“Por la manchega llanura, se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar”, escribió León Felipe en un bellísimo poema cantado por Juan Manuel Serrat en su disco “Mediterráneo”, aplaudido y premiado. Más universal era la mirada del italiano Paolo Savj López cuando escribía el siglo pasado: “Desde hace más de trescientos años vive Don Quijote. Erguido sobre la silla de Rocinante, escuálido e inmortal, mira ante sí con ojos profundos, absorto en sus sueños, campeón vencido de la invencible quimera”.
Don Quijote, mi señor Don Quijote, mi héroe, mi modelo, mi ídolo literario, mi ideal, sólo superado por Cristo. El libro que cuenta sus hazañas es el más leído por mí, después de la Biblia. Sobre mi señor Don Quijote he escrito libros, he dictado conferencias, ocupa en mi corazón el pequeño hueco que deja el Salvador del alma. Para mí no existió Cervantes, ni Sancho, ni Dulcinea, ni Aldonza Lorenzo, ni los duques, ni la ínsula Barataria, sólo existió y existe Don Quijote, a quien Dios tenía un lugar reservado en el mejor de los cielos. Es lo que yo quiero creer.
Don Quijote puede enseñar todavía mucho a quien quiera seguirlo con humildad de espíritu y amor en sus aventuras.
Ahora, grandes escritores extranjeros, diez en total, maestros de la literatura, reivindican en el libro que estoy comentando la vigencia universal del Quijote. Son: Harold Bloom, Margaret Atwood, Tahar Ben Jelloun, Peter Esterhazy, Isamael Kadare, J.M.G. Le Clézio, Claudio Magris, Nélida Piñón, Michel Tournier y Abraham B. Yehoshúa.
La idea de este volumen partió del Instituto Cervantes, que suele realizar cada año unas 1.300 actividades.
Los autores de DON QUIJOTE ALREDEDOR DEL MUNDO indagan en las complejas relaciones entre todos los personajes de la novela, principalmente entre Don Quijote y Sancho. Cada autor emite la opinión que El Quijote le merece y destaca sus singularidades.
Harold Bloom, el cascarrabias crítico literario a quienes los autores temen en Estados Unidos más que a la gripe, tiene una nota de alabanza para el Señor Don Quijote. Dice que mientras los personajes de Shakespeare nos enseñan a hablarnos a nosotros mismos, a través de Don Quijote Cervantes instruye sobre cómo hablar los unos con los otros. Shakespeare es la frialdad cerebral, Cervantes es el corazón encendido, puro sentimiento.
Lo confieso. El capítulo escrito por el marroquí de cultura francesa,
Tahar Ben Jelloun, me ha llegado al alma. Se refiere al Gran Teatro Cervantes de Tánger. Un lugar espléndido, construido por los españoles cuando ocuparon el norte de Marruecos. En Tánger viví los mejores años de mi vida, desde los 18 a los 36. Acudía al teatro Cervantes cada vez que había representación, cosa no muy frecuente. Creo que la última obra que vi allí fue LOS POBRECITOS, de Alfonso Paso. Ben Jelloun evita a Don Quijote y dedica toda su escritura al teatro.
Muy acertada la expresión de
Michel Tournier: Cervantes desapareció completamente detrás de Don Quijote, así como el fraile Tirso de Molina fue eclipsado por su Don Juan y Daniel Defoe por el aventurero Robinson Crusoe. A propósito de Shakespeare y de Cervantes, las enciclopedias nos revelan una coincidencia sorprendente, los dos murieron el mismo día, 23 de abril 1616.
El último capítulo de DON QUIJOTE ALREDEDOR DEL MUNDO lo escribe el intelectual judío
Abraham B. Yehoshúa, escritor y profesor de literatura. Confiesa una experiencia que ha ocurrido a otros muchos autores de la inmortal novela. Que no es hasta los últimos capítulos, y más concretamente el que trata de la muerte de mi señor Don Quijote, cuando llega a descubrir los aspectos dramáticos de la excelsa figura. Se trata de un final sorprendente, pero rotundo. Muestra la firme decisión del caballero, en su lecho de muerte, de acabar definitivamente con sus fantásticas aventuras. Si vivió loco supo morir cuerdo. En su lucidez nos deja una frase que los años y los siglos han recordado y continuarán recordando: “Vámonos poco a poco, que en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño”. Es así como nos vamos desde el mismo instante del nacimiento. Poco a poco. Y no valen armas en esta guerra.
Si la Biblia es “la única historia en la cual podemos creer a pies juntillas”, en palabras del periodista y escritor Eulogio Palacios, es opinión del inglés Henry Fielding, autor del libro DON QUIJOTE EN INGLATERRA, que “no hay libro escrito por hombre que merezca el nombre de historia mejor que el que contiene las hazañas del famoso Don Quijote; ni aún el de Mariana. Porque la obra de Mariana está limitada a un período particular, a una nación, pero Don Quijote es la historia del mundo en general”.
En este sentido considero muy acertado el título dado por el Instituto Cervantes a este hermoso libro, DON QUIJOTE ALREDEDOR DEL MUNDO. Por estos derroteros del universo humano sigue cabalgando Don Quijote, peregrino de su ideal, rebosante de vida y de grandeza generadora, agigantada su figura, trascendiendo los límites de la fábula, marcando con sello especial e indeleble a todas las gentes, a todas las razas, a todos los pueblos, a todas las naciones, a los que su gigantesca figura espiritual pertenece.
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