Todo el Evangelio, toda la Iglesia, todo el mundo (II)Ya analizamos el pasado domingo que levar el evangelio hasta los confines de la tierra, en obediencia a la Gran Comisión, es un imperativo ineludible. Una definición de la evangelización mundial que ha ganado el consentimiento de los cristianos de todas partes es el memorable resumen del Pacto de Lausana, diseñado en gran parte por John Stott y confirmado por el Congreso de Lausana sobre la Evangelización Mundial en 1974: “La evangelización requiere que toda la iglesia lleve todo el evangelio a todo el mundo”.
Los tres “todos” personificados en esta sonora frase han formado parte del discurso cristiano mucho antes de que John Stott diseñara el Pacto de Lausana. Vimos a fondo el primer “todo” (todo el Evangelio), y
en este artículo concluiremos el análisis viendo qué significa “toda la Iglesia” y “todo el mundo”.
“TODA LA IGLESIA”
En sentido cuantitativo, la expresión “toda la iglesia” insiste que la misión es tarea de todos los cristianos, no solamente de los líderes o de los misioneros profesionales, y esto es algo que conviene recordar. La misión es demasiado importante para dejarla sólo en manos de los misioneros.
El Pacto de Lausana dice que “somos llamados” a fin de “ser enviados”. El evangelio total de Jesucristo está plenamente expresado solamente cuando la Iglesia, el cuerpo de Cristo en la tierra, cumple fielmente los tres roles que Cristo mismo cumplió en la tierra y por los que nos da poder por medio de su Espíritu. Somos llamados a un papel sacerdotal en la adoración y plegaria, a un papel profético declarando el mensaje de Dios y las prioridades de su mundo; y a un papel de siervo. Únicamente cuando realicemos todos estos papeles juntamente reflejaremos verdaderamente el amor redentor de Dios a favor del mundo.
Examinemos las dimensiones de totalidad que necesitaremos para incluirlas en la conversación.
IGLESIA MISIONERA
Como hemos visto, la misión es intrínseca a la existencia del pueblo de Dios que es “llamado” para un propósito. ¿Qué otra clase de iglesia puede haber sino la única que Dios ha creado para la misión? Un amigo me dijo recientemente: “La Iglesia misionera me suena como mujer hembra; si no es misionera es que no es iglesia”. Como alguien dijo una vez: No es que Dios tenga una misión para esta iglesia en el mundo, sino que Dios tiene una iglesia para su misión en el mundo”.
La escandalosa falta de unidad. En segundo lugar, necesitamos contrastar el ideal de
“toda” la iglesia con la rampante falta de unidad que fractura la iglesia en todas partes. ¿Cómo podemos llevar la unidad del evangelio a nuestro mundo roto, a menos que demostremos cierto nivel de su poder curativo en nosotros mismos? Con todo, la iglesia está frecuentemente desgarrada por la división y conflictos acerca de razas, castas, tribus, sexos, bienes materiales y muchas otras cosas.
La iglesia no es solamente el mecanismo de distribución del evangelio. Es, en sí misma el
producto del evangelio, y tiene que ser una viva, visible
prueba del poder éticamente transformador del evangelio. Por esto, los desaciertos y los abusos en la comunidad evangélica mundial son, en el sentido neotestamentario literal de la palabra, un escándalo enorme –un obstáculo para que el evangelio sea visto, oído y aceptado. Para esto la única respuesta es el arrepentimiento y la reforma.
La comunidad cristiana global. El verdadero arrepentimiento requerirá invocar un tercer sentido de “toda la iglesia”. Necesitamos “la iglesia de
todo el mundo”, trabajando a niveles mucho más elevados de mutua cooperación y asociación, de norte a sur y de este a oeste. Hay una gran cantidad de cosas que escuchar, que aprender y de cosas que hay que olvidar. Nuestra labor a través de los límites y las fronteras es hacer lo mejor, en palabras de Pablo, aceptarnos unos a otros, teniendo mejor concepto de los demás que de nosotros mismos y cuidando de sus intereses mejor que de los nuestros. Una Conversación Global es, ciertamente un buen lugar para empezar, aunque no para terminar.
“TODO EL MUNDO”
Se puede tomar la frase “todo el mundo” en un sentido puramente geográfico, refiriéndonos a cada rincón del planeta. “Cualquier parte”
no es el campo de misión, incluyendo nuestro propio país. Todavía hay muchos pueblos del mundo que no han sido alcanzados por el evangelio, muchas lenguas que no tienen porción alguna de la Biblia y también muchos lugares donde el nombre de Cristo no ha sido oído nunca. Todo esto son prioridades urgentes para la misión evangelística cristiana. Los confines de la tierra están aguardando todavía. Y hoy los confines de la tierra pueden ser incluso el vecino de la puerta de al lado o el emigrante que vive entre nosotros.
Pero necesitamos profundizar más y más y considerar otras dimensiones de todo el mundo nuestro al que la misión bíblica debe dirigirse.
