Dureza y crueldad

Aún en tiempos de bonanza económica y vacas gordas como los que hemos dejado a atrás al parecer por bastante tiempo, y aunque cada cual lo vive según sus propias circunstancias, la existencia siempre tiene un punto de aspereza y severidad que a veces se percibe como difícil e insufrible.

A todo ello los humanos añadimos en ocasiones —muchas más de las deseables— unas gotas de crueldad, ese deleite en hacer sufrir o la complacencia en los padecimientos ajenos.

Algunos comportamientos animales llegan a convertirse en auténticos referentes de colaboración y liderazgo natural. Los jabalís se tumban a dormir de forma cruzada a fin de vigilar todo el territorio. Las hormigas heridas que se saben próximas a la muerte, ante otra especie que intenta tomar su hormiguero, salen fuera y taponan la entrada para obstaculizar el avance invasor, evitar que sus compañeras las tengan que sacar y cooperar en la defensa hasta la muerte. En la formación de vuelo de las aves migratorias el jefe no es el que va delante sino que se turnan para optimizar la resistencia en sus largos desplazamientos. Se unen ante una amenaza externa o un objetivo común por el bien de la colectividad.

Es duro estar inmersos en una crisis económica que parece no tocar nunca fondo pero es cruel ver como los principales partidos políticos, en lugar de trabajar por un gran pacto de estado para combatirla, dedican todos sus esfuerzos a airear las posiblemente verdaderas vergüenzas ajenas e ignorar, ocultar, disimular y hasta justificar las propias.

El recuerdo de las víctimas del 11-M es muy duro pero no es menos cruel que las presencias o ausencias en los actos conmemorativos vengan determinadas por las rencillas políticas entre partidos. De nada sirven después las disculpas y explicaciones más o menos imaginativas.

Es dura la violencia machista galopante pero es cruel el tratamiento que se hace en algunos programas televisivos de todos conocidos con el único objetivo de aumentar la audiencia a costa de lo que sea.

Es dura la lucha de los cristianos con la intolerancia de esta sociedad que se dice dispuesta a tolerarlo todo pero es cruel que entre nosotros mismos nos tiremos los trastos a la cabeza. Si en lugar de seres humanos fuéramos jabalís, hormigas o aves migratorias...