El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Quizás, fuera de la utopía, estamos condenados a un materialismo más o menos burdo, al comamos y bebamos que mañana moriremos.
Se debe querer un mundo mejor, más justo, una tierra en donde los valores del Reino comiencen a fructificar.
Hoy no hay esperanza en ningún tipo de éxodo que nos lleve a ninguna tierra prometida. Lo que contemplamos son pozos, lagos, negras piscinas con detritos humanos.
Esta novela formó parte inseparable del bagaje intelectual e ideológico de aquellos jóvenes franceses que encendieron la revolución estudiantil en mayo de 1968.
Lo considerado indigno, lo percibido como diminuto, lo pequeño, lo no válido puede llegar a avasallar a lo grande, digno e importante según el mundo.
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