mejor comprensión de la fe del otro y de la propia. Es de esperar que el diálogo también conduzca a
mejores relaciones entre las dos comunidades, fortaleciendo su compromiso social. El diálogo es también una excelente
escuela para la tolerancia. Nos ayuda a vencer nuestra ignorancia, nuestros prejuicios, nuestro egocentrismo, nuestro fanatismo y nuestro orgullo espiritual.
¿Es
la conversión un resultado legítimo del diálogo? Para los creyentes, quienes toman seriamente la afirmación de exclusividad de su religión, es perfectamente legítimo intentar persuadir a otros. No hay nada de malo en desear, y hasta en esperar concretamente, que una persona, luego de examinar cuidadosamente esas afirmaciones, tome una decisión transformadora de la vida como resultado de un diálogo libre y transparente. Si no aceptamos la conversión como un posible resultado del diálogo, nuestra afirmación de ser tolerantes necesita aún ser demostrada.
RELACIÓN CON MUSULMANES A LA MANERA DE CRISTO
Los musulmanes encuentran en sus escrituras sagradas mucho acerca de la fe cristiana y los cristianos, mientras que no hay nada en la Biblia acerca del islam. Sin embargo, en las enseñanzas de Jesús encontramos un claro y práctico mandato respecto de la manera en que debemos relacionarnos con las personas en general:
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (
Mateo 7:12). ¿De qué manera deseamos que los musulmanes se relacionen con nosotros y con nuestra fe? Quisiera subrayar aquí algunas implicaciones para los cristianos que deseamos relacionarnos misionológicamente con el islam y los musulmanes.
Ante todo, como expresión de amor por nuestro prójimo, debemos
mostrar respeto por los musulmanes y por lo que constituye la base de su identidad, es decir, su Profeta, su religión y sus Escrituras. Tal actitud requiere evitar las preguntas capciosas, los comentarios despectivos y un vocabulario que caldee los ánimos. Es cierto que algunos musulmanes no cumplen con la recomendación coránica de debatir con judíos y cristianos “de la mejor manera posible” (Corán 29:46). Esto no es excusa para que los cristianos se tomen la libertad de criticar despiadadamente al islam.
Lo dicho no significa abstenerse de cualquier crítica al islam, pero podemos efectuar nuestras críticas con el lenguaje menos ofensivo posible y proporcionar las pruebas que las respalden. Jesús recomienda a sus discípulos que sean críticos de los profetas autoproclamados (vea
Mateo 7:15-20); a renglón seguido, les ordenó que se examinaran a sí mismos largamente y en forma crítica (vea
Mateo 7:1-5, 21-23).
En segundo lugar, debemos hacer todo lo posible por
ser imparciales. Esto significa, por ejemplo, que al comparar la fe cristina con el islam, establezcamos un correcto balance entre las similitudes resaltadas y las diferencias señaladas, de modo de nuestra apreciación no resulte distorsionada. La imparcialidad también requiere comparar instancias similares: no comparar a cristianos moderados con musulmanes extremistas, al cristianismo ideal con el islam popular, maravillosos textos bíblicos con pasajes problemáticos del Corán, y viceversa. Al respecto, los cristianos no deben ignorar el Antiguo Testamento al analizar temas como la guerra santa, la poligamia, el código penal y la teocracia.
Finalmente, debemos
estudiar el islam y hacer amistad con los musulmanes. En la interacción con el islam es de vital importancia que utilicemos el material islámico de la manera apropiada. Debemos adoptar una actitud humilde y deseosa de aprender. Debemos reconocer que la comunidad musulmana es la custodia de su propia tradición: ellos son los intérpretes autoritativos de sus Escrituras. Algunos puntos de de vista apuntan a cristianizar al islam, otros a demonizarlo; ninguno de los dos hace justicia a la enseñanza islámica, la cual debe considerarse por sus propios méritos.
Una perspectiva cristiana del islam debe ser encarnacional, comprensiva y crítica. Debería preocuparse más por la gente musulmana que por el islam. Como discípulos de Jesucristo, tenemos la doble obligación de amar a nuestros prójimos musulmanes como a nosotros mismos y de transmitirles las buenas nuevas. Los dos mandatos van de la mano, pero el segundo se lleva a cabo mejor si es una expresión del primero. El diálogo es, por cierto, la forma más elevada de
“vivir la verdad con amor” (
Efesios 4:15, NVI), tanto para con los musulmanes como para con otras comunidades religiosas.
NOVEDAD DE ÚLTIMA HORA
La Conversación Global de Lausana, en
www.lausanne.org/conversation, puede encontrarse ahora en diversos idiomas. Por medio de traducciones hechas por voluntarios y tecnología automatizada, usted podrá conversar con cristianos de todo el mundo sobre temas claves de la evangelización mundial. Aunque las herramientas de traducción automatizada no son perfectas, esto significa que la Conversación Global de Lausana es realmente una conversación global, y creemos que es la primera de esta clase. Este es un momento que Dios nos ha dado.
Su voz debe ser oída. Esta conversación preparatoria ayudará a dar forma a las presentaciones de los oradores de Ciudad del Cabo 2010. Hierro con hierro se aguza, y hay sabiduría en el consejo de muchos. Confiamos en que el Señor utilizará la discusión mundial de su pueblo para impulsarnos, no solo a continuar el diálogo, sino, por medio de ese diálogo, a la estrategia y a la acción, para que todo el mundo escuche el glorioso evangelio de Jesucristo.
Responda a estos artículos, participando con hermanos y hermanas de todo el mundo, en
www.lausanne.org/conversation
1) Visión Mundial se autodefine como “una confraternidad internacional de cristianos cuya misión es seguir a nuestro Señor Jesucristo al trabajar con los pobres y oprimidos, para promover la transformación humana, buscar la justicia y dar a conocer las buenas nuevas del reino de Dios”.
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