Una Iglesia con propósito (III)Ya hemos visto que en vez de pensar que existimos simplemente con el propósito de perpetuarnos la función de un líder es mantener clara la visión de la organización. Y que en esta visión Dios guía hacia fuera. En este tercer y último artículo vamos a ver cuál es la dinámica correcta para poder llevar a su meta el propósito o visión que Dios nos dé.
Hay muchos motores que pueden mover tu núcleo vital.
Unas veces puede ser la costumbre. Cualquier iglesia evangélica tiene sus costumbres y tradiciones. Hay cosas que todos los grupos hacen, y además le gustan al pastor, así que debe de ser la forma en la que hay que hacer las cosas. Además
«siempre lo hemos hecho así», esta es la frase preferida de los tradicionalistas. Es bueno que el grupo tenga estabilidad, así que repetir lo que se lleva haciendo los últimos años debe de ser bueno.
En otras ocasiones puede ser la personalidad del responsable. Muchas veces hay alguien, el líder u otro, que tiene una personalidad atrayente. Lo que aquel dice acostumbra a hacerse. No hay mucha gente que se atreva a llevarle la contraria. Además es bastante espiritual y conoce bien la Biblia, así que debe saber lo que hace.
Otras veces pueden ser las actividades. Se supone que una iglesia que es como debe ser tiene un programa de actividades. Cuantas más mejor. Para que se vea que somos una iglesia viva. Mejor si hay una gran campaña.
¿Te has asegurado de que los miembros de tu congregación tengan totalmente claro para qué están ahí? Eso te ayudará a solventar muchos conflictos y a marchar de una forma mucho más decidida.
LA ENCUESTA
Hace unos años hicieron una encuesta entre miembros de las iglesias, y les preguntaron: ¿Para qué existe la Iglesia? El 89% contestaron: Para velar por las necesidades de mi familia y de las mías. Un pequeño tanto por ciento respondió que para ganar al mundo para Cristo.
La misma encuesta entre los pastores dio este resultado: el 90% pensaban que era ganar al mundo para Cristo, mientras un pequeño tanto por ciento creía que era para cuidar de las necesidades de los miembros.
Si el pastor y la iglesia no están de acuerdo acerca de para qué sirve la Iglesia os aseguro que el conflicto está servido.
Es esencial pasar tiempo explicando para qué sirve una congregación local, eso es, impartir una visión. No hay nada que desaliente más a un grupo que no saber para qué existe. Una clara visión no sólo define lo que hacemos, sino lo que no hacemos.
Hay muchas actividades muy interesantes y muy buenas, pero si no es nuestra visión vamos a dejarlas aparcadas.
Dios no espera que cada iglesia local lo haga todo. Tiene otras congregaciones que hacen muy bien las cosas que hacen, y cada congregación no debe inventar su visión, sino sólo descubrirla.
Cada vez que planifiquemos y alguien sugiera una nueva actividad, la pregunta es: ¿cumple esto con nuestra visión?
Este también es un criterio de evaluación. No es la pregunta correcta que nos comparemos con cómo van otros. La pregunta es: ¿cómo estamos cumpliendo con nuestra visión? ¿Estamos haciendo lo que Dios espera que hagamos?
¡Hay tantas cosas buenas que una iglesia puede hacer y que, sin embargo, no son nuestra visión! Estamos aquí con una visión, con un propósito, y debemos ponernos a llevarlo a cabo.
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