Pragmatismo (III)El pragmatismo busca una satisfacción inmediata de cualquier necesidad o deseo: el hedonismo. Esta característica se une a la primera, el egoísmo: ambas se han visto en los dos artículos anteriores. Al diseccionar el pragmatismo de nuestra sociedad, encontramos una tercera característica: valora el éxito según resultados tangibles, mensurables, en especial los que se pueden medir con números.
Las cifras son el tótem que, finalmente, determina el fracaso o el éxito de un proyecto. Todo se valora según los números. En este sentido podemos decir que es un sistema materialista. La primera conclusión del pragmático era: «Si no lo necesito, no lo quiero»; la segunda: «¿Por qué no ahora?». Este tercer aspecto lo podemos resumir con el dicho «los números cantan».
Los resultados valorados en cifras constituyen el criterio fundamental para decidir si algo va bien o mal, si funciona o no funciona. Vaya por delante que este criterio es lógico y aceptable en el mundo empresarial. Pero si se aplica de forma ilimitada v deshumanizada, el lugar de trabajo deviene una forma moderna y legalizada de esclavitud.
Los aspectos positivos del capitalismo pueden trocarse en un infierno si los únicos que cuentan son los números de la empresa.
Un ejemplo de la vida comercial nos lo ilustra. Los agentes comerciales de una empresa se ven sometidos a una presión extraordinaria por parte de sus superiores. ¡Por supuesto que vender es su trabajo! ¡Su obligación es vender! Pero ya no parece tan lógico que, con demasiada frecuencia, se les obligue a hacer «la cuadratura del círculo», exigiéndoles resultados casi imposibles bajo amenaza de perder incentivos o incluso su lugar de trabajo.
Lo único que cuenta es que, a final de mes o a final de año, los números salgan. Hay que vender y vender. No importa que el precio sea engañar al cliente o hipotecar la salud del comercial, o su vida personal y familiar. Así, muchos acaban en la consulta del médico con un infarto de miocardio, con estrés severo, con depresión u con la familia rota.
Cuando una empresa supedita la salud física y emocional de sus obreros a los resultados económicos de final de año, se está dejando llevar por un pragmatismo deshumanizante que, a la larga, será un negativo para la propia empresa.
CONSECUENCIAS PRÁCTICAS
Toda filosofía tiene unas consecuencias prácticas. Como hemos visto a través de los ejemplos en los artículos anteriores, el pragmatismo afecta nuestra vida diaria. Un sistema que fomenta el egoísmo, que obedece a patrones hedonistas y que es profundamente materialista al evaluar los resultados tendrá una influencia nefasta sobre la convivencia. NO estamos ante una teoría inocua e inofensiva, sino ante una peligrosa amenaza para el sensible tejido social que son nuestras relaciones diarias.
Los resultados del pragmatismo los podremos valorar mejor en aquellos países donde esta ideología ha calado más hondo, v España está entre ellos. Me gustaría mencionar sucintamente algunas de estas consecuencias.
1.- LA CRISIS DE LA FAMILIA
La menciono en primer lugar por su elevada incidencia y sus consecuencias dramáticas para los más inocentes: los niños. Dos datos nos ilustran la gravedad de la situación: casi el 50% de los matrimonios en Estados Unidos termina en divorcio. En España las cifras no son tan altas, pero el aumento es uno de los mayores de la Comunidad Europea.
Quizás esta sea la razón por la que en 1997 varios diputados laboristas en Inglaterra intentaron presentar un proyecto de ley, muy singular y «revolucionario»: querían incluir una fecha de caducidad (sic) en el contrato del matrimonio. El plazo de «validez» era de 10 años, de tal manera que, pasado este tiempo, el contrato expiraba automáticamente y había que renovarlo, ¡como si fuera el carnet de conducir! Parece casi de ciencia ficción. El proyecto no prosperó, pero queda como ejemplo del descalabro que una filosofía egoísta y hedonista puede provocar en la más sensible de las relaciones personales: el matrimonio
2.- LA VIOLENCIA
Un segundo resultado del pragmatismo es la violencia. Los países de Occidente son cada vez m ás violentos. Ello no es patrimonio de una minoría de delincuentes o marginados abarca a los sectores más «normales» de la suciedad. El vandalismo en los institutos de enseñanza secundaria se ha convertido en un problema endémico en la vecina Francia. Tan frecuentes eran las agresiones graves a maestros y entre alumnos que se ha ordenado la presencia policial permanente dentro de los centros escolares. Así, algunas escuelas se han convertido poco menos que en «fortalezas» para evitar la violencia de los adolescentes.
En EE.UU., país pragmático por excelencia, algo más de un millón de personas viven en la cárcel. La población reclusa en este país es la más alta del mundo. ¿Será casualidad?
3.- EL SUICIDIO Y LA EUTANASIA
La lista de consecuencias negativas de un mundo donde prima el pragmatisno podría ser muy larga. Mencionaré unos pocos ejemplos más: el sentimiento de frustración, de vacío, reflejado en los rostros, de la gente por la calle y sobre todo en la alta tasa de trastornos de ansiedad y depresión. El suicidio se h a convertido en la causa número uno de muerte en Suecia en los jóvenes de 18 a 25 años. Y qué diremos del drama de la soledad, en especial de las personas mayores, tal como se ha evidenciado de forma descarnada en Francia este verano. Han sido centenares los ancianos que han muerto en soledad sin que nadie haya reclamado su cadáver. ¡Impresionante! Uno puede morir y pasan meses sin que ningún familiar lo haya notado.
Este concepto utilitarista de la vida -servirse (le los demás en vez de servir n los demás- se palpa muy bien en el eco favorable que la eutanasia encuentra en buena parte de la opinión pública. En Holanda, país donde la eutanasia está legalizada, muchos pacientes mayores de 65 años, al ingresar en un hospital, se cuelgan un letrerito en el pecho C011 una frase muy significativa: «Por favor, 110111e maten».
Para el hombre pragmático de hoy, los ancianos son un estorbo, sobran y -además- resultan caros. Solamente esta mentalidad egoísta y materialista explica que un político -el ex gobernador de Colorado Bernard Lamm- dijera en un acto público hace unos pocos años: «Lo que tienen que hacer los viejos es quitarse de en medio».
En la medida en la que el hombre se aleja de Dios, se acerca al infierno, y la vida hoy es un infierno para mucha gente en los países más avanzados. Ello nos lleva de forma natural a considerar el último punto del tema. Lo veremos la semana próxima.
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