Mi amigo Westinghouse, quien es mi alter ego y el mejor amigo que me ha dado la vida hasta hoy; digo, el mejor amigo entre los seres mortales porque, entre los otros, sin duda que «no hay amigo como Cristo», como dice el himno. Westinghouse, decía, a veces me llama la atención por ser en mis artículos tan confrontativo y, según me lo ha dicho en más de una ocasión, hasta beligerante. Quizás tenga razón porque en realidad reconozco que lo soy cuando se trata de denunciar las tropelías que cometen algunos señores que tienen «el poder de poder» hacer lo que les venga en ganas sobre todo en perjuicio de los más débiles. (A propósito, si Dios no dispone otra cosa, mi artículo de la próxima semana estará encuadrado en esta tónica. Es posible que se titule: Otra cadena perpetua… suma y sigue.)
Pero
hoy quiero destacar la satisfacción que me ha dado la vida al permitirme formar parte del selecto grupo de escritores que integran la planilla de voluntarios de Protestante Digital.
Aunque no comparto plenamente la postura ideológica de la revista, estoy seguro que tampoco P+D comparte la mía. Pero nos toleramos. Más bien me toleran a mí.
No conozco al personal que arma día día la revista. Pero, aunque me gustaría conocerlos a todos y felicitarles uno a uno por el excelente trabajo que llevan a cabo, me satisface conocer a su director, el médico Pedro Tarquis. Y al destacar su calidad humana, su profesionalismo, su ecuanimidad, su entrega incansable a la revista, su respeto hacia el prójimo con lo que ha conseguido que el prójimo a su vez lo respete destaco estos mismos valores que sin duda tiene su equipo de trabajo.
Todo esto y mucho más me ha convencido que P+D no podría tener un mejor director que él. Y un mejor equipo que el que tiene.
Pedro y yo nos hemos visto solo una vez, en 2003 en Alcalá de Henares y solo por un par de minutos. Alguien nos presentó, nos dijimos mucho gusto y creo que eso fue todo. La amistad que ha nacido entre nosotros se ha ido desarrollando a través de la comunicación electrónica.
Dos detalles en él quiero destacar antes de dejarlo tranquilo para que siga preparando el próximo número de la revista.
No sé en cuanto a los demás colaboradores, pero en cuanto a mí, siempre estoy corriendo para llegar con mi artículo al filo de la medianoche del viernes. Y cada vez que llego, lo hago jadeando. Envío mi escrito y espero porque sé que a los dos o tres minutos, voy a tener su «acuse de recibo». Siempre está ahí. Y siempre responde con prontitud. Recibido y leído su correo, me quedo tranquilo. Es incansable: para trabajar y para mantener una comunicación amistosa y cordial con los demás.
En esto, puedo repetir lo que dijo Francis Bacon: El sentido de amistad de Pedro duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad. ¡Feliz Navidad, mi hermano y amigo: trabajar contigo ha sido una verdadera multiplicación de alegrías y una división innegable de mis angustias.
El otro detalle: Hace de esto ya unos cuantos años, alguien escribió una carta «cuero de diablo» en contra del director de la Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos; o sea, contra mí. Y la mandó a Protestante Digital para que la publicara. Pedro tuvo dos gestos que lo enaltecen: uno, prefirió mantener la carta lejos de mi conocimiento, seguramente por entender que no ayudaría en nada que yo me impusiera de su contenido; y dos, se negó a publicarla por tratarse de un ataque personal. (Alguna vez, el entonces presidente de la Misión Latinoamericana, el Dr. David Befus quien al ver nuestro trabajo nos ofreció una oficina en la sede administrativa de la Misión, nos dijo: «No sé si estoy haciendo bien o no, pero te ofrezco un sitio mejor en el edificio». Yo sentí en sus palabras que estaba «jugándose el pellejo» al confiar en nosotros. Y no ha sido defraudado aunque ya no ostenta el cargo que por entonces tenía. Como dicen los chilenos, «se la jugó». Pedro, en relación con aquel ataque, también «se la jugó». Y tampoco, me parece, ha salido defraudado. Nota: El autor de aquella carta buscó otro medio y la publicó. Allí la leí y así me impuse de su contenido.)
La amistad que se ha desarrollado sobre el suelo fértil de P+D, se ha dado, además, entre los contribuyentes. Aunque solo conozco personalmente a dos o tres, siento que un vínculo poco común nos une. Hay amistad. Una amistad, si se quiere latente, pero que se fortalece semana a semana, sobre todo cuando abrimos las páginas y leemos a cada uno. En mi caso particular, siento cierto cosquilleo en la espina dorsal cuando al leer a uno de mis colegas, descubro que su postura ante tal o cual tema es muy parecida a la mía. Y, entonces, me digo: «Escribidor: No estás solo».
Cuando alguien se siente inspirado, o inspirada, a escribir algún poema en prosa, y ese poema llega, el grado de amistad y de identificación con su autor o autora aumenta un punto. O varios puntos.
Anoche, en la iglesia, hablábamos de convocatorias. Nos recordábamos aquella que se hizo para que un grupo selecto de creyentes fueran testigos de la ascensión de Jesús. ¿Quién los convocó? ¿El propio Señor los fue seleccionando y escogiendo a los de mayor estatura espiritual? ¿O fue un comité integrado por Pedro, Jacobo y Juan? ¿Era gente de renombre, con vínculos con la jerarquía religiosa o los líderes políticos? ¿Cómo fue que se los convocó para que fueran testigos del hecho más portentoso que ojos humanos han visto? No se sabe. ¿Cómo fue la convocatoria que hizo Dios para formar aquel coro de ángeles que bajaron hasta el primer cielo y cantaron para que los oyeran los pastores, «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!»? ¿«Ven tú, y tú, y tú hasta que se integró lo que Lucas describe como «una multitud de las huestes celestiales»? ¿Cómo sería el método de selección? No lo sabemos. Y ya que hablamos de pastores ¿sobre qué base Dios los convocó para que fueran ellos y no los miembros del Sanedrín ni los grandes de la tierra los que recibieran la noticia del nacimiento del Hijo de Dios? No lo sabemos aunque podemos suponer ciertas cosas.
Un grupo de escritores-articulistas hemos sido convocados para integrar el equipo que da vida semana a semana a Protestante Digital. Como a los que presenciaron la ascensión del Señor, o como los ángeles seleccionados para venir a dar la buena noticia, o como los humildes pastores que se aprestaban a pasar la noche junto a su rebaño. Privilegiados aquellos; privilegios estos, privilegiados los de más acá. Privilegiados nosotros.
«Paz en la tierra a los hombres [y mujeres] de buena voluntad».
¡Feliz Navidad a todos!
P.S. Mi amiga Pilar Doble, de Valencia, me hizo un día de estos una observación aguda cuando vio mi foto en P+D. «Está bien», me dijo, «pero permíteme preguntarte: ¿De cuándo es esa foto?» Me dio un poco de vergüenza decirle que era de hace siete años, de 2003. Así es que he pensado que sería buena idea incluir en este artículo una foto tomada en estos días, diciembre de 2010. Y para compensar un poco la diferencia entre aquélla y ésta, lo hago acompañado de mi esposa, Doña Cire Castillo Sáez con quien estamos a puntos de llegar a los 53 años de ir juntos por el camino de la vida. A confesión de parte, relevo de pruebas.
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