En 1979, John, mi mejor amigo, decidió dejar de considerarse un cristiano para definirse como un judío mesiánico. John provenía de un ámbito judío secular y durante tres años había participado activamente en una iglesia que creía en la Biblia. Ahora deseaba regresar a sus raíces judías y no veía contradicción alguna entre seguir a Jesús como el Mesías e identificarse –a nivel étnico y religioso– como judío.
Como la mayoría de los cristianos de la década de 1970, reaccioné con escepticismo, citando textos bíblicos que a mi entender rechazaban las
cashrut (leyes dietarias) como contrarias a nuestra libertad en Cristo. Paulatinamente, comprendí que esos textos podían interpretarse de manera diferente y llegué a respetar la legitimidad del incipiente movimiento mesiánico.
En la década de 1980 comenzó un movimiento similar entre los musulmanes que creen en Cristo, que lo reconocen como Señor y Salvador y que creen que murió por sus pecados y luego resucitó. Desean honrar a Cristo y, al mismo tiempo, permanecer dentro de su comunidad musulmana. ¿Puede la identidad musulmana de estas personas conciliarse con la fe bíblica?
Cuando Nabil( tuvo un encuentro con Jesús que transformó su vida, por un tiempo permaneció dentro de la comunidad musulmana. Sin embargo, luego de sufrir amenazas de muerte y más tarde ser encarcelado por sus creencias, decidió que no podía continuar considerándose un musulmán.
Su amigo Ibrahim estudió detenidamente los versículos coránicos que comúnmente se considera que niegan la Trinidad, la divinidad de Jesús como Hijo de Dios, la muerte expiatoria de Jesús y la integridad textual de la Biblia. Concluyó que cada uno de estos versículos estaba abierto a interpretaciones alternativas y que, por lo tanto, podía seguir a Jesús siendo un musulmán. Ibrahim también fue encarcelado por su fe, pero a pesar de eso deseaba continuar siguiendo a Jesús como un musulmán. Ibrahim y Nabil se respetan mutuamente como hermanos, aunque no están de acuerdo con respecto a cómo viven su identidad como seguidores de Jesús.
Phil Parshall y John Travis han trabajado un total de 60 años entre los musulmanes y están respetuosamente en desacuerdo sobre este tema. Publicaron una serie de artículos en revistas misionológicas, al igueal que muchos otros también han hecho. En términos técnicos, esta controversia se conoce como la “discusión C4-C5”, inspirada en una escala diseñada por Travis. Esta escala incluye una serie de casos, que describen las distintas comunidades cristocéntricas (“C”) dentro de las cuales los creyentes en Jesús, que tienen un trasfondo musulmán, comprenden su identidad:
C1 – Creyentes con un trasfondo musulmán que participan en iglesias radicalmente diferentes de su cultura, donde la adoración se realiza en una lengua que no es su lengua materna.
C2 – Igual que C1, pero en este caso la adoración se realiza en su lengua materna.
C3 – Los que participan en iglesias cristianas autóctonas que evitan las formas culturales percibidas como “islámicas”.
C4 – Los que participan en congregaciones autóctonas que conservan algunas formas “islámicas” (por ejemplo, postrarse para orar), invistiéndolas de un significado bíblico. Pueden no identificarse como “cristianos” y utilizar denominaciones diferentes (por ejemplo, “seguidores de Jesús”), pero no se consideran musulmanes.
C5 – Los que aman a Cristo como Señor y Salvador, que forman parte de fraternidades de creyentes que piensan como ellos dentro de la comunidad musulmana y que siguen identificándose cultural y oficialmente como musulmanes.
C6 – Creyentes secretos/clandestinos.
El desacuerdo más importante se presenta entre los defensores de los casos C4 y C5. Expondré algunas de las preocupaciones que se señalan respecto del caso C5, respondiendo –sobre la base de mis investigaciones– como supongo que ellos lo harían, y luego añadiré mi propia opinión, aunque en este limitado espacio no puedo incluir todo.
PREOCUPACIÓN UNO: La Biblia condena el sincretismo (por ejemplo,
1 Reyes 18:21;
2 Reyes 17:27-41). Tratar de ser al mismo tiempo musulmanes y seguidores de Jesús es sincretismo.
Respuesta de C5: Este no es el sincretismo que condena la Biblia. (Vea, por ejemplo,
1 Corintios 9:19-23;
Hechos 16:1-3;
21:20-40). Nosotros rechazaríamos todo lo que no fuese consecuente con la Biblia.
