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El trabajo: de Génesis a Apocalipsis

Segundo artículo de una serie de Jaume Llenas sobre la teología del trabajo en sus aspectos teóricos y prácticos.
MUY PERSONAL AUTOR Jaume Llenas Marín 16 DE SEPTIEMBRE DE 2006 22:00 h

Teología del trabajo (II)

La caída de Adán y Eva en Génesis ha tenido un efecto duradero y profundo en el trabajo. Ha deformado el trabajo apartándolo de la perspectiva divina. No ha hecho que el trabajo sea algo malo, lo ha hecho penoso y a veces destructivo para el ser humano. La caída ha afectado cuatro relaciones: con Dios, con nosotros mismos, con los otros y con el resto de la creación. Observemos como esto afecta al trabajo.

NUESTRA RELACIÓN CON DIOS
Antes de la caída lo que distinguía nuestro trabajo era el compañerismo con Dios en el propósito de cada tarea. No había nada desconectado de Dios. Desde la caída esta conexión es difícil de ver. Ha habido una separación entre lo sagrado y lo secular, entre el domingo y el lunes. Cuando nos hemos rebelado contra Dios, ya no podemos seguir hablando de un trabajo que es un cumplimiento de los planes de Dios, porque el ser humano no vive para cumplir la voluntad de Dios. Con todo, Dios no nos ha relevado de nuestras responsabilidades, no ha colocado aquí a un mero administrador, un ángel u otro tipo de ser. El destino del ser humano y de la tierra están ligados para siempre. La caída del hombre representa la caída de toda la creación, pero la redención del hombre representará la restauración de todas las cosas.

NUESTRA RELACIÓN CON NOSOTROS MISMOS
Adán y Eva eran seres seguros de sí mismos. Estaban en el lugar correcto y en el centro de la voluntad de Dios. Después de la caída, tenemos un problema de identidad. Nunca sabemos si encajamos en el lugar en el que estamos. Nuestro trabajo raramente coincide con esa extraña y única mezcla de motivaciones, dones y temperamento que somos cada uno de nosotros.

Frecuentemente el trabajo deja de tener el equilibrio que tenía en origen. Muchas veces peleamos entre dos extremos, el trabajo como algo que pretende dar sentido a nuestra vida, el trabajo compulsivo del que vive sólo para trabajar, y el extremo opuesto de aquel que no encuentra la más mínima motivación en su trabajo.

NUESTRA RELACIÓN CON OTROS
Antes de la caída las relaciones venían presididas por la honestidad, la transparencia, la compasión, etc. Desde entonces la crítica, la calumnia, la falta de honestidad, la autosuficiencia, las luchas de poder y el estrés dominan nuestro entorno laboral.

NUESTRA RELACIÓN CON EL RESTO DE LA CREACIÓN.
Antes de la creación la naturaleza que tratábamos de trasformar nos era favorable, y nosotros la transformábamos de una forma sostenible. Desde la caída el equilibrio se ha roto. Por una parte sobreexplotamos la creación de Dios, el mayordomo ha expulsado al dueño y está destruyendo la heredad, y por otra parte la creación se nos rebela. Esto es lo que describe el texto bíblico, esto son los espinos y los cardos que la creación producirá. Tendremos que trabajar con sufrimiento. La tierra ha sido maldita por nuestra causa, nosotros somos la cabeza de la creación y nuestra caída ha arrastrado al resto de lo creado. Esto crea una tensión entre la satisfacción y la frustración en nuestro trabajo. Hay un potencial de que el trabajo sea satisfactorio, pero también para que sea algo fútil, sin sentido y penoso para el trabajador. Algo que el escrito de Eclesiastés ha captado magistralmente.

EL DIOS SUSTENTADOR
Dios no sólo creó el mundo. No es admisible la idea del relojero que puso en marcha el mundo y lo dejó a su suerte. La actividad creadora de Dios no acabó al sexto día de la creación. Dios sigue obrando en el mundo. La Biblia nos enseña que en caso de que Dios no cuidara del Universo, este se desintegraría y no podría subsistir. Somos totalmente dependientes de Dios para nuestra supervivencia diaria.

Eso parecen implicar versículos tan claves como los siguientes:

Juan 5:17: Pero El les respondió: Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo. Este versículo nos muestra varias cosas importantes. Dios ha sido un trabajador desde la eternidad. Hasta el día de hoy el Padre trabaja. No se detuvo en la Creación, sino que el trabajar forma parte de su esencia como ya dijimos. Además, eso implica que en este momento sigue trabajando, en la conservación del Universo, que no sería posible sin su trabajo. Esta es una necesidad que tiene la creación. A causa del pecado no sólo entró la muerte en el mundo, sino que además la creación presenta un proceso degenerativo. La creación se iría destruyendo sino fuera por la deliberada acción de Dios a través de Jesucristo. Lo que ello nos muestra es cuanto ama Dios a los objetos de su ira. Además Cristo es el colaborador, el agente activo de este trabajo. Por este mismo evangelio de Juan sabemos que la Creación fue llevada a cabo por Jesucristo: Juan 1:3 Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Hebreos 1:3 dice: y sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Lo que indica que el Universo es sostenido por Cristo mismo, sin el cual no podría subsistir.

