Millones de evangélicos y líderes no entrarán al Reino de Dios, por mucho que vayan al culto, oren, canten y diezmen, considera el reconocido teólogo Juan Stam. “No entrarán porque no hacen la voluntad de Dios y son hacedores de maldad”, sostiene. “Se ha enseñado un evangelio barato y fácil, de ofertas egoístas, de prosperidad, de sanidad, de victorias en luchas y guerras espirituales”. Exalta el individualismo y hace componenda con la corrupción.
Contrario a lo que algunos creen, de que los protestantes se encuentran a un paso de entrar al “cielo”, el teólogo Juan Stam más bien afirma no tener dudas de que “hay millones en las iglesias evangélicas, que cantan, diezman y dicen ¡Señor!, ¡Señor!, y no entrarán al Reino de Dios”.
Stam es un escritor de origen norteamericano que ha escrito numerosos libros, los últimos de ellos con un enfoque escatológico referido al Apocalipsis. Residente en Costa Rica, el teólogo es bien conocido por la profundidad de sus análisis y por su labor profética de cuestionar los “pecados nacionales e internacionales” como el TLC o las guerras que al Presidente George Bush se le ha ocurrido lanzar.
La preocupación del estudioso bíblico es la tendencia de la Iglesia Evangélica de ser arrastrada por los vientos de las modas, muchas de éstas enredando cada día más a las congregaciones para convertirse en verdaderos templos “narcóticos”, donde el creyente se olvida de las injusticias y termina erigiendo un ídolo al individualismo.
Precisó, por ejemplo, que el movimiento denominado Gobierno de los 12, si bien el método de evangelizar de 12 en 12 puede multiplicar los fieles, el paquete incluye “otras cosas más problemáticas: los llamados encuentros, donde manipulan a la gente bastante. Luego, los manipulan por televisión para promover más encuentros. La enseñanza bíblica general no anda muy bien en esos círculos”.
DE TUMBO EN TUMBO
Para mí, la Iglesia Evangélica va de tumbo en tumbo, de moda en moda, de novedades y sensacionalismo, subrayó. “Se pone mucho énfasis en la guerra espiritual, la prosperidad, los encuentros. Aún los milagros, porque Dios es poderoso en hacerlo, se vuelven lo principal. Yo escucho un mensaje milagrocéntrico que está mal, porque no está centrado en la persona de Cristo ni en el Evangelio. Es un tipo de mensaje casi milagrero, taumatúrgico y ése no es el mensaje de Jesús”.
Pregunta.- El sedimento que ha quedado en la iglesia de corte pentecostal hace énfasis en el pecado personal y usted también habla de un pecado nacional.
Respuesta.- Es una expresión del individualismo, de la sociedad moderna y especialmente capitalista. Todo es el yo. Y esto se destaca en todos estos movimientos de guerra espiritual, prosperidad, de los 12.
Hay una falta general, con algunas excepciones, de una conciencia social: a lo máximo hay cierto servicio social, de diaconía, pero no un compromiso político con las causas de la pobreza, de la injusticia.
P.- La religiosidad sin justicia es una abominación ante Dios.
R.- Mejor no ir al culto con sangre en las manos o injusticias y corrupción en la vida. Los profetas denuncian todo esto: denuncian el culto ortodoxo, emocionante; himnos y coritos, y vigilias. “Pero no están haciendo la justicia, no se atreven a presentarse delante de mí, dice el Señor”.
Hoy día muchos creen que por ir al culto no importan las injusticias de sus vidas. Si vamos al culto estamos bien. Dios dice, por la voz de los profetas, “esto para mí es asqueroso”. Mejor no ir a la iglesia que ir manchado de injusticia, corrupción y pecado.
P.- ¿Qué podemos entender por pecado nacional?
R.- El pecado nacional e internacional, lo clasifico como un pecado político. Está el pecado personal, el pecado social, que puede ser de un individuo o de un grupo. Pero el pecado político es estructural. En Costa Rica estamos en la lucha contra el TCL. Siento la responsabilidad como cristiano de oponerme porque favorece a los ya favorecidos y castiga al desfavorecido. Entonces, es un compromiso cristiano.
Quedarse sólo con el pecado individual es no haber escuchado a los profetas.
Para Stam, la Iglesia Evangélica debe desempeñar su rol profético, “si no, no es fiel”. Subraya que el espíritu que se derramó en Pentecostés es el espíritu de los profetas. Y en el mismo capítulo “de Hechos, se comienza a repartir los bienes, por la justicia social”.
P.- ¿Cómo llega a endurecerse un individuo, que aceptó a Cristo, va a la Iglesia, incluso puede dirigir una congregación y calla, y omite los pecados nacionales?
R.- Sí, sí y a veces grandes pecados personales. ¡Qué mal que estamos!, sin embargo yo amo a la Iglesia, y lloro por ella. En primer lugar, ¿qué es aceptar a Cristo? Aceptarlo es más que levantar la mano, pasar adelante y llamarse protestante y hacerse miembro de una Iglesia Evangélica. Aceptar a Cristo, sólo una vez aparece en la Biblia: aceptarlo es entregarse a Cristo. Jesús dice: “Claman Señor, Señor y no hacen la voluntad de Dios”. Yo no tengo dudas que hay millones en las iglesias evangélicas, que cantan y diezman y dicen señor señor, y no entrarán al Reino de Dios. No entrarán porque no hacen la voluntad de Dios y son hacedores de maldad.
Es lo que dice Jesús en Mateo 7. Entonces se ha enseñado un Evangelio barato y fácil, de ofertas egoístas, de prosperidad, de sanidad, de victorias en luchas y guerras espirituales. Ahora hablan del poder, considerada como “la mentalidad del Reino”. Que es un reino casi teocrático, muy capitalista, muy “democráticos”, donde nosotros tendremos el poder. Ese no es el evangelio, el evangelio es del siervo sufriente de Dios.
Entonces comienza con una mala comprensión de la salvación misma. Después un mensaje que en muchas iglesias adormecen la conciencia, la tranquilizan.
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