La cosmovisión del microcosmo

Ver en los evangelios a esa persona del todo excepcional no sólo comprometido con el bien sino siendo en si mismo el bien, que era y sigue siendo perfecto, equilibrado, poderoso y grande a la vez que llano y accesible es lo único que puede mover a alguien a entregarle la vida.

Sobre eso se puede construir una verdadera cosmovisión cristiana y los criterios personales poco a poco dejan paso a una manera de entender la vida bajo la influencia saludable de la Biblia, la palabra de Dios. A la sombra del Maestro se van incorporando criterios y principios cristianos de aplicación universal.

Lejos de cualquier escapismo la persona en contacto con Cristo desarrolla una especial sensibilidad ante la miseria humana —tanto la moral como la otra—, el tráfico humano, la explotación ya sea sexual, infantil, laboral o la que sea. Sufre ante la inmoralidad, la corrupción y las drogas. Se opone al aborto porque valora la vida y respeta al único dueño de la vida, Dios. Entiende que la homosexualidad se distancia de la voluntad de Dios pero que Dios ama al homosexual.

¿Qué ha podido ocurrir para que amplios sectores del cristianismo se hayan deslizado hacia la estrecha ´cosmovisión´ de su propio microcosmo?

Nadie puede señalar a nadie excluyéndose a si mismo. Lo religioso, el credo, la doctrina y la normativa han ido ganado fuerza en detrimento de la relación con Cristo y su estilo de vida.

La iglesia ha dejado de ser la suma de los creyentes en Cristo y ha pasado al ser el local de tal forma que cualquier acto fuera del local no se considera actividad de iglesia, es algo secundario, sin importancia.

La única miseria conocida es la de los que acuden a nuestro local en la obra social. Los únicos marginados conocidos son los que han dejado de venir a los cultos. Sobre drogas y homosexualidad se opta por mirar hacia otro lado cuando afecta a alguno de los nuestros. Se reinterpretan los textos sobre el divorcio cuando la separación pasa por nuestra puerta.

Cada día se hace más grande la distancia entre la vida religiosa y la vida real.

Se impone seguir el consejo bíblico ´si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu´ (Gálatas 5:25)