Casiodoro de Reina (1520-1594) ingresa al monasterio de San Isidoro del Campo, Sevilla. Allí tiene lugar, entre los monjes, un movimiento que simpatiza secretamente con las ideas de Martín Lutero. Mediante un vendedor de libros prohibidos, Julianillo, los internos en el monasterio se adentran en las propuestas de diversos autores protestantes. Un pariente del también partidario de la Reforma Antonio del Corro, “les comunicará (a Casiodoro y sus condiscípulos) en secreto que la Inquisición iniciaba una investigación de sus actividades y, en 1557, junto con unos doce compañeros, Casiodoro logró escapar de las manos amenazadoras, fugándose al extranjero”.(1) Es factible que llevara consigo sus avances en la traducción de Las Escrituras.
Permanece poco tiempo en Ginebra, gobernada por el sistema teológico/político de Juan Calvino, y sale de la ciudad porque la considera “otra Roma”.(2) Tiene una breve estancia en Francfort, y hacia fines de 1558, ya con la reina Isabel I en el trono, se instala en Inglaterra, donde queda al frente de una iglesia de habla española orientada por los principios de la Reforma. Le siguen a Londres tres de los fugitivos de San Isidoro del Campo: Francisco Farías, prior del convento; Juan de Molina, vicario, y Cipriano de Valera.(3) Sus adversarios calvinistas lo acusan, falsamente de “sodomía”, y para evitar castigos en enero de 1564 se refugia en Amberes.(4) Lleva una vida azarosa, a causa de sus perseguidores inquisitoriales, quienes al no poderlo ejecutar en persona, lo queman en efigie en el Auto de Fe de Sevilla, el 26 de abril de 1562. Con todo, persiste en su ardua labor traductora en medio de las adversidades.
Casiodoro erró durante más de tres años entre Francfort, Heidelberg, el sur de Francia, Basilea y Estrasburgo buscando un lugar donde establecerse como pastor de la iglesia o como simple artesano, y poder dar término así a su traducción.
El primer contrato para la edición de 1100 ejemplares de la Biblia, fue firmado en el verano de 1567 con el famoso editor Oporino. Por desgracia para Casiodoro, en el mes de julio de 1568 y antes de poder dar comienzo a la impresión de la Biblia, Oporino murió, ocasionando un retraso en la impresión… En el verano de 1568 la Suprema ordenó a los inquisidores de los puertos de la península estar vigilantes sobre los libros que entran, pues “Casiodoro ha impreso en Ginebra la Biblia en lengua española”. Difícilmente podían entrar, pues aún no se habían comenzado a imprimir. Marcos Pérez presta a Casiodoro, a fondo perdido, la suma de 300 florines (equivalente al sueldo de tres años de un profesor de la Universidad) que sirvieron para cerrar un nuevo contrato con el impresor Thomas Guarin, quien imprimió en sus talleres 2600 ejemplares de la
Biblia in Hispanicam traducta, terminada el 24 de junio de 1569, día en que Casiodoro notificó a un amigo la entrega inmediata del último cuaderno:
postremum folium totius texti biblici tam Veteris quam Novi Testamenti.(5)
Lo ocurrido en España con la Biblia de Casiodoro de Reina sucede en los países colonizados por ella también, queda excluida de la vida religiosa y cultural debido a sus orígenes contrarios a la fe oficial resultado de la simbiosis Estado-Iglesia (católica): “la Biblia del Oso no pudo desgraciadamente contribuir a la afirmación del castellano como lengua, pues nacía en unas circunstancias tales que se le consideró desde un principio como instrumento anticatólico y, en consecuencia, antiespañol”.(6)
Con la aprobación del papa Benedicto XI la Congregación del Índice publica el 13 de junio de 1757 un decreto que permite la traducción de la Biblia a las lenguas vulgares. España tardaría dos décadas y media para hacer efectiva la medida, porque es hasta el 7 de enero de 1783 cuando la Santa Inquisición deroga las prohibiciones vigentes desde el siglo XVI, que vedaban la traducción y lectura de la Biblia en los idiomas de los pueblos.(7)
La opción natural para una institución de raigambre protestante, como la SBBE, que deseara difundir la Biblia en lugar alguno era echar mano de una traducción cercana a su identidad confesional. Y en el caso de los países de habla castellana la decisión no recae en la Biblia traducida por Casiodoro de Reina, y revisada posteriormente (1602) por uno de sus correligionarios, Cipriano de Valera, por cálculos hechos para facilitar la circulación del libro en las naciones dominadas por el catolicismo romano.
