Origen y creencias del movimiento pentecostal (II) ¿Es el pentecostalismo y el carismátismo una versión “paganizada” del cristianismo? ¿La Nueva Era y el pentecostalismo beben de las mismas fuentes y emplean las mismas técnicas? Publio Ovidio Nasón describe en su libro “Las Metamorfosis” las distintas edades del hombre y los cambios que este ha sufrido a lo largo de la historia. Al principio, en la Edad de Oro, “la buena fe y la justicia eran las únicas leyes...todo el año era primavera (1)”. Esta visión mítica del pasado no contribuye a la comprensión del presente, que es mucho más complejo y enriquecedor de lo que puede parecer a primera vista. La Biblia nos advierte sobre esta tendencia mitificadota cuando afirma: “ Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría (2)”. Cada época ha de juzgarse a la luz de su propio signo. De nada sirve hablar de un idílico pasado, donde la “sana doctrina”, sin mancha, era la luz que iluminaba “el camino de la fe”. La Nueva Era es un movimiento muy complejo y diverso. Algunos identifican su origen en la Sociedad Teosófica, fundada en 1875 en Nueva York por la espiritista rusa Helena Petrovna Blavastky. Su doctrina, una mezcla de espiritismo y ocultismo, pretendía beber de las fuentes del saber oriental; especialmente del hinduismo. Junto a la Teosofía otros movimientos como Nueva Acrópolis, Control Mental Silva, Meditación Trascendental o la Gran Fraternidad Universal han fomentado las ideas de la Nueva Era.
¿Cuáles son las tesis del movimiento Nueva Era? ¿Coinciden con los planteamientos pentecostales? La Nueva Era, como su propio nombre indica, promulga una nueva época, la “Era de Acuario”, que vendrá a sustituir a la “Era de Piscis”; época caracterizada por el poder espiritual del cristianismo.
La Nueva Era defiende que el mundo está apunto de entrar en una nueva época de paz y armonía. Las iglesias pentecostales , por el contrario, son pesimistas en cuanto al futuro de la humanidad hasta la segunda venida de Cristo. Los distintos predicadores pentecostales, tal es el caso María Woodworth-Etter, Parham, Lake o Wigglesworth, eran extremadamente pesimista con respecto a la situación del hombre en la tierra; en consonancia con la escatología bíblica y la situación caída del ser humano.
La Nueva Era tiene una concepción panteísta (3) de Dios. Su visión panteísta de la divinidad conlleva una antropología “optimista”, convirtiendo al hombre en parte de la divinidad, hasta llegar a divinizarlo por completo. Para los seguidores de la Nueva Era Dios es una energía vital, informe, amoral y relativa. Esta “teología” difiere notablemente de la teología pentecostal , en la que Dios es persona y no energía; tiene una actitud moral y, a pesar de ser omnipresente, no se diluye en todos los seres y cosas de la creación.
Los seguidores de la Nueva Era no creen en las verdades absolutas, para ellos no existe ni el bien ni el mal, cada hombre dicta sus propias normas. Las iglesias pentecostales enseñan que la ley de Dios, expresada en la Biblia y en los mandatos apostólicos, es la fuente de toda moral y conducta.
El Jesús de la Nueva Era es tan sólo un maestro iluminado más; para las iglesias pentecostales es el Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad, único camino hacia Dios, enviado a la tierra para morir por los pecados de toda la humanidad.
Podríamos seguir citando numerosas diferencias doctrinales entre la Nueva Era y el movimiento pentecostal, pero con las que hemos apuntado, podemos hacernos una idea de las grandes diferencias que separan a estos dos movimientos.
En cuanto a las formas y expresiones externas la Nueva Era y el pentecostalismo también difieren completamente . La meditación no tiene nada que ver con la oración; las lenguas espirituales no son un mantra, ya que el creyente siempre tiene el control; en los ritos de la Nueva Era se suele utilizar música suave, viajes astrales, comunicación con los muertos. Todas estas prácticas están condenadas por todas las denominaciones pentecostales. En el caso de las Asambleas de Dios, en el Concilio General de 1916 se aprobó una declaración de verdades fundamentales, con el propósito de llegar a la unidad doctrinal, cuidar a los nuevos convertidos, fomentar la evangelización, federar a los ministros de culto y crear escuelas bíblicas para la formación de pastores. En el año 1924 en Hot Springs (Arkansas) se formalizó la unión definitiva de las primeras iglesias pentecostales bajo el Concilio General de las Asambleas de Dios. Otros grupos, como la Iglesia del Espíritu Santo, han sido excluidos de la comunión pentecostal por sus prácticas cercanas a la brujería, pero estos constituyen un porcentaje insignificante en el movimiento pentecostal.
Lutero nos indicó el camino al decir: “Minime vero veritati praeferendus est vi (4)” . En los próximos artículos veremos a hombres movidos por el Espíritu de Dios, pero que en muchos casos erraron y en otros llegaron a apartarse, pero junto a ellos hay una gran nube de pastores y evangelistas que han sembrado la tierra con la Palabra de Dios.
Procuraremos escribir esta serie de artículos bajo la máxima del sabio Kung-tsé (Confucio): “El mayor defecto de los hombres consiste en preocuparse en arrancar la cizaña de los campos ajenos, descuidando el cultivo de sus propios campos; son muy exigentes con los demás...mientras que con ellos mismos se muestran condescendientes en exceso..." (5)
(1) Ovidio Nasón, Publio,
Las Metamorfosis, Espasa-Calpe, Madrid, 1985. Pág. 19.
(2) Sagradas Escrituras. Libro de Eclesiastés 7: 10.
(3) Panteísmo: Monismo inmanentista en el que Dios y el cosmos (totalidad de la existencia) son una misma cosa.
(4) Marín Lutero: Por ningún motivo se tiene que preferir un hombre a la verdad.
(5) Kung-tsé,
Los cuatro libros clásicos, Ediciones B, Barcelona, 1999. Pág. 453.
| Artículos anteriores de esta serie: | |
| | | |
| 1 | De Pentecostés a la Nueva Era | |
Si quieres comentar o