Migración y misión cristiana (V)España enfrenta hoy una ola migratoria desde el mundo nor-africano, América Latina y Europa oriental. Para los evangélicos españoles la presencia de emigrantes se ha constituido precisamente en una avenida de servicio misionero y también en un desafío que irrumpe el curso normal de la vida de las iglesias y presenta problemas inéditos hasta hoy. Creo que necesitamos un marco de referencia misionero para responder a este fenómeno y para poder educar a los creyentes de las iglesias españolas en lo que debiera ser una respuesta apropiada desde la fe.
Podemos ubicar las raíces más lejanas de la misión cristiana en el llamado de Dios a Abraham (Gn. 12). Fue un llamado a emigrar, a dejar su tierra y su ámbito familiar para ir hacia una tierra nueva. Así en la raíz del llamado divino a la acción misionera tenemos este elemento migratorio. Puede decirse que esta condición de migrante iba a llegar a ser parte del sentido de identidad del hebreo común y corriente de la época del Deuteronomio.
Lo refleja la confesión que debía repetirse cuando ya establecidos en la tierra trajeran sus ofrendas a Dios:
“un hebreo a punto de perecer fue mi padre” (Dt.26: 5). Basada en esta memoria colectiva, podemos entender una de las admoniciones más notables y originales del Antiguo Testamento, la que enseñaba al judío a tratar bien a los extranjeros afincados en su tierra y no perder la memoria de su propia historia de migrante por el mundo.
Se ha dicho que una de las leyes de extranjería más antiguas es la que encontramos en pasajes del Antiguo Testamento como éste:
“Al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.” (Ex. 2: 21. Ver también Ex. 23: 9; Lv. 19: 33-34).
MISIÓN COMO MIGRACIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Cuando según el relato bíblico la desobediencia de Israel lleva a ese pueblo al exilio, es esparcido por el mundo. En determinado momento esa
diáspora se llega a ver como parte de un propósito divino de sembrar a su pueblo por el mundo, como parte del designio misionero expresado a Abraham.
Los judíos de la diáspora enfrentan la problemática del migrante desarraigado de su medio natural que tiene que establecerse en tierra extraña y criar a su familia lejos de la tradición y el ámbito geográfico y cultural propio. En medio del desarraigo y el exilio el pueblo mantiene su sentido de vocación y llamado.
Las figuras como Nehemías, Daniel o Ester son personajes que reflejan esa voluntad del migrante de no perder su identidad.
La
sinagoga es creación de la diáspora judía para mantener la vida espiritual lejos del templo y de Jerusalén con toda su simbología y fuerza de significación. Cuando las nuevas generaciones surgidas de esta experiencia de diáspora se olvidan de su lengua materna y aprenden el griego, la lengua extranjera dominante, se hace necesario traducir la Biblia a ese idioma, la Septuaginta.
Así
en el periodo inter-testamentario nos encontramos con un propósito misionero de Dios que toma las peripecias de su propio pueblo como un camino por medio del cual va a cumplir su promesa de bendecir a todas las naciones.
El bello libro de Rut es una historia que muestra la forma en que extranjeros atraídos por la fe en el Dios de Israel fueron acogidos en medio del pueblo de Dios. Algunos intérpretes ven este libro como un contrapeso a las medidas un tanto crueles que se encuentran en el tiempo de Esdras y Nehemías. Junto con Rahab, Rut es una de esas mujeres extranjeras que aparecen en la genealogía de Jesús según Mateo.
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