El conflicto entre libertad de expresión y de conciencia (III)El término «Derechos Humanos» es utilizado por mucha gente. Pero esto no implica necesariamente que aquellos que lo usan tengan el mismo concepto de él; esto es importante tenerlo en cuenta cuando hablamos de libertad de expresión y religiosa. Buen ejemplo de ello son las declaraciones sobre derechos humanos de las dos principales entidades mundiales: Naciones Unidas (ONU) y la Organización de la Conferencia Islámica (OIC).
Las
Naciones Unidas (ONU) se fundaron después de la Segunda Guerra Mundial. La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos está basada en la ética judeo-cristiana y fue establecida en 1948.
La
Organización de la Conferencia Islámica (OIC) fue fundada en 1969, tiene 57 estados miembros y representa la quinta parte de la población mundial. Sus miembros producen la mayoría del petróleo y el gas del mundo. La OIC ha desarrollado y adoptado su propia declaración de derechos humanos, en parte para oponerse a la versión de las Naciones Unidas, declarando que los Derechos Humanos del Islam son diferentes.
Estos países musulmanes han firmado la declaración de las Naciones Unidas, pero no la cumplen demasiado a la hora de ponerla en práctica y se aferran preferentemente a la versión islámica, llamada la Declaración de El Cairo.
La Declaración de El Cairo afirma que los 57 estados musulmanes deben acatar la declaración, pero además aclara que la declaración se aplica a la «ummah», o sea, a todos los musulmanes alrededor del mundo, incluso los que viven en países no musulmanes.
Esto es digno de atención y extraordinario. Es la norma de los tratados internacionales y de las convenciones que las naciones han firmado y se han comprometido a acatar. Pero la Declaración de El Cairo anula indirectamente las fronteras y las leyes nacionales, declarando que la interpretación de la sharia sobre los derechos humanos se aplica a todos los musulmanes sin tener en cuenta la ciudadanía ni el país de residencia. Esto significa que las leyes islámicas (y la Declaración de El Cairo) suplanta las leyes nacionales en cada caso y en todo lugar.
La Declaración afirma una y otra vez —en el preámbulo, en varios artículos y en la conclusión— que todo esta sujeto a la sharia y debería interpretarse a la luz del Corán y de las leyes islámicas. Por lo tanto, puede mencionar la libertad y los derechos, pero están limitados por el Corán y la Ley Islámica.
El artículo 10 de la Declaración de El Cairo trata de la libertad religiosa y afirma que la religión no debe ser impuesta, pero, por supuesto, sujeta a la sharia. Es un hecho conocido que todos aquellos que dejan el Islam están en riesgo y muchos son castigados, incluso con la muerte.
El artículo 18 de la Declaración de las Naciones Unidas trata de la libertad religiosa y tiene tres componentes principales: El derecho de tener, expresar y cambiar la propia fe. Pero en los países en los que el Islam tiene una mayor influencia hay limitaciones precisas en relación a la expresión de creencias y al cambio de religión; esta última especialmente para los musulmanes. En general, a los cristianos se les permite convertirse al Islam, pero es ilegal y peligroso para un islámico abandonar el Islam.
Esto es lo que dice la Declaración de El Cairo sobre la libertad de expresión: «Cada individuo tendrá el derecho a expresar su opinión libremente siempre y cuando no sea contraria a los principios de la shariah. Cada individuo tendrá el derecho de defender lo que es justo y propagar lo que está bien y advertir sobre lo que es malo y perverso, según las normas de la sharia islámica».
De este modo, la libertad de expresión es siempre interpretada y limitada por la sharia.
Las estadísticas muestran, una y otra vez, que los ciudadanos de países musulmanes sufren opresión; carecen de los derechos humanos y las libertades más elementales en lo que se refiere a la política, los medios de comunicación, la religión, la igualdad de género, etc. Se puede hablar de derechos humanos, pero las versiones islámicas del mismo tema conducen a lo contrario, como resultado de la supremacía de la ley de la sharia mundialmente en la fe y la práctica musulmanas.
Esto también afecta a la libertad de expresión y religión, el tema central de estos artículos. De esta manera, necesitamos ser conscientes que existen términos iguales o similares que pueden llenarse con diferentes contenidos.
Publicado en la revista Idea de la Alianza Evangélica Española (nº 17, 2008,
www.AEEsp.net)
Traducción de Irene Pérez. Texto revisado por Rosa Gubianas y ProtestanteDigital
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