Mi opinión: En ambos casos se ha realizado una seria tarea exegética. Recomiendo los artículos publicados en
Evangelical Missions Quarterly y en
International Journal of Frontier Missions para hacer a ambas posturas mayor justicia que el espacio que dedicamos aquí permite.
PREOCUPACIÓN DOS: No podemos comparar el “islamismo mesiánico” con el “judaísmo mesiánico”. Los cristianos reconocen la inspiración de las Escrituras hebreas, no así del Corán. La mezquita está atestada de teología que niega explícitamente las verdades bíblicas.
Respuesta: El islam y el judaísmo son diferentes, pero ambos son monoteístas. El islam reconoce la Torah y el Nuevo Testamento como Escrituras, junto con el Corán. El judaísmo rabínico considera autoritativas no solo las Escrituras hebreas (
Tanakh) sino también el Talmud, el cual, al igual que el Corán, contiene una mezcla de material que es parte compatible y parte incompatible con el Nuevo Testamento. La liturgia tradicional de la sinagoga también parece repudiar las enseñanzas del Nuevo Testamento, pero tanto una liturgia como la otra pueden ser reinterpretadas y la concurrencia a las oraciones no significa necesariamente afirmar cada palabra de la liturgia.
Mi opinión: Los musulmanes reconocen a Jesús como Mesías, pero objetan otras doctrinas cristológicas. La mayoría de los musulmanes cree que el texto de la Biblia ha sido corrompido, aunque algunos eruditos musulmanes no están de acuerdo. Los creyentes encuadrados en el caso C5 afirman que la Biblia es la Palabra de Dios. Los textos sagrados deben examinarse detenidamente, analizando si las interpretaciones propuestas son legítimas y honestas.
PREOCUPACIÓN TRES: Llamarse un “musulmán” es afirmar que Mahoma fue un verdadero profeta de Dios, lo cual es incompatible con la Biblia.
Respuesta: El término “musulmán” tiene significados distintos para distintos musulmanes. Existen diversos puntos de vista respecto de Mahoma, algunos de los cuales son: (1) se puede ser musulmán sin obligación de reconocer a Mahoma; (2) Mahoma fue un profeta, pero no siempre fue infalible (compare
1 Tesalonicenses 5:20-21 y Caifás en
Juan 11:51); (3) Mahoma fue un profeta para los árabes, pero no para otros pueblos; (4) Mahoma fue un verdadero profeta cuyas palabras han sido malinterpretadas.
Mi opinión: Para la mayoría de los musulmanes, el sacerdocio de Mahoma es esencial para la identidad musulmana. Sin embargo, la palabra “musulmán” (cuyo significado arábigo literal es “sometido a Dios”) ciertamente significa cosas diferentes en contextos diferentes. El Corán llama a los primeros discípulos de Jesús “musulmanes” (C3:52). Musulmán y cristiano pueden tener un significado étnico en lugar de referirse a creencias religiosas.
PREOCUPACIÓN CUATRO: Los creyentes encuadrados en el caso C5 mantienen su identidad musulmana para evitar la persecución por causa de la Cruz de Cristo.
Respuesta: Es una manera injusta de calificar los motivos. Se trata de de identidad religioso-cultural, no de la Cruz de Cristo, la cual ciertamente reconocemos.
Mi opinión: Muchos creyentes que se hallan encuadrados dentro del caso C5 han sido terriblemente perseguidos, han sufrido prisiones y aun cosas peores.
PREOCUPACIÓN CINCO: ¿Qué ocurre en lo relacionado con la iglesia? ¿Los creyentes enmarcados en el caso C5 se consideran a sí mismos parte del Cuerpo de Cristo?
Respuesta: Formamos fraternidades cristocéntricas, en las cuales estudiamos la Biblia, oramos, celebramos bautismos y la Cena del Señor. Este es el sentido de
ekklesia en el Nuevo Testamento.