HACIENDO TODAS LAS COSAS NUEVAS.
Desde la caída Dios ha establecido un plan, al que la misma Biblia llama Evangelio. Esta buena noticia no tiene que ver sólo con los seres humanos y con sus almas, sino que, de la misma forma en que el pecado afectó a todo el Universo, la restauración va a afectar a todo el Universo. El ser humano es el representante de todo lo creado, al caer él afectó a toda la creación. La redención en Cristo, el último Adán, afecta a todas las cosas. Como nos dice Romanos 8, todas las cosas esperan la redención final de los seres humanos para ser liberadas de la esclavitud en la que ahora están.

El significado del trabajo para nosotros como creyentes reside en encontrar formas en las cuales podemos expresar a través de nuestro trabajo, mayordomía, servicio, creatividad, testimonio, verdad, etc. Esas son expresiones de ese trabajo de preservación de Dios que mantiene la vida en el Universo. Nuestro trabajo debe volver a ser lo que Dios pretendió en el origen, que fuera una colaboración con el suyo. Nosotros que pertenecemos al reino de Dios, debemos tener un modelo de trabajo diferente al del mundo. Para ellos puede ser sólo una forma de ganarse la vida, algo inevitable, algo pesado y vacío de sentido. Para nosotros debe ser un acto de adoración, ya que hacer todo aquello que a Dios le agrada y le hace sonreír es adoración.

Conectar nuestro trabajo con el de Dios marca una profunda diferencia en la forma en la que debemos contemplar nuestro trabajo. Especialmente aquellos que por su naturaleza son más repetitivos y monótonos. Si los contemplamos simplemente desde la perspectiva humana, tendremos una forma de verlo muy poco alentadora, y eso va a corroer nuestro carácter, ya que realizar una tarea sin propósito durante años es demoledor para el ser humano. Sin embargo si lo concebimos como un servicio a otros, como algo que ayuda a construir relaciones significativas, o como una mayordomía de los recursos que Dios ha dado, adquiere todo un significado que cambia completamente lo que hacemos. (Cuenta la historia de aquellos hombres que picaban piedra en una cantera).

EL FINAL DE LOS TIEMPOS
El mundo, tal y como lo conocemos, se dirige hacia su fin. La tarea redentora de Dios un día será acabada. ¿Se acabará el trabajo entonces? ¿Qué es lo que la Biblia enseña sobre el descanso eterno?

Desde luego que la Biblia enseña que cuando por fin lleguemos a la Jerusalén celestial, allí encontraremos reposo y descanso. Podríamos interpretar de ello que en el cielo no habrá trabajo y que nos vamos a dedicar a la contemplación eterna sin ningún trabajo allí. Pero creo que esa no es la visión correcta. Cuando la Biblia habla de nuestra llegada al reposo, está trazando una imagen paralela a la del Pueblo de Dios cuando entra en la tierra prometida. Aquello es el final de un peregrinaje, que comienza con Abraham y termina con la entrada del Pueblo en la tierra de Canaán. De la misma forma nosotros somos extranjeros y peregrinos aquí, cuando lleguemos a la Jerusalén celestial nuestro peregrinaje se habrá acabado, en ese sentido será un descanso, pero no implica que no tendremos tareas en el estado eterno.

Hay indicaciones de que el descanso eterno implicará tareas. Cuando Isaías escribe sobre los cielos nuevos y la tierra nueva escribe en Isaías 65:21 y ss.:
21 Construirán casas y las habitarán, plantarán también viñas y comerán su fruto... y mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos. 23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para desgracia, porque son la simiente de los benditos del Señor, ellos, y sus vástagos con ellos.

Aquí hay un vistazo de una eternidad activa, un trabajo con otras perspectivas. Dios va a seguir trabajando, porque Dios es trabajador en esencia. Nosotros vamos a seguir trabajando porque allí alcanzaremos la más total semejanza con el creador. Lo que va a ser diferente es que las maldiciones que la caída había traído sobre el trabajo desaparecerán: Y mis escogidas disfrutarán de la obra de sus manos. Y no trabajarán en vano. La tierra dejará de producir espinas y cardos, ya no será un trabajo explotador que se hace a costa de nosotros, sino el gozoso trabajo de ser colaboradores con Dios.

Continuará…


Puede escuchar una entrevista sobre este mismo tema a Jaume Llenas AQUÍ (audio, 4 Mb)



Artículos anteriores de esta serie:
1Dios, hombre y trabajo
 

 


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