Ya estaba haciendo falta un libro como este, que denunciara con claridad y autoridad los comportamientos tiranos que niños de corta edad, adolescentes y jóvenes mantienen con sus padres y con profesores de instituciones escolares.
Una espiral de violencia recorre los hogares y las aulas. Según el sindicato ANPE ocho de cada diez profesores admiten situaciones de extremo conflicto en sus centros. Este sindicato añade que un total de 13.400 educadores dicen haber sido agredidos en el ejercicio de su profesión. “Es sólo la punta del iceberg –cuenta el profesor Javier Carrascal a ANPE-. Las agresiones, ya sean físicas o psicológicas, que son las más frecuentes, quedan ocultas por miedo. El ataque produce un impacto brutal, porque te deja la autoestima por los suelos”.
Otros datos manejados por la Federación de Enseñanza del sindicato Comisiones Obreras aportan más luz sobre los problemas que sufren los docentes: el 51 por ciento padece situaciones de depresión, acoso o estrés a consecuencia de la indisciplina de los alumnos. La Fundación Jiménez Díaz arroja datos escalofriantes: Un 72 por ciento de los profesores encuestados presenta un alto riesgo de padecer una enfermedad mental, motivada por la violencia sistemática de los alumnos.
Por otro lado están los hijos que pegan a sus padres. Cuando en años pasados los padres pegaban a sus hijos, era impensable que los hijos les devolvieran el mismo trato. Ahora está ocurriendo. Javier Urra explica en su libro que el año pasado hubo 6.886 denuncias, unas 2.000 más que en 2004, de padres maltratados por sus hijos. Esta cifra es sólo un indicativo de lo que está ocurriendo en algunos hogares, porque un número elevado de padres no presentan denuncias. “Un chico que pega a su madre con 16 años es seguro que cuando viva con su pareja resuelva los problemas conyugales agrediéndola”, concluye Javier Urra.
Más datos: Según la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, un 40 por ciento de padres españoles dicen estar desbordados en la educación de sus hijos. Un 25 por ciento confiesa que le chantajean económicamente; un 8 por ciento se siente maltratado física o verbalmente por sus hijos.
Antes, a los hijos conflictivos se les echaba de casa. Ahora se quedan hasta los 30 años y siguen ejerciendo la tiranía. En Dinamarca, donde tienen este problema, muchos padres lo resuelven enrolando a sus hijos en barcos de pescadores.
Javier Urra, autor de EL PEQUEÑO DICTADOR, es psicólogo con la especialidad de Clínica de la Administración de Justicia desde 1986. Fue el primer Defensor del Menor en España desde 1996 a 2001. Ha colaborado en prensa, radio y televisión con temas de su especialidad. En la actualidad desarrolla su labor en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y en los Juzgados de Menores de Madrid.
Urra divide su obra en ocho grandes capítulos: Hijos maltratados. Los príncipes de la casa. La personalidad del niño. ¿Cómo educamos? El entorno familiar. El imperio de la adolescencia. El depredador en el colegio y en la calle. Derecho y responsabilidades de los menores.
El libro está obteniendo un gran éxito de público. Se encuentra en la lista de los más vendidos en España. La primera edición, que se agotó en cuanto la obra fue expuesta en las librerías, apareció en febrero de este año. Inmediatamente se lanzó una segunda edición, y una tercera a mediados de marzo.
Javier Urra opina que al niño hay que empezar a formarlo desde los tres meses, en el momento en que dejan de mamar cuando quieren y lo deben hacer a horas fijas y en cantidades fijas. Citando a José María Romero, Urra escribe: “Cuando el bebé rompe a llorar en la cuna, ya está emitiendo las primeras señales de desafío. Si sus padres ceden a las primeras de cambio, en cierto modo empiezan a incumplir su obligación de poner límites, por doloroso o incómodo que esto pueda resultar”.
Si hubiese que destacar un capítulo del libro aconsejaría el seis. El imperio de la adolescencia.
La adolescencia es una edad difícil. Hoy más difícil y conflictiva que en generaciones anteriores. Los adolescentes viven crisis de crecimiento, de adaptación a una nueva situación. Se sienten perturbados, porque en ellos urge la llamada de los otros, el instinto sexual que despierta; se sienten rodeados de una ensordecedora soledad. Viven cambios físicos, sociales, psicológicos y emocionales. Tienen nuevas sensaciones, se sienten inseguros, se valoran, se comparan, expresan temor. Los adolescentes se desprenden de normas, cambian de pensamientos y creencias, aprenden a ser ellos mismos. Les es difícil aceptar consejos e indicaciones de los adultos, por esa necesidad de probar y descubrir. Por otro lado, les cuesta tomar decisiones porque aún no tienen suficientes recursos.
Explica Javier Urra que esa edad debe ser muy vigilada por los padres. Es la edad en la que se inicia la rebeldía en el seno de la familia, comienzan los absentismos escolares, puede caerse fácilmente en el peligro de los pequeños robos, la droga, el alcohol.
A veces los adolescentes se convierten en una pesadilla cotidiana que los padres no comentan con nadie, principalmente por vergüenza.
La adolescencia es la etapa de la inseguridad, de la mentira como instrumento de autodefensa. Los padres de Julia, una adolescente de 14 años, confiesan: “Siempre nos cuenta mentiras. Ya no la creemos cuando nos habla”.
Comenta Urra: “Los adolescentes, ocasionalmente, emplean la mentira de forma calumniosa, y ello por celos o equívoca competitividad. Puede ser una forma de preservar su universo íntimo y mantener a los padres al margen de sus relaciones o actividades personales”.
EL PEQUEÑO DICTADOR debería ser leído por padres y madres, independientemente de la edad que tengan sus hijos. Es un libro bien estructurado, bien argumentado, bien escrito. Está principalmente pensado para los padres que son víctimas de estos pequeños, no tan pequeños tiranos.
En la conclusión de su libro Javier Urra recuerda a los padres que deben escuchar a sus hijos, transmitirles amor, seguridad, presente y futura. Pero “junto a ello, y cuando el niño sepa que su actitud o conducta merecen reprensión o sanción, esta debe aplicarse cuanto antes”.
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