Las tres preguntas que plantea el autor son estas: ¿Existió Jesús? ¿Resucitó Jesús de los muertos? ¿Es Jesús Dios? Son temas de ayer. Parafraseando al apóstol Juan se podría decir que en el mundo no cabrían los libros que se han escrito sobre Jesús a lo largo de dos mil años.
Hay una cosa que no me cuadra en este libro. En el capítulo de agradecimientos el autor afirma que fue elaborado a partir de unas conferencias que pronunció por primera vez en Michigan en noviembre de 1992. La edición original inglesa apareció en 1994. Sin embargo, en las cuatro páginas y media de bibliografía que se incluyen al final de la obra cuento hasta 40 libros que fueron publicados después de 1992. Con otro dato desfavorable: Todos estos libros son de autores españoles o hispanoamericanos. ¿Conoce el señor Harris el idioma de Cervantes? ¿Leyó estos libros? ¿Los consultó? ¿Y cómo pudo haberlo hecho después de escribir el suyo?
La única explicación que encuentro a este extraño hecho es que la inclusión de esos 40 libros en la bibliografía aportada por Harris sea obra de los editores, con la sana intención de guiar al lector a otras lecturas sobre el tema. Pero en este caso se impone la ética y el buen hacer. Los 40 libros deberían figurar en páginas aparte con una nota editorial que explicara los propósitos.
¿EXISTIÓ JESÚS?
El problema de la historicidad de Jesús es relativamente reciente. Hasta el siglo XVIII apenas si se ha dudado de que Cristo existió realmente, murió y resucitó, dando pruebas de su filiación divina –“El Padre y yo somos uno”-.
El punto original del problema en torno al Jesús histórico llega a final del siglo XVIII con filósofos racionalistas y teólogos liberales: Kant, Schleiermacher, Reimarus, Lessing, Paulus, Strauss, Baur y otros muchos.
En la segunda mitad del siglo XIX, en 1863, Ernesto Renán, sabio jesuita convertido al racionalismo, publicó la que sigue siendo una biografía definitiva de Jesús. Inmediatamente esta obra del erudito francés fue contestada y casi totalmente desarmada por el docto filósofo católico Augusto Nicolás. La obra de Nicolás se tradujo al castellano. Los editores Gaspar y Roig la publicaron en Madrid en 1868.
Volviendo al libro de Harris, su valor principal es la fidelidad a la Biblia. Ignora los argumentos de la crítica racionalista y de los expositores ateos y se aferra a la Palabra de Dios como testimonio único e infalible. Esto honra a su autor, quien pasa de toda la palabrería negativa acumulada en el tiempo sobre la figura de Jesús y se queda con la palabra que, cuando ya no exista la tierra, continuará resonando en las alturas celestiales.
En el primer capítulo del libro Harris examina los testimonios de cuatro autores clásicos tempranos, Talus, Plinio el Joven, Tácito y Suetonio. Concluye afirmando que “las evidencias históricas más importantes fuera del Nuevo Testamento validan los cuatro Evangelios en esta cuestión de la existencia de Jesús de Nazaret”.
¿RESUCITÓ JESÚS DE LOS MUERTOS?
Para responder a su segunda pregunta, relacionada con la resurrección de Jesús, el autor se remite a un debate que tuvo lugar en la Universidad de Oxford. Tres ponentes, Philip Carter, Janice Miller y Eugene Sanderson, negaron la resurrección de Cristo aduciendo argumentos archiconocidos, sin aportar una sola idea nueva. Otros tres ponentes, Alice Jonson, Daryl Hildebrant y Susan Adam, presentaron pruebas de la resurrección del Señor, basadas en razonamientos lógicos y en los escritos del Nuevo Testamento.
¿ES JESÚS DIOS?
La última parte del pequeño libro está dedicada a probar la divinidad de Jesús. Aquí las citas bíblicas abundan más que en los dos capítulos precedentes. La Sagrada Escritura afirma y confirma que Jesús no sólo es la manifestación de Dios, sino que es Dios mismo.
Es Dios tanto en su naturaleza como en sus obras. En consecuencia,
enfatiza el autor, “cualquier forma de cristianismo que no defiende la plena divinidad de Jesús se ha alejado de los orígenes y, habiendo perdido sus raíces, va derecha hacia la muerte”.
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