49 centímetros y 2 kilos novecientos

Cuarto o primero, tercero o segundo ¿qué más da? Esta experiencia siempre es nueva, siempre distinta, siempre única.

Mientras te esperábamos yo pensaba que las sensaciones del tercer nacimiento de un nieto serían repetitivas y que la fuerza de la costumbre acabaría por imponer su cordura, su equilibrio y su moderación. Pero, por suerte, hay cosas a las que uno no se acostumbra nunca.

Cuando te vi lo primero que me impactó fue tu tamaño y tu volumen (bueno… tu no tamaño y tu no volumen). Después me fijé en tus facciones bellas, nítidas y definidas como consecuencia de no haber sufrido apenas al nacer. Tus ojos eran capítulo aparte, abiertos, hasta parecía que mirabas —ya te enterarás de cómo somos los abuelos, que a veces vemos miradas donde no las hay— y tu piel, para qué te voy a contar, acariciarla hace llorar sin escapatoria.

Llegó el momento de cogerte en brazos por primera vez y afloró esa inseguridad fruto de mi impericia manifiesta y del miedo a hacerte daño. Elástico pero no de goma sino muy, muy delicado.

Eres un tesoro y los tesoros siempre ponen nervioso cuando se tienen en las manos. Medías cuarenta y nueve centímetros y pesabas sólo dos kilos novecientos pero vienes lleno grandeza y ternura.

Cuando he tenido tiempo de pensar, créeme que no ha sido fácil ni pronto, me he dado cuenta de la pasión tan intensa que me provoca el que ya estés con nosotros. Nieto sacacorchos que quita el tapón del tanque de las emociones, capaz de filtrar las malas y conseguir que las más bellas e incontrolables se den de bofetadas por salir todas a la vez, a borbotones y con mucha fuerza.

Ignoro lo que serás de mayor y creo que eso tampoco es que me interese demasiado en este momento, lo que si tengo claro es que eres una maravilla, diminuta, pero maravilla que lleva la imagen de Dios a cuestas. No hay más que mirarte.

Felicidades a tus padres y a toda la humanidad, por ti y por los que son como tú porque nos recordáis con vuestra simpleza, inocencia y sin palabras lo maravillosa que es la vida y su Autor.

No sé si sabes ¡vaya pregunta, claro que no lo sabes! Pero sois entre otras cosas la gasolina que nos impulsa a seguir luchando en este mundo tan inhóspito.

Esta noche iré a tu casa para verte mientras duermes. Un besazo.