A Milan Opocenský
“El pensamiento económico y social de Calvino”, Un libro clásico e imprescindible de André Biéler (II)1. HACIA EL JUBILEO DE JUAN CALVINO EN 2009
En 2009 se cumplirán 500 años del natalicio del reformador francés Juan Calvino. Varias instituciones han puesto en marcha mecanismos para organizar la celebración, entre ellas, la Alianza Reformada Mundial (ARM), que junto con el Centro Reformado Internacional John Knox y la Facultad de Teología de la Universidad de Ginebra llevó a cabo en noviembre de 2004 una consulta para reflexionar sobre la pertinencia de recordar dicho aniversario.
El propósito fue descubrir el testimonio de Calvino para el compromiso de los cristianos reformados ante las realidades socioeconómicas de nuestro tiempo. Participaron 18 profesores y pastores de varios países; por América Latina, únicamente estuvo Odair Pedroso Mateus, responsable de teología y ecumenismo de la ARM y editor de la revista
Reformed World.
La consulta resaltó dos aspectos relevantes de la figura de Calvino: las caricaturas de las que ha sido objeto, que muchas veces impiden una valoración adecuada de su vida y obra; y su preocupación pastoral, especialmente por los refugiados, la cual no le impidió incidir en áreas como la economía y la política. Luego de referirse a la atención a los perseguidos, en el resumen de la consulta se lee lo siguiente: “Calvino no dividió las dimensiones de la vida humana, ni las separó unas de otras. Estaba plenamente convencido de que ambas vidas, la terrenal y la por venir, fueron creadas y redimidas por Dios. Cada aspecto de la vida, entonces, está integrado con los demás en koinonia, fraternidad y solidaridad con el resto de la creación de Dios”.(1)
Sobre la caricatura de Calvino, como padre del capitalismo, resultado en parte de una lectura superficial de las ideas de Max Weber, se afirma: “La opinión actual es que ‘todo mundo sabe que él es el padre del capitalismo’... ¿Pero fue así realmente? Esta “tesis weberiana” en sí misma es frecuentemente mal comprendida; lectores atentos del sociólogo llaman la atención al hecho de que Weber afirmó que algunos calvinistas fueron los responsables del “espíritu capitalista”. [...] Resulta obvio que su “espíritu capitalista” se relaciona más con algunas vertientes del calvinismo posterior y no tienen mucho que ver con Calvino mismo. Por otro lado, muchos seguidores de Calvino han encontrado en su herencia una inspiración para la liberación y la dedicación por la justicia y el bien común, a cualquier precio”.(2)
Se discutió, además, el carácter dinámico de la tradición reformada, algo que se deja de lado al hablar de Calvino mediante estereotipos. El hecho de que, con el paso del tiempo, los calvinistas han desarrollado algunos aspectos de la enseñanza o práctica de Calvino, han rechazado otros y reinterpretado muchos más, implica que los caminos de esta tradición corran el riesgo de la distorsión, sobre todo al aplicarse en diversos contextos geográficos y culturales. La distorsión, en ocasiones, es deliberada. La conclusión del resumen apunta inevitablemente hacia el presente: “¿Quién tiene la energía o la visión para responder a las necesidades del presente? Creemos que el Calvino redescubierto puede ofrecer algunas sugerencias para la visión y los recursos a desarrollar. Calvino estaba profunda y personalmente convencido de que la mayordomía de toda la Tierra le sirve al bien común, la justicia y el amor en todas las relaciones humanas, y que no es opcional para ningún ser humano”.(3)
Para abril de 2007, estos organismos, además de la Federación de Iglesias Protestantes Suizas, han convocado otra consulta internacional bajo el lema “¿Por qué y cómo celebrar el legado de Juan Calvino?”. Los invitados (alrededor de 60) procederán de 17 países, Brasil y México entre ellos. Los cuatro ejes de la consulta son: libertad y discipulado radical, Calvino como teólogo bíblico, su comprensión de la Iglesia y la ética y el orden social. Una forma de conmemoración es pasar revista a las múltiples interpretaciones de su legado por parte de autores de diversa filiación ideológica. Algunos son muy conocidos, e incluso clásicos, pero otros no han trascendido. Las iglesias y comunidades reformadas de habla hispana necesitan conocer estas aportaciones para apreciar mejor la herencia calvinista.
2. PERSPECTIVA DEL ANÁLISIS DESDE UNA RELECTURA DE LA REFORMA PROTESTANTE
La perspectiva con que el libro de Biéler se acerca al pensamiento de Calvino está en consonancia con la del reformador, pues, aunque como anuncia su título, se trata de un análisis de los aspectos socio-económicos del pensamiento calviniano, pasa revista a un sinnúmero de asuntos, comenzando con una visión panorámica de la época de la Reforma y sus connotaciones, pues plantea la comprensión de dicho movimiento como “una reforma completa de la sociedad”. Así se entiende que ningún aspecto de la misma pueda quedar fuera.
