El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El sufrimiento humano es el trago amargo que desearíamos no beber. Idealizamos un mundo perfecto, ajenos a su presencia. Buscamos ganarle la partida, pero aunque la ciencia haya logrado mitigar algunos de sus embates, frente a la vida y a la muerte, el sufrimiento sigue floreciendo.
Hay una gran diferencia entre estar convencido de ser un cristiano y realmente estar convertido a Cristo.
Ahora, tíldeme de loco, pero creo que la receta de particularidad presentada en “Arroz con Habichuela” podría adaptarse a las necesidades de la hermenéutica bíblica del movimiento evangélico puertorriqueño. ¿Cómo dice? ¡Así como lo oye!
Los cristianos tenemos la labor profética de denunciar tanto los pecados sociales como morales que inundan nuestra sociedad y que van en contra de la Palabra de Dios.
La Biblia da testimonio de Dios, del Verbo, de la Palabra hecha carne, pero no es Dios. La Biblia está inspirada por Dios, pero no es ni sustituye a Dios.
Nosotros ─como Jesús─ estamos en el mundo para “dar testimonio a la verdad”. Pero nuestro mundo sigue haciéndose la misma pregunta que aquel escéptico Pilato después de escuchar al Señor: “¿Qué es la verdad…?”
Las iglesias cristianas y otros movimientos que se invocan como parte de la fe bíblica han estado transitando a través de esta tendencia reivindicatoria de pedir perdón.
La pregunta es quién eres tú, un creyente de masas o un cristiano genuino. De la respuesta depende la vida y la eternidad.
Existen numerosos textos bíblicos que nos animan a estudiar, analizar e interpretar correctamente las Escrituras. Si Dios se ha revelado a la humanidad a través de Su Palabra escrita en la Biblia, es normal que mediante su lectura, examen y reflexión podamos llegar a conocer mejor la naturaleza de nuestro creador.
Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen
El corazón de la doctrina de Jesús está en su pasión y muerte, la cual constantemente comunicó el Señor como una necesidad y parte de su naturaleza mesiánica.
Se dijo que lo sublime es poderoso y a la vez atemoriza por su grandeza. Mas el universo atemoriza por la calidad extrema de su coherencia y orden. La belleza del universo puede fascinar a todo hombre, creyente o no, pero lo sublime lo excita a pensar más allá, reta a su razón, lo rinde a creer.
Santiago era uno de los medio hermanos de Jesús que no creían en él durante su vida, pero después de la resurrección de Cristo vino a ser un discípulo del Señor y llegó a ser uno de los pilares más importantes de la primitiva iglesia de Jerusalén, facilitando a los judíos la conversión al cristianismo.
Existe un clamor emergente desde la neortodoxia que personalmente me parece que representa uno de los ataques más sutiles a la autoridad de la Biblia. A diferencia de los embates flagrantes y frontales a los que nos tienen acostumbrados los emergentes, esta ofensiva suena bastante cristiana, piadosamente reflexiva y profunda, y aún fundamental.
En nuestro prójimo, aunque no estemos de acuerdo con él, tenemos que descubrir la Imago Dei.
El cristianismo evangélico es un movimiento transdenominacional dentro del cristianismo protestante que arguye que la esencia del Evangelio consiste en la doctrina de la salvación por gracia a través de la fe en la expiación de Jesús de Nazaret.
El mito de que la psicología y el cristianismo son lados opuestos y que jamás podrán tocarse se deshace por momentos y menos mal que es así.
Piensen lo que piensen otros hermanos –los cuales lo verán meramente como excusas-, expondré el porqué muchos no quieren ser parte de una iglesia evangélica contemporánea.
Os pido perdón porque os hemos fallado como personas, como amigos, como pastores, como familias y, sobre todo, os hemos fallado como hermanos en Cristo.
“Todo guerrero lleva en su rostro la lucha de su espíritu. Allí están sus luchas, sus batallas, sus sueños y sus certezas.”
El milagro, en su definición clásica de intervención sobrenatural de Dios, rompe con el destino del hombre y la mujer, abre nuestro futuro a la gracia redentora, al perdón inexplicable y a la locura de un amor sorpresivo.
¡Madre mía lo que cuentan estos pastores! Que han ido unos ángeles a anunciarles que había nacido el niño. ¡Mi niño! Y que cantaban...
"Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca" (Isaías 53:29)
La Navidad es el recordatorio, es la promesa, es el cumplimiento: aquel niño-Dios dejaría la cuna y se convertiría en el Dios-hombre que se abraza a la cruz por amor a la humanidad.
¿Es posible que las hormigas funcionen mejor como iglesia que nosotros los creyentes?
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.