En Afganistán y sin la pata «quebrá»

Parece que este tema se ha suscitado a consecuencia del número de ministras en el actual gobierno y, en especial, del nombramiento de Carme Chacón para el departamento de defensa así como su visita sorpresa a Afganistán.

Mientras que del Sr. Corbacho se dice que pertenece a la línea dura del partido en cuanto a inmigración, de la Sra. Chacón se comenta que es mujer y que está embarazada —cosas estas últimas más que evidentes a simple vista—.

Que si no era recomendable viajar a Afganistán en el séptimo mes de gestación, que si se trata de un golpe de efecto, que si fue vestida de blanco para realzar así su silueta, que si algún periodista se permite el lujo de preguntar a Soraya Saéz de Santamaría —portavoz parlamentaria del Partido popular— si “ha conocido varón”.

Vaya, que se ha escuchado de todo sobre mujeres que ejercen algún poder en política.

Algunos comentarios constructivos pero casi todos tendenciosos, interesados e insultantes, machistas o feministas, burdos y sutiles, irónicos, de mal gusto y hasta en clave de humor —aunque en muchos casos no sé dónde le ven la gracia—.

Sin olvidarnos de Berlusconi que califica de rosa a nuestro gobierno; supongo que si hubiera más hombres el color tendría que ser gris marengo.

A todo esto uno anhela normalidad pero se da cuenta lo cambiante que es la normalidad. Todo lo que hoy es normal un día fue raro, único o chocante hasta el mismo hecho de nacer de una mujer.

Los que aceptamos la Biblia como palabra de Dios sabemos que el primer ser humano fue obra directa de Dios, el segundo fue extraído del primero y el tercero nació por el que nosotros llamamos procedimiento normal pero que, en aquel momento, era tan extraordinario como los dos anteriores.

Antes lo normal era que sólo hubiera hombres en el gobierno, luego que hubiera alguna mujer en algo reservado para varones. Más tarde un número similar de unos y otras; ahora más mujeres que hombres. ¿Para cuándo la normalidad de que eso no produzca comentarios, ni de los intencionados, ni de los otros?

¿Qué de la normalidad por la desaparición de los chistes machistas que son los mismos que los feministas en los que sólo cambia el sexo del tonto/a? ¿Para cuándo la admisión definitiva de que ellas ejerzan cualquier responsabilidad con su impronta de mujer sin que nadie exija estilos hombrunos?