Antonio Joaquín Pérez Martínez es obispo de Puebla de 1816 a 1829. Thomson da cuenta del encuentro con el clérigo en un informe que escribe desde Jalapa, el 23 de abril de 1828. Reporta que el obispo ya estaba enterado de las tareas realizadas por él, y que le recibió con cortesía. Menciona que durante su estancia en Puebla tuvo tres encuentros con Pérez Martínez. En una de esas ocasiones Thomson le propone al obispo la posibilidad de que avale con su nombre la circulación de la Biblia promovida por el agente de la SBBE. La respuesta es que “él se negó cortésmente, señalando [la falta de] los [libros] apócrifos como obstáculo”. Sin embargo el obispo da su anuencia para otra tarea, ofrece colaborar en la traducción de una parte del Nuevo Testamento al náhuatl.
Hijo de una pareja de buena condición económica, Pérez Martínez nace en Puebla de los Ángeles el 13 de mayo de 1763. Hace estudios en el Colegio de San Ignacio, y después con los jesuitas, en el poblano Colegio del Espíritu Santo. Su carrera ascendente le lleva a que hacia mediados de 1810 sea elegido por el cabildo de Puebla como su representante a las Cortes de Cádiz, que se inauguran el 24 de septiembre de 1810, en León, España.(1) Mientras navega el canónigo Pérez Martínez para participar como uno de los diputados novohispanos en las Cortes, tiene inicio el movimiento contra el dominio español que encabeza el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
El clérigo Antonio Pérez Martínez fue un decidido opositor de la causa independentista iniciada en 1810. Se distingue por sus convicciones absolutistas y realistas. Cuando en las Cortes se discute (12 de julio de 1812) cómo hacer frente a los movimientos independentistas que recorren el ancho territorio del Nuevo Mundo, a diferencia de quienes proponen iniciar negociaciones con los rebeldes, Pérez Martínez se pronuncia porque sean enviadas tropas para combatir a los insurgentes. Su férreo tradicionalismo añoraba la estrecha unión colonial entre el poder político y la Iglesia católica. También defiende el reestablecimiento de la Inquisición en la nación mexicana.(2)
Como presidente de las Cortes a mediados de 1814 Antonio Pérez disuelve éstas y anula la Constitución de 1812; para favorecer la monarquía absoluta de Fernando VII. Por sus servicios a la corona Pérez Martínez recibe una recompensa de manos reales: Fernando VII lo nombra obispo de Puebla en agosto de 1814 y es consagrado en Madrid el 5 de marzo de 1815. En una carta pastoral dirigida a la grey poblana, remitida desde Madrid, ordena a la feligresía que se mantuviera fiel a la monarquía absoluta. “El tono del documento es profundamente apologético a la persona del rey como lo demuestra el exhorto que hace a sus diocesanos para que amaran a Fernando VII con ´racional delirio´. Después atacó duramente a los insurgentes, los hizo responsables de todos los males –que según él existían en la Nueva España– tales como robo, crueldad, usurpación, destrucción de la minería y de la agricultura, etcétera”.(3)
Los cambios políticos impulsados por las Cortes, instaladas en Madrid el 20 de julio de 1820, que limitaban el poder de la Iglesia católica son recibidos con preocupación por personajes como el obispo de Puebla. A fines de ese año se conocen las medidas contrarias a los intereses clericales católicos y, para consternación de Pérez Martínez, la decisión “del gobierno liberal de Madrid” de imponer sanciones a quienes en 1814 estuvieron a favor de la disolución del Congreso. En el caso de Pérez Martínez el castigo implicaba retirarle el cargo de obispo poblano. El 18 de enero de 1821 el prelado convoca “al clero y sus diocesanos a cerrar filas en torno a él. Esta convocatoria fue esencialmente política, pues cientos de feligreses se aglutinaron en torno de su obispo. El virrey, alarmado por la movilización de los angelopolitanos y temeroso de que ésta creciera, decidió suspender la orden en contra de Pérez”.(4)
Como otros clérigos, el obispo de Puebla percibe que el gobierno liberal en España debe ser detenido para evitar que implante sus políticas contrarias a la Iglesia católica en tierras novohispanas. Con el objetivo de conservar sus privilegios el clero apoya a los independentistas, bajo el liderazgo de Agustín de Iturbide, que promulgan el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1824. El artículo primero declaraba la exclusividad de “la religión Católica, Apostólica Romana, sin tolerancia de otra alguna”. El artículo catorce prometía salvaguardar el orden de los intereses católicos: “El Clero Secular y Regular, conservado en todos sus fueros y propiedades”.(5)
El 2 de agosto de 1821 entra un triunfante Agustín de Iturbide a Puebla. El obispo Antonio Pérez Martínez le hospeda en su palacio. El día 5, en la catedral poblana, tiene lugar un acto para juramentar el Plan de Iguala. Ante la presencia de Iturbide en su discurso Pérez Martínez elogia la gesta independentista y subraya “que la causa principal de la Independencia había sido la religión la cual había sido ultrajada por los legisladores de España”.(6) Ofrece a Fernando VII el gobierno del Imperio mexicano y le promete lealtad de sus súbditos.(7)
La cercanía entre Iturbide y el prelado Antonio Joaquín Pérez Martínez queda de manifiesto cuando el día de la entrada del primero a la ciudad de México (27 de septiembre) es conformada la Junta Provisional Gubernativa, y entre los integrantes elegidos por el mismo Iturbide incluye al obispo de Puebla, quien es designado presidente del cuerpo dirigente. “Un mes después, Pérez es nombrado miembro de la Regencia, organismo que representaba el Poder Ejecutivo del nuevo gobierno y el cual quedó integrado por Iturbide y cuatro personas más”.(8) La Regencia cesa en sus funciones el 11 de abril de 1822. Iturbide se erige como Emperador de México el 18 de mayo de 1822, acción que levanta inmediatas protestas y movilizaciones entre los insurgentes que habían concordado en construir una nación alejada del verticalismo imperial.
Un personaje como el obispo Antonio Pérez Martínez, identificado con el catolicismo más conservador, muestra cierta simpatía con los trabajos de James Thomson. El prelado había dado apoyos financieros a las escuelas lancasterianas establecidas en el país,(9) y con seguridad conocía que Thomson tuvo un papel destacado en abrir ese tipo de centros educativos en Sudamérica. Por la lectura de los informes que son enviados desde México a la SBBB por su agente, sabemos que en realidad el obispo hizo varias promesas de respaldar los fines del organismo pero en términos concretos fue muy poco lo que concretó en su favor. Pérez Martínez intercambia correspondencia con el presidente de la SBBE (Lord Teignmouth), y en carta del 25 de noviembre de 1828 menciona que ha comisionado a tres párrocos para que traduzcan una porción del Nuevo Testamento al náhuatl. El proyecto nunca pudo cristalizarse, tal vez porque, según lo consideraba Thomson, “el obispo se mueve muy lentamente, y temo abrumarle, no sea que yo exagere las cosas y así pierda inmediatamente todo”.
1) María Cristina Gómez Álvarez, 1995: 139 y 145.
2) Ibid., p. 159.
3) Ibid., pp. 164-165.
4) Ibid., p. 170.
5) Agustín de Iturbide, 1974: 146-147.
6) María Cristina Gómez Álvarez, 1995: 172.
7) Brian F. Connaughton, 1995: 230.
8) Ibid., p. 172.
9) Diccionario Porrúa, 1995: 2694.
Si quieres comentar o