La misión cristiana ¿de Dios o nuestra?

¿Cómo nos servimos unos a otros en una iglesia global heterogénea que debe ser un lugar de conmunión y ayuda mutua? A esta pregunta contestaba el pastor y teólogo brasileño Valdir Steuernagel con el lema de “La iglesia, una mesa familiar muy heterogénea”.

Responde a Steuernagel David Zac Niringiye, entrevistado por Tim Stafford.

Pregunta.- En su papel como obispo, Vd. ha visto tanto problemas como alerías cuando las diferentes culturas trabajan juntas para la misión cristiana. ¿Cree que lo que ha dicho Valdir Steuernagel es útil?
Respuesta.- Yo aprecié enormemente su punto de partida sobre la naturaleza de Dios y sobre la naturaleza del evangelio avanzando en comunidad. No obstante, creí que no era posible mantener aquella idea hasta el final. Retrocedía al conocimiento tradicional de la asociación en la misión.

Creo que tenemos que replantearnos profundamente las consecuencias sobre las que esta discusión conlleva. Una de las consecuencias es que la misión es nuestra. Nosotros la hacemos. Esta suposición no es correcta. Nosotros no hacemos misión, vivimos en la misión de Dios. Es una definición de nuestra vida. Vivimos en Dios. La misión es la vida en Dios.

La forma en que leemos la Gran Comisión en Mateo 28 no es completamente bíblica. ¿Creemos que la misión depende de nuestro cumplimiento de la misma? No, no, absolutamente no. Esto entra en nuestros paradigmas de poder. Nos gusta la idea de “Id y haced”, porque está a nuestro cargo y la controlamos. El énfasis en señalar en el mapa pueblos inalcanzados puede suponer que no está sucediendo nada allí. ¡No! ¡Dios está allí! Ha estado trabajando allí todos estos años. El problema tiene que ver con una doctrina imperfecta de Dios. El es el Creador. No hay espacio más allá de su alcance y su reivindicación.

Creo que tenemos que volver al pensamiento de que Dios nos llama para ser suyos. Las primeras palabras personales de Jesús a Pedro fueron, “Sígueme”. Y, sus últimas palabras personales, después de la resurrección fueron, “Sígueme”. Esto es su misión.

P.- ¿Está Vd. insinuando que el pragmatismo americano es una imposición cultural al evangelio?
R.- No es solamente americano. Tiene que ver con la predominancia de los europeos y del imperio americano en el último siglo. Para mí, lo triste es que no ha habido una suficiente lectura de las Escrituras juntos. Alabemos a Dios de que existan movimientos opuestos. Estoy seguro de que Vd. conoce el avivamiento en el Este de Africa. No fue el movimiento de la Gran Comisión; fue un trabajo renovado del Espíritu Santo. Aquellos sencillos africanos del Este esparcieron el evangelio por todas partes, sin ningún mapa y sin ninguno de los recursos de los que hablamos hoy en día. Y sin nadie que los enviara.

P.-¿Podemos tomar esto a nivel práctico? Yo soy el pastor de una iglesia que envía un equipo de misión a Uganda. Dirigen una clínica con enfermos de SIDA, o construyen una iglesia. Tratan de hacer el bien, aprenden sobre Africa. ¿Qué me dice? ¿Qué tengo que hacer?
R.- Vamos a ver, primero le diría que encuentre un pastor en el lugar donde desea trabajar. Estime a este pastor como a un hermano en Cristo, un discípulo y compañero caminando con Jesús. Descubra maneras por la cuales él oye a Jesús como Vd. lo oye. Expanda sus horizontes, a fin de que su discipulado conecte con el de Vd.

En segundo lugar, reconozca que la clínica de SIDA o cualquier otra cosa es simplemente una excusa para averiguar lo que Dios está haciendo en este lugar. Honestamente, es meramente una excusa. Así, que vayamos por todo el mundo sin hacer nada, sólo comprobando lo que Dios está haciendo y ser parte de ello. Este es el mundo de Dios. Dios, ¿qué estás haciendo por los somalíes? No, vayamos y rescatémosles. ¿Quién le dijo que lo hiciera? Esto es, Dios ¿qué estás haciendo por ellos?

La historia de Pedro es conmovedora. El no va a Cornelio; es invitado. La iniciativa viene de Dios. El caso es que Pedro escucha; está tratando de entender. Cuando va a casa de Cornelio, le pregunta, “¿Por qué me has invitado?” En otras palabras, ¿qué está haciendo Dios en este sitio?

Felipe y el eunuco es otra historia parecida. Felipe está conmocionado por lo que Dios está haciendo. El eunuco está leyendo un pasaje de Isaías que habla de Jesús. Felipe le pregunta, “¿Entiendes lo que lees?” No hace esta pregunta estratégicamente. ¡Está conmocionado! “¿Comprendes todo esto que estás leyendo?” Felipe quiere saber qué está escuchando. Hay un factor sorpresa.

Debemos creer que Dios está operando en el mundo, y que nosotros estamos involucrados juntos en lo que El hace. Entonces, nuestra asociación será más profunda.

P.- Pero, yo voy a una iglesia rural africana con señales de dólares pintados en mi frente. El pastor se enfrenta a problemas terribles y tiene pocos recursos financieros. ¡Hay tanta disparidad de poder! ¿Cómo podemos realmente asociarnos?
R.- No quiero que Vds. sean asociados. Primero deben ser hermanos; los dos son diferentes. Vd. tiene una familia. Hay hermanos mayores y más jóvenes, los hay altos y bajos. ¿Dejan por eso de ser una familia?

El problema es que el típico euro-americano va a Africa y siente que Africa es un lugar que tiene problemas. Pero Vd. viene a Africa cargado con un macuto de sus propios problemas. Comparta sus problemas; comparta sus lágrimas. Confiesen sus pecados unos a otros. Somos padres, y la paternidad no es una cosa ni europea ni africana. Tenemos esposas y maridos. Todos tenemos dificultades con nuestros familiares. Hablemos sobre esto.

No escondamos que tenemos dinero. Pero el dinero es la última cosa que el mundo necesita.

Permítame que le hable sobre mi amigo americano. Cuando dos personas no se conocen empiezan actuando con estereotipos. El estaba receloso pensando que quería algo de su dinero. Y, honestamente, era así; porque los americanos tienen dinero. De pronto, algo extraordinario sucedió en nuestra relación cuando ambos nos confesamos nuestras prevenciones mutuas. Mi amigo me dijo: “Zac, espero que no sea por mi dinero”. Yo contesté: “Déjame ser honesto contigo, no puede existir relación entre nosotros si no hay dinero por medio. Pero, iré más lejos y te digo que no es tu dinero lo que quiero”.

Entonces, nos preguntamos ¿para qué necesitamos dinero? Cuando nos pusimos de acuerdo, sabíamos de donde vendría el dinero. Pero, nos habíamos puesto de acuerdo antes acerca de cuales eran las necesidades. No soy yo quien necesita dinero. Somos los dos juntos.

De esta forma, con muchas personas con las que nos encontramos en Kampala, de lo único que hablamos es de la misión. Y no llegamos a ninguna parte, porque no conseguimos conocernos unos a otros como hermanos. Creo que lo que el mundo quiere ver de los testigos del evangelio, no es lo que hacen. Jesús dijo: “Por eso todos conocerán que sois mis discípulos, porque os amáis unos a otros”.

David Zac Niringiye es Obispo Adjunto de la Diócesis de Kampala, Uganda, y alumno de Langham

Traducción Rosa Gubianas