Derechos del hombre y derechos de Dios - (XI) Uno de los ejemplos más notables de la premisa cristiana -la mejor salvaguarda de los derechos del hombre radica en el reconocimiento de los derechos de Dios- viene dado por la institución del Jubileo. El Jubileo formaba parte de un conjunto de años sabáticos de los cuales era la culminación.
El postulado fundamental lo constituía el derecho de propiedad absoluta que tiene Dios sobre la tierra, un derecho que relativiza cualquier aspiración a la propiedad absoluta por parte de los hombres: '"La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es (Lev. 25:23.
Es evidente la relación entre la institución del "Sabat" -el séptimo día como descanso- que se funda en la actividad creadora de Dios y el Año Sabático Después de cada siete años, debía darse reposo a la tierra. Lo que crezca en el campo sin atender será para los pobres y el sobrante para los animales (Lev 25: 6-7; Ex. 23:11; Dt. 15:2-18). Para apaciguar el temor de los israelitas de verse privados de mantenimiento, el Señor les asegura que en el sexto año les dará fruto para tres años (Lev 25:20-22).
El significado del Año Sabático -el descanso de la tierra cada siete años- no reside meramente en razones agrícolas (la necesaria rotación de cultivos que la mayoría de pueblos antiguos ignoraban y cuyo desconocimiento fue fatal para algunos, como los mayas de América del Sur), la química del suelo, los abonos, etc. Hay algo más. El Año Sabátíco no seguía ningún modelo cananeo, por más que se le han querido buscar paralelos paganos. El texto bíblico dice claramente que la tierra no será sembrada ni podada, y ello independientemente de cómo hayan ido las cosechas en los años previos (lo cual establece la diferencia fundamental con los discutidos modelos cananeos inventados por la imaginación de los críticos), si bien Dios promete una bendición especial para el sexto año, siempre que haya voluntad de obedecer en el pueblo.
Luego, como colofón, el Año del Jubileo (la palabra "jubileo" deriva de "trompeta" que era el instrumento con el cual se anunciaba) al cabo de 49 años, (siete sábados de años).
Todo lo dicho para el Año Sabático quedaba reforzado en el Jubileo. Las propiedades tenían que volver a sus propietarios originales de acuerdo con el reparto que Dios mismo estableció entre las tribus de Israel; las deudas debían ser perdonadas y, además, había que poner en libertad a los esclavos (que habían llegado a tales por deudas contraídas)
De modo que, cada 50 años, inmediatamente después del séptimo de una serie de siete años sabáticos, Dios daba nuevas oportunidades a todos para que la vida en la tierra fuera digna de ser vivida. El descanso de la tierra venía a ser un símbolo de otras líberaciones y descansos que tenían que ver más con las personas, y sus derechos fundamentales, que con la rotación de cultivos. La naturaleza y el alcance del jubileo nos permiten calificarlo de programa "revolucionario" (no sólo para su tiempo sino también para el nuestro) tanto a nivel social como económico.
Cuando la propiedad revertía a la condición original de los tiempos de Josué, ello signíficaba que a partir de entonces dejaba de haber pobres hambrientos y cesaba también la existencia de cualquiera que se hallara en el punto de convertirse en super rico. El Jubileo se convertía así, en el gran nivelador que devolvía la esperanza a quienes no habían tenido suerte en los últimos años, ofreciéndoles nuevas oportunidades.
El Jubileo era una invitación a hacer lo bueno en los términos en que Dios define lo bueno y lo justo. La restauración de las cosas al estado original, cuando Dios primeramente repartió las parcelas, equivalía a una auténtica liberación no verbal sino real. Y ello porque era expresión tanto de la misericordia como de la justicia divinas.
Es significativo observar -sobre todo si se hace a la luz del clamor actual contra la injusticia, la opresión y la falta de compasión del "sistema"- que en el Jubileo tanto la misericordia como la justicia formaban los componentes básicos de la institución.
Dado que el Jubileo tenía que ser ley en Israel, una legislación incorporada a un derecho, quien no obrara de acuerdo con la misericordia que exigían sus demandas quebrantaba la ley divina.
De modo que incluso la falta de amor al prójimo quedaría controlada de alguna manera por la Ley , pues resultaba imposible dejar de sentir amor por los demás y no quebrantar dicha ley. En el jubileo, pues, la defensa de los derechos humanos queda asignada tanto al amor como a la justicia.
Los principios del jubileo estaban hechos para proteger a los pobres, a los desvalidos, a los desgraciados, etc. Realista, porque tenía en cuenta las desigualdades naturales y los reveses de la vida social, pero trataba de reajustar y renovar paulatinamente cada 50 años la existencia de todo el pueblo.
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