Por ello, Biéler, en la introducción a la primera parte del volumen, lleva a cabo una relectura histórica que no deja de reconocer, en primer lugar el carácter plural y simultáneo de los diversos movimientos religiosos que confluyeron en el siglo XVI, y traza un panorama de algunos sucesos previos al surgimiento de la lucha de Lutero, esbozando una interpretación que reconoce, en primer lugar, el estricto carácter religioso de la revuelta, pero sin dejar de advertir las eventuales consecuencias de los cambios en otros campos.
Con respecto a lo anterior, Biéler afirma: “Desde el comienzo (y a pesar del carácter conservador de Lutero, como se manifestó subsecuentemente) la reforma se manifestó como un movimiento que sacudiría la totalidad de la sociedad, reencendió todas las explosiones que se pensaba estaban bajo control y alimentó a través de todos los estratos sociales la esperanza impaciente de todos aquellos que buscaban un signo que los liberara de la tutela impuesta sobre ellos por parte de una estructura social arcaica no transformada del todo (y tales personas no escaseaban a principios del siglo XVI). Habría una vasta conmoción social, quizá la mayor en la historia desde la invasión de los bárbaros. Nuestro propósito es desenmarañar la confusión acerca de lo que corresponde a la Reforma y a otras fuentes revolucionarias” (p. 10).
Aun cuando, desde el punto de vista político, las Reforma al principio era una confrontación entre Alemania y Roma, la renovación de la fe estaba en el centro de los esfuerzos de Lutero. No obstante, esta iniciativa coincidió con la emergencia de otros movimientos de protesta como lo fue el de los campesinos, de modo que, ante tal efervescencia social se manifestó con claridad que la Reforma luterana era una fuerza autónoma de renovación, ni conservadora ni revolucionaria, aunque por su indiferencia ante los problemas sociales, esta vertiente de la Reforma llegó a ser una fuerza conservadora y reaccionaria. La conclusión de este análisis consiste en señalar la interacción de las revoluciones sociales y religiosas en las diversas fases de la Reforma, dado que los aspectos religiosos tuvieron su propia dinámica revolucionaria, marcada por el compromiso con las autoridades establecidas.
En el caso del movimiento dirigido por Zwinglio, quien asumió dicho liderazgo desde una perspectiva antimilitarista y una sólida predicación en cuanto a los temas sociales, se propició que, gracias al ánimo reformador, los campesinos y el proletariado urbano se levantaran, a pesar de la oposición del reformador. La amplia comprensión de los problemas por parte de Zwinglio aquietó a los revolucionarios y previno una represión brutal, pero la guerra interrumpió la evolución de los diversos grupos o partidos, con lo que la Reforma entró en un fase de redefinición debido a que los gobiernos la consideraron un asunto primordialmente político. Lo sucedido en Francia y Suiza tendría efecto sobre lo que acontecería en Ginebra, incluso antes de la llegada de Calvino.
Biéler afirma que la emancipación burguesa preparó el camino para la reforma calvinista, pues en Francia y Ginebra se dio una lucha entre conservadores e innovadores. La reforma en Ginebra experimentó los conflictos sociales que sacudieron a Europa, aunque algo tardíamente y con menos violencia, dependiendo de lo que había sucedido previamente. La primera ola de la reforma fue humanista, pero no produjo efectos directos; la primera fase crucial en ambos lugares corrió a cargo de los trabajadores y burgueses. Los panfletos que circulaban por doquier demandaban reformas sociales y religiosas. Uno de los efectos sociales que buscaba la predicación protestante era eliminar la explotación de los pobres y en Ginebra, desde los tiempos de Farel, el movimiento reformador comenzó a caracterizarse por el énfasis en la doctrina y la disciplina. Paralelamente, la Reforma en Ginebra comenzó a invadir todos los estratos de la ciudad.
En noviembre de 1536 (con Calvino ya en la ciudad), Farel presentó al Concejo de los Doscientos los artículos
De regimine Ecclesiae, un documento que establecía la organización religiosa de la ciudad. Con ello le abrió las puertas a Calvino, quien a partir de entonces, en su primera estancia en la ciudad, se convirtió en el verdadero dirigente de la iglesia.
Una de las conclusiones de esta sección es que el movimiento popular para la renovación de Ginebra alcanzó mayor impacto tras recibir el apoyo de intelectuales que la dotaron de una estructura eclesiástica y cuidaron atentamente la formación doctrinal. En la ciudad del Lago Lemán quedaba listo el escenario para las ulteriores acciones transformadoras de Calvino. A fin de exponerlas, Biéler retratará la figura de Calvino con trazos magistrales.
(1) Reformed World, vol. 55, núm. 1, marzo de 2005, p. 4. Versión de L.C.-O.
(2) Idem.
(3) Ibid, p. 5.
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