Tal como lo recuerda Miguel Salabert, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz fueron dos poetas tan distintos como indisolublemente unidos. Unidos incluso en las vicisitudes y persecuciones. La versión que Fray Luis de León hizo de EL CANTAR DE LOS CANTARES le llevó a la cárcel. San Juan de la Cruz compuso su famoso CÁNTICO ESPIRITUAL mientras estaba en la cárcel.
Una de las primeras ediciones de la Enciclopedia Espasa decía que San Juan de la Cruz –su nombre era Juan de Yepes- había nacido en Fuenterrabía, Guipúzcoa. De haber sido así tal vez el siglo de oro español no habría contado entre sus genios al gran místico. El pintor asturiano Darío Regoyos dijo que Castilla es el paisaje más espiritual del mundo, porque en kilómetros a la redonda no se ve nada comestible.
La Espasa ha corregido el error en las nuevas ediciones y concuerda con todas las biografías que existen del místico en que éste nació en Fontiveros, Avila, probablemente el 24 de junio de 1542. Era el último de tres hermanos.
¡Qué España aquella! Rafael Torres la pinta “oscura, pobre y triste”. Reunía todos los síntomas de la locura y de la intolerancia religiosa. La Inquisición, el Concilio de Trento, la Contrarreforma. “Tres reyes bastante infames –sigue Torres-, Carlos I, Felipe II y Felipe III, los que marcan el cénit y el declive del Imperio español, pasan sobre el país dejando una huella indeleble de negrura e intolerancia”.
A San Juan de la Cruz le gustaba recordar que era hijo de un pobre tejedor. El padre murió cuando el futuro poeta sólo tenía nueve años. Al enviudar, la madre decidió trasladarse a Medina del Campo (Valladolid), donde el niño Juan de Yepes trabajó como aprendiz de carpintero, sastre, escultor y pintor. Después de estudiar las primeras letras en el Colegio de la Doctrina para niños pobres, decidió ingresar en la Orden Carmelita. Aquella España de ocho millones de habitantes tenía doscientos mil hombres y mujeres al servicio de la Iglesia católica. Era el mejor refugio contra el hambre y la pobreza.
En 1567, cumplidos 25 años, San Juan de la Cruz fue ordenado sacerdote. Para entonces ya había realizado estudios de Filosofía, Teología, Latín y otras disciplinas en el campo de las Humanidades. Por esta época
conoce a Teresa de Avila, de quien fue primero discípulo y luego maestro. Desde entonces los dos lucharon juntos por el ideal de la Orden Carmelita, librando las mismas batallas y sufriendo idéntico tipo de persecuciones. Santa Teresa dijo de San Juan de la Cruz que era el varón más santo y más sabio que la Iglesia católica tenía en aquellos tiempos.
Víctima de las intrigas frailunas, San Juan de la Cruz fue detenido y encarcelado en una pequeña habitación sin luz en un convento de Toledo. Allí fue torturado y sometido a una severa disciplina a pan y agua.
En este encierro empezó a escribir su obra más celebrada, el CÁNTICO ESPIRITUAL. Consigue escapar del convento descolgándose por una ventana y huye de Toledo.
Entre 1578 y 1591 desarrolla una gran actividad en Andalucía, fundando conventos de los carmelitas descalzos en varias poblaciones. Este es el período de más intensa labor literaria. Enfermo, agotado físicamente, con una pierna ulcerada, el 28 de septiembre de 1591 se traslada a Úbeda, donde fallece el 14 de diciembre. Un año después su cuerpo fue llevado a Segovia.
San Juan de la Cruz no escribió mucho. La Biblioteca de Autores Cristianos, de Madrid, publicó en 1940 su obra completa en un tomo de 850 páginas. Sus escritos pueden dividirse en mayores y menores. Entre los primeros destaca el CÁNTICO ESPIRITUAL, seguido por SUBIDA AL MONTE CARMELO, NOCHE OSCURA DEL ALMA y LLAMA DE AMOR VIVA. Entre las obras menores se incluyen AVISOS Y SENTENCIAS, EPISTOLARIO y una serie de poesías de extraordinaria belleza. Algunas de estas poesías son versiones en sentido religioso de poesías profanas.
La obra más celebrada de San Juan de la Cruz es, sin duda, el
CÁNTICO ESPIRITUAL. Quien no lo haya leído debe hacerlo. El místico utiliza metáforas y comparaciones espléndidas para darnos a conocer las excelencias del amor divino en las almas. Coincidiendo en la forma y en el sentido con Santa Teresa, San Juan de la Cruz nos lleva en progresión desde los grados inferiores a los más altos del desposorio y el matrimonio espiritual.
Aún cuando el CÁNTICO ESPIRITUAL suena mucho a EL CANTAR DE LOS CANTARES, de Salomón, la estructura general es distinta. Para el filósofo José Luis López Aranguren, EL CANTAR DE LOS CANTARES es un poema “sobrecargadamente sensual” en su interpretación literal, en tanto que el CÁNTICO ESPIRITUAL “no es nada sensual pero sí hondamente erótico en su trasposición poética”.
La influencia del bíblico CANTAR DE LOS CANTARES en el CÁNTICO ESPIRITUAL salta a la vista desde los primeros versos. San Juan de la Cruz se apoya en Salomón para sus composiciones líricas. Véase una muestra en la canción primera y tercera del CÁNTICO:
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas,
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
La poesía de San Juan de la Cruz está considerada entre las más brillantes que produjo el siglo de oro español. Su singularidad consiste en que es una poesía a la vez ascética y erótica; dramática y lírica. Principalmente mística. Miguel Salabert insiste en que si mística quiere decir misterio, o viene de él, “no hay poesía más misteriosa y más enigmática” que la de San Juan de la Cruz. Para Aranguren, “la vida mística se asienta sobe la soledad buscada. El alma ha de allegarse por sí, sin interpretaciones externas, a Dios hasta fundirse con El”.
El pastor protestante inglés Colin Thompson afirma que “la obra de San Juan de la Cruz es más protestante que católica”. Thompson añade que su espiritualidad “estuvo marcada por el apego a la Biblia y a la interioridad”, ambas actitudes protestantes.
Thompson inscribe la figura de San Juan de la Cruz dentro de “la iglesia inconformista”. Estas congregaciones disidentes –añade Thompson- “representan, dentro del campo protestante, un deseo paralelo al que animó a Santa Teresa y a San Juan: el retorno a la Iglesia primitiva y a una vida que no admite un cristianismo tibio”.
Volviendo al filósofo López Aranguren, “si de Martín Lutero se ha dicho que funda la prosa alemana moderna, también de San Juan de la Cruz cabría decir, quizás, que es el fundador de la moderna poesía –erótica y mística- española”.
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