Cuando Miguel Delibes escribió su ya famosa obra sobre el protestantismo en la España de tiempos de Lutero, y a la que puso por título EL HEREJE, un articulista del diario EL PAÍS, dijo que no había escrito solo una novela, también una historia.
No andaba desnudo de mente el tal crítico. Toda novela de este género es a la vez historia y biografía. La identificación del lector con el héroe se hace sin sacudida, lo que supone un despertar de la conciencia. Así LOS MISERABLES, de Víctor Hugo, se convierten en LAS AVENTURAS DE JEAN VALJEAN.
Luis Ruiz tiene más moral que aquella que dicen tenía el Alcoyano. En este su primer libro entra en un terreno literario difícil. Hoy está de moda, incluso entre evangélicos, la novela de ciencia ficción. Es lo que el público quiere. Es lo que colma las arcas de los editores. POTIFAR es narración imaginativa, exploración histórica, hazañas, acontecimientos, vida. Leo novelas y escribo sobre novelas desde hace 45 años. Esta de Luis Ruiz me ha impresionado. Logra establecer a lo largo del libro un hilo narrativo continuo, según va contando aventuras o reflexionando sobre hechos. Con una maestría que no sé de dónde le viene, mantiene el suspense para que la ansiedad del lector no desaparezca.
No tuve ocasión de leerlo, ni siquiera de verlo, pero me contaron una vez que un autor norteamericano había escrito un libro sobre “el hermano Cuarto”, un cristiano de Corinto que envía saludos a los de Roma por medio de San Pablo (
Romanos 16:23). Ignoro qué pudo decir el autor de tantas páginas sobre un individuo que ni siquiera en las enciclopedias aparece.
También Ruiz elige como protagonista principal de su novela a un personaje extraño, del que poco sabríamos si José, el soñador, no hubiera sido apetecido sexualmente por la innominada esposa.
La historia escrita por Moisés cuenta que Potifar era un alto funcionario egipcio, jefe de la guardia de Faraón y con autoridad en la prisión. Fue él quien compró a José de los mercaderes ismaelitas. Primero lo encumbró en palacio y más tarde lo hundió en los calabozos al creer la historia de la despechada mujer, según la cual José había pretendido violarla.
Con este material, Ruiz Domenech construye un libro que, según yo lo veo, contiene una poderosa carga poética, un brebaje de amor y un hechizo erótico que atraen en conjunto e individualizados.
Aún cuando la Biblia silencia su nombre, el capricho de Luis Ruiz le coloca el de Sacmis. La retrata como “una mujer joven y hermosa. Veintiocho años recién cumplidos. Tenía la piel muy morena y sus ojos eran grandes y oscuros. Más alta que la mayoría de las mujeres de Egipto, destacaba por su elegancia y delgadez que le daban un aire distante. Su manera de mirar daba la sensación de un constante examen, como si quisiera conocer los pensamientos ajenos antes que se produjeran”.
¡Aleluya! Por fin sabemos quién y cómo era la mujer libidinosa que trató de seducir al hijo preferido de Jacob.
Ruiz se acurruca en el amor, en el romanticismo. En el pasaje que sigue a continuación quiero creer que hay algo de autobiografía. En una cena íntima, Potifar dice a su encantadora esposa que cuando ella no está los días se hacen largos y las noches tristes. Por su parte, la mujer de doble juego lo mira a los ojos y libera toda su carga de seducción y erotismo.
Este es el argumento del libro: Moisés escribió la historia de Potifar hace más de tres mil años y ahora un hombre procedente del sector bancario, Luis Ruiz Domenech, la interpreta con exceso de libertad, con imaginación desbordante, pero también lo hace con exquisitez, con elegancia, habiendo investigado mucho los usos y costumbres de la época, con temor y temblor ante el texto bíblico, que en momento alguno degrada, antes honra.
Según Ruiz, cuando Potifar muere, José. encumbrado en el trono de Faraón, se dirige a la mujer con aire formal y protocolario y le dice: “Tú, de manera especial, sabes hasta qué punto fue uno de los hombres más grandes de esta poderosa nación”.
La estructura de POTIFAR muestra que su autor es un hombre bien dotado para urdir historias. La novela está llena de aportaciones originales, basadas en el análisis de la razón comunicativa.
Moisés dice cómo fue lo que fue, Luis Ruiz añade lo que también pudo ser. Un desafío estimulante que esboza el campo de las verdades bíblicas asignado a la libertad de pensar.
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