Ayudas verbales y reales

Mucho peor es, sin embargo, la completa sequía de cariño -ni lo hay ni se expresa- que todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida. Por no mencionar la hipocresía consistente en la expresión hueca y sin contenido de quien dice amar sin sentir nada en realidad.

Algo parecido ocurre con los apoyos que recibimos de los que no rodean.

Ninguno de nosotros ha escapado a la soledad de no contar respaldos verbales ni reales, en esos casos es muy difícil seguir adelante con ilusión, ganas y creatividad, pero por lo menos hemos sabido de qué iba la historia.

También existen soportes verbales pero irreales a la vez que nos provocan grandes decepciones cuando no somos lo suficientemente cautos; se confía en ellos y sin embargo quien los ofrece no tiene la más mínima intención de hacer nada por ti. Cuando llega el momento de la verdad uno se encuentra con las posaderas al sol.

Otras veces las palabras proceden de personas bien intencionadas y con el propósito de ayudar en todo pero sin capacidad para dar un apoyo eficaz; todos tenemos esa curiosa tendencia de dar buenos consejos sin comprender del todo el fondo de la cuestión. Se agradece la buena intención y dan algo de calor, pero poca cosa más.

En otras ocasiones todos nosotros hemos tenido soportes genuinos y de verdad útiles aunque haya sido en completo silencio. En estos casos no es exagerado afirmar que uno se siente cobijado y amparado.

Sólo los más afortunados tienen la dicha de haber experimentado un apoyo de terceros tan verbal como real.

No se trata sólo de palabras sino también de ayuda real y tangible que nos ponen alas para enfrentar y superar las dificultades del camino. Ese y no otro es el soporte que debemos dar cuando de verdad queremos hacer bien a los que nos rodean.