La historia del mundo, como Dios la cuenta en la Biblia, en términos de los orígenes, historia y destino definitivo del mundo. Según Pablo, no vamos a ser salvados
fuera del mundo creado sino
junto con él. Pero si nuestras Biblias empezaran en Génesis 3 y terminaran en Apocalipsis 20, correríamos el peligro de perder el objetivo de la gran historia de la redención de Dios de toda la creación. Nosotros pensamos sólo en salvar pecadores del juicio final, no en vivir en la presente creación como los que, estando en Cristo, ya llevan los valores transformados y la verdad profética de la nueva creación aquí y ahora.
El mundo de la cosmovisión, filosofías y fes. ¿Cuáles son los dioses que nos rodean y qué es la semejanza a Cristo y la respuesta del amable vecino a aquellos que los adoran?
No debemos limitar esto a creer solamente en un mega-bloque de fes mundiales. Existen completas ideologías de secularismo y ateísmo que necesitan comunicarse, junto con los ídolos del consumismo, el patriotismo y el hedonismo que están triunfando mediante la adoración de aquellos que dicen ser discípulos de Jesucristo.
El mundo de la creación, y nuestra responsabilidad con la tierra que Dios nos ha confiado, la cual Dios ha reconciliado consigo mismo por medio de la cruz (Colosenses 1:20). Si el planeta fue creado por Cristo, sustentado por Cristo y pertenece a Cristo como su herencia, lo menos que podemos hacer es cuidarlo adecuadamente. La responsabilidad bíblica de administración y dominio de la tierra debería haber sido un tema evangélico, mucho antes de que la amenaza del cambio climático se convirtiera en materia de preservación.
El mundo de la globalización y la plaza pública. ¿Qué clase de compromiso misionero debería tener lugar en relación con las tendencias y fuerzas de la economía globalizada, la inmigración masiva, el cyber-mundo de Internet y las nueva tecnologías, y todo lo que ocurre en el mercado y en la plaza pública, en los negocios, la política, la educación, los medios de comunicación, el periodismo, la medicina, y en todo el mundo del trabajo humano?
El mundo de la violencia, la guerra y el terrorismo. Estamos rodeados de mitos y contra-mitos que generan violencia y justifican la violencia de réplica. Aparte de enfrentarnos a la horrible escala de muertes y destrucción que estos ídolos producen, ¿no tenemos acaso la responsabilidad de desafiar y exponer su falsedad y preguntar que realidad del evangelio es implicada por Jesús cuando dijo: “Bienaventurados los pacificadores”?
El mundo de las necesidades humanas y el sufrimiento. La lista a colocar bajo este encabezamiento podría ser infinitamente larga. Pero si el evangelio es buenas noticias en relación a lo que el pecado ha convertido en malas noticias, el evangelio debe ser suficientemente grande y nuestra misión suficientemente amplia para incluir el poder transformador de Dios en relación con la enfermedad, el hambre, la brutalidad, el tráfico de seres humanos, la esclavitud, la violencia de género, la pobreza, la injusticia, la limpieza étnica, todas las formas de odio tribal, de casta y étnico y la opresión.
Termino aquí para volver al versículo tema del Congreso en su rico y profundo contexto. Las palabras del Apóstol Pablo en 2 Corintios 5:18-19 presentan un maravilloso resumen del tema de este artículo: “Todo esto proviene de Dios, quien a través de Cristo nos reconcilió a sí mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación; Dios estaba reconciliando al mundo a sí mismo en Cristo…”
El ministerio redentor y de reconciliación de Jesús envía a los que antes ha llamado. Y somos enviados para llevar todo el evangelio de Dios a todo el mundo de Dios. No hay nadie que individualmente pueda dedicarse a todo lo que una misión global demanda. El mismo pensamiento, indudablemente, se le ocurrió a Dios, por eso creó la iglesia con multiplicidad de dones y llamamientos, a fin de que pudiéramos, como toda una iglesia, llevar el testimonio de todo el evangelio a todo el mundo.
Deseamos que esta conversación global genere un entendimiento más inteligente y una acción más centrada, mientras participamos con Dios en su misión global.
Autor: Chris Wright, Director Internacional de la “Langham Partnership International” (Ministerios de John Stott en USA) y Presidente del “Lausana Theology Working Group”. Será el expositor bíblico de Fórum GBU 2009.
El movimiento Lausana entra en la recta final de su tercer encuentro (Lausana III, en Ciudad del Cabo, en octubre de 2010). Con este motivo, organiza un foro global por internet llamado “Conversación Global de Lausana”. A través de blogs, forums de discusión y otras herramientas interactivas como Twitter y Facebook, la conversación global permitirá que se oigan las voces de todos. Por ello, este foro está abierto a todos los cristianos evangélicos del mundo entero, y servirá para debatir las cuestiones centrales que se debatirán en CP2010, incluyendo el contenido de este artículo.
Te recordamos la web de la “Conversación Global de Lausana” ¡No dejes de participar!
Fuente: CT2020. Traducción: Jaume Tutusaus y Rosa Gubianas. Edición: ProtestanteDigital.com
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