¿Europa? …¿y eso qué es?

¡Qué bien, ya tenemos a nuestros dos grandes partidos en el uso de la tan acariciada descalificación mutua! No hay nada más desagradable para los ciudadanos que soportar a diario y con mayor intensidad en campañas, las malas maneras de confrontarse unos con otros.

Hace tiempo que olvidaron la mínima cortesía de relacionarse entre adversarios políticos. Todo vale para hacer quedar mal al otro, lo mismo la gripe A que el Yak-42, lo mismo da el avión de ZP que los vuelos de Rajoy. Vídeo contra vídeo.

Si entramos en el terreno de la corrupción se ven pasar proyectiles con los nombres, entre otros, de Chaves, Elche, Arrecife, Lorca o Collbató en una dirección y Gürtel o Francisco Camps en la otra. A todos nos gustaría que esos y todos los casos de corrupción del país se sacaran a luz pública como resultado de la exigencia ética y para que el sistema democrático fuera más justo y transparente. Pero no.

Lo único que se pretende es demostrar que el enemigo-adversario-contrincante político es eminentemente corrupto y debe ir a la cárcel. Así se pueden escuchar argumentos similares en ambos bandos según sean acusadores o acusados en cada fiasco y, si el caso llega a los tribunales, tarde o temprano el corrupto acabará descalificando a los jueces.

Si a todo eso se le suma que sólo 33 de nuestros 350 diputados nacionales no están pluriempleados en ocupaciones ajenas a aquella para la que los elegimos —¿serán esos los más honestos, o no?— ya tenemos el caldo de cultivo para la desafección política que más pronto que tarde se traduce en abstención. Las encuestan dicen que en febrero de este año nada más que el 27 % tenía intención de votar en las elecciones de euros-diputados, ahora ha subido al 45 % —Por cierto, ¿serán validos los resultados electorales con esa tasa de participación— aunque no pasan del 33 % quienes afirman con contundencia que vayan a hacerlo el 7-J.

Cabe preguntarse si a nuestros políticos les preocupa tanto como dicen la abstención. Si de verdad estuvieran interesados les veríamos no tratando al electorado como inmaduro y primario que se activa electoralmente mediante palabras gruesas, sino aprovechando la campaña para explicar con claridad que desde sus comienzos el proyecto de Europa es seguro aunque difícil y lento y que, va en la buena dirección a pesar de los tropiezos y zancadillas. Son muchos los que agradecerían discursos con contenido de verdad europeo que ayudaran a comprender lo que de verdad está en juego.

Se acerca la jornada de reflexión y, por lo que se ve, los ciudadanos se dedicarán no sólo pensar en a quien van a votar sino también en si es que van a ir a votar. No estaría mal que nuestros políticos aprovecharan ese día para reflexionar sobre descalificación, corrupción, desafección y abstención.