Allí donde era madrugada se dormía confiadamente, pero donde era de día, los medios lo difundían ininterrumpidamente y se comentaba con horror en todas partes: las Torres Gemelas, en pleno corazón de Estados Unidos, habían sufrido el impacto de sendos aviones de pasajeros y estaban en llamas. Y sólo una persona en el mundo pudo decir, cinco días después, en una conferencia de prensa que, "lo ocurrido es, por supuesto, (...) la más grande obra de arte jamás hecha". Sus palabras fueron un estruendo en el clima de duelo dominante"(1).
Quien lo dijo, el compositor alemán Karlheinz Stockhausen, pocos días después quiso precisar sus declaraciones a la prensa: "
En mi obra yo he definido a Lucifer como el espíritu cósmico de la rebelión, de la anarquía (...). Después de algunas preguntas sobre los sucesos de América, dije que como plan parece ser la mayor obra de arte de Lucifer". Stockhausen deshacía la idea de que el arte está en armonía con el bien y con la belleza. El mal puede producir una obra de arte.
Pero, más que sus disquisiciones me interesaría saber si Stockhausen es satanista. Porque, seguidores del Diablo o simpatizantes de él, aparecen a menudo en los medios por noticias, ensayos u otros.
Otro personaje -éste sí es un seguidor de Satán- es Antón S. Lavey (Chicago, 1930-1997), a quien un periódico le dedicó una página completa (2) por la reedición de
La Biblia satánica, obra suya, como suya fue también la fundación de la Iglesia de Satán en 1966 (3).
Es interesante conocer cómo justifica esa fundación y por qué desestima a la "iglesia cristiana" en ese libro: Desde joven vivió en San Francisco. Allí comenzó a tocar el órgano en diversos locales, desde cabarets y ferias populares, a iglesias. Fue en esos escenarios donde empezó a gestarse su visión del ser humano.
«El sábado por la noche veía a hombres deseando con lujuria a las chicas que bailaban medio desnudas en la feria ambulante, y el domingo por la mañana, cuando tocaba el órgano en la carpa de los evangelistas, en el otro extremo del recinto de la feria, veía a esos mismos hombres sentados en los bancos con sus mujeres e hijos, pidiéndole a Dios que los perdonara y los librara de los deseos carnales. Sin embargo -prosigue-, la noche del sábado siguiente regresaban al espectáculo o algún otro lugar de complacencia. ¡Entonces supe que la Iglesia cristiana se fundamenta en la hipocresía y que la naturaleza carnal del hombre es inevitable!".
Supongo que Lavey ya conocería a través de la Biblia la triste condición del hombre (aunque lo que constató fuera una vergüenza para aquella iglesia ambulante... si es que eran creyentes, o sólo simpatizantes, claro) y que Jesús vino, precisamente, para devolver la esperanza a la humanidad y lograr el "rescate de muchos".
Otra noticia en EL MUNDO en relación a Satanás era la necrológica de un famoso demonólogo y exorcista, el sacerdote Corrado Balducci. Entre otras cosas, aseguró lo ya sabido, que "algunas canciones de rock contenían mensajes satánicos subliminales que inducían al mal o al suicidio". Escribió varios libros, entre ellos "
El diablo está vivo y se le puede reconocer". Es probable que muchos crean lo que asegura este título, pero que tienen que ser personas especiales, los exorcistas. Los cristianos -sin necesidad de ellos- sabemos que vive, porque lo asegura la Palabra de Dios y porque vemos su influencia en el mundo.
Pero ahora parece ser un personaje poco actual para las Iglesias, a las que les importan más otras cosas. O será esa adaptación que se está dando en algunos a los postulados del mundo para evitar ser tachados de fundamentalistas y antiguos, en lo que destaca las concesiones sobre la Creación; y no me estoy refiriendo a iglesias no evangélicas -como la iglesia católico-romana o la Anglicana (rama católica) que han rehabilitado a Darwin y sus teorías-, sino a otras conocidas como evangélicas, a las que hemos podido ver -y escuchar, ay- en encuentros interreligiosos muy difundidos. Pero, la tibieza no es un asunto menor: Por eso, dice Jesucristo,
"te escupiré de mi boca" (
Ap. 3:16).
En un texto del NT al que se recurría con frecuencia,
Ef. 6:10-18 (que ahora se considera más un escrito doctrinal para las iglesias), Pablo sitúa al cristiano en un ambiente bélico -el mundo-, donde domina su adversario -el Maligno-, y a los que hay que enfrentarse con las armas y equipamiento que sólo Dios da. Y lo concreta así:
"Porque nuestra lucha no es contra... carne, sino contra... los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes".
Si creemos esto, no consideraremos inintencionado que en la página sobre Lavey (2) se incluya un "
Decálogo trash" (¿basura?), que se condensa en uno solo: desobedece a Dios y ámate, sólo, a ti mismo.
Después de leerlo, consideraba el bien que hubiera podido hacer a cualquiera si en su lugar hubieran publicado los Diez Mandamientos. Aunque, después me quedó la duda: ¿¡Y si son una adaptación de ellos...!?
1). Josep Ramoneda, "La prueba de la guerra". BABELIA (El País) 27/9/08.
2). Darío Prieto, "En nombre del amor, (...) de Satán". EL MUNDO, página 40, 13/10/08.
3). Ved "Sectas satánicas", José de Segovia, EDIFICACIÓN CRISTIANA, nº 222, páginas 10 y 11.
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