Regalo mi casa con hipoteca

Primero fue lo de «tú lo que has de mirar es si puedes pagar la cuota mensual» acompañado de «no creo que suba el euribor», como si los intereses fueran a permanecer estables durante los treinta, cuarenta o los años que fueran de la hipoteca -se podría ver cuánto han subido y bajado los intereses en los últimos cuarenta años-.

Después, los que no entendemos, aquellos que miramos la vida desde la ventana de casa teníamos la impresión de que se daban las hipotecas con mucha alegría y sin medir adecuadamente la capacidad económica del cliente.

Pero nadie hacía caso porque se suponía que los bancos habían aprendido la lección después de la última crisis. Más tarde escuchamos que la crisis de las hipotecas de Estados Unidos no tenía porqué llegarnos.

Pero llegó ¡vaya si nos llegó! Abres el periódico y te encuentras con el titular que encabeza este artículo.

Sigues leyendo y ves que se trata de un hecho auténtico y actual. Un hombre que mientras negociaba la compra de su vivienda le decían que la cuota mensual sería de novecientos euros, que en el momento de la firma ante el notario se concretó en mil doscientos cincuenta euros y que, tras las subidas del euribor, llegó a importes que escapaban de sus posibilidades. A la desesperada, anuncia que regala su piso con la hipoteca que lo acompaña y se encuentra con que nadie quiere su casa ni regalada porque el precio en el mercado es inferior al saldo pendiente de la hipoteca.

Pero ¿no habíamos quedado en que la burbuja no pincharía? No sabemos muy bien quien ha ganado con todo esto, pero está muy claro quiénes han salido perdiendo.

Edificios construidos sobre roca -buenos fundamentos (o así lo suponemos todos) en el terreno- pero sobre arenas movedizas financieras. Algunos pensaban que si no podían pagar irían al banco, entregarían las llaves del piso y todo quedaría arreglado. Ahora se encuentran con que el banco es posible que les acepte su piso a cuenta de la hipoteca pero tienen que firmar un documento de reconocimiento de deuda por los sesenta, noventa mil, o la cifra que sea de euros restantes. Se quedan sin piso, con deuda y la necesidad de solucionar el problema de donde vivir.

De nuevo la sabiduría bíblica -a la que muchos no quieren prestar atención- da certeras indicaciones - Mateo 7:24-27