Dicen las crónicas que Rops y su esposa coincidieron en una cena de gala con el político social-republicano Robert Schuman. Este, que no era creyente, pasó la mano por el abrigo de visón que cubría el vestido de la señora Rops, al tiempo que comentaba: “¡Lo mucho que produce el dulce Jesús!”.
En el pensamiento de Schuman estaban los escritores que medran al amparo de una idea sana para convertirla en algo profano. La comercialización de lo sagrado y el falseamiento de lo espiritual.
Este no era el caso de Rops, intelectual de altura, católico sin condiciones. Pero sí lo es, mucho más en nuestros días que en la década de los 50. Hoy abundan los embaucadores que con un mínimo de psicología intuitiva y un máximo de fantasía se valen de trucos históricos y literarios para engatusar a ingenuos y comerciar con las figuras del Cristianismo como si estuvieran en un mercado de alfombras. Los productos de éstos personajillos, como los llama el filósofo vasco Fernando Sabater, producen a sus inventores una importante fuente de ingresos económicos.
Es el tema que trata Blaschke en su libro, al que ha puesto como subtitulo “los mercaderes del espíritu”.
Aunque su apellido pudiera indicar otra cosa, Blaschke es español. Es periodista. En 1982 se le concedió el Premio Nacional de Periodismo. Ha sido corresponsal del diario “EL PAÍS” y director de programas radiofónicos como “CRÓNICAS DEL FUTURO” en “Catalunya Radio”. Como autor ha publicado unos treinta libros, entre los que destacan “ENCICLOPEDIA DE LOS SÍMBOLOS ESOTÉRICOS”, “GRANDES ENIGMAS DEL CRISTIANISMO” e “INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL”.
“VENDIENDO A DIOS” es un ensayo demoledor sobre las últimas ideologías religiosas del siglo XX. La explosión del evangelismo cristiano en Estados Unidos ha hecho emerger una serie de personajes tan estrafalarios como caóticos que, entre tanta estupidez, exponen sus mensajes ridículos casi siempre aupados por medios de comunicación que sólo ven el negocio.
Las cuatro partes en las que se dividen las 188 páginas del libro encabezan temas agrupados en torno al mundo espiritual, el lado oscuro de la Nueva Era, el lado luminoso del siglo XX y heredando el futuro.
Jorge Blaschke pone especial interés en denunciar a los falsos gurús de nuestros días, supuestos terapeutas, divulgadores de leyendas, tiradores de cartas, taroristas, videntes de bola de cristal y una larga sucesión de personajes que se han hecho ricos vendiendo creencias.
El recorrido de Blaschke por entre esta ridícula fauna le llevó a descubrir hechos verdaderamente patéticos como la contratación de falsos voluntarios en sesiones hipnóticas, un famoso chamán que presumía de un impresionante historial amazónico y que resultó ser un luchador fracasado del antiguo Price barcelonés, una falsa psicóloga que fantaseaba de haber estado años entre tribus indias de América del Norte y que resultó ser una simple tiradora domiciliaria de cartas de Tarot.
El comercio religioso ha adquirido gran auge en los Estados Unidos de Norteamérica, donde la fe y la política conviven en estrechas relaciones. Las ideas políticas están siendo trasvasadas hacia la religión por líderes del movimiento evangélico fundamentalista y están ganando un lugar en la mente de la gente. Aumenta de día en día el número de predicadores –así se dicen- que utilizan la radio y la televisión para arrastrar a los oyentes y videntes hacia su propio mercado religioso. Destaca el protagonismo de estos charlatanes, que caminan por la plataforma con largos pasos, visten de manera llamativa, con corbatas de colores chillones, y hablan como si estuvieran en poder de todos los secretos de Dios. Al final de la perorata o en el transcurso de la misma aparecen en pantalla números de teléfonos a los que llamar para entregar donativos. Recaudan miles, algunos hasta millones de dólares.
La gente no advierte la vanidad, la búsqueda de poder y el protagonismo de éstos embaucadores que predican libertad espiritual cuando en realidad son carceleros del alma.
La tropa está invadiendo naciones de la América hispana y de Europa en busca de nuevos mercados. “Lamentablemente –escribe Blaschke- toda esta fauna depredadora de espíritus ingenuos se ha aprovechado de esa gente que está sola, infeliz, asustada, confundida y bloqueada”.
Habría que estudiar la parte de culpa que tenemos los cristianos de Cristo en esa feria religiosa del dinero. Es posible que nosotros y nuestras iglesias tengamos que despertar y tomar conciencia del vacío espiritual que experimenta el hombre de hoy y que le lleva, en el pensamiento del profeta, a dejar las fuentes de agua viva y cavar para sí cisternas rotas que no retienen agua.
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