El diario EL PAÍS, `amigo de los protestantes´

En nombre de Protestante Digital(*) doy la bienvenida a Vicente Jiménez, Juan G. Bedoya y Ana G. Alfageme -como representantes de El País- y Jose María Contreras, director de la Fundación Pluralismo y Convivencia, a la que agradecemos su apoyo.

En primer lugar y en relación a quien otorga este Premio, quiero decir que Protestante Digital es actualmente el medio de comunicación protestante español de mayor proyección dentro y fuera de nuestro país. Además de superar ampliamente cada mes el millón de páginas vistas y las 200 mil visitas, estamos apoyados por instituciones o líderes de la práctica totalidad del abanico protestante de nuestro país, además de contar con la participación de hombres y mujeres que a nivel social e intelectual son una referencia indiscutible en el protestantismo español, incluyendo jóvenes valores.

Por ello, este “Premio Unamuno, amigo de los protestantes” es sin duda un reconocimiento que concede una revista que puede considerarse representativa del sentimiento de un pueblo, como es el protestante español, muy sensible al trato que se da a las minorías desde el poder. En este caso, el poder de los grandes medios de comunicación.

Como sabéis, el nombre de Unamuno viene del apoyo que el insigne vasco brindó a su amigo, el pastor salmantino Atilano Coco, hasta el punto de garabatear su conocido discurso de “vencer no es convencer” en el sobre de la carta que le entregó la mujer de Atilano anunciándole que su amigo -pese a su intervención- iba a ser fusilado por Franco. Cuando en ese discurso se levantó el general Millán Astray entre el público con la terrible frase de “¡Abajo los intelectuales, viva la muerte!” la figura del pastor protestante español estaba presente sobrevolando la sala de la universidad salmantina.

Hoy nosotros queremos reconocer con este Premio a quienes -como Unamuno- han sabido acercarse y escuchar a los protestantes españoles sin pertenecer a su fe. Y no por algo concreto o reciente, sino por una amplia trayectoria de años.

¿Por qué ha sido designado el diario “El País”?

En primer lugar, de entre todos los diarios de tirada nacional creemos que ha sabido entender como ningún otro que la realidad social española no es monoconfesional, ni un desierto religioso. Su papel escrito, especialmente en las secciones de Sociedad y Madrid, ha sido una muestra de saber acercarse al pluralismo de creencias que forma el mosaico real de la España de hoy.

La mejor muestra también de que el laicismo -que defienden “El País” y la mayoría de los protestantes españoles- puede ser respetuoso y ayudar a convivir en respeto a las diferentes formas de creer o no creer.

Tras siglos de rechazo o ignorancia activa, debemos decir que los protestantes o evangélicos españoles nos hemos sentido incluidos, integrados, comprendidos y hechos “próximos” a nuestra sociedad en este diario. Y en este acercarse al próximo o prójimo socialmente herido para tenderle la mano tras siglos encadenados a los prejuicios y los sambenitos, El País ha sido un “buen samaritano laico”. Lo cual no quita que recibamos a veces críticas, algo inherente y deseable en una nación y en un medio de comunicación donde existe libertad.

Es importante resaltar que El País no sólo ha informado de lo concerniente a las relaciones confesiones-Estado; sino que además de cuestiones políticas también ha tenido una mirada curiosa y llena de interés genuino hacia lo que quizás más nos importa, nuestra cultura, nuestras costumbres y nuestra visión de la vida: el gospel español, las otras formas de celebrar la Navidad o la Semana Santa, las mujeres pastoras, la inmigración y la fe, nuestras reacciones a cuestiones de actualidad… todo un mundo “sumergido” que ha salido a la vista pública gracias al buen trabajo de “El País”.

Y como buenos protestantes, nuestra confianza y agradecimiento descansa, más que en instituciones, en personas. Detrás de toda gran institución hay siempre grandes seres humanos.

En este caso, Juan G. Bedoya en la sección de Sociedad y Ana G. Alfageme en la de Madrid. Nos consta que si El País ha sabido coger el pulso a la realidad protestante (y de otras confesiones) en ambas parcelas informativas ha sido gracias a su presencia e interés en ser buenos profesionales más allá de los tópicos, y de querer entender el hecho religioso uniendo siempre a la objetividad la comprensión. No puedo dejar de transmitirles hasta donde llegan las palabras –que siempre se quedan cortas- que nuestro corazón les está y estará siempre agradecido, y que este Premio lleva sus nombres escritos con letras de oro.

También han sido personas las que han desempeñado el cargo de Defensor o Defensora del Lector. A todos hemos conocido, y todos han sido solícitos en escuchar, y prácticos en actuar cuando lo han considerado oportuno. A menudo yendo mucho más allá de lo que esperábamos. Podemos decir que es una figura que funciona, posiblemente porque para desempeñarla se designa a personas de peso y prestigio dentro de El País, cumpliendo realmente la función que le da nombre, que es mucho. Sin duda el Defensor del Lector de El País es un claro ejemplo a seguir para la generalidad de los medios de comunicación españoles.

Como apéndice al Defensor del Lector, está la propia sección de Cartas de los lectores. A pesar de la dificultad de espacio no es extraño leer a cristianos evangélicos o protestantes que ven publicadas sus cartas. Algo que en el resto de los medios en papel debo tristemente decir que es excepcional o nulo.

Para acabar dos brevísimas pero importantes reseñas no directamente relacionadas con el Premio.

La primera, a la niña Mariluz y su familia, como ustedes saben evangélicos gitanos. Ellos merecerían un Premio enorme que no podemos darles porque han perdido lo que humanamente más valía, pero sí queremos decirles que les tenemos presentes todos los protestantes españoles, y que nos sentimos orgullosos de ellos, de su testimonio ante todo lo terrible que han tenido que vivir.

La segunda, resaltar que quien va a entregar este Premio, Juan Antonio Monroy pudo ser otro Atilano Coco. Cuando hacía el servicio militar en tiempos de Franco, le obligaron a ir a misa. El avisó que no se arrodillaría ante ninguna imagen. Mientras permanecía en pie, con toda la tropa arrodillada, una pistola se posó en su sien y un grito en sus oidos: “¡Monroy, o te arrodillas o disparo!” Monroy no se arrodilló. Felizmente tampoco le dispararon, por eso está hoy aquí con nosotros, aunque pasó un largo tiempo en el calabozo.

Aquel hombre que se jugó la vida por ser íntegro con su fe y con sus ideas, y a mi entender el mejor periodista español evangélico contemporáneo, es quien dice hoy al entregar este Premio al diario “El País”: “Gracias por defender nuestra libertad de ser, y por construir una sociedad más justa y libre para todas las creencias”.

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(*) Estuvieron presentes por parte del Consejo de Redacción de Protestante Digital: Juan Antonio Monroy, Presidente del Consejo de Redacción; Pedro Tarquis, Director; y Asun Quintana, José de Segovia y Luis Marián, como vocales. No pudieron asistir por causas de fuerza mayor los vocales Jaume Llenas, Jonathan Dawson, Nehemías Herrera y Manuel J. Martínez. Depende de la Alianza Evangélica Española, y cuenta con 25 entidades asociadas que apoyan el proyecto Red IMIR, del que Protestante Digital forma parte.

Pueden escuchar aquí en audio la ceremonia de la entrega del Premio Unamuno 2007, con la lectura de estas líneas por P. Tarquis, unas palabras de J.A. Monroy al entregar el Premio; y la respuesta de Juan G. Bedoya y Ana G. Alfageme por parte de “El País” (3.8 Mb).