Todos nos equivocamos

Se pierde la arrogancia de pensar que no cometeremos errores -mucho menos los de quienes nos precedieron- y se abandona la idea de que la experiencia es sólo eso imprescindible para conseguir un buen trabajo.

Se acepta que "todos nos equivocamos alguna vez" pero no todo queda ahí. Tarde o temprano hay que llegar a reconocer errores concretos -y si no llegamos a darnos cuenta de eso, peor para nosotros-.

Vienen a la mente decisiones tomadas mientras pensábamos que los demás eran ciegos y no entendían nada de nada, cuando uno se consideraba superior y que, aunque otros muchos nos vieran equivocados, nosotros poseíamos la verdad y el tiempo acabaría dándonos la razón.

Tiempos de inexperiencia aunque, a decir verdad, parece como si alguien nos hubiera puesto pistas falsas o tuviéramos que avanzar por un campo de minas mientras creíamos construir el paraíso.

Bajo el paraguas de la fe, con espíritu de ghetto y hasta utilizando el nombre de Cristo no faltó quien traficara con nuestra inocencia, ilusiones y ganas de servir a Dios; nos manipuló en lugar de enseñarnos el verdadero camino de la fe.

Nada de eso sirve de excusa pues los errores siempre son propios.

El tiempo ha pasado y, en muchos aspectos, no sólo no nos ha dado la razón sino que dice que ya no tiene remedio. Nuestros errores del pasado trajeron secuelas negativas sobre nosotros mismos y, lo que es peor, con frecuencia sobre las personas que menos hubiéramos querido que las sufrieran.

Después de todo hemos sabido que la experiencia es, en buena medida, todo aquello que se aprende cuando ya son inevitables las consecuencias de las decisiones tomadas. Esto forma parte del aprendizaje habitual de la vida pero a veces adquiere tintes dramáticos.

¿Cabe hacer algo con los fallos del pasado? Puede que sólo nos quede reconocer, rectificar y pedir perdón.

¿Cómo evitar ser inductores de errores a los que vienen detrás?

No se puede pensar en fórmulas mágicas. Es posible que la cosa pase por no aislar, controlar ni presionar sino por ser modelos, enseñar, opinar, orientar, apoyar y respetar la libertad personal.