Mi opinión: Estudiar y obedecer la Biblia ayuda a las fraternidades locales a ser santas y apostólicas. Sin embargo, la Biblia también llama a las fraternidades a reconocer la unidad y universalidad del Cuerpo de Cristo en todo el mundo. Algunas fraternidades encuadradas en el caso C5 parecieran tener conceptos muy negativos respecto de otras iglesias, aunque otras tienen vínculos saludables.
REFLEXIÓN FINAL SOBRE LA IDENTIDAD CRISTIANA
Los creyentes que se encuadran en el caso C5, como Ibrahim, desafían las suposiciones de lo que significa ser “musulmán” o “cristiano”. Ser musulmán es identificarse con una comunidad, no solamente adherir a principios teológicos.
Todos tenemos más de una identidad y comunidad; de modo que podemos ser leales a nuestra nación y a Cristo al mismo tiempo. Creyentes como Ibrahim procuran ser auténticos musulmanes (leales a la comunidad en la cual nacieron) y fieles discípulos de Jesús, evaluando a la luz de las enseñanzas de Cristo lo que sus compatriotas musulmanes hacen y enseñan (a veces aceptando, a veces reinterpretando y a veces estando en desacuerdo).
¿Cuál es la mejor manera en la cual los creyentes pueden ser “críticamente leales” a su comunidad de nacimiento y a su herencia familiar, criticando respetuosamente lo que no es bíblico, al mismo tiempo que respetan el mandamiento de Dios de honrar a su padre y a su madre?
Desde el Gran Despertar del siglo XVIII, los evangélicos han insistido en que lo que más importa a Dios es si tenemos una relación con Jesucristo que transforme nuestra vida. David Brainerd fue expulsado de Yale en 1742, por comentar que cierto miembro de cuerpo docente (un “cristiano” leal) tenía “menos gracia que esta silla”, porque no había tenido una experiencia personal con Jesús.
Permítame concluir haciendo un llamado desde lo profundo de mi corazón. En los últimos meses esta controversia se ha vuelto áspera. Los creyentes que tienen un trasfondo musulmán como Nabil e Ibrahim, prácticamente no pueden participar de esta discusión porque de hacerlo se expondrían a una mayor persecución. En cambio, los cristianos no provenientes de trasfondos musulmanes discuten sin tenerlos en cuenta, convirtiendo en anatema primero a Ibrahim y luego a Nabil. Sin embargo, Ibrahim y Nabil se respetan mutuamente como hermanos y están dispuestos a disentir con amor.
Al recordar la manera en que herí a mi amigo judío en 1979, deseo ser muy cuidadoso de no rechazar a hermanos que ya han sufrido por Jesús.
“Al que a mí viene, no le echo fuera”, dijo Jesús.
Debido a que Nabil e Ibrahim comprenden su posición en el Cuerpo universal de Cristo, deben oír el consejo de creyentes de otras partes del mundo. Sin embargo, si comprendemos nuestra posición en ese mismo Cuerpo, respetaremos el derecho que ellos tienen –bajo la autoridad de la Biblia– de resolver la manera en la cual expresarán su identidad como seguidores de Cristo. Son las vidas de ellos las que están en riesgo. Si ellos pueden respetarse mutuamente después de haber sido encarcelados por causa de Jesús, entonces, con toda seguridad, nosotros también podremos tratarlos a ambos con respeto.
Joseph Cumming y su familia vivieron quince años en una comunidad musulmana pobre en el Norte de África, donde él todavía supervisa un programa de ayuda humanitaria. Actualmente dirige el Programa de Reconciliación del Centro para la Fe y la Cultura, de la Universidad de Yale, y se reúne regularmente con líderes musulmanes de alto rango en todo el mundo. Para obtener más información, visite www.josephcumming.com.
El movimiento Lausana entra en la recta final de su tercer encuentro (Lausana III, en Ciudad del Cabo, en octubre de 2010). Con este motivo, organiza un foro global por internet llamado “Conversación Global de Lausana”. A través de blogs, forums de discusión y otras herramientas interactivas como Twitter y Facebook, la conversación global permitirá que se oigan las voces de todos. Por ello, este foro está abierto a todos los cristianos evangélicos del mundo entero, y servirá para debatir las cuestiones centrales que se debatirán en CP2010, incluyendo el contenido de este artículo.
Te recordamos la web de la “Conversación Global de Lausana” ¡No dejes de participar!
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