La traducción que promueve y vende James Thomson en México es la del padre Felipe Scio de San Miguel. Éste recibe la encomienda de trabajar una traducción bíblica por parte de Carlos III en 1780. Con el respaldo real Scio tiene a su disposición recursos que le facilitan su labor. Cuenta con libros y códices de la biblioteca monacal de El Escorial. Las características de la Biblia de Scio de San Miguel las resumen bien Pérez y Trebolle:
Sigue un criterio [de traducción] estrictamente literal frente a las versiones de tipo parafrásico, tomando como ejemplos a Casiodoro de Reina y a Fray Luis de León en su traducción literal del Cantar de los Cantares. El texto base es la Vulgata, pero eso no quita que consulte las versiones modernas francesas, la italiana de Martín y varias españolas, a saber, las contenidas en los manuscritos de El Escorial que usa, la de Ferrara, la Biblia del Oso y la de Cipriano de Valera, además de consultar el texto bíblico hebreo y griego y algunas versiones griegas de la Biblia hebrea… En conjunto se trata de una traducción ajustada a la Vulgata latina, aspecto éste que se acentuará en la segunda edición, con un lenguaje a veces duro, pero en conjunto legible y aceptable. Probablemente era lo mejor que se podía hacer en aquel momento.(8)
Entre las fuentes y modelos de traducción que usa Scio de San Miguel se filtran, por lo menos, tres obras que en su momento son en extremo sospechosas para los inquisidores. La llamada Biblia de Ferrara es una traducción del hebreo al castellano del Antiguo Testamento, y la realizan dos judíos: Jerónimo de Vargas (Yom Tob Atías) y Duarte Pinel (Abraham Usque). Es publicada en 1553 en la ciudad italiana de Ferrara.(9)
La siguiente obra sospechosa que
alimenta la traducción de Scio es la Biblia del Oso, que como ya hemos mencionado con anterioridad es resultado del esfuerzo traductor de Casiodoro de Reina, con cuya publicación en Basilea, en 1569, tiene la alegría de ver salir de la imprenta el fruto de doce años de difícil trabajo.(10) En 1602 el compañero de monasterio en Sevilla de Casiodoro, el también convertido al protestantismo Cipriano de Valera, publica una revisión de la Biblia del Oso cuya impresión tiene lugar en Ámsterdam. La empresa de Valera “con su revisión fue hacer una nueva lectura del texto de Reina teniendo presentes los textos originales hebreos y griegos, actualizando ortografía e intentando aclarar los sentidos y significados de los textos bíblicos”.(11)
Con la traducción de Scio de San Miguel distribuida por James Thomson en México se cuelan dos protestantes españoles, Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, que debieron salir de España para escapar de la Inquisición. Para darnos una idea de la estigmatización padecida por Reina y Valera por parte de sus adversarios cabe anotar que “desde mediados del siglo dieciséis hasta 1848 todos los escritos de Reina y Valera ocuparon lugar de honor en el notorio
Índice de Libros Prohibidos (Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum) de la Iglesia católica”.(12)
Pero no es esta la única razón de la influencia protestante en la traducción de Scio. De esto seguiremos tratando la próxima semana.
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(1) A. Gordon Kinder, La Biblia del Oso, estudio introductorio. Casiodoro de Reina y la compilación de la Biblia del Oso, Basilea, 1569, Sociedad Bíblica de España, Madrid, 2002, p. 4.
(2) Wilton M. Nelson, 1989: 899.
(3) Ibid.
(4) Miguel Ángel Pascual Ariste, s/f: 3.
(5) Ibid., p. 4.
(6) Miguel Pérez y Julio Trebolle, 2006: 323.
(7) Ibid., 324-325.
(8) Ibid., 326.
(9) A. Gordon Kinder, 2002: 2; Plutarco Bonilla, 2006: 264-265; José Flores, 1978: 128.
(10) Raymond S. Rosales, 2002: 23 y 28.
(11) Carlos López Lozano, 2002: 9.
(12) Luis N. Rivera Pagán, 2009: 10.
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